Arroz
Hipo
- No era necesario echarnos a correr, ¿sabes? -dice, entre jadeos-. Pudimos habernos quedado escondidos en algún lugar.
- Aunque hubiera sido así -digo, incorporándome-. Tarde o temprano nos hubieran reconocido.
Tomo asiento en uno de los lugares disponibles y me recorro para que Jack también se pueda sentar.
- ¿Y adónde lleva esto? -pregunto, mirando las calles de la ciudad.
- Iré a preguntar.
Tuvimos que subirnos a un tranvía que vimos. Dejamos atrás a las chicas que nos seguían, pero siento que adelante, en la primer parada que hagamos, encontraré a más.
- Justo ahora va al pueblo Chino -responde Jack, dejándose caer junto a mí-. De ahí irá al centro y luego a no sé dónde más me dijo -se limpia el sudor-. Tengo sed.
- También yo -comento.
No sé hasta dónde sea necesario tener que bajarnos. Me duele un poco la espalda por la caída que tuve en el árbol. Ese sujeto me ha dado mucho en qué pensar... ¿Quién era? Es que simplemente no puedo sacarle de mi cabeza.
- Oye, mira -me dice Jack, señalándome un punto a lo lejos-. ¿Quieres bajarte a comprar arroz frito?
Ya es medio día, y mi estomago ruega un poco de comida. En cuanto lleguemos al pueblo Chino, comeremos.
- Sí, pero, conozco un lugar más rico -y que además me hacen descuento.
Me acomodo en mi asiento y me recargo en el vidrio; la sombra de los edificios me es agradable. Jack se recarga ligeramente en mí y se acomoda. Quien nos vea, pensará que tenemos algo él y yo.
Qué tierno.
Correspondo a él recargando mi cabeza en la suya. Me sorprende lo que he crecido este tiempo. Cuando entré a la escuela, Jack era apenas más bajo que yo, y ahora, le saco casi media cabeza. Miro por el vidrio a toda la gente caminando, de un lugar a otro, sin detenerse. ¿Es que toda la gente de aquí es así? ¿No se detiene ni un minuto a descansar? Esta ciudad está loca; pueden pasar más cosas de las que imaginamos en un día.
Es tan grande que no alcanza a ser recorrida en un par de días. Mucho menos en uno solo.
Pasan un par de minutos cuando llegamos a los inicios del barrio chino, por lo que muevo a Jack con cuidado de mi hombro para no alarmarlo. Al percatarse de dónde estamos, se pone de pie y me ayuda a incorporarme.
- ¿Estás bien? -pregunta.
- Sí -respondo.
Esperamos a que el tranvía haga su parada, y cuando lo hace, bajamos con cuidado. Huele a pollo frito y a galletas, lo cual, hace que me dé todavía más hambre. Caminamos un par de manzanas hasta que llegamos al restaurante de mi amigo. Entramos al lugar, cuyo aspecto lúgubre y pequeño le da un ambiente poco acogedor, pero, las pocas veces que he entrado a este lugar, me la paso más a gusto de lo que espero.
Me siento junto a la barra. Jack examina cada detalle del lugar, pese a la poca luz que hay.
- Hipo, Hipo -dice Patán en cuanto me ve-. Qué sorpresa verte aquí.
- No te acostumbres -le digo, tragándome una sonrisa.
- ¿Qué quieres? -pregunta-. No creo que vengas por comida.
Me ofendería si no me conociera. Las anteriores veces venía por favores, a pagar deudas, u otras cosas. Pero esta vez, sí vengo por comida.
- Me ofendes -finjo-. Solo quiero arroz.
- ¿Viniste hasta acá por arroz?
- Nadie como tú -hago un ademán con la mano.
Se voltea, divertido, y comienza a cocinar. Jack juega con una servilleta que tiene cerca, rompiéndola en pedazos pequeños y acomodándolos unos sobre otros.
