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XXIII: "Todos mis bebés me necesitan"

Un par de semanas habían transcurrido desde que Artemisa había llegado a la vida. Todo se desarrolló bastante bien, y por ahora las cosas seguían su curso.

Atenea ya había finalizado su segundo año de universidad favorablemente, sus notas eran altas y sus ganas de continuar solo crecían más y más.

Ares y Apolo habían acabado la escuela secundaria con buenos promedios y en unas semanas más se realizaría su graduación, por lo que ambos estaban emocionados por vestir la típica toga y birretes.

El alfa ya había realizado su entrevista para el Royal College, la cual había salido exitosa y el próximo año tenía una plaza asegurada. Lo malo era que debía mudarse a las instalaciones de la institución para que la beca sea completa. Louis había llorado por horas cuando se enteró pero al final se limpió las lágrimas y le sonrió a su hijo asegurándole que siempre tendría su apoyo.

Por otro lado, Apolo todavía no había revelado la carrera que continuaría estudiando. Nadie le cuestionaba ya que se notaba a leguas que el omega estaba entrando en una especie de crisis al no tener definido su futuro.

Ya no hablaba tanto como antes, se la pasaba con Artemisa, la única que no buscaba sonsacarle información, o encerrado en su habitación; por lo que esa tarde cuando un golpecito detrás de la puerta de la habitación de Louis resonó, este se extrañó.

—Mami, ¿estás muy ocupado? —Apolo asomó su cabellera castaña y ojitos tristes.

—Estaba terminando de darle el pecho a Artemisa... ¿sucede algo?

Louis frunció el ceño ante el aroma preocupado de su hijo, todo en el gritaba ansiedad y nerviosismo y para nada le gustaba verlo así. Su pequeño ya tenía ojeras pronunciadas debajo de sus bellos ojos cristalinos, su cabello había perdido un poco de brillo y sus deditos estaban más flacos por los nervios.

—No... yo... puedo volver más tarde si estás con la bebé —Apolo desvió su mirada al suelo.

—Claro que no, enseguida se duerme. Ven, mi cachorrito.

Ingresó un tanto titubeante, cerró la puerta detrás de si, a pesar de que solo eran ellos tres en la casa porque los alfas se habían ido al supermercado, y tomó asiento a un lado de Louis.

Acarició entre sus dedos los pequeños piecitos de su hermana y sonrió con cariño. No quería molestar a su madre con sus problemas cuando él estaba tan desgastado por el cuidado de una recién nacida. Extrañaba a su mamá Lou de antes, corriendo y saltando por todos lados, ahora vivía cansado y con sus energías drenadas. Para nada estaba deseando que su hermana no estuviera o algo por el estilo, solo que un sentimiento extraño se apoderaba de él al sentirse tan desplazado.

Veía como su hermana y hermano continuaban con su estrecha relación con sus padres, Atenea con Harry y Ares con Louis, y el solo se sentía un punto al costado.

Suspiró en alto antes de recostar su cabeza sobre el regazo de su mamá y llenarse con el aroma de la lavanda, ese que tanto le recordaba a casa.

—¿Qué te sucede, mi vida? —murmuró Louis una vez que había dejado a Artemisa a un lado sobre el nido con almohadas rodeando su cuerpo— no puedo leer tu mente pero si estoy seguro de que algo tienes, mi lobo me lo dice.

—Yo... no sé bien que siento —Apolo contuvo las ganas de llorar— me duele el pecho y por momentos me angustio demasiado... me siento presionado y tengo tanto miedo a fracasar.

Louis se sintió contagiado por la tristeza de su hijo, en seguida su instinto le dijo que lo marcara con su aroma y eso hizo.

—Vamos por partes... ¿qué te angustia?

Apolo se encogió de hombros. En el fondo de su mente sí sabía con exactitud que era lo que pasaba pero no lograba ponerlo en palabras.

—Me siento solo... —murmuró antes de que varias lágrimas escaparan.

Louis sintió una opresión en su corazón, como si alguien hubiese metido la mano por medio de su pecho y estuviera estrujando el órgano con fuerza entre sus dedos. Retuvo su labio inferior entre sus dientes para no sollozar, ahora solo necesitaba acallar a su lobo interior. 

Hizo que el adolescente se sentara para poder conectar sus miradas pero este se negó a subir sus ojos. Le daba pena.

—Mi cachorrito... —Louis acarició sus mejillas viendo su labio inferior temblar— explícale a mamá.

—Yo solo veo como Atenea convive con papá todo el tiempo, son felices y hablan de medicina y de la universidad. Tú y Ares tienen esa conexión tan fuerte, los dos aman el arte y hablar de cosas que yo muchas veces no entiendo... y ahora ambos, papá y tú, se la pasan con Artemisa y yo lo entiendo, te juro que lo hago, pero a veces siento como si no encajara en la familia. Pienso que soy un estorbo y que solo genero dramas sin sentido. Y yo...

