II: "Regresando de la cena"
Cuando pasaron a dejar a Rose a su casa la alfa se despidió un poco avergonzada de la familia. Louis le aseguró que podía volver cuando ella quisiera, que siempre sería bienvenida en su casa. La chica les agradeció y luego de dejar un pequeño beso en la mejilla de Atenea, ingresó en una hermosa vivienda de dos pisos.
Harry conducía lo más rápido que las leyes le permitían sintiendo a través del lazo lo alterado que aún se encontraba Louis. Eso no solo lo ponía de los nervios a él sino que a sus hijos también comenzaba a afectarles.
Suspiró cuando por fin estacionó dentro de su hogar. Louis se giró y su semblante se enterneció cuando presenció la escena entre sus hijos. Atenea abrazada a Ares mientras este llevaba en su regazo a un muy dormido Apolo.
Apolo dejaba escapar pequeños suspiros y ronroneos cuando el alfa dejaba caricias entre sus finos cabellos.
—Amor, lleva a tu hermano a dormir y luego hazlo tú —Ares asintió a lo que su madre le decía y con sumo cuidado salió del auto.
Atenea se bajó de igual forma y sin decir palabra, se perdió por la puerta de entrada.
Louis miró a su esposo con grandes ojos de cachorro, esos que hacía desde que se conocieron, y estiró sus brazos en su dirección mientras abría y cerraba sus manitos en puños.
—Oh, amor... —Harry casi llora frente a lo vulnerable que Louis lucía.
Muchas veces, y esto sucedía desde que eran novios, cuando alguna situación sobrepasaba a Louis este dejaba que sus más primitivos instintos se apoderarán de él y lo volvieran toda una masita moldeable.
Salió del auto, lo rodeó y cuando llegó a la puerta del copiloto, la abrió y cargó entre sus brazos al omega. Louis se aferró a él mientras hundía su nariz en la fuente de aroma.
Harry dejó sus zapatos en la entrada de la puerta, quitó los de su omega y se encaminó a paso firme hasta la habitación que compartían. Depositó el cuerpo de su esposo sobre las suaves mantas escuchando a cambio un agudo lloriqueo, haciendo que todos los vellos de su cuerpo se erizaran.
—Voy a ver a los niños, enseguida regreso. Podemos prepararnos un baño antes de dormir.
Louis asintió entusiasmado y corrió dentro del baño privado que compartían para poder acomodar todo a la espera del regreso de su amado.
Apolo y Ares dormían abrazados en la habitación del menor, que sorpresivamente eran la que utilizaban con mayor frecuencia. En cambio Atenea estaba recostada en su cama mirando fijamente el techo.
—Cachorra, ¿no puedes dormir?
Atenea saltó ante el susto que le ocasionó la voz de su padre en medio del ensordecedor silencio de la habitación. La joven negó y se giró con su mirada llorosa.
Harry sintió como su pecho se oprimía al ver a uno de sus hijos en ese estado. Tomó asiento al filo de la cama y apoyó la cabeza de su hija en su regazo como solían hacer cuando era apenas una niña.
—Mi vida, ¿qué sucede? —arrulló el alfa.
Escuchó como Atenea sollozaba y la cubrió mejor con su aroma antes de repartir besos entre sus rizos.
—Lo siento tanto papá... tuviste que separarte de tus padres por mi culpa —dijo entre hipidos.
—Cachorrita no fue tu culpa —Harry empezó a mecerse de atrás a adelante con suavidad— tarde o temprano esto iba a suceder. Tus abuelos hicieron muchas cosas que me dañaron, algún día te lo contaré... pero no podía permitir que los sigan dañando a ustedes.
Atenea lo miró fijamente con lágrimas aún cayendo por sus mejillas. Harry las lamió y continuo dejando caricias hasta que sintió como la respiración de su cachorra se ralentizaba.
La arropó y regresó a su habitación en medio de un suspiro.
Louis lo esperaba dentro de la bañera llena de burbujas. Desde la puerta del baño podía sentir su suave aroma mezclándose con la esencia que había decidido utilizar en esa ocasión.
Harry se desvistió bajo la atenta mirada del omega para luego posicionarse detrás de su espalda.
—Tardaste mucho —reclamó Louis con un pequeño puchero mientras se dejaba caer sobre el pecho del alfa.
—Tuve que hablar con Atenea, la pobre estaba inconsolable.
—Todavía cree que fue su culpa...
—Sí... le expliqué que no fue así pero estoy seguro de que no pude convencerla.
—Mi pobre bebé...
Harry masajeaba suavemente el cuero cabelludo de su omega, sintiendo como este cada vez se volvía más dócil en sus manos. A su vez, Louis dibujaba pequeños patrones en el fornido pecho de su alfa.
