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Malos Ratos

Jack

Nadie sabe con exactitud qué pasó en año nuevo. Y hablar de ello me pone incómodo. Elsa y yo rompimos hace un par de días, al igual que Mérida e Hipo. Kristoff y Anna tienen un par de problemas, pero, por otro lado, Honey y Tadashi lucen realmente felices y normales. Al parecer, Elsa cree que yo era demasiado juguetón y que no me tomaba las cosas en serio. Que, casi no le prestaba atención y que éramos muy distintos en muchos aspectos. ¿No se supone que los opuestos se atraen? Supongo que ella y yo éramos como dos imanes; por más que quisiéramos juntarnos, no íbamos a poder. Simplemente no.

De todos modos yo también ya estaba sintiéndome un poco asfixiado con tantos regaños. Ni si quiera Mérida o Tadashi lo hacían tanto. Se molestaba por cualquier detalle, como cuando yo compraba palomitas dulces en lugar de saladas, o que tomaba jugo en lugar de agua, que no combinaba mis zapatos, o que no me pusiera una playera de su agrado.

Ahora me siento "solo", entre comillas, porque a veces me sentía igual con o sin ella. Pero aún así me duele la roptura...

Y solo conozco a una persona que sabe de curas para penas.

- Chris -le llamo-. ¿Dónde estás?

- Oh, Jack -se escucha música muy alta-. Estoy en un antro. ¡Ven! Es donde Carolina hizo su fiesta de 19, ¿recuerdas?

Oh, claro que sí. Ese lugar es pequeño, pero el Dj que tienen sabe cómo prender el ambiente. Además, ese lugar es popular por sus buenos servicios y atenciones especiales, si saben a lo que me refiero.

- Solo quiero calmarme -le digo-. Despejar mi mente.

- ¡Aquí hay unos bombones que pueden ayudarte con eso! -parece contento.

¿Debería ir? No sé si quiero estar con muchas personas por el momento. Aunque, lo que quiero es estar distraído un rato, olvidarme de los problemas, y la oferta no suena tan mal.

- Ahorita llego.

Clic. Cuelgo.

******

- ¡Jack! ¡Hermano! -me grita Chris mientras me hace señas con los brazos-. ¡Por aquí!

Está en una mesa redonda rodeado de chicas guapas y bien torneadas, con lencería pequeña y ajustada. Madre mía.

- Siéntate, siéntate.

Todas me miran en cuanto me siento, pero me miran como si esperaran algo de mí: algún halago o qué sé yo. Aunque la verdad, esto me es incómodo.

- ¿Quieres algo de tomar? -pregunta Chris.

- Ehm, n—

- Bombón -interrumpe mientras se vuelve a una de las chicas-. ¿Puedes traerle a mi amigo una Paloma?

Las chicas ríen ante la idea. ¿Paloma? ¿Qué clase de nombre para bebida es ese? Todas lucen tremendamente fascinadas ante Chris, pero no lo culpo, es guapo a morir.

- Dime, Jack -comenta-. ¿Problemas en tu vida?

- Algo así...

- ¿Chicas, por favor?

Las mira, y varias de éstas van y se sientan junto a mí, comienzan a hacerme cosillas como tocarme la cara o el cabello.

- Me alegra que vinieras -dice complacido.

Lo noto un poco extraño. No sé bien si está feliz o contento, o simplemente está satisfecho. ¿Pero con qué o por qué?

- Sabes que cuentas conmigo para cualquier cosa -dice.

Me entregan un vaso pequeño con un liquido que huele como a café con alcohol. Lo pruebo; el sabor es dulce y amargo a la vez. Pero me gusta mucho.

- ¿Te gustó? -pregunta.

- Sí.

- Lo sabía -le hace señas a una muchacha-. Cariño, tráenos una ronda de Palomas, por favor.

La música está a todo lo que da, lo cual, de cierto modo, me incita a querer tomar más. Esta cosa sí que está rica...

******

La quinta. Ya es la segunda ronda que pide Chris. Y creo que ya estoy borracho, pues apenas y yo me entiendo, je, je. Veo a las muchachas borrosas, y a Chris lo veo moviéndose como una onda. Je, je.

- Jack -me dice. Está igual o peor que yo, ja, ja-. ¿Hermano, cómo te sientes?

- Bien chingón -le digo.

- Me alegro -se aclara la garganta-. ¿Y cómo te va con tu novia?

Mi novia. Quisiera poder decir eso también, je, je, je. Doy un trago al vaso.

- ¿Siguen yendo al cine, o a pasear de la mano mientras ven el atardecer? -insiste.

Caminar de la mano... En el muelle. Lo recuerdo bien... Le doy otro trago al vaso.

