Proyectos
Hipo
Es día de proyecto. Estoy emocionado. Mérida no ha llegado, espero no haya pasado nada. Quizá estaba equivocado, y quizá la hice entretenerse.
Tiene diez minutos todavía, es probable que—
- ¿Puedo pasar? -dice, interrumpiendo mis pensamientos.
- Adelante -responde el profesor.
Camina entre las filas para finalmente sentarse junto a mí. Estoy sorprendido.
- Comencemos -continúa mientras toma su lista-. Adelante, señor... Octavio.
Un chico se para al frente y saca algo parecido a un robot pequeño mecánico. Comienzo a examinarlo; los pies son muy frágiles y tiene los brazos muy pesados. Con una proporción así, el robot sólo—
- Oye -susurra Mérida-. Acabé.
- ¿Y dónde está? -pregunto, también susurrando.
Saca por detrás de ella una cosa metálica que... Parece un paraguas. Tiene el tamaño de éste.
- ¿No debía ser un arco eso? -indago, confundido.
- Shh-me dice sonriente.
Saca por detrás de ella una bolsa con flechas, y cintas de colores en las puntas. Negro, gris y blanco.
- Ya quiero ver qué hiciste -le digo.
- Me toca dentro de cinco chicos -responde, encogiéndose de hombros.
Estoy emocionado, por lo que los minutos se pasan rápidos. El segundo chico hizo una especie de grabadora portátil magnética. Pero tenía detalles. El tercero hizo unos zapatos con la habilidad de atraer monedas de variada nomenclatura. La cuarta, hizo un espejo capaz de visualizar cómo quedarás maquillada en cuestión de minutos, y la quinta también hizo un robot, pero éste hacía palomitas acarameladas.
Casi todos fallaron por poco. Y casi todos tenían errores.
- Mérida Dunbroch -dice el profesor.
Suspira y se pone en pie mientras toma sus cosas.
- Suerte -digo, tiernamente.
- Gracias -y me percato de cómo se sonroja.
Se para al frente mientras espera a que guarden silencio. Esta nerviosa. Y mucho.
Cuando sus ojos se encuentran con mi mirada, le digo, moviendo los labios, cálmate, y mírame a mí. Asiente, y comienza.
- Yo hice esto -dice, mostrando el... Artefacto negro y rectangular. Ahora puedo verle dos dobleces-. Es más complejo de lo que creen.
Una gota de sudor le recorre la espalda. Se queda callada unas milésimas de segundos, mirándome. Vuelvo a mover los labios, diciéndole, Tranquila, estoy contigo.
Sonríe y mira al profesor.
- ¿Puedo abrir la ventana? He colocado algo afuera.
El profesor asiente. Está aburrido, igual que casi todos. Menos yo; tengo fe en que funcionará.
Me asomo ligeramente hacia la ventana, y veo que, casi llegando al comienzo del bosque, hay un pedazo de madera en forma de humano. Tiene varios círculos pintados con graffiti negro, blanco, y un punto rojo en el centro.
- Tengo autorización de la dirección -agrega.
Le dará al centro.
- Si fuera ustedes, me alejaría de las ventanas -dice, con una mezcla de diversión y advertencia.
Estira su brazo izquierdo a lo largo con el artefacto raro en su mano, y en brusco sacudido, el arco aparece; las dos puntas extremas de desprenden del centro, y queda un fino y metálico arco de acero.
Todos comienzan a suspirar y a hablar. Ha logrado atraer su atención.
Saca una flecha de punta gris, y la pone entre la cuerda. Luego la prensa, y se relaja unos segundos.
El profesor ha retrocedido unos pasos, y los estudiantes no dejan de mirar a Mérida. Están esperando que falle.
Y en eso, en medio de un suspiro, suelta la flecha y está recorre el aire.
Me toma unas milésimas de segundos ver la expresión de asombro de todos. Y veo sus cabezas volviéndose al cuerpo de madera.
Pero cuando me vuelvo, éste explota. Y los gritos y aplausos comienzan.
*****
Tengo más experiencia en las exposiciones y en hablar frente a personas. Esto no será difícil.
- Yo voy a mostrarles un proyecto, pero, creo que yo sí necesitaré estar afuera.
Veo a Mérida, que me observa fijamente. Y por alguna razón, me pongo nervioso.
- Pero les explicaré rápidamente -continúo-. Esta cosa rara, no es lo que parece. Tiene tres opciones; electrocutar, iluminar, y explotar.
Es como si hubiera encendido un interruptor en todos. Me miran, interesados.
- En el diseño, me inspiré en las esculturas de mi pueblo.
Salgo corriendo del salón hecho una bala. Corro y corro con todo lo que tengo hasta llegar al patio. Me pongo cerca del muñeco de Mérida y suspiro.
Huele a quemado, y a esta distancia, los estudiantes parecen hormiguitas. Veo a Mérida pegada al vidrio, viendo con enorme sorpresa y curiosidad lo que haré.
Le sonrío. Aprieto un botón de la caja rara, y ésta suelta un gas color verde. Este tipo de gas es denso, así que no subirá ni se dispersará rápido. Hago una línea derecha.
Luego, suelto una chispa de corriente eléctrica, y el humo se transforma rápidamente en corriente de luz color azul brillante.
Me alejo unos pasos. Puedo escuchar los alaridos de los demás.
- ¡Guau! ¡Mira esto! -veo a otros alumnos de pisos inferiores mirando.
Vuelvo a soltar gas, haciendo una figura en el suelo rápidamente. Y, mirando a Mérida, suelto una chispa de fuego. Explota al instante, pero no con la suficiente energía como para mandarme volando lejos.
Siento un calor en el cuerpo.
- ¡GUAAAAAU!
He atraído la atención de todo alumno que está en la ventana de todos los salones. Me siento contento.
Y finalmente, para mi truco final, suelto más gas, me envuelvo en una nube de éste, y corro rápidamente hacia el bosque.
Cuando la nube de deshace, desaparezco ante los ojos de los demás. Y comienzan a gritar.
*****
- ¡Ta da! -digo, entrando por la puerta.
Pareciera que soy estrella de Cine; me reciben con todo lo que tienen, a pesar de que el profesor pide silencio.
Me siento en mi lugar, y veo cómo Mérida me mira como a un ídolo.
- Eso fue... Guau -me dice-. ¡Desapareciste!
- Algo así -contesto, sonriendo.
- Eres increíble.
Me siento, y, por un momento, siento algo raro dentro de mí.
Siento como si Mérida envolviera mi interior con ese gas, y luego lanzara una flecha de punta gris hacia mi corazón...
Haciéndome estremecer por dentro, haciendo que mi corazón sienta algo hacia ella. Haciendo que mis sentimientos se confundan.
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