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I: Faces I don't know

Mickey

Transilvania, 10 de Noviembre de 1568.

Me aliso la chaqueta azul del uniforme con un gruñido de fastidio. Que lata con mis padres para mandarme a ese lugar del diablo.

Deberían ser considerados herejes, ya que la educación es del demonio.

Es antinatural.

Es indeseable.

Sobre todo para mí.

Me paso la mano por el cabello y siento una leve presión en el hombro. Levanto la cabeza, y mi madre me mira con una expresión rígida en su tierno rostro.

No me malentiendan, yo amo a mi madre, pero no amo su idea de mandarme a este...lugar.

—Bienvenido al Institutul de creștere academică Inhumans Stain Pierre, su nuevo hogar por los siguientes siglos. —Nos dice un señor regordete vestido con traje y sombrero de copa, que nos espera a las puertas del inmenso castillo de piedras.

O como yo lo llamaría...La inmensa prisión de nuestro padecer eterno.

Suspiro y mi madre alza su ceja polveada y me adentra al castillo con un gruñido. —Mick, no empieces.

—Pero mamá...

—¡Mamá nada, Mickey! —Corta mi papá y yo me cruzo de brazos sin siquiera verlo. —Es nuestra última oportunidad, aprovecha que después de tanto, al fin te admitieron en este colegio.

Mi madre se agacha frente a mí, y desde aquí puedo ver sus hermosas mejillas sonrojadas, su cabello castaño está cubierto por una peluca rubia y espolvoreada, la cual está lo suficientemente alta que podría competir con las torres más altas de esta prisión; su vestido, de escote clásico y sublime, se abomba a sus lados cuando ella queda a mi altura. Su mirada es determinada y mata en seco, todas mis protestas sobre este bendito lugar.

¿Qué esta es nuestra última oportunidad aquí?

¿Acaso saben la presión que me están poniendo, siendo tan joven?

Vale, estoy siendo dramático; pero ese no es el punto. ¡Yo no quiero estar aquí!

—Mick, si queremos que tus hermanos también estudien aquí, debes mostrar el ejemplo...y por favor, no actúes como tu hermano Noir, que ya bastante problemas nos ha traído con su comportamiento exacerbado y egocéntrico. —La voz de mamá, es como un bálsamo para mis miedos, así como también una sentencia definitiva sobre lo que sería el futuro.

Bajo la cabeza y asiento sumiso ante la petición de mi madre, la cual me da un beso en la mejilla y me susurra un "te quiero" antes de que entre en las instalaciones del castillo.

Alejándome por un muy largo tiempo de mis padres.

De todo lo que amo.

De todo...lo que conozco.

Y esto, es algo que nunca aceptaré para mí, a pesar de que no me queda de otra.

Pero... saldré de aquí...pronto, SALDRÉ de aquí.

Entro a la habitación que me adjudicaron apenas entré al colegio, y lanzo mi maleta ante la primera cama individual que veo, la cual está cerca de la puerta.

Miro a mi derecha, y ahí veo otra cama, vestida de manera impecable y con una maleta a su lado, afirmándome de esta manera, que no estaré solo en este jodido lugar de mierda.

¡Oh sí, que alegría!

Ruedo los ojos con sarcasmo y me acerco a la maleta de mi compañero, la cual la montó encima de su cama para que no me estorbe, y me acerco a la mesa de noche que está al lado de la mía. Allí encuentro mi horario de estudios, así como un mapa de este jodido laberinto.

Me paso la mano por el cabello y verifico la hora de clases. ¡Maldita sea! ¡Solo me quedan veinte minutos!

Me paro en seco, analizando los pro y los contra de mi decisión sobre saltarme la clase, sin embargo, mi deber está por encima de mi rebeldía; por lo que decido darme la vuelta y salir por la puerta, camino a mi clase.

Tardo más del tiempo debido cuando llego al salón, ya que una profesora con vestido de campesina de color azul claro y moño alto, ha empezado la clase.

Me escabullo y camino de puntillas, hasta llegar una mesa vacía, pero la voz de la señorita me detiene de mi obra.—¡Muy bonito jovencito! Aparte de que llegas tarde a la clase de control de telequinesia y control mental básico, ni siquiera tienes la decencia de presentarte. —Me giro sobre mis talones y saludo renuente a la señorita. —Yo...me perdí señorita...buenas a todos.

Me meto un puñetazo en las bolas mentalmente con mi asco de saludo.

¿Qué fue eso de "Buenas a todos"? ¿Acaso tengo algún trastorno mental que aún no han detectado o realmente me dejaron caer del acantilado de pequeño?

Bueno, de mucho...más pequeño.

La señorita se cruza de brazos y hace un gesto con la mano de que me pare a su lado.

Mi cara se pone de todos colores mientras niego con la cabeza frenéticamente, dado a que el pánico empieza a apoderarse de mí. —N-No...gracias, yo...estoy bien aquí.

Escucho la risas de mis compañeros, y siento como mi sangre abandona mi cara de golpe.

La señorita hace un amago con su mano y me eleva por el aire, hasta ponerme a su lado. —Esa no es forma de responderme, señorito. —Ella sonríe dulce y no puedo evitar sentirme más nervioso, al estar bajo el escrutinio de todos.

Bueno, no de todos.

Hay un chico, sentado al fondo del gran salón, que está demasiado enfocado en su libro, que en lo que está aconteciendo frente a sus narices.

