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Hielo

Jack

- Elsa -digo nervioso-. Necesito tu ayuda.

Se vuelve a manera distraída, como si la hubiera tomado por sorpresa. Su cabello se agita con suavidad, y su flequillo parece que vuela por unas milésimas de segundos cuando se voltea. Irradia una tremenda felicidad con esa mirada y esos hermosos ojos azules. Caray...

- Crees que, quieras ir conmigo a... No sé... Ya sabes... -qué tonto estoy.

Sonríe, pero no una sonrisa de diversión, sino una de ternura, como si yo le inspirara eso, camina a mí con sus delgadas piernas y sin perder la erguida postura se pone frente a mí. Es casi tan alta como yo.

- Si -parece ligeramente nerviosa-. Claro.

- O si no, podemos ver... O, ir a comer a un... -¡maldición qué pasa conmigo!-.

Ríe un poco y de su bolso saca una pequeña libreta con una lápiz, y luego comienza a escribir rápidamente algo con su letra cursiva. Me encanta cómo brilla su cabello hoy; parece blanco.

- Nuestros padres estarán en la cuidad del otro lado del puente unos días -explica-. Quedamos mañana para cenar en un restaurante chino.

Leo la dirección que me ha dejado. Creo conocerla. Obviamente, el barrio chino.

- Ahí estaré -digo mientras meto el papel a mi bolsillo de la chamarra.

Asiente con otra sonrisa y luego va directamente a Anna. La veo alejarse, perdiéndose en el camino y la gente entre los edificios y árboles del instituto. Suelto un suspiro cada vez que pienso en ella... ¡Ahhhh! Cuando vuelvo a la realidad, camino al edificio 13 y entro a mi salón. Hoy el señor Husher está más atento de lo normal y está mirando más allá de lo que usualmente ve.

- Jack -dice molesto al percatarse de que estoy escribiendo algo-. ¿Puedes repetirme qué acabo de decir?

- Que el orden de los productos no altera el producto -digo sin despegar mi vista del cuaderno-. Pero eso no necesariamente tiene que ser en todos los casos.

Levanto la mirada de golpe para evitar que camine hacia mí y me descubra, y complemento mi respuesta.

- Claro que, seis entre dos da tres, pero dos entre seis da punto tres -parecen sorprendidos-. No concuerda con esa teoría... Solo hay que encontrar los factores y patrones correctos para acomodarlos en una serie de ecuaciones que nos den el mismo resultado.

Parpadea varias veces para cerciorares de que está despierto, y cuando me percato de que todos me miran, me entra una terrible vergüenza. Mérida e Hipo también me miran perplejos. Luego me hundo en mi lugar un poco.

- B-bien, señor Frost -dice mientras se acomoda los lentes-. Veo que ha estudiado.

Se da la vuelta y continúa anotando cosas en el pizarrón, seguidos por los demás estudiantes. No puedo sacar a Elsa de mi cabeza y en lo nervioso que estoy. Los chicos quieren organizar una especie de salida para las vacaciones de invierno, ya que la mayoría de los padres vienen de visita, y quieren darles un tour todos juntos. Tadashi quiere ir a ver las oficinas de Google, y Mérida quiere ir a ver el gran puente rojo, mientras que Elsa quiere ir al muelle, y Anna a la playa. Hipo quiere ir al barrio Chino, pero yo creo que no habrá tanto tiempo. ¿Aún así, tendremos tiempo para todo?

Cuando termino la clase de las, voy a la biblioteca por unos libros que tengo que recoger antes de que vayan y me los ganen. El recorrido es un poco largo y pesado, y la méndiga calle esta de subida. Es ahora cuando desearía tener un auto, o, una moto de repartidor de pizza o lo que sea para hacer más corto este terrible sol que me quema la piel y me traspasa la ropa. Paso por el frente de una tienda de ropa de mujeres, y el aroma a perfume me dan escalofríos. Intento irme por donde menos sol hay, por la sombrita, pero esta es la hora exacta en donde la luz solar esta sobre las ciudad, en el centro, ni a la derecha ni a la izquierda. Simplemente, sobre nosotros. Maldición.

- Hey, Jack -llama una voz dulce y suave.

