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Capítulo 10

Elian

Desde luego vaya nochecita que llevo. Primero va Samia y me deja colgao y con dolor de huevos y pa' postre viene mi abuela a tocarmelos.

Suena la puerta y salgo a recibir a la bruja de mi abuela.

--Buenas noches abuelita. Cuánto tiempo sin verte, cada día que pasa estás más guapa--Qué voz más cursi por favor me ha salido.

--El tiempo que hace que no te visto yo a ti cebollo.

--¿ A qué debo tú visita?

--Que raro que estés tan solo. ¿Dónde la tienes escondida?

--¿A quién? A mi que me registren.

--Mira Elian, nos conocemos muy bien para saber que tú no puedes pasar sin tu dosis de sexo. No voy a perder mi tiempo en hablar de tus líos. He venido para hablarte de Carla.

--Qué pasa, ya se ha muerto.

--Le queda poco. Tranquilízate, el problema es la niña. Debes de recuperarla.

--Ya hablaré con mis abogados.

--Pero qué listo eres, parece que tienes el conocimiento justo para pasar el día.
Ese es el problema cebollo, que la niña no tiene padre supuestamente, y tú aún sigues soltero de pica flor. ¿Cómo vas a adoptar a la niña aunque presentes las pruebas de paternidad?

--Ya veré como lo hago.

--Si ya veré. Así te pasa con todo hermoso. La solución es que te cases inmediatamente para recuperar a la niña. Esa niña lleva mi sangre y no voy a consentir que por tu mala cabeza una niña inocente pague las consecuencias de tus errores.

--Y según tú me tengo que casar si quiero como si no.

--O lo haces por las buenas o te juro que te quito todo. Y cuando hablo de todo, es todo. ¿Entendiste?

Trago saliva, quedándome confuso y cabreado por las amenazas de la bruja de mi abuela.

Terminamos de hablar y se marcha volviéndose para recordarme que me debo de casar.

Camino de un lado a otro encrespado revolviéndome mi cabello pensando con quién me voy a casar y sobre todo que me aguante, si hay momentos que no me aguanto ni yo mismo.
Piensa Elian piensa. ¡¡¡Zas!!! Que genio que soy. Haré una fiesta invitaré a mis amigos y mis amigas por su puesto y ahí podré decantarme por alguna. Si, eso es. Voy a por un par de cervezas que tengo carrete para rato.

SAMIA

Al llegar a mi casa me tiro a trompa en la cama con la ropa puesta, no me apetece ni quitármela. Miro a la lámpara con mis ojos puestos en la luz de la bombilla pensando en Elian. La madre que lo parió pero que rico que está. Ahora toca pelearme conmigo misma. He sido tonta o he echo bien en dejarlo colgado. Seguro que está jugando conmigo, como y de que manera le voy a gustar. Venga ya si tuviera el cuerpo de Ciara cabría una posibilidad, pero con mis horzas y estos airbags que dios me ha premiao donde voy yo. Desde luego de ilusiones vive una pero que poco duran.

En ese momento me llama Pedro para decirme que la policía han ido a quitar el precinto y podemos trabajar. Y tenemos un encargo de postres para unos días. Finalizo la llamada y me pongo a bailar la conga de la alegría que me da saber que mi negocio vuelva abrirse.

Durante estos días no he vuelto a saber nada de Elian. Por un lado lo agradezco y por otro deseo verlo.
¿Qué me pasa, por qué tengo tanto interés en verlo? ¿No se supone que es mi enemigo?

--Buu.--Siento una manos en mis caderas.

--Aaa. Qué susto Ciara.

--Qué tal. Como llevo tanto tiempo sin verte he pensado que estas desaparecida o algo así.

--Que va. Estoy hasta el techo de trabajo. Tengo que llevar en una hora estos postres y creo que no voy a poder sola.

--Di que llegado ni pintada.

--Exacto. Que me ayudes por fiiii.

--Vale venga comenzamos ya a cargarlos al furgón.

Una vez que ya hemos cargado todos los paquetes pongo en el Tomtom la dirección donde tengo que ir a entregar el pedido. Ciara pone un cd de nuestro cantante favorito Juan Magan a to' volumen la radio como debe ser.
Al llegar a la casa donde debemos entregar los pedidos las dos nos quedamos con la boca abierta. La casa parecía a esas que salen en las novelas.

Hasta las piernas me hacían asereje de pensar que tenía que entregar en esa casa el pedido.
Llamé al timbre y salió el mayordomo de la familia Adams. Mas serio que la bragueta un cura y antipático.

--Buenas tardes, soy la repostera que venía a traerle el pedido.

El mayordomo sin perder su sonrisa, nos indica que lo sigamos y donde debemos dejar las bandejas.

--Ciara tú has visto que casa.--Le susurro por lo bajo.

--Ya te digo. Aquí tuvieron que rodar la novela locura Esmeralda.

--Pero mira que piscina y cuanta gente.

Al salir al inmenso jardín se podía escuchar las voces de las personas y la música a todo volumen.
Dejamos las bandejas en las correspondientes mesas. De pronto una voz femenina hace que me encrespa. Me giro y veo al maniquí viviente en biquini. 《Será cabrona que bien le queda》

--Pero qué pequeño es el mundo. Mirad todos, acaba de llegar la señora Zisis repartiendo pasteles.

--Samia no le hagas caso, sigamos con lo nuestro y vayámonos cuánto antes. Pasa de esa tía.

--Lo que le voy a dar va ser una par de hostias a cámara rápida que va girar el pescuezo como la niña del exorcista.