Louis ya no pudo con tanto, lo abrazó con fuerza contra su pecho. Se meció de atrás hacia adelante mientras besaba sus cabellos y le susurraba una y otra vez cuanto lo amaba. ¿Había sido tan mala madre como para no darse cuenta del sufrimiento por el que su hijo estaba atravesando y que en gran medida era por su culpa?

Se sentía fatal, quería llorar con tanta fuerza y necesitaba tanto de su alfa. Sin embargo, ahora no era el momento de pensar en él, debía consolar a su bebé.

—Nunca debes sentirse así, mi vida. Somos tus papás, te amamos por el simple hecho de ser tú. No habíamos pensado en que estábamos dejandote de lado, solo creímos que necesitabas tiempo y espacio para pensar en tus cosas. No quisimos entrometernos más de lo necesario.

—Pero yo los necesito conmigo... —Apolo lloraba sobre su hombro— quiero a papá cantandome canciones y a ti acariciando mi cabello. No quiero crecer...

Louis esta vez si lloró, no pudo contenerse, ver y sentir a su cachorro tan mal lo estaba destrozando.

—Perdoname, mi amor —Louis besaba una y otra vez su frente—  ahora sé que debí hablar contigo antes pero nunca es tarde para empezar, ahora es nuestro momento y puedes hablar conmigo. Estoy para ti, siempre lo estuve y lo seguiré estando. Ser madre es una tarea difícil y muchas veces nos equivocamos pero creeme que te amo con todo mi corazón.

—Lo sé... y yo a ti —Apolo sorbió su nariz.

—Ahora dime, ¿qué te presiona tanto? ¿qué sientes?

—No sé si quiero ir a la universidad...

Louis enmudeció al instante. Ellos habían estado tan felices por Ares siendo aceptado y Atenea estudiando que nunca cayeron en cuenta por el martirio que su hijo omega estaba pasando.

—Está bien... puedes decidir eso, confía en ti y en lo que te dice tu corazón.

—No me creo capaz de seguir una carrera.

Louis levantó la cara de su hijo desde la barbilla para que ambos ojos celestes estuvieran conectados. Pudo ver la inseguridad y el miedo desbordar de los pequeños ojitos celestes, se vio reflejado en su hijo cuando años atrás lo único que vivía dentro suyo era la desolación. No permitiría que su bebé pasara por todo el sufrimiento que él tuvo que atravesar. Sin embargo, la gran diferencia entre Apolo y el Louis del pasado era que su hijo sí tendría una madre que lo apoyaría y lo guiaría lo mejor posible.

—Eso sí que no. Eres fuerte, Apolo. Eres capaz y eres sumamente inteligente. No dudes de tus capacidades, que el miedo no te cegue. Eres mi hijo, y ambos somos omegas poderosos. Nunca dejes que nadie te haga creer lo contrario.

Apolo asintió como pudo con nuevas lágrimas corriendo por sus mejillas.

—¿Crees que soy capaz? —murmuró apenas con su voz entrecortada por el llanto.

—Creo que eres más que capaz. Si quisieras podrías dominar el mundo. ¿Acaso no tienes miles de seguidores en la redes sociales? ¿No fuiste tú el que organizó una de las marchas más grandes del país para defender nuestros derechos? —Louis inquirió con una ceja levantada a lo que Apolo asintió con pena— ahí está, usa eso a tu favor. La gente te sigue por lo que eres, no por lo que aparentas.

—Las redes no me darán de comer...

—O tal vez sí, no lo sabes —Louis se alzó de hombros— Si quieres podemos investigar por alguna carrera que se relacione a eso, a tus pasiones, y sino puedes crear una marca nueva o algo que ayude a los demás. Apolo, las ganas de cambiar el mundo viven en ti, nadie te fuerza a nada solo salen. No digo que estés obligado a nada, si no quieres puedes optar por trabajar de otra cosa o puedes venir conmigo al bufete y conseguiremos algo pero no te desanimes.

La mente de Apolo empezó a maquinar a mil por hora, podría estudiar algo relacionado con la sociología o incluso derecho como su madre y abogar por todas las personas que están indefensas allá afuera... contaba con el apoyo de su familia, ahora lo sabía más que nunca.

—¿Qué me dices? —Louis le sonrió mientras tomaba sus manos.

—Me gusta la idea... podemos buscar algo y ver que sale.

—Y recuerda que si ese plan no funciona no importa, por lo menos lo intentaste y siempre podremos idear otra cosa.

Apolo lo abrazó con fuerza a la vez que aspiraba hondo el aroma de la lavanda. Se había sentido tan mal por meses y todo sentimiento negativo despareció con una charla de su madre. Claro que todavía una pizca de inseguridad permanecía en él pero era algo que podría superar.

