Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cena

Jack

Me arden las piernas y los pulmones. Estoy seguro que en cuanto llegue a la puerta de su casa, me desplomaré. Ya no puedo más. Falta poco. Muy poco para poder verla.

El hombro me está matando; he traído una mochila conmigo, y dentro de ella hay ropa. Tengo un plan y Mérida no podrá decirme que no.

La veo desde la ventana. Está en el computador con audífonos, y, conociéndola, no ha de tenerlos en un volumen bajo.

No tiene caso tocar la puerta; no me va a escuchar cuando lo haga, así que cambio de dirección rápidamente y me dirijo hacia un costado de la casa. Subiré ese árbol y entraré por la ventana.

Escalo con rapidez y agilidad, porque ya sé dónde debo pisar y dónde no. Porque de tantas veces que vengo a ver a Mérida, ya sé dónde están las partes claves.

La ventana está abierta, así que entrar será más fácil de lo que pensé. Me coloco bien en la rama, y con un impulso fuerte me impulso hacia adelante, para entrar a la ventana dando una voltereta.

Y lo logro.

- ¡Ta da! -digo, poniéndome en pie y estirando mis manos-. ¡Gracias, gracias!

Mérida se vuelve rápidamente, pero relaja su expresión al verme. Seguramente creyó que era un ladrón o algo así. Se quita los audífonos y me sonríe.

- Hola, tonto -saluda.

- Hola, greñuda -correspondo. Corro a ella y la abrazo.

Con ella ya no me duele nada. Me siento tranquilo y seguro. Poco a poco corresponde a mi abrazo y yo hundo mi rostro en su hombro... Finalmente, después de varios siglos sin verla, puedo escuchar su voz y volver a respirar su delicioso aroma.

Vuelvo a estar en los brazos de mi amada.

*****

- No -dice seria.

- ¿Qué? -exclamo sorprendido a manera de queja-. ¿Por qué?

- Escucha -me dice mientras recoge sus cosas del suelo-. Mañana es domingo y no tengo muchas ganas de levantarme tarde.

- Será rápido -persuado-. Además, la comida ahí esta rica. Y yo pagaré. ¿Qué más quieres?

Se queda callada un momento. No puede decirme que no. Es una oferta tentadora de tiempo limitado, y sabiendo como es ella, vendrá.

- Agh -dice finalmente-. Bien. Estaba a punto de bañarme. Sal a la sala y ponte a jugar o algo.

- ¿Bromeas? Yo también me iré a bañar -digo, retractándome casi al instante.

Veo su cara de sorpresa ante mi comentario. Ha malinterpretado las cosas, y ahora está sonrojada.

- ¡N-no me refería a eso! -digo nervioso-. Yo... Solo tomaré el baño de Rapunzel.

- No -me dice-. Usa este. Yo usaré el de ella.

Toma una toalla y sale con velocidad. Parece que la he incomodado un poco. Pero no dejaré que eso arruine mi noche. Abro mi maleta y saco mis cosas. Tomo mi toalla azul y me meto a la regadera.

Para cuando termino, todo el baño está empañado en vapor caliente y yo huelo a shampoo de kiwi y fresas.

Excelente, idiota. Ahora olerás a perfume de Mérida.

Salgo, y me amarro la toalla a la cadera.  Mi cabello escurre pequeñas gotas que me recorren la espalda y me causan escalofríos. Pero cuando abro la puerta, Mérida está dentro con una toalla y me ve.

No sé exactamente qué hice, pero lanza un grito agudo y me lanza lo primero que encuentra; una almohada. Toma su ropa y sale corriendo a toda prisa.

Azota la puerta de Rapunzel y se queda la casa en silencio por unos momentos. ¿Qué acaba de pasar? No hice nada. Tan sólo... Salí de bañarme. Todo esto me hace recordar lo que pasó con Rapunzel e Hipo.

¿Por qué las chicas gritan cuando ven el cuerpo de un chico? Nosotros no hacemos eso...

En fin. Tomo mi ropa y me cambio con velocidad, tratando de quedar impecable. Me perfumo un poco más de lo debido, y salgo, no sin antes recoger mi tiradero y tender mi toalla en una silla de la cocina.

Lavo mis dientes, y luego toco la puerta de Mérida. Pronto nos iremos a cenar, sólo ella y yo. En cuestión de minutos, estaremos en camino hacia el restaurante.

- ¡Me falta arreglarme todavía! -me grita desde adentro.

- ¿Bromeas? -exclamo.

Caray. Yo me tomé diez minutos en estar listo... ¡Y ella todavía no puede acabar!

Me aplasto en el sillón de la sala y enciendo el televisor. Le dejo ahí; son caricaturas.

Pero luego, poco a poco me voy cansando, y sin que me de cuenta, me quedo dormido.

*****

¡Jack! ¡Jack!

Escucho una voz con eco. Como si estuviera en una cueva vacía. Una voz hueca.

¡Jack! ¡Jack!

Es Mérida, pero no la veo. De hecho no veo nada, ni si quiera me veo a mí. No veo mis manos ni mis pies... ¿En dónde estoy?

- ¡Despierta, carajo! -grita Mérida mientras abro los ojos.

Parpadeo varias veces para poder ver claro y espantarme lo borroso de la vista. Veo a Mérida frente a mí, muy cerca.

- Diablos -me dice mientras se pone erguida-. Creí que estabas muerto.

Me levanto y siento un dolor punzante en mi hombro y cuello; he dormido chueco.

- Vámonos -dice, y no es hasta entonces que me percato de lo linda que se ve.

Trae un vestido de flores con unas botas cafés altas y... Una cosas rara en el cuello. Es como una bufanda pero más ligera... ¿Mascada?

- Te ves bien, tonto -dice, examinándome mientras asiente con la cabeza.

- Gracias.

Para ser un viejo pantalón negro y una aburrida playera blanca con una chaqueta negra, creo que lo luzco tan mal.

Me abre la puerta y ambos salimos hacia el restaurante. Está a pocas cuadras así que no tardaremos mucho en llegar.

Y sí, llegamos rápido. Mérida tiene pies largos y parece que da zancadas cada vez que camina rápido. Hace frío, como de costumbre, pero no puedo sentirlo. Para mí solo es aire.

Pedimos una mesa, y, para suerte de Mérida, la he traído a una de sus comidas favoritas.

- ¡Pizza! -dice mezclado con un gruñido de emoción.

Ni si quiera se molesta en revisar el menú; pide una pizza hawaiana, con extra piña. Y un jugo.

- Se ve que tienes hambre -le digo con una sonrisa.

- Sí -responde alegre-. Tenía mucho sin venir. O sin comer pizza.

Río por lo bajo, y contemplo a Mérida unos largos minutos mientras ella comienza a contarme su típica anécdota de siempre; la vez que saltó por un río y sacó una trucha del tamaño de su brazo.

La contemplo toda; su hermoso cabello, sus lindos ojos, su suave voz, y sus manos haciendo movimientos en el aire, sus graciosas pecas, su pequeña y chata nariz, y su precioso rostro de ángel. Puedo ver en ella felicidad y emoción, atrevimiento y adrenalina. Ella es especial. Es adorable. Es Mérida...

Y ella lo es todo para mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro