XXIX: "Primer año"
El cumpleaños de Artemisa se acercaba. La familia entera estaba revolucionada, no podía creer que la pequeña bebita estaba próxima a cumplir un año, por lo que todos querían participar en la organización de la fiesta.
Ares hace tres meses que había partido a la universidad y por fin Apolo había aprendido a convivir con su ausencia. De igual manera, hacían videollamadas todos los días y por largas horas pero el no tener el aroma del alfa cerca ya no le afectaba tanto como antes. Ahora tenía el de Evan, quién poco a poco había pasado a formar parte de la familia.
Para Atenea también había sido difícil no tener a la dupla molestandola a cada momento para que les hiciera de chófer. Extrañaba demasiado a su hermano pero los estudios la tenían consumida.
—¡Ea, ga'o! —Artemisa chilló mientras señalaba una imagen de un enorme gato blanco dibujado en uno de los tantos libros interactivos que Louis solía comprarle.
—¡Muy bien, Arti! eso es un gato —Atenea pronunció exageradamente la palabra, ya que había leído que de esa forma ayudaba a que se grabara en el cerebro de los bebés pero no de una manera perjudicial.
—¡Efante! —continuó con otro animal.
La verdad era que Artemisa tenía una memoria cognitiva bastante desarrollada y fuerte pero esto no se debía a pura genética, sino más bien a toda la estimulación temprana que la familia le había dado. Por ejemplo, a Harry le encantaba leerle cuentos antes de dormir mientras la sostenía en su pecho. Louis adoraba señalar cada cosa que estaba a su alrededor cuando salían a tomar un paseo. Atenea y Apolo jugaban con pequeños animales y figuras de plástico, enunciando cada uno. Y por último, Ares solía enviar pinturas miniaturas en dónde añadía diferentes texturas que la niña amaba acariciar todo el tiempo.
Gracias a todo esto y más era que Artemisa contaba con un progreso mayor al promedio y a la niña le fascinaba cada juego. También, amaba cada travesura... las cuales eran cada vez con mayor frecuencia.
—¿Má? ¿Apa? —Artemisa giró su cabeza confundida en todas direcciones. Atenea, por otro lado, frunció el ceño ante eso.
—Mamá y papá están haciendo compras para tu cumpleaños, Arti —la alfa besó suavemente entre los finos cabellos castaños, inhalando en el proceso el suave aroma.
Hace poco que la esensia de Artemisa se había intensificado pero nadie de la familia sabía con exactitud que era. Atenea intuía que sería algo así como el limón, por lo ácido, pero con toques almendrados. A su criterio, su hermana sin duda sería una alfa.
—¡Má! ¡Apa! —Artemisa se removió en el regazo de su hermana hasta que estuvo en el suelo.
Gateando, se acercó hasta la puerta de entrada y ahí se quedó sentada un par de minutos hasta que la misma se abrió. Por ella ingresaron sus padres muy sonrientes y con las manos cargadas de bolsas.
—Pero... ¿cómo? —Atenea tenía una expresión de estupefacción increíble. Su hermana había sido capaz de adivinar que Louis y Harry estaban llegando.
—¡Mi cachorrita! ¿qué haces aquí? —Louis la tomó en brazos y besó sus mejillas, deleitándose con las carcajadas de su hija.
—Estabamos leyendo un cuento cuando los sintió llegar... —la alfa de rizos se acercó a ellos. Besó la frente de su mamá y contribuyó en el acarreo de las bolsas restantes.
—Así que sabías que veníamos, cachorrita inteligente. Ven, vamos a ver que trajimos.
Decidieron que la fiesta de Artemisa sería en el jardín de la casa dado que no habían demasiado invitados por recibir. A su vez, la misma sería decorada con diferentes tonos pasteles y con temática de arcoíris. Todo estaba planeado para que dentro de una semana las cosas salieran a la perfección.
Harry abrazó por los hombros a su omega antes de dejar un casto beso en sus labios y otro en cada frente de sus hijas.
—¿Y Apolo? —inquirió el alfa mayor al no sentirlo cerca.
—Salió con Evan —Atenea se encogió de hombros mientras reía por el naciente gruñido de su padre.
—Evan, Evan, Evan... todo es Evan ahora. Nada de amor para papá —refunfuñó.
—Ya, alfa. Apolo te adora y siempre tiene amor para su papá —Louis sonrió de lado.
