Cita
Mérida
- Oye, Mérida -llama Hipo-. ¿Tienes un minuto?
Me acerco a él. Espero que sea rápido, porque es viernes y quiero irme a mi casa. La tarea que han dejado la he acabado, y tengo la tarde libre.
- ¿Qué harás al rato? -pregunta, nervioso, mientras se pasa la mano por el cabello.
Santo Cielo es... Guapísimo cuando hace eso.
- ¿Por qué? -pregunto. Suena estúpida la pregunta; ya sé qué va a decir.
- ¿Q-Quisieras... Salir conmigo?
- Tienes novia -respondo seria, cruzándome de brazos-. No creo que se–
- Iremos como amigos -me corta. Tiene las mejillas rojas-. Sólo...
No sé por qué, pero no puedo rechazar una oferta de él. Quisiera decir que no; mi mente me dice que lo haga, pero mi corazón me dice que diga que sí. Hay algo dentro de mi inexplicable que me atrae hacia él, y, por alguna razón, esa cosa quiere ir. A pesar de que esté incorrecto.
- ¿Adónde? -pregunto, relajando mi voz y postura.
- Al festival de otoño, claro -responde, con una sonrisa.
Me quedo callada unos segundos. ¿Sí? ¿No? ¿Será esto una buena idea? No sé qué hacer.
- ¿Me comprarás un helado de chocolate? -cuestiono, ruborizándome. Parece un puchero.
Sonríe, y asiente. Hago igual, y por un momento, me siento como si en verdad Hipo fuera algo para mí.
- Bien. ¿Te veo a las 7:00 en la puerta principal?
Asiento, mientras me invade la cabeza el pensamiento de el vestuario que tendré que usar. Nada formal, supongo.
- Hasta entonces -dice alegre, y se va.
*****
Llego a mi casa toda sudada, cansada y agotada. Me tiemblan, duelen y arden las piernas. Ya no puedo más, y si sigo así, no aguantaré los juegos.
Me dejo caer en cuanto cierro la puerta. Definitivamente ya no puedo.
Rapunzel se asoma de la cocina en cuanto escucha el impacto de mis rodillas en el suelo, y corre hacia mí rápidamente.
- ¡Mérida! ¿Estás bien?
Asiento, sonriente. No debo preocuparla.
- Solo estoy cansada -admito-. Tengo que salir al rato. No sé qué ponerme.
Parece que mi distracción ha funcionado. Me ayuda a levantarme, y veo que hace un esfuerzo más del necesario. Me siento en el sillón y me recuesto.
- ¿Una cita? ¿Tú? -suena confundida.
- No es una cita -explico-. Hipo solo quiere ir a dar una vuelta.
- Como en una cita.
- ¡No! Sólo iremos por helado, caminar un rato, cosas así.
- Igual que en una cita...
- ¡¡Que no es una cita!!
Rapunzel ríe. Se levanta y regresa a la cocina.
- Bueno, si no es una cita, entonces no entiendo por qué tanto alboroto -me dice-. Cualquier cosa estará bien. ¿Adónde irán?
- Bueno, al festival -contesto-. ¿Crees que haga frío?
- Conociendo a Jack, seguramente estará llevándote de un lado a–
- ¿Jack? -pregunto, confundida-. No, no. Iré con Hipo.
Me retracto casi al instante. No debí haberle dicho nada. Seguramente se hará falsas ilusiones.
- Pero él...
- Ya lo sé -le digo-. Tiene novia. Iremos como amigos; descuida, no haré nada malo.
Se queda callada. No puede ser, Rapunzel, ya estoy grande y sé qué hacer. A veces
- Bueno, entonces ven -me dice, levantándome-. Necesitarás muchas energías para poder aguantar toda la noche. El festival es largo.
- ¿De qué hablas?
- ¿Crees que no iré? Honey y Tadashi me han invitado -me sienta en la mesa y me acerca un plato-. Pensaba invitarte, pero no te había visto.
Me quedo callada. Y, por alguna razón, me alegro de que Hipo me haya invitado. Si ellos lo hubieran hecho primero, definitivamente me hubiera negado. Y no hubiera ido.
- Come -me dice-. No tardé tanto para que ni lo toques.
- Lo siento -no tengo hambre. Pero quiero comer.
Me meto un bocado a la boca, y mi paladar dice que está delicioso. Asombroso. Pero cuando mi estómago lo recibe, se queja, y comienza a dolerme.
No. No puedo hacerle eso a Rapunzel. Pero... Me duele. La miro, comienzo feliz, y sin decir palabra mientras tararea una canción.
Lo siento, Rapunzel.
Me levanto, tomo mi plato, y hago como que estoy comiendo al tiempo que camino a mi cuarto.
- Te ha quedado de maravilla -le digo-. Pero tengo que bañarme. Continuaré comiendo mientras me desvisto.
- Acábatelo todo.
- ¡Lo haré! Lo prometo -y cierro la puerta.
Otra promesa que no podré cumplir.
*****
- Lleva un suéter, por favor -me pide Rapunzel-. Va a llover.
- No sabes eso -le digo, sonriente-. No eres meteoróloga.
Carajo. Rapunzel, deja de preocuparte. Te saldrán canas.
- Tu eres una artista -le digo, cambiando de tema-. Deberías preocuparte por decorar ese espacio vacío en la sala.
Le señalo la pared. Y Rapunzel se queda quieta, mirando fijamente el espacio vacío. Camina hacia él inconscientemente, hablando consigo misma.
Es ahora o nunca.
Corro hacia la puerta sin hacer el más mínimo ruido, y luego comienzo a correr hacia la entrada.
Caray. Voy casi diez minutos tarde. Espero que Hipo no me haya estado esperando por mucho tiempo.
Veo una figura alta, recargada en uno de los pilares de la entrada. Le brilla la cara debido a su teléfono, así que corro con más ganas.
Sonrío, me alegro, quiero reír. Por alguna razón, quiero abrazarlo, quiero decirle muchas cosas. Tomo aire para gritar su nombre.
- ¡Hi–
- ¡Hipo! Grita alguien más por detrás de él, mientras lo abraza por detrás-. ¡Hola, mi amor!
Su novia...
Y le besa los labios.
- No -digo para mis adentros, con voz temblorosa-. Otra vez no.
Hipo... ¡Ese idiota! ¿Qué tratas de hacer conmigo?
Me espero, en la espesura de la noche, en las sombras. Algo dentro de mí quiere ver lo que pasa.
Ella luce feliz. Demasiado, él también, pero, de manera diferente. Está rígido, su postura es dura.
En eso la chica se va. Y deja a Hipo solo. Camino hacia él, y recuerdo sus palabras en la mañana.
"Iremos como amigos"
Me trago mis lagrimas, mi tristeza, y decido levantar la cara con una sonrisa.
- Hola -saludo.
- Hola -dice, relajando su postura, sonriente.
- ¿Nos vamos?
Asiente, y se pega a mí. Ligeramente. Quiero apartarme, quiero apartarlo. Quiero empujarlo y decirle que me deje en paz.
Pero quiero abrazarlo. Y... Be....
¡¡NO!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro