XVIII: Oh, no
—¡Mamá!
Louis saltó en su lugar frente al fuerte alarido llevando sus manos a su vientre intentando brindar algo de protección a su cachorra ante el peligro aparente.
—¡Mamá! ¡Ven, por favor!
Era Apolo. Su cachorrito estaba desesperado y lo único que él podía hacer era subir las escaleras lo más rápido que su barriga de 7 meses le permitía.
Harry, Ares y Atenea habían ido al supermercado, Apolo se estaba sintiendo mal desde la mañana con algo de náuseas y dolor de cabeza punzante, por lo que había preferido quedarse en su habitación. Louis, por otro lado, se la pasaba recostado en el nido con las energías al límite pero le fue imposible abstenerse de bajar por algo de helado de limón con almendras.
Ahora, por ese motivo, debía sostenerse con fuerza del barandal de la escalera intentando adivinar con la visión limitada los diferentes escalones.
—¡Mamá! ¡Por favor! —chillaba Apolo cada vez más desgarrador.
Los ojitos de Louis pronto se llenaron de lágrimas al sentir el aroma de su cachorro agriado por el miedo, incomodidad y dolor. No entendía que estaba sucediendo y eso lo estaba colocando nervioso. Se obligó a si mismo a calmarse para no alterar a Harry a través del lazo y para que Apolo no se exaltara aún más.
—Aquí estoy, cachorro —avisó mientras empujaba la puerta de la habitación y pronto todo comenzó a encajar. Apolo había entrado en celo.
Louis se llevó las manos a los ojos sabiendo de sobra lo que pasaría ahora. El celo de Ares se sincronizaría.
En primer lugar debía concentrarse en su hijo omega, ayudarlo en lo que estuviera a su alcance a la vez que esperaba que Harry trajera a Ares del supermercado. Luego, acondicionaría las habitaciones del sótano y baños privados para que sus hijos pasaran los tres días que duraban sus celos con la privacidad necesaria y nadie llegara a interrumpir.
Desde que sus hijos presentaron sus primeros celos, Louis y Harry decidieron que era necesario mantener algunas habitaciones alejadas de las demás en donde pudieran tener al alcance lo necesario, desde comida y agua hasta los juguetes que pudieran llegar a utilizar, incluso les habían ofrecido a cualquiera de los tres contratar a alguien que los ayudara o que trajeran a quienes sintieran acorde pero ninguno aceptó esto, se encerraban solos. Por esto, cada vez que un celo se presentaba los demás integrantes de la familia eran los encargados de acomodar el lugar y ayudarlos a llegar ahí.
Abrió sus ojos en grande cuando las fuertes feromonas de su hijo lo atacaron. El estar embarazado hacía que fuera más susceptible a este tipo de procesos, sus sentidos se nublaban y su lobo interior le rogaba para que abandonara el lugar pero nada de eso le impediría asistir a su bebé.
—Apolo, amor —se acercó hasta el omega afiebrado— ven conmigo, debemos darte una ducha.
—No quiero, mamá —jadeó mientras continuaba retorciéndose— trae a mi alfa. ¡Quiero a mi alfa!
Louis frunció el ceño ante esto. En todas las rutina de sus hijos pasaba lo mismo, su lobo interior clamaba por el alfa u omega destinado que ellos todavía no habían encontrado.
—Si no quieres una ducha está bien pero déjame ayudarte a quitarte algo de ropa —Louis insistió a la vez que apartaba los cabellos húmedos de la frente de Apolo.
Apolo asintió antes de reincorporarse en la cama con fuertes gimoteos escapando desde el fondo de su pecho por las puntadas en su bajo vientre. Podía sentir la humedad escurrirse desde su entrada hasta sus muslos, traspasando incluso su ropa interior, algo que sentiría de suma incomodidad si estuviera en sus cinco sentidos.
—Ayúdame, Apolo —Louis regañó con el ceño fruncido por la fuerza ejercida.
El omega menor continuo moviendo su cabeza de arriba a abajo y apoyándose en los brazos de su madre, se despojó de los pantalones cortos y la sudadera que parecía hervir sobre su piel.
Un gemido se escapó de sus labios cuando la brisa de la ventana dio en su torso desnudo y cerrando sus ojos con fuerza se dejó caer de nuevo para después refregarse en busca de algún tipo de fricción que le permitiera la liberación y posterior tranquilidad, aunque esta no durara más que un par de minutos.
Louis continuo acariciando entre los cabellos con una mano mientras aferraba la otra a su espalda baja, el vientre le pesaba como una puta sandía y eso no hacía más que ponerlo todavía más nervioso.
—Alfa... —jadeó Apolo.
—Ya cachorro... puedes con esto.
Los consuelos de Louis parecían en vano porque el omega menor no dejaba de sollozar y de retorcerse en la cama, preso del deseo que su lobo interior le exigía. Quería, necesitaba, anhelaba que un alfa lo anudara tanto...
Los minutos seguían pasando y creyó de verdad que moriría del calor, incluso el flequillo de Louis se había pegado levemente a su frente por la humedad de la habitación, pero un potente gruñido en la planta baja llamó la atención de ambos omegas.
—¡Alfa! —chilló Apolo con los ojos llenos de lágrimas y las pupilas dilatadas— ¡Alfa! ¡Te necesito!