Harry rodó los ojos pero de igual manera dejó que su omega acunara su cabeza contra su glándula aromática, llenándose de la lavanda y calmando a su lobo en el proceso.
Continuaron ordenando todo con Artemisa husmeando. Al poco tiempo, Apolo hizo acto de presencia con una enorme sonrisa. Sus rizos estaban algo despeinado y un ligero rubor adornaba sus mejillas, cosa que no pasó desapercibida para el omega mayor.
—¿Cómo te fue? —inquirió Louis con un gesto juguetón.
—Yo... bien. Maravilloso —el omega rascó su nuca con nerviosismo evidente— les envié un mensaje antes de irme... Evan y yo fuimos por un helado.
Harry solo tarareó antes de acercarse a su hijo, envolverlo en sus brazos y llenarlo de su aroma. No quería el de otro alfa sobre él hasta que por lo menos Apolo cumpliera los 40 años.
—¿Qué dijo de tu invitación a la fiesta de Artemisa?
—¡Está encantado! preguntó si podría traer a su hermana, tiene 8 años.
—Claro, ¿por qué no? los sobrinos de Niall también vendrán y algunas parejas amigas traerán a sus hijos, no sé aburrirá.
—Genial —Apolo sonrió— iré a decirle... ¿necesitan ayuda en algo?
—No, amor, ve.
El omega salió despavorido obteniendo a cambio una risita por parte de Atenea. La alfa estaba emocionada por tener la dicha de presenciar a su hermano conociendo el primer amor pero mataría a ese alfa si llegaba a lastimarlo.
—Iré a darle un baño a Artemisa y luego te espero en la sala para ver una película —el omega mayor le dijo a su alfa para después tomar a su hija en brazos y desapareció.
Atenea decidió sumarse a la noche de películas mientras que Apolo solo quería dormir.
Dentro de tres días a Apolo y a Atenea se les había encomendado una tarea de suma importancia, ir en busca de Ares a la universidad. La alfa conduciría mientras que Apolo haría de copiloto y dj.
—Te dije que por aquí no es, debes dar vuelta a la extraña estatua de colores —Apolo rodó los ojos luego de ver cómo su hermana hacia el mismo recorrido por tercera vez consecutiva.
La alfa gruñó levemente intentando concentrarse. ¿Por qué la maldita universidad era tan grande?
Estuvieron por varios minutos de la misma forma hasta que por fin llegaron a la puerta del lugar.
—Bajate tú y llama a Ares, yo iré buscando algún lugar para estacionar —Atenea indicó.
Apolo asintió antes de tomar su teléfono celular y bajar. Allí, miles de estudiantes entraban y salían a gran velocidad de diferentes edificios. El omega estaba tan fascinado, realmente parecía una mini ciudad.
Ingresó al primer lugar, siguiendo su instinto de que ese era el edificio principal. Encontró a una beta bastante sonriente detrás de un mostrador y se acercó para despejar dudas.
—Buenos días, necesito encontrar las habitaciones de los alfas de primer año de Bellas Artes.
—Es el edificio 12C, solo sigue las flechas y darás con ellos.
—Muchas gracias —Apolo le devolvió la sonrisa y siguió el camino señalado.
Recorrió varios pasillos y en un punto creyó que de verdad el lugar era un maldito laberinto. Lo peor de todo era que ni Ares ni Atenea le respondían las llamadas. Su lobito estaba alerta por tantos aromas diferentes a su alrededor. No sabía dónde estaba y eso comenzaba a asustarlo.
De repente, y sin darse cuenta, un alfa lo acorraló en una de las esquinas del pasillo.
—¿Estás perdido? —el alfa le sonrió tan oscuro que Apolo quiso chillar del susto.
—Yo... déjame ir —murmuró cohibido.
—Oh, ¿por qué tanta prisa? podríamos pasar un buen rato y te prometo que te ayudaría a encontrar el lugar que buscas.
—No quiero. Déjame.
Apolo no pudo emitir sonido alguno cuando el cuerpo del alfa fue retirado de su presencia y luego varios golpes se escucharon.
—Es mi hermano, maldito imbécil —Apolo escuchó un rugido potente.
—¡Ares, detente!
Buenas noticias, había encontrado a su hermano. Malas noticias, estaba golpeando al alfa que lo había acosado.
Su hermano se puso de pie, dejando al alfa tendido en el suelo. Rápidamente se acercó hasta el tembloroso Apolo y lo abrazó con fuerza a su pecho. Aspirando el aroma de su hermano, logró tranquilizarse.
