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¿Listos para conocer a los hermanos de Momo?

No era que los hermanos de Momo fueran malos, ella comprendía que al ser la menor de su familia y una Omega que aún no era mayor de edad, ellos solo desearan protegerla, pero a veces eso lograba molestarla un poco ya que estos no la dejaban hacer casi nada divertido.

O lo que otras chicas de su edad consideraban divertido.

Kento su hermano de en medio, y el único Alfa de los tres, podía verse tierno pero era tan serio e intimidante con quienes no le agradaban, y sobretodo con los pretendientes de sus hermanas, que su sola presencia ponía nervioso a cualquiera.

Siendo el mismo caso de Mina, quien era la mayor de los tres, y que aún siendo Omega podía ser tan intimidante y dominante como él, tan seria y fría que quien no la conocía, fácilmente la confundía con una implacable Alfa.

Ellos le dejaban a la Omega menor, demasiado sencilla la tarea de ser una tierna y mimada niña sin ninguna opción de negarse o contradecir las decisiones que, según ellos, tomaban por su bien.

Sin embargo, teniendo a aquella hermosa Alfa en su regazo, sintiendo su olor a Limón llenar de paz a su lobo, con la inconfundible sensación de que era su predestinada llenando su pecho, la pelinegra estaba segura de que todo estaba por cambiar.

¡SANA-CHAN! — Llamó a su prima agradeciendo que esta fuera la única que se encontrara con ella en ese momento, pues de haber sido alguno de sus hermanos ya la habrían alejado de la castaña sin darle oportunidad de preguntarle su nombre.

Minatozaki Sana, dos años mayor que ella, y dos menor que sus hermanos y su hermano Yoshi, como todos lo llamaban, eran un par de Alfas mellizos, que al ser los únicos con los que la pelinegra tenía contacto directo, eran sus únicos amigos y cómplices de sus pocas travesuras.

No paso demasiado tiempo para que la Alfa japonesa apareciera, terminando de comer lo que parecía una porción de pastel de chocolate, desde el pasillo Momo ya podía escuchar su voz en un quejido. — ¿Que es lo que pasa Momoring? Casi me... Oh. — Sus párpados se ampliaron debido a la impresión, intentando asimilar la imagen de su prima con una atractiva desconocida en su regazo. — ¿Acaso la has noqueado sin permitirme verlo? — Bromeó sonriendo divertida detallando el rostro de la castaña, ella conocía a la perfección el dulce olor de su prima, así que al descubrir aquel que se mezclaba con el suyo y que era tan dominante como el suyo, no tardó en sorprenderse más.

Momo por su parte rodó los ojos, haciendo una mueca. — No digas eso, mejor ayudame a llevarla ¿Si? — Pidió, sin un gramo de paciencia para los chistes de la pelicobrizo.

Pero sabía perfectamente que la personalidad de su prima no sucumbiría con un simple gesto. — De acuerdo, te aprovechas de tu lindura para mandarme. — La escucho quejarse viéndola agacharse al otro lado de la castaña, ladeando su rostro como si la analizara. — ¿Quien es? — Cuestionó sin apartar su mirada del rostro de la coreana.

Si la situación, la pregunta y su acompañante hubiera sido otra, Momo habría camuflajeado todo, escondiendo sus verdaderos sentimientos para no ocasionar problemas con sus hermanos.

Pero tratándose de su prima, su mejor amiga, su confidente y compañera de travesuras desde que tenía memoria, su segunda hermana, se sintió en la obligación y con la suficiente comodidad para ser sincera. — Es mi Alfa. — Contó sonriendo levemente.

Una vez más la Alfa sintió la sorpresa transformar su perfilado rostro, debió haberlo supuesto en el momento que encontró aquella escena, por la forma en la que los ojos de la Omega brillaban al verla, la forma en la que el olor de la contraria parecía hacerla feliz con solo rodearla, o como la acariciaba con extrema delicadeza. Eligiendo en su defensa el hecho de que no tenía como adivinarlo a la primera. — ¿Y de donde rayos salió? — Preguntó mirando otra vez el radiante rostro de la Omega. — Es linda. — Agregó teniendo la brillante mirada dorada de esta sobre ella, algo que no duró demasiado pues ambas dirigieron su vista a la castaña, esperando por una reacción, pero nada.

Lo sé, es la más preciosa que he conocido. — No era extraño ver un Omega atraído por un Alfa, sobretodo si de pronto este era una chica cuyo rostro parecía una obra de arte tallada a mano.

Pero que Momo dijera eso de alguien que no era su hermana mayor, dejo a Sana sin palabras. — Que Mitang no te escuche decir eso. — Bromeó riendo suavemente.

¿Me ayudaras o no? — Se quejó la Omega esta vez, haciendo un mohín al que sabía que ella no podría negarse.

Si, si. — Bufó una rendida Sana pidiéndole permiso con la mirada para tomar el cuerpo de la castaña en sus brazos al estilo nupcial, mirándola solo cuando la tuvo asegurada. — ¿A donde la llevo? — Cuestionó soltando un corto un jadeo.

Obteniendo la respuesta tan pronto como término de hablar. — A mi habitación. — No había rastro de vacilación en la voz de la Omega, lo que hizo que Sana se cuestionara que tan prudente seria aquello de parte de su pequeña prima. — No quiero que se asuste si despierta sola en un lugar que no conoce. — Agregó esta sacándola de su mente.