--Bueno supuesta señora Zisis, ahora me explico como estás tan gorda. Si no paras de comer pasteles.

--Mira maniquí viviente, yo por lo menos me gano la vida trabajando haciendo pasteles. Pero tú que no sabes lo que significa trabajar porque lo sustituyes por follarte a todo tío.

--Samia, ¿Qué haces aquí? --Me pregunta Elian.

--Desde luego Elian más tonto no te pudieron hacer. Trabajando. Me han encargado traer pasteles a esta dirección y es justo lo que estoy haciendo.

--Me imagino que querrás probarlo gorda asquerosa mentirosa.

Ni tiempo me dio a reaccionar cuando la muy perra del maniquí me tiró a la cara un pastel. No tardé en ponerme furiosa. Agarré otro pastel, pero me arrepentí, había pasado horas haciéndolo para tener que desperdiciarlo en el cutis del maniquí.
Me giré buscando algo que tirarle a la cara, de pronto vi una maceta.
Agarré la planta y sin pensarlo con toda la furia que tenía en mi cuerpo se la restregué en toda la cara.

--Toma bonita come tu dieta. --Le dije mientras le restregaba la tierra por la cara escuchándola como chillaba.

Elian se puso por medio evitando lo que iba a ser una repartida de cachetadas.

--Samia estás como una cabra. Qué le has echo. La vas a dejar ciega. Estás tonta o qué te pasa.

--Mira Elian o atas al chihuahua o te juro que le pego más hostias que pelos tiene en la cabeza.

--Ven. Alguien te tiene que poner en tu lugar.

Elian me agarró muy fuerte de mi muñeca, llevándome casi a rastras acabando metiéndome de un empujón en un cuarto con poca iluminación.
Elian estaba a pocos metros de mí, su pecho se alzaba apretando sus puños. Podía ver como se le marcaban las venas en sus brazos, sus ojos grises ahora eran más oscuros. Sentía mucho miedo hay encerrada en ese lugar con él a solas.

--Elian siento mucho todo lo sucedido.

--Samia eres como un grano en el culo. Molestas y eres insoportable y para eso necesitas que alguien te de unos azotes para que te se baje tu prepotencia.

--Tú a mí no me vas a poner una mano encima.

--¿Ah no? Lo quieres ver.

En un abrir y cerrar de ojos Elian me dio la vuelta acorralándome entre su cuerpo y la pared. Podía sentir su pecho pegado a mi espalda, sentía miedo y al mismo tiempo excitación. Mi respiración aumentó al sentir sus besos en mi cuello y su mano vagando por mi cuerpo. El calor era abrasador, Elian estaba haciendo algo conmigo que me aterroriza y a la vez me excitaba. Su mano golpeó varias veces mi culo, el primer golpe cerré mis ojos el segundo me puse tensa intentando quitármelo de encima.
Torpemente me lo quité de encima y lo abofeteo con todas mis fuerzas.

--Quién te crees eres para pegarme ¿eh?

--Si ahora ponte de víctima. Yo no te pegado, te dado lo que tú me has pedido. Seguro que ahora mismo estas preparada para que te folle.

--Sí estoy cachonda. Pasa algo.

Maldita boca, porqué no pensaré antes de hablar.
Agradecí de que mi amiga me buscara para no cometer seguramente la mayor estúpidez de mi vida. Salí de ese lugar nerviosa, y agitada por lo que minutos antes había pasado. Sería posible que Elian se pudiera apoderar de mí de esa manera, tanto efecto me causaba para excitarme de una manera que ni yo misma nunca hubiera imaginado sentir ese cosquilleo, ese deseo, ese fuego que se extiende por cada poro de mi piel y él fuera mi dueño.

Jamás. Nunca. Pegué puñetazos a una mesa llorando de rabia e impotencia de no haber sido más fuerte y haberme dejado llevar por los encantos de Elian.

--Señorita venga conmigo.--Escuché una voz que se dirigía a mí. Alcé mis ojos quedándome de piedra al ver de nuevo a esa mujer que me topé en el ascensor.

--Qué quiere de mí señora.

--Pagarle por sus postres. Venga sígueme.

Hice caso a lo que me dijo la señora. Por el camino me limpiaba mis lágrimas e intentaba tranquilizarme.
Pasé a una habitación, parecía que era como un despacho, estaba decorada con muebles oscuros de la quinta de los picapiedra. En mitad una mesa y detrás una estantería llena de libros y papeles. Me hizo un gesto para que me sentara.

Me senté mirándola fijamente al igual que ella hacía conmigo.

--Sabe, me cae bien. Me llamo Alena Thasis soy la abuela de Elian. Y quiero negociar con usted.

--¿Negociar? Pero usted me ha visto cara de ministro.

--No. Pero la veo una mujer fuerte, valiente capaz de poner en su sitio al indongo de mi nieto.
Quiero que usted se case con él.

---¿¿¿Queeé??? Usted lo flipa o me estará tomando el pelo.

--Esto es enserio. Si usted se casa con mi nieto mantendrá su negocio y el edificio no será derribado. A cambio le daré un local más grande y dinero para que ponga su negocio.

--Y si me niego.

--Perderá todo y esas familias quedarán en la calle.

Fulminé a esa señora tensando cada músculo de mi cuerpo. Me clavé mis dientes en los labios pensando en lo que debía responderle. Parecía que esta señora con dinero podía permitirse el lujo de amenazar a la gente por conseguir su propósito. Yo en un mundo de gente egoísta y con dinero. A cambio del sufrimiento de personas que no tenemos la culpa de nada y debemos someternos a sus conveniencias y caprichos.




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