—Esto iba a pasar de igual forma, alfa. No se cuanto más podría haber soportado todas esas humillaciones —dijo Louis de repente con la voz diminuta.
—Lo sé, amor, y quiero pedirte perdón, nunca debí dejar que todo esto sucediera... que te faltaran el respeto por el simple hecho de no cumplir con los estereotipos.
—No te preocupes, no fue tu culpa, yo también podría haberme negado.
Louis conecto su mirada con la del alfa y lentamente se acercó a sus labios. Comenzaron con un lento intercambio hasta que la cosa subió un poco de tono.
—Amor, deberíamos salir, el agua se enfrió —señaló Harry en medio de pequeños suspiros.
—Un poco más, alfa.
Louis repartía besos por toda la extensión del pecho contrario sintiendo las manos de Harry recorrer su espalda.
No supieron como ni cuando pero media hora después, el nudo de Harry los mantenía unidos. La cosa se había salido algo de control y ellos no habían sido del todo precavidos.
—Te amo, alfa —susurró Louis con la mirada cargada de sentimientos.
—Te amo, omega.
Unos minutos después de que pudieron separarse, Harry los lavó a ambos y posteriormente secó con mullidas toallas. Depositó el cuerpo de su omega sobre las frazadas y lo abrigó bien.
—Alfa... —llamó.
Harry se recostó a su lado, ahora en su propio pijama, y lo atrajo a su pecho. Louis ronroneó ante el tacto y se frotó para obtener más de su aroma. Ambos cayeron en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, despertaron con ruidos de utensilios cayendo en la cocina y voces que se les hacían sumamente conocidas.
Harry gruño ronco y atrajo al omega por su cintura más cerca de su pecho. Louis se removió intentando escapar pero el agarre se afianzaba cada vez más.
—Alfa, tenemos que ir a ver que los niños no prendar fuego la cocina.
—Ya no son niños, pueden arreglárselas solos.
—Oh, créeme que no, no pueden. Ahora suéltame alfa tonto.
Luego de un par de forcejeo más por parte de Louis, el agarre en su cintura fue liberado y el corrió en dirección al baño. Realizó su rutina de higiene y después de dejar un beso en la punta de la nariz de su alfa, se dirigió a paso apresurado escaleras abajo.
—Te dije que así no es, alfa tonto —reprendió una voz chillona.
—El único alfa tonto aquí es papá.
—Mi alfa no es tonto —sobresaltó Louis a ambos jóvenes— ¿y qué hacen despiertos tan temprano?
—Apolo no podía dormir y decidimos bajar a hacer el desayuno.
Louis dejó un beso en la frente de Ares, el cual se tuvo que agachar para que su madre llegara, y se sentó en la banqueta de la isla al lado de Apolo, a quien besó de igual forma.
—¿Qué preparan?
—Hotcakes. Se supone que Apolo debía picar la fruta para acompañarlos pero está muy distraído pensando en quien sabe que —molestó Ares haciendo que su hermano se sonrojara.
—Yo no estaba pensando en nada...
Louis lo miraba a ambos con una sonrisita mientras se encargaba de la que anteriormente era la tarea de Apolo.
Harry apareció con su cabello revuelto, frotando uno de sus ojos y sin camisa. En su pecho se podían apreciar pequeñas marcas rojas que el hombre lucía con orgullo.
—Parece que alguien la paso bien anoche... —Ares silbó mientras giraba un Hotcake.
—Por lo menos yo si tengo algo de acción —respondió mientras abrazaba a su muy sonrojado omega.
—¿Y tú que sabes? —Ares levantó sus cejas sugerente junto a una sonrisita.
—Basta —chilló Louis mientras golpeaba el pecho de su esposo.
—¿Necesitas ayuda para incendiar la casa, cachorro? —Harry se separó en medio de una risa para luego acercarse a su hijo alfa.
—Voy bien, casi acabo.
Harry y Apolo pusieron la mesa, junto al jarabe, la leche y jugo de naranja. Al ser domingo podían darse la libertad de tardarse desayunando y después buscar algo para hacer juntos antes de que la ajetreada semana comenzara.
Atenea bajó con sus ojos levemente hinchados, producto del llanto, y su cabello en un recogido desordenado.
—Buenos días.
—Hola, cachorra.
Harry besó su mejilla mientras ella se recostaba sobre su hombro en uno de los extremos de la mesa.
—Y aquí está el desayuno... —Ares dejó los hotcakes en el centro de la mesa y se sentó. Apolo chilló emocionado antes de abalanzarse sobre la mesa.
Desayunaron en un silencio poco habitual en la casa, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
—Entonces... ¿ya no veremos a los abuelos? —inquirió de repente Apolo.
—No por el momento —Harry respondió cortante mientras se encogía de hombros.
Y eso fue todo, los tres adolescentes entendieron que su papá no quería hablar del tema.