Los sentidos de Apolo estaban tan opacados por el instinto de su lobo interior que creía que cualquier alfa de la casa podría corresponderle. Por ese motivo, Louis y Harry se debían encargar a ciencia cierta de que ninguno de sus hijos se sobrepasara con el otro.
Louis salió al pasillo y pudo apreciar como Ares subía las escaleras de tres en tres, con el cabello revuelto y su aroma a canela esparciéndose por la casa con fuerza haciéndolo sentir levemente mareado y con ganas de mostrar la marca en su cuello.
—Omega... —gruñó a la vez que olfateaba todo— ¿Dónde?
—Cachorro, con cuidado —Louis intentó ponerse delante, ambas manos fueron a parar al pecho de su hijo que a pesar de encontrarse experimentado el principio de su celo, nunca le haría daño a su mamá.
Habían oído que era normal que en el tipo de relación de mellizos estos buscaran ayudarse mutuamente en el celo pero este nunca había sido el caso de Apolo y Ares. Lo habían hablado cuando volvían en si y acordaron que pese a su increíble conexión, no se sentían cómodos con este tipo de actos por lo que preferían pasarlos cada uno por su cuenta.
Ares gruñó de nuevo con pupilas dilatadas y cabellos alborotados, se dio la vuelta y corrió escaleras abajo. El alfa se encerró en una de las habitaciones del sótano y ahí se mantuvo, ignorando completamente al omega en celo o cualquier otra persona que quisiera ir a interrumpirlo.
—Amor, podría haberte ayudado —regañó Harry corriendo a su encuentro y tomando las manos con fuerza— Ares entró en celo en medio del supermercado...
—Sí, Apolo también entró. Debemos acondicionar todo.
—Tú tranquilo, siéntate o recuéstate en el nido, yo me encargo —el alfa besó su frente y luego sus labios— Artemisa no tarda mucho en llegar y lo mejor es que no hagas tantos esfuerzos.
—Estoy embarazado, alfa, no me quedé sin piernas —Louis lo escrutó— déjame ayudar.
Harry dejó caer sus hombros en señal de derrota para luego asentir e indicarle que iría a cambiar las sábanas y limpiar el sótano, él podría encargarse de la comida y suministros.
—Buen alfa —el omega dejó un besito en sus labios y Harry le devolvió uno más largo.
El alfa desapareció y Louis en medio de un resoplido caminó hasta la cocina para preparar unos sándwiches, algunas barras energéticas, fruta y mucha agua. Les llevarían comida más decente en sus momentos lucidos pero eso ayudaría a que no se deshidraten demasiado.
—Realmente lo tienes en tu diminuto puño —Atenea se rió de su padre— sabes como hacer que nunca te niegue nada.
—¿Qué decirte, cachorra? llevo conociendo a tu padre algo así como 30 años, tiene todas las de perder.
Ambos se carcajearon esta vez. Atenea se acercó y posó ambas manos sobre el vientre de su madre dejando leves caricias antes de besar entre sus cabellos.
—Me alegra que sea así... que se amen tanto —le dijo ella— me gustaría algo así.
—¿Qué hay de Rose, amor? ¿No era que se habían reconciliado? —inquirió Louis con las cejas alzadas. Pudo sentir el sándalo y la menta amargarse por la tristeza por lo que como primer instinto abrazó con fuerza a su hija.
—Algo así... yo creí que todo venía en orden pero las cosas se complicaron, ya no es lo mismo. Creo que ella prefiere tener nuevas experiencias y yo solo quiero hacer las cosas bien y concentrarme en la universidad —Atenea sorbió su nariz mientras se refregaba en el cuello de su mamá— pienso terminar la relación.
—Oh, mi cachorrita... las relaciones pasan por momentos difíciles, eso siempre es así, pero si de verdad sientes que las cosas no pueden mejorar por ningún medio lo mejor es dar un paso al costado. Ya llegará alguien que tenga los mismos intereses que tú o incluso puede ser que en el futuro cuando las dos maduren y vivan la verdadera vida adulta se vuelvan a reencontrar y las cosas resurjan.
Louis continuo acariciando los rebeldes rizos y la cubrió mejor con su aroma hasta que la sintió destensarse en sus brazos.
—Gracias, mami...
—Pequeño, las habitaciones del sótano están listas —Harry los interrumpió al abrazar por la espalda a su omega y posicionando ambas manos en su vientre— ya llevé a Apolo a una y Ares se quedó en la otra.
Louis asintió antes de dejar un besito en sus labios.
—Déjame llevarles esto y luego puedo darte un masaje, ¿qué te parece? —propuso el alfa tomando la bandeja que reposaba sobre la mesa.
—Me parece una idea maravillosa —Louis casi pudo gemir ante la idea— te espero en el nido.
Y si los siguientes tres días fueron algo complicados, con un Louis demasiado embarazado, la alfa en crisis amorosa y los mellizos en celo; se las pudieron ingeniar para que todo funcionara y Louis fue la madre más feliz del mundo cuando Apolo, con las mejillas sonrojadas, se lanzó al nido junto a él al finalizar el celo y luego terminó teniendo a todos sus bebés y su alfa brindándole calor y contención.
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holaaa, cómo han estado esta semana? la mía fue algo agitada pero todo en orden 🥰
nos acercamos al nacimiento de Artemisa!!! prepárense porque en breve...
tengan buen fin de semana, salgan a tomar algo de sol y aire y descansen. Los tqm <3
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