¡Maldito estirado!

—Puedes empezar por presentarte como se debe. —Ella ve al mismo niño que yo, y truena sus dedos cerrando su libro de repente y golpeándole la nariz en el proceso. —Señorito Wood, en mi clase, no permitimos la lectura de otros textos que no sean los permitidos por mí...y cuando yo lo diga. ¿Estamos?

—Si, señorita Stanley. —El susurro sumiso del muchacho me hace rodar los ojos y bufo sin disimularlo. Él levanta la cabeza y me mira y es ahí donde noto que especie es.

Una de las que más detesto.

¡Iugh! Vampiros.

Todos se ríen ante su voz de rana afónica y él solo baja un poco la cabeza, logrando así que su flequillo cubriera su cara parcialmente.

El niñato es blanco, tan blanco que parece un papel, sus ojos hundidos están surcados por espesas ojeras de color rojizo y sus labios son tan delgados, que pareciera que no tiene boca; de no ser por el par de colmillos que sobresalen de esta.

Él solo sonríe y mira a la maestra, quien en este momento, me tiene sujeto por el cuello de mi camisa. Ella baja su mirada hacía mí en advertencia y toma una carpeta, observando los expedientes. —¿Por qué no te presentas ante tus compañeros? Aquí todos somos grandes amigos, ¿No es así chicos?

Me cruzo de brazos y frunzo los labios en protesta al tiempo que veo algo dirigirse a toda velocidad hacía mí.

Lo atajo con la mano, y noto que es una bola de papel llena de...¿Mocos?

¡Que asco!

La lanzo de vuelta al tarado que me la lanzó y le cae en la cabeza.

Todos los presentes se echan a reír y el niño me ve con sus ojos rojos inyectados en desprecio.

¡Ah no! ¿Es en serio?

¿Tienen el atrevimiento de meterse conmigo y aún se enfadan por qué les responda?

¡Que se jodan!

—¡Jovencito! —Grita la señorita Stanley y evito cubrirme los oídos ante su voz chillona. —Pídele disculpas a tu compañero. ¡Y eso es ya!

¿Qué yo haga qué?

¡Ni en sueños!

—Yo no empecé. En todo caso, el que debe disculparse, es él. No yo. Así que, en lo que a mí me concierne, yo no diré nada hasta que el mocoso vampirito de aguas calientes venga y me chupe los pies, implorando mi perdón.

Sonrío triunfal y ella solo rueda sus ojos. —Matthew, pídele disculpas a tu compañero.

Él se levanta de su mesa y se acerca hasta la puerta, sus ojos relucen cada vez más rojos y enfurecidos.

Estúpido vampirito, no sabe con quién se mete.

Matthew se acerca, y desde aquí puedo notar sus rasgos cada vez más...prosaicos.

Su mandíbula fina, su cabello rubio y recortado a la ras de sus orejas y un arete de zafiro colgando de su lóbulo, son un claro indicativo de que este mocoso es de una de las altas clases en las esferas vampíricas.

En fin, otro maldito dolor en el culo.

El niño en cuestión –el cual mide casi lo mismo que yo, pero sigo siendo más alto en comparación– se para frente a mí, desde una distancia prudencial antes de sacarme su dedo del medio y metérselo dentro del pantalón. —¡Chúpame las bolas, maldito perro de mierda!

Me abalanzo sobre él, pero la señorita Stanley me agarra de la chaqueta antes de que decida rajar su maldita garganta con mis colmillos. Los demás niños empiezan a golpear sus mesas y a gritar desenfrenados por la euforia del momento.

Malditos enfermos hijos de papi y mami.

—¡Ya basta! —Grita la maestra y me hala contra la pared. —¡Matthew, espérame afuera!

—¡Pero señorita...! —Ella levanta su mano y el niño empieza a levitar en el aire. Su cara se arruga en una mueca de desesperación y miedo, mientras los demás admiran la escena con gran asombro y miedo.

La profesora Stanley es una de las grandes hechiceras que sabe manejar la telequinesia.

Y casi nadie en esta puta sala, lo sabía.

Sonrío con satisfacción a sus espaldas, mientras el maldito mocoso chilla asustado, como si se tratase de una rata a punto de ser sacrificada.

Ella mueve su mano, y el chico queda pegado contra la pared. Otro movimiento de mano, y la puerta del salón se abre de par en par.

—Te dije, que me esperaras afuera y mi palabra es ley dentro de esta sala ¿Entendido? —El niño asiente dramáticamente y ella lo baja con otro movimiento de su mano. —Ahora sí, señorito Starcry, espere afuera que ya saldré con usted a la sala del director.

—UUUUH. —Gritan todos en la sala y la señorita Stanley voltea a verlos con ferocidad. Matthew sale corriendo por la puerta y ella mueve la mano, cerrándola.

—¡Que esto les quede claro a cada uno de vosotros! —Comienza con voz fuerte pero afable. —No acepto esa clase de faltas de respeto dentro de mí sala. Y quien lo haga... —Ella agita su mano y todos se estremecen en su mesa. —¿Quedó claro?

—¡Sí señorita! —Gritan todos al unísono.

Ella se gira a verme y mueve la cabeza. —Y tú, jovencito. Espero que también cumplas mis reglas en este salón, o tu destino será igual que el joven Starcry.

Suspiro con resignación y bajo la cabeza.