Harry y Atenea se dedicaron a lavar los platos mientras lo demás se cambiaban sus pijamas.
—Papá, ¿está mal que ame a una alfa? —Atenea mantenía su mirada en los platos viendo como la espuma desaparecía bajo el chorro de agua.
Para nadie fue sorpresa cuando su hija congenió más con Harry que con Louis, y este último no se quejaba, amaba que su hija le tuviera confianza a su padre para hablar de cualquier cosa que perturbara su mente. La afinidad que ambos tenían era increíble, algo sumamente especial que muchos añoraban pero pocos conseguían.
—Claro que no, es totalmente valido, siempre y cuando tu corazón te diga que es por ahí —Harry le respondió con el ceño levemente fruncido.
—Mi alfa la ama, antes pensaba que las almas gemelas como tú y mamá solo podían darse entre alfa y omega pero estoy segura de que ella es la mía. Me siento tan conectada que no lo sé... simplemente así lo creo.
Harry la escuchaba con una pequeña opresión en su pecho, sintió una lágrima resbalar por su mejilla y la limpio rápidamente con su hombro.
—Oh papá, no llores o me harás llorar a mí —la joven se giró en medio de una risita nerviosa.
—Es que estás tan grande —Harry la abrazó fuerte contra su pecho y dejó pequeños besos entre sus cabellos, sintió a su hija olisquear su cuello y soltó un poco más de su aroma —estoy tan feliz de que estés encontrando tu camino pero no quiero verte dejarme.
—Nunca te dejaría, eres mi inspiración, mi héroe. No podría nunca separarme.
Y esta vez Harry lloró con espesas lágrimas bajando por sus mejillas y todo. Su hija se separó de su pecho y al verse ambos entre llantos y siendo tan parecidos, rompieron en carcajadas.
—Bien, suficiente —dijo la chica antes de limpiar mejor su cara y tocar la punta de su nariz como solía hacerlo su padre.
—Siempre podrás contar conmigo, te apoyaré sin importar que —remarcó el alfa antes de besar su mejilla y ver como Atenea desaparecía por la puerta de la cocina.
Minutos después su omega entró y se aferró a su espalda, descansando su mejilla en su omóplato.
—¿Escuchaste todo? —inquirió Harry con una media sonrisa.
—Solo el final, no quería interrumpir... —le respondió su esposo dejando pequeños besitos en su espalda.
—No sé si estuve bien, solo necesitaba que mi alfa me dejara de decir que nuestra pequeña estaba sufriendo —se sinceró en medio de un suspiro mientras afianzaba su agarre en la mesada de mármol.
—Estuviste genial, creo que era exactamente lo que ella necesitaba escuchar. Pero tenemos que estar preparados alfa, muchas personas allá afuera aún piensan como tus padres, no todo será color de rosas... —Louis se escabulló hasta quedar entre su pecho y la mesada.
—Lo sé, pero mataré a cualquiera que se atreva a dañar a mi bebé —pasó sus brazos por la cintura de su omega y enterró su rostro en el cuello, cerca de la marca dejando besos y raspando sus dientes levemente en ella.
—Me encantaría que pudiéramos hacerlo pero no podremos protegerla de todo, simplemente apoyarla y esperar que ella confié en nosotros para curar sus heridas —respondió Louis en medio de suspiros temblorosos.
Harry asintió para luego subir a Louis por sus muslos, sentarlo en la mesada y atacar sus labios, siendo correspondido enseguida.
—¡Papá! hay habitaciones para eso —Ares tapó sus ojos con una mueca graciosa.
—Es mi casa —respondió Harry mientras seguía besando a su omega sin prestarle real atención. Louis mordió su labio levemente y se apartó muy a su pesar.
—Lo siento, cachorro —el omega bajó de la encimera y se escabulló lo más rápido que pudo a la sala.
—De verdad que son insaciables —se quejó el adolescente.
—¿Qué puedo decir? mi omega es irresistible.
Ares rodó los ojos siguiendo los pasos de su madre.
—¿Qué quieren hacer hoy, cachorros?- Louis estaba sentado en la sala junto a Apolo y Atenea.
Ares llegó hasta allí tomando el lugar que quedaba libre al lado de su hermano. Apolo enseguida se acurrucó en busca del calor que el cuerpo del alfa desprendía.
Harry se les unió, ahora parado frente a su omega.
—¿Qué les parece helado y película? —propuso Harry.
—¡Siii! —chilló emocionado Apolo.
—Por mí está bien —dijo Atenea antes de apoyar su cabeza en el regazo de su madre para que este comenzara a trenzar su cabello.
—Bien, iré por el helado —Harry tomó las llaves del auto —¿nadie piensa acompañarme?
Todos negaron antes de acurrucarse más en el gran sofá y Harry en medio de un suspiro se dirigió al auto. Definitivamente esa era su familia.
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