01.
HyungWon estaba cansado. Sí. Cansado era la palabra. Había tenido una pésima mañana y para colmo ahora tenía que lidiar con los problemas de Chang. Apoyó la cabeza en el volante y suspiró. No podía enojarse con su hermano. Habían pasado muchas cosas el último año. Se supone que él debía acompañarlo, es lo que había dicho la psicóloga. Acompañarlo, tratar de entenderlo, aconsejarlo. Pero un adolescente medio parco y antisocial, a veces, resultaba abrumador.
No le estaba resultando fácil hacerse cargo de todo. Si bien ya era un adulto, con una vida cómoda y bastante estable, la muerte de su madre y su padrastro había sido... sorpresiva. Hacía ya varios años que había dejado la casa, en malos términos para ser sinceros. Su madre se había vuelto a casar cuando él tenía once años y no se llevaba con su padrastro. Y luego su madre había quedado embarazada. Fue demasiado para HyungWon. Optó por irse a vivir con su padre y solo visitar la casa de su madre en escasas ocasiones. Cuando nació Chang, su madre simplemente dejó de interesarse por él. Su nueva familia era más importante. No la culpaba. La mujer era práctica y bastante fría en su rol maternal. En consecuencia, Chang creció siendo un pequeño antisocial de carácter melancólico. Él por su parte, había sido feliz. Su padre era un hombre genial. Cariñoso, compinche, siempre con una sonrisa en los labios y dispuesto a ayudar a todo el mundo.
A veces se preguntaba cómo un hombre tan agradable y burbujeante se había enamorado de su madre, que era, bueno... todo lo contrario. Hermosa. Muy hermosa. Había sido modelo en su juventud y HyungWon la consideraba perfecta tanto en apariencia como en compostura. La creía inalcanzable. Y aunque durante toda su niñez sólo había querido que ella le prestara algo de atención, luego simplemente dejó de intentarlo. Vivía holgadamente. Su padre era un escritor fructífero y algo famoso. Y su madre era diseñadora. Mientras estuvieron casados, HyungWon disfrutaba de una vida privilegiada. Había ido a los mejores colegios, iba al club campestre con sus amigos igualmente ricos, hacía equitación, tenía todo lo que el dinero podía comprar. Cuando sus padres le anunciaron que iban a divorciarse, realmente no le extrañó. Rara vez veía a sus padres siendo cariñosos el uno con el otro. Eran dos personas que vivían en la misma casa y lo único que tenían en común era a él. Su padre se fue y él quedó solo con su madre en esa enorme mansión rodeada de lujos y sirvientes. No quería ser injusto con la memoria de su madre. No era una mala mujer, solo que no tenía mucho instinto maternal. No sabía cómo tratar con él. Las conversaciones en la mesa eran incómodas y el trato era cordial pero frío.
HyungWon solía pensar que su madre era una espléndida reina de hielo. Tan hermosa en su trono helado. Alta, elegante, de ojos almendrados y perfil de reina egipcia. Y él había heredado todos sus rasgos, por supuesto. Era alto también, con el cabello oscuro y los ojos almendrados, sus manos largas y elegantes, su nariz altiva y sus labios pulposos. Era la viva imagen de la señora Chae, pero con la personalidad de su padre. Su padre se reía de eso. Le decía que cuando se enojaba era como una versión en miniatura de la reina de hielo. No le molestaba. Para ser honesto, su aspecto le había facilitado mucho todo. La gente parecía ser más amable con la gente apuesta. Y con los años pudo comprobar que eso era cierto en casi todos los aspectos de la vida.
Cuando su madre conoció al señor Im, directamente dejó de interesarse por él. El hombre era como ella. Un hombre apuesto de negocios, altivo e indiferente a casi todo y a todos. Él no era una excepción. El hombre apenas lo miraba. Se casaron y al poco tiempo su madre le anunció que iba a tener un hermano. HyungWon se encogió de hombros ante la noticia y decidió que ya estaba cansado de ser poco más que un mueble en la vida de su madre y decidió irse con su padre. Su madre no puso ninguna objeción, pero puso la condición de que HyungWon debía seguir asistiendo al mismo colegio y seguir teniendo su vida normal. Solo que viviendo en otra casa. Y así se fue con su padre y creció con el cariño y el amor que su madre no había sido capaz de darle.