¿Qué más da? Un acto de "humildad" de mi parte y estaré libre de este circo.

—Sí señorita.

Ella mueve su mano hacia las mesas. —Ve y siéntate, luego te presentas.

Asiento y regreso al área de las mesas, examinando rápidamente el lugar.

Solo quedan dos mesas disponibles: la de Matthew Starcry y la que está al lado del vampiro con voz de rana afónica.

¡Puta madre!

Me acerco al puesto que antes era de Matthew y un compañero cubre la silla con unas libretas. —Aquí no, perro. —Él me sisea y me aguanto el impulso de sacarle mi dedo del medio.

¡Joder! No me queda de otra.

Me acerco hasta dónde está vampirín y él me observa con sus grandes y profundas orbes rojas. —¿Está disponible el asiento de al lado? —Le pregunto con voz cansada.

Él solo asiente con sorpresa y me da algo más de espacio.

Me siento en la silla y saco una hoja para tomar los apuntes.

La señorita Stanley empieza la clase, dando indicaciones sobre la fuerza de la mente, el poder de esta y como controlar el peso de los cuerpos con la misma.

Cosas, que en sí me resultaran útiles si todos en mi especie pudiéramos manejar la telequinesia.

Suspiro y siento un pinchazo en mi costado que me sobresalta ligeramente.

Le ignoro y sigo tomando apuntes.
Otro pinchazo en el costado y gruño internamente.

¿Nadie le dijo a vampirín que dejara en paz al hombre lobo?

Porque yo puedo darle esa clase...y gratis.

Otro pinchazo y giro lentamente la cabeza hacia él, quien sólo me saluda con la mano. —Hola, me llamo Gerard Wood. —Me susurra.

—Ajá ¿Y a mí qué? —Vuelvo a prestar atención a la clase.

De nuevo, otro pinchazo en mi costado.

—No me dijiste tu nombre... —Vuelve a susurrar.

—Porque no te importa. —Le gruño y trato de enfocarme en la clase, lo cual me resulta sumamente difícil con el vampirín jodiéndome la vida a cada minuto.

—Claro que sí, por algo te digo el mío. —Pongo los ojos en blanco, mientras lo ignoro y continuo en lo mío.

—Pues no me interesa tu nombre, tu raza o de dónde vengas; así que, por favor... déjame en paz.

Le miro de reojo y solo baja la cabeza, murmurando muy enfadado. —¿Por qué eres así?

—¿Así cómo? —Vampirín voltea a verme rápidamente y sonríe animado.

¡Ugh! Que alguien me dé algo para controlar las náuseas.

—¡Me has respondido!

Ignoro su entusiasmo, el cual ya me produce migrañas y retomo el tema anterior. —¿Soy así... cómo?

De repente, escucho un ruido fuerte y veo de reojo como una gran tabla de madera vuela hacia nosotros.

El niño estira su mano y la tabla se detiene a escasos centímetros de su cara.

Todos jadean asombrados y él solo asiente con la cabeza, antes de mover la mano y dirigir la tabla hasta la pared más cercana.

¡Joder!

La señorita Stanley nos mira desde la entrada del salón con una gran sonrisa de suficiencia en su cara. —¡Muy bien, Señorito Wood! Ya sabemos que sabes controlar un poco la telequinesis, pero los demás en esta sala no. Así que si no es mucha molestia, me encantaría que me dejes terminar la clase, o tendré que pedirte "amablemente" que me esperes afuera con Starcry.

Gerard –o al menos así me había dicho que se llamaba– asintió frenéticamente y comenzó a escribir.

Sonrío de lado ante su sumisión.

Tal vez, solo... tal vez, mi estancia aquí no sea tan aburrida.

La clase termina un poco más tarde de lo debido, por lo que empiezo a recoger mis cosas luego de que todos se han ido.

Bueno, casi todos.

Vampirín aún sigue sentado en su mesa.

Carraspeo y me levanto de la silla. —¿Y bien?

Él levanta su mirada y recoge sus cosas, o al menos eso intenta; ya que estás se caen en el suelo con un estrepitoso ruido.

—¡No puede ser! —Vampirín mueve su mano y sus cosas se regresan a su lugar original por su propia cuenta.

¡Oh sí, algo sumamente emocionante! Pienso con enorme fastidio.

Me giro y empiezo a salir del aula, ya que la siguiente clase debe estar por empezar.

—¡Espérame! —Escucho a vampirín pero lo ignoro, mientras busco en mi horario de clases el salón donde veré la siguiente clase.

La cual es...¿Espiritualidad?

¿En serio?

¿Qué clase de anormales preparan las clases a impartir en este lugar de porquería?

Joder...

Bueno, en fin. Este es mi castigo y el soportar esto, mi karma. Por los próximos...siglos.

¡Maldición!

Luego de perder mi tiempo en las últimas cinco clases y en dónde me mandaron interminables cantidades de tareas aburridas y tuve que soportar a vampirín en cada una de ellas, me encamino hasta la habitación que me habilitaron en el complejo residencial.

Abro la puerta con fastidio y ahí es donde veo que el karma me persigue aún después de salir de todas esas clases del demonio.

Acostado en la cama opuesta a la mía, está Vampirín leyendo un libro.

¿Pero que mal he hecho yo a este mundo para que me lo muestres a cada rato?

—¿Qué haces aquí? —Pregunto lo obvio; pero es que aún lo puedo creer que tenga tanta mala suerte en esta vida.