Me vuelvo y veo a Elsa caminando a mí con una especie de paraguas azul y... Demasiado extraño. Parece más un paraguas robot.

- ¿Adónde vas? -pregunta mientras se pone junto a mí.

- A la biblioteca -respondo sin dejar de ver el raro artefacto.

- Oh, también voy para allá -comenta nerviosa-. ¿Puedo acompañarte?

- Claro -respondo casi inconscientemente.

Me percato de que usa una especie de suéter y unas botas que parecen de invierno. ¿Tanto frío tiene? Caray, y yo muriéndome de calor. Se sitúa a un lado mío y al momento se percata de mi sudor. Ríe un poco.

- ¿Tienes mucho calor? -pregunta.

- He caminado casi 20 minutos bajo el sol -explico-. Imagina cómo estoy.

Ríe un poco y mira hacia adelante mientras abre el paraguas por encima de nosotros. Al instante siento una fría oleada de aire que me enfría ligeramente el calor y el cuerpo. Miro ligeramente a un costado mío y veo una caja pequeña pegada al borde del paraguas.

- ¿Qué es esto? -pregunto cuando veo que comienza a soltar aire frío.

- Es una caja que puede controlar el clima dentro del paraguas -explica-. Aire, calor, incluso nieve.

Quedo perplejo ante tal loca y asombrosa idea; y pensar que una cajita del tamaño de mi mano puede hacer todo eso, ¡guau!

Durante el camino siento el suelo caliente en las suelas de los zapatos, pero por encima de mi cabeza tengo una agradable sensación de aire frío que me proporciona una agradable sensación. Elsa es tan pequeña en comparación mía, quiero decir, su cabeza me llega al hombro, y, creo otra mitad de ella abarcarían lo que es mi espalda. ¡Aww! Me da ternura con sus ojos azules y su cabello rubio claro... Tan claro que parece blanco con la luz. Es simplemente perfecta y, hermosa.

- Listo -anuncia-. Hemos llegado.

Cierra la sombrilla y el aire que sentía desaparece por completo. Nos adentramos en la biblioteca y comenzamos a buscar los libros en un mar de silencio y estudio. Debo salir de aquí lo más rápido que pueda. Elsa ya se me ha adelantado así que busco la sección de físico-químico y comienzo a buscar entre todos los títulos. Han tantos y tan poco tiempo para leerlos todos que poco a poco comienzo a desesperarme. En eso encuentro uno en lo más alto del librero; lotería. De un brinco logro alcanzarlo, pero cuando caigo, sin querer le doy a Rapunzel un codazo a la mitad de la cabeza y cae al suelo, pero soy más rápido y con la mano que tengo libre la jalo hacia mí cuerpo para evitar el golpe, y ambos terminamos cerca. Muy cerca... Mi mano queda posada en su cintura y su cuerpo reclinado ligeramente hacia atrás. Traigo casi todo su peso en mi brazo derecho. Puedo ver sus ojos verdes como el césped en las mañanas, sus pequeños y delicados labios, sus pecas y su rostro en una expresión que irradia un poco de confusión y asombro. Mi corazón late como loco.

- Jack... -dice en un hilo de voz.

- Hola -digo, sin moverme.

Luego me percato de la situación y decido erguirla hacia adelante. Se ha sonrojado y tiene la ara roja como un jitomate. Qué tierna.

- Lo siento -digo mientras fingo sacudirle polvo de sus hombros-. ¿Estás bien?

- S-si -responde distraída, acomodándose la falda.

- En serio lo lamento -digo nuevamente en rojo avergonzado.

- No pasó nada -se acomoda el cabello con la mano y luego me dedica una fina y bella sonrisa-. ¿Qué haces?

- Vine a buscar, unos libros -respondo sin más.

- ¿Irás con Elsa a algún lugar? -pregunta emocionada-. La vi hace un momento entrando contigo.

- Pueeees -doy media vuelta mientras llevo mi mano a mi cabello y sonrío nervioso-. Iremos a cenar comida China.

- ¡Qué lindo! -exclama.

- ¡SHHHHHH! -grita alguien del otro lado del estante.

Ambos sonreímos nerviosos y luego reímos unos breves segundos en forma de susurros. La miro a los ojos y con un suspiro le digo:

- Creo que, esta noche, le pediré que sea mi novia...

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