¿Por qué estás aquí?

Estaba hablando con coni ya había pasado una semana de cine que conocí a mi padre y mi mamá decidió que nos vinieramos a pasar una temporada en su casa alejados de Bob y de todos los problemas.

-Bueno tú ya sabes todo de mí ¿Qué te puedo contar que no sepas ya? ¿Qué hay de ti? cuéntame de ti ¿Por qué estás en la manada de mi papá?

-Bueno pues es una larga historia elegí la mamá de tu padre porque eran la mejor ya que la manada enemiga se anda con malos negocios y no quería cargar con ese peso, además ellos acabaron con mi familia.

*Flashback:

Estaba en casa de Leo sentada en el sofá, mientras que él estaba en la cocina haciendo unas rosetas de maíz. Eran aproximadamente las 6:09 de la tarde y era viernes, lo que significaba que veríamos una película juntos.

Leo salió de la cocina y regresó a la sala de estar con un bol lleno de rosetas el cual dejó sobre una mesa que se encontraba junto al sofá. Colocó sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón simulando que buscaba algo en ellos, luego las sacó, pero sin quitarlas de atrás de su espalda y me dijo.

—Adivina que.

—¿Qué? — Pregunté con algo de interés en mi voz hincándome sobre mis rodillas aún en el sofá.

—Te tengo una sorpresa.— me respondió. Está vez su rostro trataba de contener alguna emoción ¿De qué? ¿Burla?

—¿A si? ¿Y qué es? — pregunté aún más interesada que antes.

—¡Esto! — se lanzó sobre mi y comenzó a hacerme cosquillas, cosa a la que soy súper sensible.

Pasó alrededor de un minuto y ya me faltaba el aire de tanto reír.

—Leo ya deja de hacerme cosquillas... por favor — dije entre carcajada y carcajada mientras que mi novio me hacía cosquillas.

—Sueña Coni. — me respondió él, gracioso riéndose. Su sonrisa se veía más hermosa y llena de felicidad que de costumbre y eso me hacía sentir muy bien.

Leo era hermoso en todo en todo el sentido de la palabra, físico y sentimentalmente. Era alguien, sincero, dulce, cariñoso, protector y completamente genuino. Pero lo que más llamaba la atención de él era su encanto físico. Ese precioso rostro de revista con sus facciones tan perfectamente definidas, ese cuerpo verdaderamente tallado por los mismos dioses que para sus apenas 21 años era ideal. Su tersa y suave piel de hermosa y delicada tez blanca. Sus ojos que al igual que muchas otras personas tenían un intenso tono café, pero los de el eran más hermosos por el solo hecho de que le pertenecían a él y de que con ellos lograba transmitir su sola alegría por el simple hecho de mirarlos. Leo tenía un espeso montón de cabello castaño que adornaba su cabeza haciendo que se viera más hermoso por ese aire de simpatía que le brindaban los claros rizos que se formaban en su cabello y que le recaían hasta los ojos. Aparte de eso Leo también era alto lo cual daba una enorme sensación de seguridad.

Todo en Leo era perfecto y aún más para mi.

—Vamos cariño, por favor ya para ¿si? — se lo pensó un poco.

—Emm no lo sé Babe... Bueno está bien, pero sólo si me das un beso.— dijo con una amplia sonrisa.

—Está bien, está bien, pero detente por favor.— me soltó porque ya me estaba poniendo roja de tanto reírme.

Leo se detuvo y me dió un suave y tierno beso en los labios al cual respondí de inmediato.

Luego del beso mi novio y yo nos dispusimos a ver la película, él se sentó en el sofá y yo me acosté en el mismo recostando mi cabeza en sus piernas.

A mitad de la película me atacaron unas punzantes ganas de orinar, así que me levanté del sofá y me dirigí hacia el baño.

Habían tres largos pasillos y si hubiese sido mi primera vez en aquella casa me perdería en seguida, pero ese no era mi caso. Llevaba dos años con Leo y haba estado en su casa  muchas veces así que la conocía a la perfección.

Cuando estaba a punto de llegar al baño me detuve por un momento a observar las fotos que adornaban el pasillo, un enorme cuadro  que se encontraba en el centro de la pared del pasillo captó mi atención. Era una foto de Leo con sus padres y sus dos hermanos mayores los cuales ya no vivían allí.