—¡Esta es mi habitación! —Sus ojos se expanden al verme y baja la cabeza hacia sus manos. —¿Tú qué haces aquí?

Me palmeo la frente y suspiro frustrado. Debo parecer un neurótico, pero esto es el colmo. —Esta también es mi habitación.

—¡Eso quiere decir que somos compañeros de cuarto! —Su voz animada me golpea en el estómago como si de un purgante se tratase.

—¿En serio genio? ¿En qué momento te diste cuenta de eso?

Gruño internamente y me paso la mano por el cabello.

—¡Oye, no tienes por qué ser así!

—¿Así cómo? —Pregunto sumamente cabreado.

¿Es que nadie le dijo a vampirín que los hombres lobos tenemos mal carácter y no tenemos paciencia en nuestro primeros años de vida?

Porque realmente, parece que no.

Y que está empecinado en amargarme más la vida aquí.

Él se cruza de brazos haciéndose el digno y frunzo el ceño. —¡Así! ¡Como un papanatas!

¿Un qué?

¿De verdad dijo esa palabra tan ridícula?

—¿Qué dijiste?

Gerard se sonroja pero no sé inmuta. —¡Un papanatas! Un tonto con ínfulas de malote.

¡Ay no...!

Me echó a reír fuerte ante la ridícula palabra y él solo se me queda mirando incrédulo. —¿Qué es tan gracioso?

No paro de reír y me doblo sobre mi estómago, mientras trato de recuperar el aire. —¿Y quién te enseñó esa ridiculez? ¿Acaso no has salido de casa en los últimos 100 años para aprender cosas nuevas, vampirín?

Siento que algo me pega en la cabeza, pero en vez de molestarme solo me causa más gracia. Gerard salta hasta mi cama y recoge su libro, ya que al parecer, me lo había lanzado.

Sin embargo, estoy demasiado concentrado en intentar parar de reír, que no reparo en sus cosas.

—¿Cómo es posible que un niño como tú sea tan...estirado? ¡Por nuestro señor inhumano! Nunca había conocido a alguien tan tonto en mi vida.

Él se cruza de brazos muy ofendido y sale del cuarto con un portazo.

Como puedo, a duras penas, me recuesto sobre mi cama y me muerdo el labio divertido.

«Papanatas» que palabra más ridícula.

Sin siquiera pensar en mis tareas pendientes o en lo divertido que le la voy a pasar a costas de mi compañero de cuarto, cierro los ojos para descansar un rato.

Ya es muy tarde en la noche cuando abro mis ojos. La luz de la luna se filtra por los barrotes de la ventana y el silencio de la habitación se ve interrumpida por el ruido de los grillos en pleno llamado de apareamiento.

Me giro sobre la cama y veo la cama de vampirín, la cual está completamente vacía.

¡Que raro!

Debe ser que se quedó chupándole la sangre a cualquier "papanatas" por ahí.

O tal vez...no.

¡Joder!

Me vuelvo a girar al otro lado y trato de conciliar el sueño.

¿Y si le pasó algo malo?

No creo...de ser así, las malas noticias se sabrían.

O no.

Este colegio es muy misterioso.

Me siento en la cama y me rasco el cabello muy preocupado.

¿Y si en verdad le pasó algo a ese tonto?

Me paso la mano por el cabello y me levanto rápidamente, al tiempo que cojo un abrigo de mi armario y salgo con sigilo por la puerta de la habitación.

Camino por los pasillos, los cuales están en el completo silencio, de no ser por mis suaves pisadas. Todo está sumamente oscuro y agradezco a los dioses por mi visión nocturna, por lo cual no tengo problemas en caminar hasta el patio del colegio.

Allí todo está oscuro y silencioso, y no me da ningún indicio de que ese tonto esté por aquí.

¡Pff! Me estoy preocupando por nada.

Me doy la vuelta para regresar a la escuela, cuando un golpe impacta contra mi nariz y me impulsa hasta el suelo.

Me toco la nariz y gruño por lo bajo, antes de mirar a quien me ha propinado dicho golpe de improvisto.

—Pero miren que clase de perro pulgoso está frente a nosotros, muchachos.

Matthew Starcry está frente a mí con una una capa que le cubre la mitad de la cara, sin embargo su sonrisa estúpida, me hace reconocerle fácilmente. Él viene con sus amigos, los cuales también visten capas que les cubren las caras y no me permite identificarlos con la misma facilidad.

Miro a los lados buscando algún apoyo para defenderme, pero me encuentro totalmente desprovisto de alguna cosa que me sirva en este momento.

¡Maldición!

—Pero mírenlo, está asustado chicos. —Ellos se echan a reír fuerte. —¡Agárrenlo!

Uno de ellos tiene una rama de árbol bastante grande, mientras que el otro trae una daga desenfundada, la cual reluce brillante ante la luz de la luna.

Me echo hacia atrás cuando identifico el material de la daga: plata.

¡Maldita sea! Esa porquería es nociva para mi especie.

—¿Qué? Ahora le tienes miedo a un simple cuchillo?

¿Un simple cuchillo dice el muy imbécil?

¿Qué clase de padres crían a este niño?

Y lo más importante, ¿Esta es la clase de vampiro que dominará el mundo?

¿Acaso, él es el primigenio que está estudiando aquí?

