Gato Negro
Mérida
Termino de cambiarme y me voy a la sala. Mi teléfono suena. Jack. Decido contestar luego; estoy a punto de salir.
Tomo mi suéter y mi bolso, para finalmente dirigirme hacia el parque.
Cruzo la calle. Me siento como la de antes, cuando era más libre. Me siento como la verdadera Mérida que soy, a pesar de estar a sólo una cuadra de mi jaula.
Puedo ver los muros del parque frente a mí, a solo un par de cuadras. Veo los faroles, las copas de los árboles, y nuevamente, mas edificios altos sobre éstas. Es hermoso.
Cuando me siento en una banca y comienzo a ver a mi alrededor, mi bolso comienza a moverse.
Me asusto y la aparto de mí con un empujón. La abro lentamente y de ésta sale un gato negro. Uno pequeño.
Lo miro, y no sé si acariciarlo o asustarlo. Es tan... Adorable e indefenso. Me mira con sus ojos verdes, maúlla y mueve su boca (en lo que parece ser una sonrisa gatuna) mientras camina hacia mí y se acurruca en mi regazo.
-Hola también -le digo mientras comienzo a acariciarle la oreja suavemente-. ¿Cómo lograste meterte ahí?
Es esponjoso. Y liviano. Se levanta de golpe, como si hubiera recordado que dejó algo en la estufa, y camina hacia mi bolso nuevamente.
Saca con su boca un billete, y comienza a correr.
-¡Oye! -le grito, molesta mientras me incorporo-, ¡Regresa! ¡Eso es mío!
Pero el gato sigue corriendo. Maldito. Lo sigo, pero se adentra en el bosque y comienza a camuflajearse en la negrura de la noche. Estúpido gato.
Lo veo. Todavía. Se queda parado junto al lago. Ahí, justo donde el agua comienza. Todavía tiene mi billete en su boca.
- Devuélvemelo -le digo entre dientes.
Obediente, lo suelta lentamente y lo deja junto al lago, y se queda ahí, inmóvil. Solo mirando al horizonte.
Lo imito; veo la ciudad detrás de las copas de los árboles. La veo, y es hermosa. Iluminada, alegre... Misteriosa. El agua esta calmada con suaves oleajes, y hace que se vea un brillo peculiar en el agua.
Cuando miro hacia abajo, el gato ha desaparecido. Mejor para mí. Ese ladronsuelo casi roba mi dinero.
Me quedo ahí parada, otros minutos, cuando de la nada, escucho unos pasos que vienen hacia mi. Me vuelvo, y veo una sombra alta a lo lejos.
Esta respirando entrecortadamente. Parece que corría. Volteo al piso involuntariamente; odio que me miren las sombras.
Entonces veo un reloj... Que... No se de dónde ha salido. Pero está ahí.
Me agacho para recogerlo, y cuando lo tomo, algo tibio y suave me toca; su mano.
No retiro la mía. Es demasiado agradable su tacto...
Entonces volteo hacia arriba y veo a un chico. Uno de cabello café y ojos verdes, alto y delgado. Con pecas. Es lindo.
- Lo siento -dice con voz amable-. Eso es mío.
- Oh, claro -digo y aparto mi mano.
Lo toma y se lo pone. Dios, es... Guapo. Siento que me he ruborizado. Cuando termina, me mira y sonríe.
- ¿Has visto un gato? Me robó ese reloj.
- No, para nada -miento.
Pero creo que se ha percatado de mi mentira. No puedo parar de mirarlo. Es tan... Es...
Entonces todo pasa. Sucede tan rápido que apenas puedo ver qué pasa; Siento sus brazos en mis hombros, empujándome hacia atrás con brusquedad. No logro mantenerme en pie y mantener equilibrio...
Y caigo al agua fría.
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