Ver esa foto me entristeció mucho, porque me hizo recordar lo que pasó con mis padres y mi hermano, me recordó que ya no tenía a nadie en el mundo más que a Leo.

Dejando de lado los horribles recuerdos de mi pasado retomé mi camino y entré en el baño. Tres minutos después ya había orinado y lavado mis manos, así que decidí volver con Leo.

—Cariño creo que tendremos que hacer más rosetas. — dije mientras abandonaba el pasillo.

Leo no me respondió y al no obtener respuesta de él aceleré mi paso dirigiéndome a la sala de estar para ver por qué no respondía.

—Leo cariño, me estás escuchan... — no terminé de hablar porque mi corazón y mi respiración se aceleraron en cuanto ví la escena delante de mis ojos. — Leo ¿Qué te pasa? — dije moviéndome lo más rápido posible hasta donde se encontraba.

En ese momento sentí que un enorme nudo se me formaba en la garganta el alma se me salía del cuerpo al verlo en esa situación. Estaba tendido en el suelo convulsionando y con la nariz desbordada de sangre.

No sabía que hacer así saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el número de emergencias.

—Servicio de emergencia. Buenas noches ¿Cuál es su emergencia?

—Si, bueno. Necesito ayuda rápido, mi novio colapsó y empezó a convulsionar sin razón alguna. Además de su nariz no deja de salir un montón de sangre. No se que hacer, necesito ayuda por favor, una ambulancia o algo pero rápido.— solté de manera repentina a la operadora de emergencias lo más rápido que mis cuerdas vocales me lo permitieron.

—Espere un momento señorita nuestras unidades de atención a emergencias médicas v...— en el momento en que la operadora de emergencias hablaba mi teléfono se sobrecalentó sobre mi oreja haciendo que me ardiera, así que tuve que soltarlo. Cuando lleve mi vista al suelo para buscar mi celular pude ver que de él empezó a salir humo, así que no intenté tocarlo, más bien me dirigí a la mesa junto al sofá y tomé el celular de Leo, pero este no quería encender.

De un momento a otro el celular de Leo se calentó y al igual que el mío lo dejé caer para no quemarme las manos. En ese momento supe lo que venía, supe lo que pasaba.

Mire a Leo quien había dejado de convulsionar y me acerqué a él, tomé su cabeza y la posé sobre mis piernas, su temperatura corporal estaba bajando y ya no había nada más que hacer. En ese momento me maldije por no haberme alejado de él desde el principio, pero no lo hice y ahora le pasaría lo mismo que a mi familia, lo mismo que pasaba con todos los que formaban parte importante de mi vida.

—Perdóname Leo, de verdad lo siento.— dije más para mi misma que para él mientras acariciaba su pelo y dejaba que mis lágrimas calleran sobre su ensangrentado rostro.

El pulso de Leo comenzó a bajar y sus ojos se cerraban lentamente, coloqué mi mano sobre su pecho y sentí como sus latidos se hacían cada vez más y más lentos.

Tomé su cabeza con mis manos y traté de limpiar la sangre que reposaba en su rostro pero no pude y solté un grito de impotencia que salió demasiado fuerte golpeando las paredes de mi garganta. Acerqué mi rostro al suyo, observé sus ensangrentados labios con mis vista nublad por las lágrimas y deposité un último beso en ellos.

Luego de ese beso ya no había Leo, ya no quedaba nada de él, se había ido y todo por mi culpa.

—Primero mamá, luego papá, después Julien y ahora tú.— dije llorando en el suelo mientras sostenía la cabeza de Leo quien yacía recostado en mis piernas.

Su piel se heló a tal grado que ya no parecía la piel de un humano y eso hizo que sintiera mi mundo caerse sobre mi.

Leo había muerto.

Leo había muerto.

Estaba muerto.

Todo por mi culpa.

Ya no tenía a nadie, me habían quitado lo único que me quedaba, la única persona que tenía, la única persona que yo amaba.

"Fin del flashback.

-Y pues eso fue lo que pasó.

-Wow, lo lamento mucho Coni.

Ella no dijo nada solo se lanzó sobre mi y se echó a llorar. Yo no la aparté, más bien pase mi mano por su espalda para tratar de que se calmara.