Niego con la cabeza para apartar esas ideas y concentrarme en el ahora. Si no tengo un plan, terminaré clavado en algún árbol del bosque detrás del colegio.

—¿Qué? ¿Ahora no tienes boca? Porque...puedo ayudarte a tener una nueva en otra parte de tu cuerpo.

Starcry me propina una patada en la costilla y aúllo ligeramente por el dolor que esto me produce, sin embargo, no me dejaré vencer por esta mierda.

Si ese imbécil quiere pelea, conmigo fácilmente la va a tener.

Me levanto rápidamente a pesar del dolor y le propinó un derechazo en la mandíbula que le deja un hilillo de sangre emanar de su boca.

—¡Maldito! —Él gruñe y se abalanza contra mí, mientras sus amigos intentan contenerme. —¿Qué esperan? ¡Agárrenlo ahora!

¡Joder! Tres contra uno.

No les dejaré joderme así tan fácil.

Pateo a uno en el abdomen a la altura de la boca del estómago y él cae al suelo, rodando por el césped.

El otro me agarra del brazo y me corta un poco con la daga, por lo que le respondo con un golpe del dorso de mi mano contra su nariz. Él grita por el golpe y le pateo en la entrepierna fuertemente, haciendo que se doble contra sí y boquee por la falta de aire.

Starcry toma la daga y empieza a blandearla contra mí. —¡Eres una maldita escoria! ¡No deberías estar aquí!

—¿Ah sí? Pues ¿Qué crees? No eres el único que lo piensa. —Él me lanza la daga y está roza mi mejilla quedando clavada contra el tronco del árbol del patio central –el cual está atrás de mí–, yo me giro para tomarla, pero siento una patada en el centro de mi espalda, el cual me deja suspendido en el suelo.

—Eres un maldito perro que no se ubica dónde está...pero ¿Adivina qué? —Matthew me jala el cabello y jadeo molesto por el dolor, mientras extiende su mano para tomar la daga. —Yo te haré entender tu lugar, ¡Ya sea a las buenas o a las malas!

Cierro los ojos totalmente furibundo, en la espera del golpe fatal que marcará mi debut y despedida de este lugar. Pero en cambio, escucho unos gruñidos y un golpe cercano, así como la presión que estaba en mi cabeza, desaparece dejando tras de sí, solo una pequeña molestia.

Volteo la cabeza y entreabro los ojos y veo algo sumamente desconcertante: Gerard está sobre Matthew, dándole puñetazos sobre su rostro sin piedad ni compasión. —Los vampiros como tú, solo son una jodida escoria ¡Una maldita mala propaganda para nuestra especie!

Matthew le asesta un golpe y gira, quedando encima de Gerard, propinándole golpes por su cara y costados. Él se defiende y le rasguña la cara, empujando así a Starcry al suelo.

El niño del diablo solo chilla y se levanta para arremeter contra Gerard, sin embargo éste le bloquea con una patada rápida contra su pecho.

Uno de los ayudantes de Starcry se levanta y corre hacia Gerard, por lo que me levanto igual de rápido y arremeto contra él, cayendo ambos al suelo y le golpeo la sien con el puño rápidamente dejándolo inconsciente.

Siento un fuerte dolor en la nuca y caigo sobre el chico bajo de mí, y ruedo poco a poco para ver al chico que le golpee en la entrepierna con un mango de metal en la mano.

Todo me da vueltas rápidamente y a lo lejos, escucho a Starcry y a Gerard gruñendo y bufando como perros de peleas.

El chico levanta su mano para golpearme con el metal, y su mano es interceptada por otro chico, el cual es más alto y mayor que nosotros.

Sus ojos vinotinto relucen con el brillo de la luna; su cabello, de un extraño color negro que a medida que bajo la mirada, este se degrada a un extraño rubio intenso me desconcierta; sus pómulos y rasgos marcados y su gran uniforme azul me indican que debe ser un chico de secundaria, mientras que su agilidad, me da a entender que es uno de los inhumanos más poderosos.

El mayor repara en mí y regresa sus ojos hacia mi atacante. —¿Cómo te sientes? —La pregunta me desconcierta, ya que no está de vista directa hacia mí.

¡Ni siquiera me conoce!

Escucho un último grito y bufido, así como el ruido de pasos y jadeos lejanos por el apuro. —¿Qué está pasando aquí? —La voz del director y de la señorita Stanley a lo lejos, llaman la atención de todos los presentes.

El mayor le asesta un último golpe a mi atacante, quien cae sobre el césped a escasos centímetros de mis pies. Este estira su mano hacia mí y le miro desconfiado.

—¿Quién eres?

Él alza las cejas pero no retira su mano. —Soy el que te acaba de salvar de algo doloroso. Así que deja de preguntar estupideces y agarra mi mano, ya que no pienso quedarme así toda la vida.

Frunzo el ceño y me apoyó contra mis codos mientras que el ruido de pisadas se intensifica hasta sentirse muy cerca de nosotros.

—OMG Kurt! du kommer att skrämma ihjäl honom. Han känner inte dig!

¿Qué carajos? ¿Qué clase de idioma es ese?

Me levanto sin aceptar la mano del chico y miro de hito en hito a vampirín y al extraño que está a mi lado.

El aludido solo gruñe y sus labios se levantan en un mohín extraño, mostrándome un par de apéndices sobre saliendo de sus labios.

Colmillos.

Es otro vampiro.

¡Que viva mi suerte!