—Gracias por todo, mamá.

—Gracias a ti por ser tan maravilloso hijo. La próxima vez no dejes pasar tanto tiempo sufriendo, ven a mí y te ayudaré. Lamento tanto que te hayas sentido de esa forma... eres mi hijo y te amo.

—Lo sé, y yo los amo a todos ustedes.

Tiempo después Apolo volvió a su habitación para empezar con la investigación de su futura carrera.

Louis estaba llorando en silencio para evitar despertar a su hija cuando Harry ingresó a la habitación sumamente alterado.

—Mi amor, te sentí por el lazo, ¿qué sucedió? —Harry se arrodilló fuera del nido.

Louis lo miró con ojitos cristalizados antes de extender ambos brazos hacia él.

—Bien, dame un segundo... —Harry tomó a Artemisa con cuidado y la llevó hasta donde Ares y Atenea estaban para que la cuidaran— ahora sí, ven aquí, pequeño.

Louis prácticamente saltó a sus brazos sintiendo por fin el calor y reconforte de su pareja. Se frotó en su pecho mientras su lobito aullaba herido y Harry no pudo hacer más que mantenerlo sobre su regazo, besarlo y brindarle suaves palabras de consuelo intentando traerlo de vuelta.

—Apolo estaba tan mal... —empezó a relatar Louis cuando estuvo más tranquilo a la vez que enredaba uno de sus deditos con otro de la mano de Harry— se siente desplazado, cree ser un estorbo.

Harry frunció el ceño a la vez que acariciaba sus cabellos con su mano libre.

—¿Un estorbo?

—Sí... tampoco está seguro de que estudiar o de si quiere estudiar y solo se siente una carga. Solo quiere que tú le cantes y que yo lo acune como cuando era un bebé —Louis sollozó— ¿soy tan mala madre por no haberme dado cuenta antes?

—No, amor, claro que no... apenas tenemos tiempo para nosotros y estamos tan cansados —Harry suspiró antes de besar castamente su marca— Solo creímos que era algo propio de la edad.

Louis asintió levemente.

—Hablé con él y está mejor pero tal vez sería bueno que tú también los hicieras, alfa. Recordarle que lo amas y que estás para él sin importar su decisión.

Harry asintió completamente de acuerdo, por supuesto que apoyaría a su hijo en todo y no tendría problema de mantenerlo por el resto de su vida si así fuera necesario. Besó los labios y la marca de su omega un par de veces antes de ir en busca de su hijo. Lo encontró sentado en el escritorio de su habitación llenando un par de formularios.

—Mi vida, ¿puedo pasar? —inquirió desde fuera.

Apolo asintió. Harry ingresó y tomó asiento frente a la silla, entrelazó sus manos y besó sus dorsos.

—Mamá ya te contó, ¿no es así? —Apolo murmuró con una sonrisita de lado. Era obvio, sus padres no se guardaban secretos.

—Algo así, si quieres puedes contarme mejor pero antes quiero recordarte lo mucho que te amo. Eres especial, Apolo, y eres mi cachorrito.

El omega asintió antes de ponerse de pie y sentarse en el regazo de Harry. El alfa lo cubrió con su aroma y besó su frente.

—Solo estoy asustado... mamá me hizo comprender muchas cosas y creo que la presión de todo se juntó y no pude ver con claridad.

—Siempre seremos la luz que te ayude a ver las cosas, ven con nosotros, habla... Estaremos ahí, y tus hermanos también. Estuvieron muy preocupados estas últimas semanas, no sabían que te sucedía y con Artemisa aquí las cosas se volvieron todavía más confusas.

—Lo sé, y lo siento... —Apolo jugó con uno de los rizos de su papá.

—No hay nada que lamentar, ahora ya está todo claro.

Continuaron charlando un par de minutos más, sobre todo de los sentimientos del omega y de que pensaba sobre el futuro siendo la experiencia de su padre una gran ayuda. Louis los llamó para cenar y por una vez desde hace semanas, Apolo sintió que volvía a pertenecer a esa mesa de ahora seis integrantes.

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si lloré escribiendo este capítulo nadie debe saberlo. Me sentí tan identificada con mi propio personaje que hasta me dolió un poquito el alma.

espero que nadie esté atravesando por la situación de Apolo, y si es así, sepan que acá tienen a alguien para que los escuche.

son importantes, valorense y sepan que no tienen la obligación de nada. Solo fluyan.

también quise incluir una situación de este tipo como para demostrar que Lou y Harry no son perfectos en esta historia, como todos los humanos y padres también cometen errores y está bien siempre y cuando las cosas se remedien <3

lxs amo a cada uno de ustedes, gracias por seguir acá!!

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