—¿Qué haces aquí solo? —murmuró sobre sus ricitos.
—Te estaba buscando —Apolo se negaba a soltarlo. El potente aroma de la canela le cubrió los sentidos y se fusionó con el del caramelo. Su lobo por primera vez desde hace meses se encontraba tranquilo y en completa paz.
—Lo siento por eso, a veces estos animales no saben cómo comportarse frente a los omegas.
El de ojos celestes gruñó suavemente. Odiaba a los malditos cavernícolas.
—Ven, voy a mostrarte mi habitación... ¿dónde está Atenea?
—Dijo que iba a estacionar y nos alcanzaba pero seguro se perdió igual que yo.
Caminaron por los pasillos con Ares manteniendo uno de sus brazos rodeando los hombros del menor y dejando besos ocasionales entre sus cabellos.
Apolo sonrió en grande cuando varias personas saludaban a su hermano, le gustaba que se empezara a hacer conocido. Llegaron hasta una puerta con varios colores y un diseño abstracto. Entraron y la escencia de Ares combinada con otra más picante se hizo presente.
—Te presento a Ulises, mi compañero de cuarto y amigo. Él es mi hermano, Apolo.
Ulises era un alfa de buen porte, cabellos rubios y ojos oscuros. Lucía amable y carismático. Le sonrió desde dónde pintaba un cuadro pero no emitió demasiadas palabras.
Ares llamó a su hermana mayor para indicarle el camino. Luego, empacaron la muda de ropa que el alfa llevaría, obviando el hecho de que en su casa todavía tenía cosas que podría usar, y abandonaron la habitación.
—¡Ares! —Atenea chilló emocionada antes de abrazarlo con fuerza.
Entre charlas y risas abandonaron el edificio para por fin regresar a casa.
El viaje de regreso fue bastante rápido y con poco tráfico, por lo que antes de lo previsto ya estaban en su hogar.
—¡Mamá, papá, ya llegamos! —Apolo no podía dejar de sonreír.
Louis salió a paso apresurado de la cocina y rápidamente se aferró al torso de su hijo alfa.
—Oh... mi bebé, ¿cómo estás? ¿te has alimentado bien? cuéntame algo... —Louis lo atosigó de preguntas.
—Todo en orden, mamá —Ares rio mientras lo abrazaba.
—¡Ae! —una pequeña vocecita irrumpió en el salón.
—¡Pero si ahí está mi Arte! —Ares se agachó para cargar a la niña, dejando que sus mejillas fueran llenadas de babosos besos— ¿Y papá?
—Fue a buscar el pastel que encargamos para el cumpleaños de Artemisa. En un momento debería estar volviendo.
Por primera vez luego de meses, la familia se acurrucó en el sillón a la espera de que Harry regresara. Empezaron una de las películas favoritas de Louis y al poco tiempo el potente aroma de la tierra húmeda les llegó.
—¡Cachorro! ¿cómo estás? ¿llegaron hace mucho? —Harry lo abrazó como todos los anteriores habían hecho.
—Bien, papá. ¿Necesitas ayuda en algo?
—No realmente, ya tenemos casi todo listo para el cumpleaños de tu hermana.
Días después la fiesta había sido un total éxito. Todos estaban emocionados por ver a la pequeña Artemisa creciendo. El único inconveniente fue que la niña terminó metiendo sus manos en el bello glaseado del pastel y posteriormente ensuciando a cada uno de sus hermanos, pero era imposible enojarse. La familia estaba reunida de nuevo y sabían que el amor que se tenían nunca iba a desaparecer pese a encontrarse alejados...
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holaaa no sé si leyeron mi tablero pero les comenté que el fin de semana que viene tengo mi fiesta de graduación por lo que mejor decidí ya subirles hoy el capítulo que correspondería...
7/7 para el final... después de este capítulo ya nos encontraremos con el último... me duele tener que soltar la historia que tanto me llenó y me acompañó en momentos complicados pero ya es hora de ir cerrando etapas.
cómo les dije antes, contamos con un epílogo y cinco extras aunque no descarto la idea de que puedan surgir más en el camino.
espero que hayan sentido aunque sea un poquito el amor de padres de Lou y Harry... los queremos mucho!
esperen el capítulo final para probablemente la semana que viene, intentaré subirlo lo antes posible...
que tengan linda semana!!!
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