- Se nota lo mucho que estaban enamorados ustedes dos -mira a las chicas-. Su novia es muy linda, y siempre los encontrabas besándose. Son adorables ellos dos.

Las chicas comienzan a murmurar cosas como "qué lindos", "yo quiero un novio así" y "¡Qué pareja tan adorable!".

Una rápida y fugaz imagen de Elsa viene a mi cabeza. Elsa... Yo... Ella, nosotros no...

Comienzo a llorar.

- Chicas -anuncia Chris-. Déjennos solos unos minutos.

Las chicas se van y comienzo a llorar en silencio. No voy a ponerme a gritar en un lugar como este; estoy borracho, pero aun soy consiente de un par de cosas. Me acabo un vaso de dos tragos.

Hay, chingada madre, me ardió el cuello, ja, ja. Veo ligeramente nublado, pero me gusta. Todo se mueve de una manera psicodélica y alocada.

- Tranquilo -me dice-. Ya pasará.

Me limpio los mocos y las lágrimas. Yo solo quiero tomarme otro vaso para que se me olvide todo.

- ¿Quieres ir por unas películas?

- No -respondo con la voz rota.

Maldita Elsa.

- ¡La odio! ¡La odio, la odio, la odio! ¡¿Por qué es siempre tan así?! -le digo a Chris, molesto-. ¡La señorita perfecta siempre quiere que todo esté en orden! ¡Es que no la entiendo! ¡¡Le gusta estar sola, pero no cuando se trata de Hans!! ¡¿Qué tiene él que no tenga yo?!

Dinero, guapura, un cabello sedoso y de comercial, dinero a morir, popularidad, fama, familia millonaria, autos lujosos del año, rostro hermoso...

- Maldita Elsa... Cómo la odio.

Chris sonríe complacido, como si hubiera dicho algo que le causara tremenda felicidad.

- Lamento mucho tu situación...

Muéranse todos ya. Puta vida culera. Y lo peor de todo es que siempre me pasan a mi cosas como estas.

- Vamos por unas películas.

- No -repito.

- ¿Qué tiene? ¿Te da miedo?

No respondo. No saco a la tipa de mi cabeza, ni al otro tipo. Malditos los dos.

- Algo así...

- Oh, ya, ya -dice-. Pobre de ti que te tocó vivir lo del ataque solo.

¿Solo? ¿Ataque? ¡Ah! El de la tienda de películas. Carajo... Ya ni me acordaba de eso.

- Sin nadie a tu lado... ¿Por qué no le pediste a alguien que te acompañara?

¿Acompañar? Qué la chingada. Ya ni bien pienso. Ja, ja, ja.

- No iba solo.

Tomo el vaso, no sé bien si el quinto o sexto, y de un tirón me lo tomo. Se sintió chido.

- ¿Quién iba contigo?

- Un amigo -respondo, hundiéndome en el sillón.

- ¿Tadashi? ¿Kristoff?

Me duele la cabeza a un nivel que no puedo describir. En escala del 1 al 10, me duele en un 7. Y ya no soy consiente de muchas cosas, como de lo que digo y pienso, o quiero...

- Hipo.

- ¡Oh, Hipo! -exclama, en un tono de voz que suena como sofisticado-. Ya loe cuerdo. ¿O sea que él estuvo contigo?

- Sí.

- ¿Estuvo justo contigo? ¿Al lado tuyo?

Lo miro con una ceja en alto. ¿Qué clase de pregunta es esa?

- Porque, el pobre debió haber sufrido mucho, ¿no lo crees?

- Sí...

- ¿Viste su cara?

- No. Él estaba en la otra parte de la tienda.

Se queda callado, y por dentro, me siento súper aliviado. ¿A qué carajo iba tanta pinche pregunta? Je, je. Maldita Elsa; que se muera por Puta.

Miro a Chris, que me sonríe de oreja a oreja con la mirada seria. ¿Qué me hará? Espero que besarme no porque si no Hipo se enojaría.

- Hipo... -dice más para sí que para mí-. Es un alivio saber que está bien.

Elsa. Hans. Helsa. Ja, ja, ja. Qué tontería. Jack, Elsa. ¿Jelsa? ¿Elsack? Ja, ja, ja, ja, ja. Creo que es la pendejada más grande que se me ha ocurrido en la vida.

- Gracias por tus servicios -dice Chris levantándose-. ¿Chicas?

Siento una decena de manos tocándome, y escucho cómo una cortina se recorre. Como las que tenían en las duchas, je, je, cuando no querían que viéramos algo. Una de ellas se pone encima de mí, se quita el brasiere y me besa mientras me desabrocha el pantalón.

Oie, pero khe rikho...

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