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Estos Shipps me están gustando muchísimo.
Jeongyeon ajustó las correas de su bolso sobre sus hombros y se puso su casco para luego subir a su bicicleta, con sus pies moviéndose con calma y su cámara colgando en su cuello, recorriendo cada espacio de su camino en busca de una imagen que mereciera ser capturada.
Y entre tantos rostros e historias, uno en especial, el que por años se había estado apareciendo en sus sueños como si estuviera grabado allí desde antes de que ella misma lo supiera, su escorpión.
Solo su amiga Jihyo sabía sobre esos sueños recurrentes y era probablemente la única que no la juzgaría por ello pues su familia si que le había demostrado que no lo haría.
En su familia siempre le habían inculcado que una Alfa debía encontrar Omega antes de que las 20 lunas madres iluminaran su vida, sin embargo cuando ella se opuso a eso y reto a su propio padre, un fuerte Alfa que amenazó con desheredarla si no se casaba, ese fue el menor de sus problemas.
A sus 20 años se quedó sin familia, sin hogar, sin carrera universitaria y probablemente sin herencia, pues era lo que le había sido advertido.
Pero no le importó, y antes de caer y ceder ante el deseo de sus progenitores de casarse solo por cumplir una tradición se fue de la ciudad, dejando atrás el lugar en el que nació y vivió toda una vida, para mudarse a la capital y empezar de cero.
La fotografía siempre había sido una de las cosas que le apasionaban, por lo que se dedicó a ello, administrando sus ahorros de forma que le permitieran pagar un lugar en el que dormir y una buena cámara, que luego de la amable chica que conoció una semana después y que se convertiría en su mejor amiga, había sido su fiel compañera. — ¿Eres nueva por aquí no? — Le preguntó la Beta sonriendo amablemente.
Al principio Jeongyeon se mostró insegura, sin creer que en verdad la chica hablara con ella, pero una vez se dio cuenta de que no era su imaginación, se apresuró a responder arriesgándose a perder o ganar una nueva amistad con su incomprensible sentido del humor. — ¿Se nota mucho? — Preguntó de vuelta riendo con nerviosismo.
Desde ese momento su singular bromance inició. — Por lo desesperada que luces y la forma en la que te quedaste viendo ese comercial durante 10 minutos, yo diría que si. — Respondió una vez más la menor, haciéndola reír e invitándola a tomar un café, que fue el primero de muchos.
Jihyo le habló de una vacante como fotógrafa en la editorial que trabajaba y no perdió la oportunidad de probar su suerte, ganándose el empleo gracias a su habilidad con el lente y quizá al interés más allá de lo profesional, que su jefa mostró en ella.
— Eres la primera que persona que conozco que logra cautivar a la jefa de ese modo. — Le comentó Jihyo, quien al igual que todos lo que estaban en la habitación en el momento que la contrataron, notaron el cambio de humor de la Omega con olor a Cerezas que era la jefa de todas.
Pero por la misma razón por la que había abandonado su casa, Jeongyeon terminó por rechazarla. — Es una pena que no haya sido recíproco. — Contestó dirigiéndose a su lugar de trabajo dejando a la Beta con la palabra en la boca, no estaba interesada en nadie que no fuera la chica que aparecía en sus sueños como un recuerdo y que la llamada susurrando la palabra "escorpión" una y otra vez.
A la que esperaba encontrar pronto.
Aunque habían pasado años ya y parecía que esta solo existía en su mente, pues por más personas que conocía, y por más rostros que veía, no había ninguno que se le igualara, no había ninguno que se le pareciera, como si del mismo modo que el universo le hacia soñar con ella le dejaba claro que solo existiría allí.
Hasta que finalmente la encontró.
El parque al que había ido a pasar su tarde libre quedaba a unas cuadras de su trabajo y su departamento, la distancia perfecta para llegar en bicicleta sin preocuparse por el tránsito.
Igual que en cada ocasión había comprado un helado y al terminarlo, limpió sus manos lista para tomar su cámara y fotografiar el hermoso color del cielo sobre ella.
Se sentó en una banca dejando su bolso y su bicicleta a un lado y ajustó su lente, dando inicio a los clips que solo su oído escuchaba, y un rato después habían niños, mascotas, flores y muchas capturas del cielo en su rollo, por lo que casi se sintió satisfecha, lista para ir a casa.
Mas un ángulo diferente y un enfoque nuevo la hicieron cambiar de opción.
Finalmente después de años de estar buscando sin tener alguna garantía de que lograría encontrar algo, la vio a través del lente de su cámara. — No puede ser... — Murmuró sonriendo con incredulidad.
Estaba cruzando la calle y a punto de subir a un lujoso auto, acompañada de un hombre bastante alto, cuyo rostro no vio ya que se encontraba de espalda, pero que estaba segura era un Alfa.
Su cabello era negro como la noche, y sus ojos parecían de un atractivo dorado que deseó con todas sus fuerzas poder detallar más de cerca, no obstante, fueron sus labios rojos los que se llevaron toda su atención y la de su cámara.
Eran como dos fresas decorando el perfecto cuadro de simetría que era su rostro, y aunque iba cubierta por un largo abrigo negro, Jeong pudo apostar todo de ella a que su piel sería tan tersa y suave como la de su rostro.
Era perfecta en cada sentido, lo supo cuando a la distancia que se encontraba la vio sonreír, capturando cada detalle de ese momento, pero lo mejor definitivamente era que realmente existía, que al fin había encontrado la chica de sus sueños, literalmente.
Aunque tan pronto como se animó a acercarse personalmente y dejar de acosarla como paparazzi pervertido, fue cuando la vio subir al auto que esperaba por ella y el otro hombre también de cabello negro.
Así que no tuvo más opción que volver a casa como cada tarde, con un nuevo sentimiento en su pecho, uno que creció cuando se encerró en su habitación especial y revelo las imágenes que había capturado y tuvo entre sus manos la imagen de la chica a la que ahora necesitaba ponerle un nombre.
Mas el que fuera real le hacía sentir más feliz y menos loca. — Te encontré mi escorpión, y aunque todavía no sepa tu nombre, te prometo que volveremos a vernos. — Habló pasando su índice por la imagen con cuidado, suspirando con una felicidad que su lobo apoyó completamente. — Sólo muéstrame el camino para llegar a ti.
Lo que escuchar “Scorpion” tantas veces seguidas me inspira, que hermoso.
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