Cuando nació Chang, todos los prejuicios que tenía sobre su futuro medio hermano, se fueron por el retrete. Lo amó desde el momento en que lo sostuvo en sus brazos. Claro que él aún era un niño de once años, pero ese bebé regordete era su hermanito y él ya lo amaba. Lo único que lamentaba era que Chang tuviera que crecer en ese palacio gélido y con esos dos padres. Pero cuando él iba a visitarlo, intentaba jugar con él y ser un buen hermano mayor. Chang creció dividido entre el escaso cariño que le prodigaban sus padres y el amor incondicional y avasallante de su hermano mayor. Pero había heredado la personalidad melancólica de su padre, así que demostraba una actitud poco alegre hacia la vida en general.
Hasta que ocurrió el accidente.
Sus padres iban en un viaje de negocios y el avión sufrió un desperfecto y se precipitó al vacío. Y Chang se quedó solo a sus catorce años. La fortuna de su madre fue dividida entre sus dos hijos y Chang se vio heredando propiedades y negocios de los que no tenía idea ni interés. Y ahí fue cuando HyungWon se hizo cargo de todo. Se mudó a su antigua casa para cuidar de su hermano y tomó las riendas de la empresa de su madre y su padrastro. Tenían varias agencias de modelaje y publicidad. Eran propietarios de algunas editoriales y poseían varias boutiques de renombre.
HyungWon había estudiado marketing y a sus veintiséis ya tenía su propio estudio de publicidad y un equipo de trabajo excelente y eficaz. Había trabajado codo a codo con su madre, después de todo ambos rubros estaban relacionados en muchos niveles y su madre, a pesar de ser indiferente a casi toda su vida, confiaba en su hijo y lo quería trabajando con él. Así que fue natural que HyungWon asumiera el cargo de las empresas. Todos lo conocían y respetaban. Y Chang estaba feliz de tener a su hermano, solo que en su lánguida adolescencia, no lo demostraba.
Chang era un adolescente menudo. Delgado y de movimientos delicados. De cabello oscuro como su madre y pómulos altos como su padre. No era alto como su HyungWon, pero era hermoso también. Solo que con una belleza misteriosa. A veces envidiaba el porte de su hermano mayor. Él lo veía como un hombre perfecto. Era apuesto, exitoso, alegre y despreocupado. Siempre rodeado de gente y amigos. Quería parecerse a él y a veces se encontraba adoptando actitudes o gestos de su hermano mayor. Simplemente lo adoraba.
Pero su vida escolar era otra cosa. Estaba harto de todo. Sus compañeros eran unos idiotas petulantes y altaneros. Típicos chicos ricos que se salían con la suya gracias al dinero de sus padres. Sólo tenía un amigo. Son HyunWoo. Era un año mayor que él y su mejor amigo desde siempre. Los señores Son eran amigos de sus padres y en consecuencia, se conocían desde pequeños. No había dos personas más diferentes en el mundo. Y si Chang era pequeño, misterioso, antisocial y algo oscuro, Son era alto, fornido, popular y alegre. Eran el día y la noche, pero se entendían y se querían. Habían crecido juntos después de todo.
Esa mañana Chang estaba esperando a su amigo para ir a almorzar cuando se cruzó con el imbécil número uno del colegio. Kim Kai. El idiota más popular del lugar. Andaba siempre rodeado de pequeños esbirros que le hacían la corte y adulaban todo y cada uno de los movimientos que hacía su 'líder'. Kai había decidido tomar de punto a Chang y lo acosaba cada vez que podía.
Siempre y cuando Son no estuviera cerca. Kai era imbécil, pero no era estúpido.
-Bueno, bueno -Kai se paró a su lado con las manos en los bolsillos- miren a quién tenemos acá. Hola Chang.
Chang apenas levantó la mirada y le hizo un gesto de disgusto.
-¿Acaso no te enseñaron a saludar en tu casa? -Kai se acercó a él y le pasó un dedo por la mejilla-. Ah, cierto que no tienes a nadie que te enseñe modales. Huerfanito.
