Compras
Rapunzel
¡Por fin llegaron los descuentos! No puedo esperar a ir a las tiendas del centro comercial de la calle Powell. Ahí es donde más me gusta la ropa.
- ¡Mérida! -digo emocionada-. Irás conmigo al rato, ¿verdad?
- Mhmm -responde sin siquiera mirarme.
- Podremos ver toda la zona de mujeres, y comprarles a todas un regalo -comento emocionada, dando vueltas sobre mi propio eje-. Y luego iremos a la zona de caballeros a conseguir un regalo especial.
- Mhmm...
- Ni si quiera me estás escuchando.
- Mhmm -dice entre risas.
Tomo un cojín y se lo lanzó en la cara mientras se burla de mí.
- No es gracioso -digo un poco molesta.
- No claro que no -dice sarcástica.
Termino de imaginar todos los regalos envueltos debajo del....
- ¡Árbol! -grito.
Mérida se sobresalta y termina lanzando su revista a un par de metros de ella. Creo que la he asustado... ¡Caray! ¡Olvidé por completo el árbol! ¿Dónde pondremos los regalos?
- Tenemos que ir a comprar un árbol antes de que se pongan caros -le digo mientras la ayudo a levantarse.
- ¿No íbamos a comprar ropa? -pregunta seria.
- Primero lo primero. Los descuentos no se irán, y es sábado. Tenemos todo el día -tomo mi bufanda del perchero y le extiendo a Mérida su abrigo-. Vámonos ya.
- Espera -interrumpe-. ¿Nos iremos en metro?
- ¿Tienes alguna mejor idea? -pregunto.
- El metro me da cosa...
Ahora que lo menciona, se han soltado rumores de que han estado asaltando ahí y, nosotras, con tantas bolsas cargando... Y el árbol... Necesitaremos más ayuda. Saco mi móvil de la bolsa y le llamo a Eugene. Contesta al tercer pitido.
- Hola, preciosa.
- Hola. ¿De casualidad estás ocupado?
- Un poco, ¿por qué?
- Oh, bueno -me pongo nerviosa-. Quería saber si podrías llevarnos a Mérida y a mí a la calle Powell.
- Uhm, me encantaría pero no puedo -estornuda-. Pero les presto mi coche...
- Gracias -digo aliviada-. Vamos por él.
Miro a Mérida, que le cuesta trabajo ponerse el abrigo. Cuelgo y le abrocho los botones de la parte baja del abrigo, le acomodo las mangas y los hombros.
- Bien -le digo-. Conducirás tú...
- Agh -exclama un poco seria-. ¿Por qué yo?
- Sabes que me da miedo manejar -respondo tímida-. Además, sabes estacionarte en lugares pequeños, y yo no...
- Muy bien -dice, y ambas salimos por la puerta.
*****
No sé por dónde comenzar. Hay tantas tiendas y tan poco tiempo... Mérida ahora es la única que puede ayudarme a encontrar regalos para todos. No tengo tanto dinero como esperaba, así que he decidido comprar ahora que todo está en rebaja. Entramos al primer piso.
- Tardaremos años aquí -se queja.
- Oh, vamos -la animo-. Será divertido.
Subimos a las escaleras eléctricas y comenzamos a ascender. Veamos... Tengo que comprar algo para Anna, Elsa, Honey, Gogo, Mérida, Eugene, Hipo, Jack...
Hay... Son muchas personas...
- ¿Por quién quieres comenzar? -pregunta-. Tenemos cuatro pisos para mujeres.
- Hay que iniciar con Elsa -sugiero.
Vamos a la sección de blusas y comenzamos a buscar una bonita. Cielos... Hay tanto por dónde buscar que no se por dónde iniciar.
- Iré a buscar lo mío -dice Mérida.
- ¿Lo tuyo qué? -pregunto confundida.
- Yo también tengo regalos qué dar -responde mientras se va.
Me quedo sola pensando en qué haré en esta tienda tan grande. Después de varios minutos buscando entre una zona entera, logró encontrar un suéter para Anna y otro para Honey. Subo un piso y encuentro la sección de zapatos...
¡Oh, por, Dios!
Sonrío de oreja a oreja al ver la cantidad de zapatos que hay a mi alrededor. Comienzo a inspeccionar todos y cada uno hasta que al final encuentro un par para Gogo y otro para Elsa. Perfecto, ahora solo me queda Mérida.
