Mérida

Viernes. Por fin viernes.

Desde hace una eternidad el reloj marca las 2.59 de la tarde. ¡Quiero llegar a la casa y salir a la ciudad un rato!

Miro por la ventana y veo la punta de los edificios y de uno que otro rascacielos por encima de las copas de los verdes árboles. El día se ve prometedor; las pocas nubes que hay no parecen tener rastro de lluvia.

Entonces, un ruido agudo interrumpe mis pensamientos. El timbre.

Salgo disparada en cuando tomo mi mochila. Cruzo la puerta a toda prisa, dando pasos largos, que después se convierten en zancadas.

La puerta del edificio está frente a mí. Puedo sentir el aire en mi cara, puedo sent-

- ¡Hey! -dice una voz mientras jala del gorro de mi sudadera-. No tan rápido, chica en llamas.

Jack. ¡Tenía que ser!

- Suéltame -le digo, jalándolo de nuevo-. ¿Qué quieres? Me quiero largar de aquí.

- La noche de ayer fue asombrosa -me lanza una mirada seductora.

- Solo rompimos una ventana. No te hagas falsas ilusiones.

Lanza una carcajada al aire. Me rodea el cuello con su brazo y me dirige a la salida.

- Espera... ¿Cómo me llamaste? -indago.

Saca de su mochila con su brazo libre un libro rojo, con letras negras y un pájaro con las alas en alto. Pareciera que está en pleno vuelo.

- Es el segundo libro -dice mientras me lo entrega-. Rapunzel me ha dicho que lo lea.

Se lo entrego en cuanto lo veo. He recordado que no me gustan los libros.

- ¿Quedamos hoy? -pregunta con una sonrisa.

- No. Quiero tomar un baño. Relajarme -lo examino de pies a cabeza rápidamente-, de personas enfadosas.

Lanza una carcajada al aire y luego me suelta el cuello.

- Será luego entonces -me dice mientras toma el rumbo hacia su casa.

Agita la mano sobre su cabeza mientras esboza una radiante sonrisa y prosigue con su camino.

Jack...