—Acabo de salvar a tu amigo, Gerard. Lo menos que puedes hacer, es agradecerme.—Su voz socarrona y su mirada sobrada me saca de los casillas.

¿Quién le dijo a este men que soy amigo de vampirín?

—¡Un momento! En primera, voz de rana afónica y yo, no somos amigos. Y segundo, tampoco le dije que vinieran a salvarme.—Me paso la mano por el cabello, y deseo de todo corazón que los profesores regresen de su bucle mental, ya que no los veo en ninguna parte.

Y en serio, ¿Por dónde vienen?

—No vendrán tan rápido, no a menos que deje de distorsionar el tiempo y espacio. —La declaración del casi rubio me hela la sangre de mis venas.

—¡Kurt! —La voz de Gerard me sobresalta y giro mi mirada hacia él mucho más aterrado de lo que debería mostrar. —¡Papá odia que hagas eso! 

¿Papá?

¿Qué...? ¿En qué demonios estoy metido?

Kurt pone los ojos en blanco y truena los dedos. De repente, todo sucede tan deprisa que ni yo entiendo qué pasa, hasta que Gerard cae por el césped del patio con una herida en su hombro.

Matthew se había aprovechado del momento de distracción y atacó a Gerard.

—¡Gerard! —El grito desgarrador de Kurt llena el ambiente, así como los gritos de los profesores al llegar al patio y encontrar la escena.

Kurt levanta su mano y la alza rápidamente a la izquierda al mismo tiempo que Starcry levita y es lanzado por los aires hasta la pared de piedras más lejana del patio. Él cae como peso muerto al suelo, pero es evidente que aún sigue existiendo.

Los inhumanos, en su mayoría, somos inmortales.

No termino de procesar lo que sucede, hasta que me encuentro de rodillas al lado de vampirín. Kurt está a mi lado, y toma a este en brazos, mientras mira con ira contenida a los profesores. —¿Y esta es la clase de seguridad que les dan a sus estudiantes? ¿Qué creen que pudo haber pasado si no llegábamos a tiempo? Hubieran matado a Fox, y de plus, jodido a mi hermano. ¡Son unos jodidos inútiles! —Él avanza unos pasos y yo me quedó inmóvil en el suelo, aún tratando de procesar todo lo que acaba de pasar.

¿Cómo es posible que pasara esto?

¿Acaso fue...mi culpa?

Y-Yo...¡yo no debí haber provocado esto!

—¿Te vas a quedar ahí, Fox? —Me llama Kurt. Mis pies temblorosos me alzan y se mueven hasta él, quien camina de largo frente a los profesores.

Y es en ese momento, en que me doy cuenta de algo bastante curioso.

¿Cómo este chico sabe mi nombre?

El director le toma del brazo y él le sisea. —¿Estas consiente de que Sir. Starcry no se va a quedar con estas, Kurt? Ese hombre es muy...poderoso.

Entrecierro mis ojos al escucharle y siento como mi estómago se revuelve inquieto.

Ese comentario solo confirma mis dudas ¡Starcry es uno de los vampiros primigenios.

Kurt se suelta del brazo del director y le gruñe bastante bestial. —No me importa si ese maldito se cree el rey de algún país o algo parecido, Josef. Nadie, y escúchame bien y que quede claro...¡Nadie se mete con un Wood Ylony y queda ileso de esto! Porque si ellos son poderosos, mi familia lo es...¡Y mucho más!

Él jala su brazo del agarre y continua caminando hasta dentro del colegio. Yo le sigo, como si fuera un monstruo sin pensamientos ni criterio propio, pero esto no es algo que pueda controlar.

No sé si pueda hacerlo.

Luego de un largo rato caminando, llegamos a una sala, la cual cuya puerta está abierta y sin pensarlo mucho, entramos en ella.

Esta solo tiene un biombo de separación entre dos camas y un escritorio en una esquina de la habitación.

Una mujer bajita y esbelta, de cabellos pelirrojos rizados, de ojos color verde avellana y un vestido blanco hasta las rodillas, se levanta de la silla junto al escritorio, dejando sobre este una pila de papeles con anotaciones.

Al parecer, esta sala es el área destinada a la enfermería.

—¿Qué le pasó? —Pregunta la mujer.

Kurt se aproxima a una de las camas y coloca a vampirín–el cual aún se mantiene inconsciente– en ella. —Lo lastimaron con una daga de plata...—La voz de él suena asustada, preocupada...hasta podría decir desesperada. —Y mira...¡aún tiene ese trozo de metal dañino en su cuerpo! —Ambos nos pasamos la mano por el cabello mientras ella examina la herida, la cual está empuñada con la daga.

—La voy a tener que extraer...y necesito que tomes esto. —Ella le entrega al mayor un trozo de tela blanca y él le mira confundido. —Se lo colocaras en la boca, es para que la muerda cuando le saque la daga.

—¡Pero él está inconsciente Anaís! —Ella alza la ceja y mueve un poco la empuñadura de la daga. Gerard se queja y empieza a respirar agitado, mientras yo empiezo a sentir como todo mi alrededor da más vueltas violentas que antes. —Él despertará, Kurt. Cuando lo haga, le vas a colocar esto.

Él solo asiente, y Anaís toma la daga y la saca un poco. Gerard abre los ojos y empieza a gritar de dolor con fuerza, al punto de sentir que mis oídos están taladrando con sus alaridos.