Todos los demás estallaron en risas y Chang no lo soportó. Se le fue encima y ambos cayeron rodando por el pasto. Pronto se vieron rodeados por varios compañeros que arengaban la pelea. Chang solo quería borrarle la sonrisa petulante de la cara a golpes. Golpeó y golpeó hasta que alguien lo agarró y lo arrastró hacia un lado.
Hyunwoo lo tenía agarrado de la cintura mientras él peleaba por zafarse de su amigo y acabar con Kai de una vez.
-¡Chang! ¡cálmate! No vale la pena, ese idiota solo quiere molestarte.
-¡Voy a matarlo, suéltame Hyung!
Kai estaba sentado en el pasto, con el labio partido y sus secuaces rodeándolo. Pronto varios profesores corrieron al lugar y luego se llevaron a los dos muchachos a la dirección. Llamaron a sus respectivos tutores y ahí se encontraba Chang, enojado y esperando a su hermano mayor.
HyungWon bajó del auto y se encaminó hacia el colegio. Se encontró a su hermano y al chico Son sentados en el pasillo afuera de la dirección.
HyunWoo se paró apenas lo vio y lo saludó respetuosamente.
-Hyung -saludó HyunWoo con una reverencia respetuosa.
-Hola, Nunu -dijo revolviéndole el cabello y se dirigió a su hermano.
-Hola, campeón, ¿qué sucedió?
Chang solo gruñó y HyungWon resopló. Luego hablaría con él. Una secretaria se acercó al pasillo.
-Sr. Chae, el señor Shin lo verá ahora.
-HyungWon le agradeció a la mujer y se alisó los pantalones con las manos.
Antes de entrar se giró hacia los dos chicos.
-Espérenme aquí y luego iremos a almorzar.
Hoseok no estaba preparado para lo que iba a ocurrir esa mañana.
Ya tenía suficiente con sus problemas para también tener que lidiar con problemas de niños ricos. Estaba cansado. Su pareja lo había dejado unos meses antes, estaba cubierto de deudas y su trabajo ya no le daba satisfacciones. Siempre había querido ser profesor y si bien al principio había disfrutado de dar clases, ahora ya no le encontraba sentido. Cuando lo habían transferido a ese colegio, estaba seguro de que podía hacer un cambio, pero pronto cayó en la realidad. Sus nuevos alumnos simplemente ya tenían la vida resuelta. Niños que nadaban en dólares desde la cuna. Niños que nunca sabrían lo que era luchar día a día para salir adelante porque ya tenían el futuro abierto a millones de posibilidades gracias a las billeteras abultadas de sus padres. Claro que sus alumnos no tenían la culpa de haber nacido en cuna de oro, pero tenían una realidad y una forma de encarar la vida con la cual no podía identificarse.
Él había nacido en una familia de clase trabajadora. Apenas sobreviviendo a fin de mes. Viéndose obligado a trabajar desde pequeño. Y ahí estaba, haciendo de mediador en peleas absurdas de pequeños malcriados.
Unos golpes en la puerta le indicaron que los padres del niño Chang habían llegado. No era su alumno, el chico Kim lo era. Y sabía que probablemente su alumno había iniciado la pelea. El mocoso era un odioso petulante que se creía dueño del mundo y siempre estaba entrando y saliendo de la dirección. Y siempre se salía con la suya con un pequeño llamado de atención y una vaga promesa de cambiar su actitud, que claro, nunca cumplía. Solo que el director ese día no estaba y él debía oficiar de adulto responsable y hablar con los padres de los revoltosos. Suspiró cansado.
-Adelante -dijo mientras leía la ficha del alumno.
Hoseok levantó la mirada para encontrarse con el hombre más hermoso que había visto en su vida. Alto, cabellera oscura y prolijamente peinada hacia atrás enmarcando un rostro que quitaba el aliento. Ojos grandes y almendrados, nariz perfecta y labios llenos y rosados. Hoseok se quedó sin aliento y al parecer también sin habla, ya que el sujeto que tenía enfrente movió una mano delante de su cara, intentando llamar su atención.
-¿Está usted bien, señor...?
Esa voz. Hoseok quiso grabar esa voz para escucharla por las noches durante el resto de su vida. Ronca, profunda... y condenadamente sexy. ¡Maldita sea!