Ahora que lo pienso, nunca la he visto con vestido. A Elsa cuando fue al barrio chino, y a Anna igual. A Gogo y a Honey también, un día que asistieron a una especie de convivio en un restaurante. Pero a Mérida...
Subo un piso y me encuentro en la zona de maquillajes y perfumes, tanto de hombres como de mujeres. Al final termino comprando dos perfumes; uno para Jack y otro para Hipo. Mi teléfono suena:
- Mande -digo.
- ¿Dónde estás? -pregunta Mérida.
- En los maquillajes. Piso 3 -recibo mis bolsas y me voy.
- Bien, ¿ya tienes todo?
- Por ahora ya -me aliso el abrigo mientras camino.
- Entonces vámonos -parece desesperada.
- De acuerdo. Te veo en la entrada.
Voy bajando la escaleras mientras hago las cuentas; creo que todavía tengo dinero suficiente como para comprarme mi vestido del baile de invierno. Entonces es cuando veo a Hipo y a Astrid caminando por la zona de perfumes, muy juntos. Ése no puede ser Hipo... ¿Por qué estaría con Astrid? No... No es él. Quizá solo vinieron a dar una vuelta como amigos, o, a charlar sobr— Veo cómo presionan sus labios y se toman de la mano.
.... ¡¿Ellos simplemente se acaban de besar?! No, no, no, no. No pueden ser ellos, Rapunzel. ¡No pueden!
Pero no puedo engañarme a mí misma; esos son Hipo y Astrid...
*****
- Hey -dice Mérida-. Desde hace rato estás rara. ¿Qué pasa?
- N-nada -miento-. Creo que me acabé el dinero.
- Oh, ya veo -dice mientras continúa conduciendo.
No puedo sacar de mi cabeza la imagen de Hipo y Astrid besándose. ¿Por qué hicieron eso? Hipo...
- ¿Piensas ir al baile de Navidad? -pregunta.
- No lo sé... -aún no tengo pareja-. Supongo.
- Yo no -dice relajada-. Todos esos sujetos con trajes y tipas con vestido... No, no.
Debería contarle a Mérida lo que vi hace rato, antes de que alg—
- Mejor me quedo con Hipo viendo películas o algo así -dice alegre-. Creo que nuestra relación está mejorando.
Oh, no...
- No sabes lo emocionada que estoy -continúa-. Podemos ir al cine, o, al parque, en lugar de a ese aburrido baile.
- S-sí -la animo.
No puedo simplemente llegar y decirle a Mérida que acabo de ver a su novio besuqueándose a su exnovia, y quitarle a Mérida toda su ilusión y esperanzas.
Primero necesitaré hablar con él, y asegurarme de que todo está en orden.
*****
Hoy me levanté con ganas de no hacer nada. Casi no me arreglé y traigo mi cabello hecho un desastre. Está esponjado y ligeramente enredado. Bueno, al menos me cepillé los dientes. Moriría si alguien me viera así justo ahor—
- Rapunzel - llama Eugene.
Agh... Maldición. Justo lo que no quería.
- Mande -digo con una sonrisa, para disimular mi horrible cara.
- ¿Estás ocupada? -pregunta mientras camina a mí.
Tiene ropa limpia y su cara reluciente. Se nota que tuvo una buena noche de sueño.
- No -miento.
Debo ir a la siguiente clase antes de que pasen los diez minutos... Y quería ir por un té. Demonios. Este lunes me está matando. Debo entregar dos trabajos para mañana... Me percato de que me mira fijamente con una sonrisa en el rostro. Como si le causara ternura.
- No me mires por favor -digo sonrojada mientras agacho mi mirada-. Luzco fatal hoy.
Con su pulgar levanta mi mentón y me mira directamente a los ojos.
- Para mí siempre luces hermosa -dice con voz suave y baja.
Me da una punzada de algo cuando escucho eso. Mi cara se calienta y mi corazón empieza a latir como loco.
- Me preguntaba si quisieras ir conmigo al baile de invierno...
Pongo los ojos como plato. Me tiemblan los labios ligeramente y siento mis ojos húmedos. Sonrío de oreja a oreja y me lanzo a sus brazos mientras me aferro a él con todas mis fuerzas.
- ¡Sí!
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