Yo me cubro los oídos a medida que los gritos de Vampirín se intensifican y se elevan a cada minuto que pasa.

Su dolor me pega.

Su sangre me marea.

El zumbido en mis oídos es cada vez más fuerte y no puedo controlar mi cuerpo, el cual tiembla más que una hoja con cada segundo que corre.

Intento sostenerme de la mesa, pero mi mano se resbala y mi cuerpo cae como peso muerto en el suelo, llevándose así...cada gota de mi consciencia.

Un ruido molesto empieza a resonar cerca de mí y mis párpados tiemblan, en una lucha inconstante para poder así, separarse.

—¡Hey cachorro!—Escucho la voz de mi hermano a lo lejos de mi cabeza. —Despierta cachorro...

Entreabro los ojos y veo su imagen borrosa frente a mí, sus sonrisa nerviosa y sus ojos ansiosos no se despegan de mí.

O al menos, eso es lo que la imagen distorsionada de mi mente, me hace pensar.

—Todo va a estar bien, cachorro. Ya lo verás.

Intento abrir la boca, pero es inútil. Mis labios no se mueven y mis párpados pesan demasiado como para poder seguir manteniéndolos abierto.

No puedo luchar contra esto. Es más de lo que mi voluntad puede soportar.
O al menos, eso creo.

Sin embargo, esto puede más que yo...así que me dejo llevar de nuevo por este letargo indomable, el cual barre todo de mí.

Inclusive...mi consciencia de la realidad o de la imaginación.

Porque...¿Qué haría mi hermano frente a mí en estos momentos?

Si él...nunca me quiso.

Despierto sobre una cama suave y una fuerte luz empaña mi vista, dado a que me pega de lleno en la cara.

¡Puta madre!

¿Qué hora es?

Me remuevo en la cama y me giro hacia el otro lado de la misma, evitando que la luz le vuelva a golpear.

—¿Ya estás despierto eh? —La voz de Gerard me sobresalta, pero me muerdo la lengua para evitar responder. —Ayer nos diste un susto de muerte a todos.

¿Solo yo?

Ruedo los ojos y niego con la cabeza.

—Kurt pensó que te había dado algo, cuando te encontró desmayado en el suelo. —Suspiro y me aprieto la sien, dado a que me está empezando a dar una migraña insoportable solo con escuchar la voz de vampirín.—Incluso llamó a tu hermano, Noir; y juntos se quedaron toda la noche en la enfermería.

Me siento de repente en la cama, pero un fuerte mareo me lleva de vuelta a la misma.

¡Mi hermano estuvo aquí!

¡Un momento...!

¡¿Cómo él sabe esto?!

Él se ríe ligeramente y lo veo a través del biombo que nos separa. Él también está mirando hacía mí. —Mi hermano y Noir son muy amigos desde que entraron aquí, es muy lógico que lo reconociera.

¡Así qué él supo todo este tiempo quién era!

E intentó acercarse a mí para intentar hacer la gracia de su hermano.

¡Maldita sea!

¿Qué cree que soy? ¿Su experimento social o qué?

¡Estúpidos vampiros!

Una fuerte ira comienzo a recorrerme el cuerpo y me giro la cabeza, para mantener mi vista en el techo.

Él parece notar mi desagrado hacía él, dado a que le escucho suspirar y moverse también en su cama. —¿Alguna vez has formado parte de algo?

Volteo la cabeza sobre mi almohada y lo miro fijamente a través del biombo. —¿A qué te refieres?

Él duda en responder. Supongo que debió haber pensado que no le respondería, como toda la cuerda de sandeces que lleva diciendo desde hace rato. Le escucho suspirar y él mira el techo de nuestro cuarto en la enfermería. —Ya sabes, una familia.

—¿Y es qué tu no tienes?—Él se muerde el labio y asiente lentamente. De perfil, se ve hasta incómodo por lo que acaba de decir, pero no le doy importancia al tema. —Sí, se puede decir que... sí.

—¿Y eso por qué "papanatas"? —Su gruñido avergonzado me hace reír ligeramente.

Pero es que...¿A qué clase de niño cuadriculado le enseñan una palabra tan vergonzosa?

Le escucho bufar y veo como se sienta en la cama y se baja de esta de un salto. A los pocos segundos, le veo pasar al frente de mi cama y su aspecto me causa más gracia que preocupación.

Su cabello está muy abultado y alborotado, su chaqueta, la cual no había notado antes con sumo detalle, le queda demasiado grande, larga y ancha, lo cual le da un aspecto de una momia recién salida de su sarcófago. Él viene arrastrando sus pantalones, los cuales les quedan inmensos y me mira con una pizca de inocencia infantil, lo cual no evita que me rompa en carcajadas por su aspecto. —¿Qué demonios te pasó? ¿Saliste del telar o qué onda?

Vampirín me hace un puchero y se sienta en un costado de mi cama, mirando al frente. Yo me siento en esta sin parar de reír por lo gracioso de su aspecto.

Poco a poco mis risas se calman y él solo sonríe, mientras la luz del sol le pega de lleno en la cara.

¡Un momento! ¿La luz del sol le pega en la cara y no se está derritiendo? ¿Quién es este niño?

Él parece captar mi mirada curiosa pero no voltea a verme, solo suspira y se mira las manos. —No tengo mucho contacto con mi madre, ¿Sabes? —Comienza.—En mis 50 años, la única persona que ha estado a mi lado en todo, es mi padre.

—¿Y tu hermano?

Un suspiro ronco resuena como eco entre nosotros. —Apenas lo estoy conociendo, él ya estaba aquí cuando nací y casi nunca tiene la oportunidad de estar en casa, así qué...

—¿Así qué...? —Susurro con algo de empatía, dado que le entiendo perfectamente lo que él siente. Me remuevo en la cama y me siento a su lado, mirando el amplio cielo azul de vividos colores frente a nosotros. —Seamos amigos. —Él solo me da un codazo, pero no despega su mirada del frente.

¿Y a este ahora que le pasa?

—¿Todo bien en casa, hermano? ¿Quién te dijo que quería ser tu amigo?

Él solo sonríe y mueve la cabeza hacia los lados, como si escuchara una canción y se moviera a su son.

Solo que no está sonando ninguna puta tonada.

—Me acabas de llamar "Hermano", así que tomaré eso como un sí.

—Pero...

—No preguntes, ¿Vale? Me agradaste mucho cuando te vi en clases y eres bastante afable cuando te lo propones.

¿Afable yo?

Si, claro. Y yo nací ayer.

¡Pff!

—¡Morveoux Stupid! —Él solo gira su cabeza hacia mí, y me doy cuenta que dije eso último en voz alta.

¡Joder!

Gerard solo sonríe ampliamente, como si recordara un chiste personal, que sólo él entiende. —¿Sabes lo gracioso de que nuestros hermanos sean tan amigos? —Niego con la cabeza curioso y desconcertado. —Que puedo entender a la perfección el francés.

Mi cara es como una piedra inmóvil y dura, y resiento poco a poco los huesos de mi mandíbula de tanto apretarla.

¡Joder!

Abro la boca para replicarle, pero el ruido de pasos acercándose llama mi atención por completo.

Escuchamos un estremecimiento contra la puerta y ambos corremos hasta está muy asustados. Frente al marco de la misma, está Kurt totalmente despeinado y con una expresión que helaría la sangre a cualquiera. Él solo mira a su hermano pequeño y suspira profundamente antes de hablar. —El señor Starcry, está allá afuera Gerard, en la dirección. Vienen por ti. —Su voz es gélida pero angustiada.

Gerard se para derecho y se acerca a su hermano. —¿Quién más está afuera?

Kurt duda en responder, pero Gerard alza la mano en señas de que se apure. —Jag har inte tid, Kurt! Vem mer finns där ute? Och av vilken anledning vill du att jag ska visa mitt ansikte? Var det inte han som gjorde detta mot mig? —Él se toca el hombro y su cuerpo se estremece de dolor.

El mayor solo asiente con la cabeza y su postura se vuelve mucho más austera y tensa. —Papá también está afuera, Gerard. Él sabe lo que pasó y cree totalmente en ti.

Ambos sonríen levemente y Gerard se gira a verme. —¿Estamos en esto?

Un momento...¿Qué?

¿Acaso...me está pidiendo ayuda con esto?

No sé, cada vez comprendo a estos tíos.

Unos nuevos pasos apresurados se escuchan en el pasillo y Noir entra corriendo a la enfermería, empujando a Kurt en el proceso. —Mon Dieu! No sé qué hiciste realmente cachorro, pero estás en serios problemas. —Palidezco ante la voz asustada de mi hermano.

—¿A...a q-que te refieres?

Él solo toma aire apresuradamente antes de responder. —Allá afuera, en la dirección... está mamá. Y créeme, yo siendo tú, empezaría a analizar las diversas alternativas para que ella no haga un Mickisidio. —Su voz baja dos octavas y siento un escalofrío recorrerme la columna muy lentamente. —Porque decir que ella está molesta, es poco.

¡Ay no!

Definitivamente, si anoche no fue mi final, este definitivamente lo será.

Gerard me toma del hombro y me sobresalto notoriamente. —Hare la pregunta una vez más, Mickey...¿Estamos en esto?

¿Qué si estamos en esto?

¡No sé! Nunca antes me había tocado analizar las cosas de esa manera.

Me paso la mano por el cabello muy nervioso y barajeo mentalmente todas mis posibilidades, solo para darme cuenta de que no tengo muchas.

Suspiró nervioso y tomo la decisión que podría salvarme en este momento, por impulso.

Después, ya no podré arrepentirme; pero no me queda de otra.

¿O sí?

No...realmente no.

Gruño animalmente y palmeo su hombro. —¡Qué más da! ¡Estamos juntos idiota! —Gerard me sonríe secretamente y se dirige a su hermano en voz decidida. —Vamos. Es hora de bajarle los humos a quienes nos hacen quedar como un puto chiste frente a los demás inhumanos.

Kurt y Noir sonríen ladinamente y salimos con una fuerte determinación de la enfermería.

Y tal como dice Gerard, es hora de demostrar...quien manda.

Al fin!! Después de tanto el capítulo I de SOW está listo para vosotros!!

En este primer cap, como ya lo han notado, se indaga el cómo se conocieron el par de amigos disparejas de HOW, Mickey y Gerard; y poco a poco se buscará ahondar en la relación de estos mientras están en el instituto.

Díganme sus opiniones al respecto de esta historia, la cual se irá actualizando a medida que se revelen cosas en HOW.

Y ahora, sin más, me despido para que disfruten del capítulo~

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