Basura
Jack
Hipo esta en la enfermería desde anoche. Tiene una cortada en el brazo, y le duele todo el cuerpo, así que tiene 5 días para recuperarse antes de que continúe la siguiente prueba.
Si queremos puntos, debemos ganárnoslos, así que hemos decidido entrar a clubes comunitarios. Haremos un bien a favor de terceros para recibir sus agradecimientos.
Lo primero, cambiar la apariencia de la ciudad. La limpiaremos y le quitaremos la basura de las calles. Será divertido...
¡Y más porque Mérida irá!
- ¡Hey, vámonos! -me grita.
Su voz invade mi cabeza como un dulce canto, como un arrullo suave que me vuelve a la realidad. Subo a los camiones que nos transportarán y tomo asiento junto a Mérida. Se ve muy contenta hoy.
No ha de estar tan mal el parque, digo, un par de basuras y listo. Tendré todo el día junto a Mérida. Pero en cuanto llegamos al parque, lo primero que veo es basura. Mucha basura. Y me pregunto si en serio tendré tiempo para estar con Mérida hoy.
- Apuesto a que levanto más basura que tú -dice Mérida, guiñándome un ojo.
- Bien -le digo-. Un sándwich de pavo. Al final. Lo quiero con doble queso.
- No estés tan seguro de tu victoria -ataca-. Lo quiero con una soda. Dietética.
Cuando nos separamos con nuestros equipos, comenzamos a levantar todo. Hay basura, desperdicios, restos de comida, y cosas de dudosa procedencia.
Al pasar las dos horas, ya huelo de todo un poco; sudor, basura, cansancio, desesperación, carne quemándose. Soy un asco. Y mi ropa esta sucia. Pero llevo mucha basura, tanta que hasta Tadashi me ha preguntado que cuál basurero he asaltado.
Cuando voy hacia el equipo de Mérida, no la encuentro a la vista, así que le pregunto a Rapunzel;
- ¿Y Mérida?
- No lo sé -se limpia el sudor y luego me mira nerviosa-. Creí que estaba contigo.
- No... -respondo un poco preocupado.
Miro a todos lados buscándola con un poco de desesperación. ¿Si no está aquí entonces dónde?
- ¡Mérida! -grito-. ¡Mérida!
Este parque es demasiado grande. Puede estar donde sea con tal de ganarme. La conozco, y sé que es capaz de incluso salir del parque para demostrarme su espíritu competitivo.
Al ver mi preocupación, Rapunzel y las demás me siguen.
- ¡MÉRIDA!
*****
Llevamos casi una hora buscándola, y no ha salido por ningún sitio. ¿Se habrá ido a la universidad? ¿O le habrá pasado algo...? ¿Alguien pudo haberla...
¡NO!
Aprieto mis dientes con fuerza y me obligo a sacudirme esos horribles pensamientos de mi cabeza. No, no. Ella está bien. Lo está.
El tiempo se nos ha acabado. Los camiones vendrán por nosotros en diez minutos. Y los de la basura también... Si Mérida no está para cuando eso pase, el equipo perderá puntos.
- Jack -me dice Elsa-. Debemos volver. Los camiones no tardan.
- Ya lo sé -le digo un poco serio.
Me obligo a mi mismo a imaginar que Mérida esté en la entrada del parque, esperándonos. Doy media vuelta con Elsa y nos vamos.
Al llegar, lo primero que veo es al resto de su equipo hablando entre ellas. Están todas, menos a la que quiero ver. Uno de los integrantes del consejo estudiantil bajan con una lista para ir registrando los kilos que hemos recolectado individual y grupalmente.
No puedo dejar que lleguen a su equipo. De 8 solo somos 6. Y ellas son las segundas. Conozco tan bien a Mérida que sé que sabe que llegar tarde la hará perder contra mí. Sí. Ella llegará.
Iniciamos nosotros. Lo único que puedo hacer por ahora es entretener a este joven de.. Segundo año.
Fred colecta 10.3 kilos. Súper bien. Kristoff 13.6, Aceptable. Tadashi 18.2 Eugene 22.9 y yo...
- Disculpe -digo antes de que lo suba a la báscula-. Tengo basura dentro de mis bolsillos, ¿cuenta?
Se queda unos segundos inexpresivo, mirándome con una ceja en alto. Me escudriña rápidamente y creo que se percata de que tengo basura prácticamente en todo el cuerpo. Finalmente asiente.
Meto mis manos a los bolsillos y saco envolturas de chicles y caramelos de (yo creo) hace semanas. Las tiro al suelo para "agilizar todo" mientras sigo hurgándome. Las del pantalón igual; tengo un sobre de azúcar de hace un mes, cuando fuimos con Hipo a jugar videojuegos a su casa.
Luego, con un poco de torpeza levanto la basura y la pongo en mi bolsa. Serán gramos de ventaja.
- 35.7 -dice un poco sorprendido.
Aunque no lo culpo; la bolsa está bien gorda y parece que está a punto de explotar. Lo cuenta, y comienzo a sudar. ¡Carajo, Mérida, dónde estás!
- 102.5 kilogramos -finaliza-. Bien hecho.
En eso, Mérida llega corriendo, con dos bolsas de basura bien llenas y gordas. Quedo impactado.
- ¡Esperen! -grita-. ¡Traigo basura!
Su equipo se hace a un lado y comienzan a contar. El sujeto la mira como con indiferencia, con una mirada extraña. Levanta una ceja nuevamente y la escudriña. Pero al final lo deja pasar porque ya se quiere ir de este horrible olor.
Elsa 7.4, Rapunzel 6.9, Anna 9.7, Gogo 13.6, Honey 7.3 kilos. La suma va casi de 50 kg. Necesitan más del doble para alcanzarnos. No creo que esas basuras de Mérida pesen más de 40 cada una. No.
Cuando pesan las de ella, quedo atónito; una pesa 28.8 , y la otra...
- 28.3 kilos -dice serio-. Entonces hace una suma de...
Teclea los números a una velocidad impresionante en la calculadora y se ajusta los anteojos que penden sobre su nariz.
- Van a la cabeza ellos.
Lanzó un grito de victoria. Todos los hacemos, y ellas, no tanto. Quisiera alegrarme más, pero ver la cara de derrota de Mérida me hace sentir un poco mal. Quisiera hacer algo por ella. Quisiera por lo menos ha—
- ¡Esperen! -interrumpe Mérida.
Camina a mí con pasos suaves, mirándome. No sé qué hace, pero me está poniendo nervioso. Siento mi cara roja y mis manos comienzan a transpirarme ligeramente. ¿Qué hace?
Levanta una mano y la dirige a mi rostro. ¡Ahh! ¿Qué trata de hacer? Me pongo nervioso, demasiado. Entonces veo que me quita algo del hombro. Una cascara de plátano.
- ¿Esto cuenta? -pregunta al sujeto.
Y éste asiente como diciendo "¡todo lo que es basura cuenta!"
Lo deposita sobre una de las bolsas, y ésta aumenta 7 gramos. 7 malditos gramos.
- ¡Yeeeey! -gritan todas con gran victoria y felicidad.
- ¡NOOOOOOOOO!
Me llevo las manos a mi cabello y me dejo caer de rodillas al suelo mientras grito al cielo mi derrota. ¡Nooo!
- Creo que me debes una soda dietética y un sándwich de pavo -dice Mérida.
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