Celos
Rapunzel
Ahora es mi turno de ir con Jack. Creo que él también necesita apoyo.
Toco la puerta y me abre Tadashi. Me saluda y me deja entrar a la casa con olor a comida quemada.
- ¿Qué pasó? -pregunto mientras respiro hacia todos lados.
- Intenté hacer una sopa -responde, apenado-. Pero no me salió tan bien como esperaba.
Río por lo bajo. Hago una seña al cuarto de Jack con la cabeza y me dice que entre. Llamo dos veces esperando una respuesta, pero no dice nada.
- Tal vez esté dormido -le digo-. Ya es un poco tarde.
- Jack nunca duerme. Y menos a estas horas.
Toma la perilla con su mano y la abre. Luego empuja la puerta y vemos a Jack tirado en la cama, con audífonos.
Tiene su parte del cuarto hecha un horror a comparación con la de Tadashi.
- ¡Jack! -le grito, un poco molesta.
Se vuelve, aflojerado sin quitarse los audífonos. También tiene ojeras.
- ¡Jack! ¡Levántate! -digo-. ¡Mira qué desorden! Recógelo ahora mismo.
Parece que no me escucha, y vuelve a acostar su cabeza. Me acabo de enfurecer.
- Rapunzel -me dice Tadashi-. Será mejor que lo dejes así; no creo que te escuche.
Oh, claro que lo hará, Pienso. Camino hacia Jack hecha una furia y con todas las fuerzas que tengo, tomo el colchón con mis manos y le encajo las uñas, lo levanto de un tirón y Jack sale volando.
Me duelen los dedos pero solo un poco. No me había dado cuenta de la fuerza que poseo ahora; los entrenamientos han dado frutos.
- ¿Qué te pasa? -me pregunta, histérico.
Camino a él con seriedad y le jalo la oreja hacia abajo mientras la aprieto. Camino hacia el desorden y él hace igual. No tiene opción.
- Recoge todo -le ordeno.
- No.
- Jack -repito, más firme.
- No lo haré, ¿sí?
¡Agh! Todo esto me enfurece. Me enfurece su actitud tan negativa, me enfurece que esté enfurruñado con todo por simples detalles, pero sobre todo, me enfurece más el hecho de que su rabieta esté descomponiéndolo.
Rápidamente le suelto la oreja y le tomo un brazo mientras se lo retuerzo hacia atrás y lo aprisiono contra su espalda. Con mi otra mano libre, sostengo su otro brazo.
Ambos quedan perplejos.
- Escúchame bien -le digo con voz firme-. Vas a limpiar todo y después vas a ir a hablar con Hipo a aclarar todo.
- No hablaré con ese idiota.
Jalo su brazo más hacia arriba, y entonces suelta un gemido de dolor, seguido de un bufido. Me acerco más a su rostro, y hablo entre dientes.
- Ambos hablarán hasta que se contenten. Y van a hacerlo después de que termines de ordenar este chiquero, ¿Entendiste?
No responde, y le tuerzo la muñeca ligeramente hacia la izquierda. Suelta otro respingo.
- ¡Está bien! ¡Está bien! -se apresura a decir-. ¡Lo haré. Sólo suéltame!
Y entonces, suelto su brazo y camino hacia la puerta. Tadashi me mira con los ojos abiertos como platos mientras se hace a un lado para que pueda pasar.
- ¿Puedo tomar una de tus manzanas? -pregunto con voz suave.
Asiente, sin dejar de mirarme raro. Cierra la puerta y camina conmigo por el pasillo.
- Recuérdame que nunca te haga enojar -me dice.
Río por lo bajo y le cuelgo un brazo por el cuello. Tadashi es adorable.
*****
- Vámonos -le digo a Jack con una sonrisa en la cara.
No ha dicho nada. Quizá me pasé un poco hace rato. Pero lo hice por su bien.
El sol está comenzando a ponerse y empieza a hacer frío. Ya viene noviembre; el mes favorito de Mérida. Me pregunto si querrá hacer su noche festiva de todos los años.
- ¿Cómo está? -pregunta de la nada.
- Desde ayer está bien pero ha decidido faltar hoy -entrelazo mis manos por detrás de mí-. Mañana estará en la escuela otra vez.
- Bien -dice, y puedo notar un poco de alivio.
Estamos frente al departamento de Hipo. Es más pequeño de lo que parece. Se escucha música de rock a través de la puerta, toco varias veces de manera fuerte, y entonces sale Hipo con el cuerpo casi desnudo.
- ¡Aaah! -grito en tono agudo mientras me tapo los ojos y me vuelvo hacia atrás.
¡Cielos! Espero no haber incomodado a Hipo. Siento que el calor se me sube a las orejas y a las mejillas. Gracias al cielo que no vi mucho.
- ¡Oh! -dice un poco sorprendido-. Lo siento.
Se hace a un lado para que entremos, pero no despego mis ojos del suelo. Se pone una playera en cuanto entramos.
- Listo -me dice-. Puede ver si quieres. Ya tengo una playera.
Subo la mirada poco a poco, y entonces me encuentro con que no hay cocina, ni sala, ni si quiera dos recamaras. Hipo vive en un cuarto para estudiantes.
- Bonito cuarto -le digo con toda sinceridad.
Es pequeño, pero está todo perfectamente bien ordenado y limpio. Si no cocinera a Hipo diría que contrató un servicio de limpieza extremo hoy en la mañana.
- Gracias -dice-. No es mucho, pero pueden sentarse donde gusten.
Miro a Jack, parece molesto, aunque no ha dicho nada, y siento que algo falta en el ambiente.
- Gracias -y tomo asiento en la cama, que es bastante cómoda.
Jack no se sienta, y noto la tensión de Hipo al estar sentado frente a él. No dicen nada, y le lanzó una patada a Jack de manera discreta.
Lanza un respingo, y se frota la sien. Esto será difícil.
- Hipo -comienza-. Lamento mi actitud del otro día.
Hipo se vuelve hacia él, un poco sorprendido. Lo escucha y yo hago igual. En eso, algo por detrás de mí se frota con mi espalda y mi brazo. Lo miro, y veo a un adorable gatito negro de hermosos ojos verdes. ¡Es tan adorable! Lo tomo entre mis brazos y comienzo a acariciarlo. ¡Kya! Es demasiado suave y terso. Quisiera llevármelo y dormirme abrazada a él.
Y cuando menos lo pienso, Hipo y Jack chocan los puños y luego los antebrazos.... ¿Qué?
- Eres una basura -dice Hipo entre risas.
- ¡Mira quién habla! -responde Jack.
Y así, frío y caliente se vuelven a unir en un aire que sacudirá por completo la universidad...
Hipo y Jack... Competirán por el amor de Mérida.
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