-Oh, sí. -Murmuró-. Lo siento. Soy el profesor Shin, Shin Hoseok. ¿Señor Im?
HyungWon sonrió y le estiró una mano elegante de dedos largos y finos. Hoseok la tomó inmediatemente y le indicó que se sentara mientras volvía a leer la hoja del alumno. El chico Im tenía quince años y ese sujeto era muy joven para ser padre de un adolescente.
-Soy el hermano de Chang, mi nombre de HyungWon. Chae HyungWon.
Hoseok sonrió aliviado. No sabía por qué, pero le reconfortó saber que ese hermoso hombre solo era el hermano del chico sancionado.
-Oh, claro -carraspeó aún turbado por la sonrisa del hombre-, supongo que ya le habrán avisado que, bueno, su hermano estuvo involucrado en una pelea con otro compañero.
HyungWon asintió y frunció los labios. Hoseok se pellizcó mentalmente para alejar las imágenes que estaban escalando en su cabeza. Esos labios.
-Sí, lo siento mucho. Sé que Chang es un chico algo reservado y a decir verdad, me sorprendió que estuviera envuelto en una pelea.
-HyungWon esbozó una sonrisa triste- Supongo que debo vigilarlo más. -Una nube de tristeza se cruzó por los hermosos ojos almendrados y Hoseok quiso abrazarlo y decirle que no se preocupara por nada.
-No sea tan duro con usted, señor Chae, los chicos a esta edad suelen ser algo volubles. No conozco a su hermano, pero puedo asegurarle que el otro chico no es tan incocente como parece. Lo siento, me temo que debo ponerle una pequeña sanción.
HyungWon pasó una mano por su cabello y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio. El movimiento hizo que una nube de perfume golpeara a Hoseok directamente en la cara y estuvo tentado a cerrar los ojos ante ese aroma exquisito y varonil. Una pequeña punzada de deseo le pinchó la boca del estómago.
-Entiendo -dijo Hyungwon mirándolo a los ojos. Hoseok contuvo el aliento- solo... no sea tan duro con él. Chang es un muchacho sensato, no le dará más problemas, se lo aseguro. Hablaré con él e intentaré estar más al tanto de sus cosas. He estado algo ocupado y el último año no ha sido fácil para nosotros.
Hoseok asentía lentamente, perdido en aquellos ojos café y en aquel perfume venenoso.
-No se preocupe, estoy seguro que juntos podremos resolverlo.
¿Juntos? Hoseok ¿Te volviste loco?
HyungWon parpadeó deconcertado, pero luego sonrió y le hizo una inclinación de cabeza.
-Se lo agradezco mucho, señor Shin.
-Hoseok, mi nombre es Hoseok. Señor Shin me hace sentir un anciano.
Hyungwon soltó una pequeña risita y Hoseok se maravilló con el sonido.
-No diga eso hombre, probablemente no sea mayor que yo. Pero de todas maneras, si eso lo hace sentir mejor, puedo llamarlo Hoseok. También puede llamarme HyungWon.
Sonriendo Hoseok se puso de pie y le volvió a estrechar la mano. No quería dejarlo ir. El alto sacó un pequeño estuche de cuero negro de su tapado y le entregó una tarjeta negra con letras doradas.
-Aquí tiene mi tarjeta -dijo estirándole el pequeño rectángulo negro-. No dude en llamarme si ocurre algo con Chang o si necesita algo. Estoy a su servicio.
Hoseok quiso morder esos labios. Le agradeció y lo acompañó hasta la puerta.
Los dos muchachos que estaban afuera esperando se levantaron al unísono y le hicieron una inclinación de cabeza.
-Entonces, campeones, ¿qué quieren comer? -preguntó Hyungwon abrazando a los muchachos por los hombros.
Hoseok sonrió ante la imagen. HyungWon entonces se giró un momento y clavó sus ojos oscuros en él.
-Fue un placer, Hoseok -dijo. Y se marchó.
Hoseok soltó el aire que estaba reteniendo y sacudió la cabeza.
Wow. Chae HyungWon. Recordaría ese nombre y ese rostro durante mucho tiempo.
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