Eres tan considerada. — Rió con sarcasmo adentrándose en la casa, escuchando como la pelinegra cerraba la puerta. — Sabes que Mina y Kento explotarán cuando se enteren ¿Cierto? — Podía escuchar los pasos de la menor tras ella por lo que sabía que la había escuchado.

Pues ella es mi Alfa y deberán entenderlo. — La escuchó decir, y aunque no estaba viendo su rostro, estaba segura de que su expresión era de firmeza total.

Una amplia sonrisa iluminó su rostro, mientras terminaba de subir los últimos peldaños de la escalera. — Esa es mi chica, estoy muy orgullosa. — Animó sintiendo sus músculos quejarse por el esfuerzo, si de por si aquellas escaleras le parecían infinitas, con una Alfa inconsciente en sus brazos lo eran el triple.

Y del mismo modo que no necesitó ver su rostro antes, no debió hacerlo para saber que la pelinegra se había sonrojado. — Gracias. — La escuchó hablar con timidez. — ¡Oye ten más cuidado! — Y toda esa timidez proveniente de la menor se esfumó cuando casi choca la cabeza de la castaña contra el jarrón en el pasillo.

Lo que la hizo preguntarse ¿Quien tendría un jarrón tan caro en el pasillo de las habitaciones? Pero volvió a enfocarse en su prima y la chica en sus brazos.

No te preocupes, todo esta bien con tu amada, no te la romperé. — Dijo negando, caminando en silencio un poco más, hasta que aquella puerta rosa que pertenecía a la Omega estuvo frente a ellas, puerta que la misma pelinegra abrió dejándole sencilla la tarea de acostar a la castaña sobre el suave colchón. — Listo. — Suspiró tomando una bocanada de aire que la ayudo a regular su respiración, analizando de soslayo la expresión enamorada de su pequeña Omega favorita.

Antes de que esta se diera cuenta de que había sido atrapada suspirando, y con un fuerte sonrojo en su rostro y una fuerza que Sana no tenia idea de donde había sacado empezó a empujarla fuera de la habitación.

Gracias Sanake, ahora vete a dormir. — Le dijo sin darle oportunidad de responder o resistirse al menos.

La Alfa sabía que tenía razón, después de todo, estaba por irse a la cama antes de que todo aquello ocurriera, pero tampoco esperaba ser "echada" de aquel modo. — ¡¿Que?! Pero que mala eres solo... — Intentó resistirse, oponiéndose a los empujones que los delgados brazos de la Omega le daban.

Pero por mas delgados que fueran sus brazos, la voluntad de Momo le bastaba para lograr su objetivo. — No, no, no. — Insistió ejerciendo mas fuerza en sus empujones. — Fuera de aquí, sabes que a Oppa no le gusta que entres a mi habitación y dejes tu olor de Alfa por todos lados. — Sana estuvo a punto de reírse al escucharla, aunque una mueca de confusión se dibujo en su rostro ¿En serio su prima había dicho eso?Y si ella despierta tampoco quiero que sienta otro olor que no sea el mío. — Agregó la Omega mientras que finalmente llegaban al marco de la puerta, gracias a su momento de confusión, la pelinegra había logrado casi dejarla fuera de su habitación.

Alguien es posesiva por aquí ¿Eh? — Bromeó sonriendo divertida, era demasiado entretenido molestar a la pequeña Omega, sonrojandola ante su falta de argumentos. — Y bueno considerando que ahora no solo hay una Alfa en tu habitación, sino que además dormirá en tu cama, creo que es algo tarde para que comentes algo así, aunque bueno, yo solo digo. — Momo ladeó su rostro al escucharla, observando como esta se apoyaba sobre su antebrazo en el marco de la puerta, mirando sus uñas con despreocupación. — Hasta mañana meloncito. — Una sonrisa burlona se escondía en sus comisuras, y el guiñó que le regalo antes de girarse hicieron negar a la Omega.

Definitivamente su prima no tenia remedio con su coqueta personalidad, pero así la adoraba. — Adiós y gracias Sana-chan. — Le regaló una última sonrisa, tan tierna que de no haber estado a mas de dos paso la Alfa habría respondido con una de sus de sus extrañas muestras de afecto.

Lo que sea por ti pequeña. — La escuchó decir finalmente, con su voz amortiguada por la puerta cerrada tras ella.

Tan pronto como volteó, la castaña sobre su cama se convirtió en su foco de atención, atrayéndola a su lado aún cuando se encontrará dormida, tan pacíficamente que la Omega no pudo evitar arrodillarse a su lado para admirarla mas de cerca una vez más. — Sana-chan tiene razón Alfa, eres la mas linda de todas. — Apartando con su mano los mechones de su rostro, peinando su flequillo de su frente para terminar recorriendo su mejilla, completamente segura de que si la contraria se encontrará despierta jamás se habría atrevido siquiera a mirar sus ojos sin que su corazón amenazara con salirse de su pecho.

Pero le gustaba aquella sensación, la calidez y felicidad que sentía su lobo únicamente con el olor y la presencia de la Alfa, una que le daría la determinación para hacer algo que tampoco había pasado por su mente en sus 17 años de vida, enfrentar a sus temidos hermanos.

¿Se puede envidiar a un personaje de una historia cierto?

Porque, que Sana te cargue y Momo te adore de esa forma, como estoy envidiando a esta Jeongyeon.

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