- Bonito lugar -dice, sin mirarme-. ¿Aquí traes a tus citas para conquistarlas?
Río por lo bajo.
- Algo así.
- ¿Qué sigue después? -continúa, sonriendo-. ¿Cine, un bar, y luego tu cuarto?
Me encanta el humor de este tipo.
- Podemos saltarnos directamente al cuarto si quieres -digo, empujándole el hombro un poco.
- Tanta suerte tuvieras -me regresa el empujón.
Adoro hacer este tipo de bromas con Jack. La mejor parte es que son personales; si alguien llegase a escucharnos, sabrán que hay algo. Pero, la verdad es que no. Él y yo somos muy buenos amigos. Casi hermanos. Pese a aquel beso, pero, eso es otra cosa.
Saca su teléfono y checa un mensaje. Sonríe a la pantalla y lo guarda de nuevo.
- ¿Buenas noticias? -inquiero.
- Algo así -responde, al tiempo que se encoge de hombros-. Rapunzel quiere saber dónde estoy.
Saco mi teléfono y comienzo a escribir un texto a Rapunzel a manera de respuesta. No sé si debería, porque, no estoy acostumbrado a hacer este tipo de bromas, pero, ¿por qué no? Digo, solo se vive una vez.
"Estamos en el 69 ;)"
Río por debajo de mi aliento.
- ¿Qué hiciste? -pregunta Jack.
- Nada -aprieto los labios para que no me salga una sonrisa.
A los pocos segundos, me contesta:
"¿Dónde queda eso?"
La inocencia de Rapunzel me da ternura en niveles que no me explico. ¡Es que es tan adorable!
"Pregúntale a Jack ;);)"
Tomo un par de salsas de soja, y las pongo junto a las servilletas que pienso llevarme. No pasan más de 30 segundos, cuando Jack me da un golpe en el hombro.
- Eres de lo peor -dice, intentándose tragar la risa.
- Así es -agrego-. Lo soy.
*********
Tras recoger varios objetos míos que había dejado anteriormente, no nos quedó otra opción mas que ponernoslos encima. Ahora parecemos tipos extraños que quieren asaltar a alguien.
- Tengo calor.
La gorra tapa la mayor parte de mi cabello, pero, los lentes de sol sí me están ayudando. Claro que, la chamarra, no tanto...
- Debemos llamar a tu mamá -comenta Jack, con la boca llena de arroz-. Llevamos mucho rato fuera.
- Creí que nos alcanzaría en el parque.
Comer con palillos el arroz me es más cómodo; como menos, y me lleno más rápido.
- Llámemosle y digámosle que estamos aquí.
Suena bastante obvio, pero, es probable que nos regañe por alejarnos tanto. Si vamos a llamarle, debemos estar al menos cerca del parque, o ambos estaremos en problemas.
- Debemos regresar -digo-. Rápido.
- Ya estamos aquí -se queja.
- Pero deberíamos estar allá y no aquí -le explico-. Se puede molestar mi mamá.
- Cierto...
Comenzamos a caminar hacia una de las calles donde pasan tranvías; alguno de ellos puede llevarnos al parque donde estábamos.
Entonces, mi mamá me llama.
- ¡Mamá! -saludo, un poco nervioso.
- ¿Hipo? -pregunta-. ¿Dónde estas?
- Comprando comida... China... -comienzo a ponerme nervioso-. ¿Dónde estás tú?
- Saliendo del supermercado. Voy a llevar las bolsas a la casa y de ahí por ustedes.
- Perfecto -le doy un codazo a Jack y le hago una seña de que busque algún tranvía-. Cuando estés afuera, me llamas.
- Claro. Con cuidado.
Cuelga, y miro a Jack, quizá un poco más histérico de lo que debería.
- ¿Qué pasó?
- Irá por nosotros -le digo-. Debemos encontrar un tranvía rápido.
Me vuelvo por detrás mio y veo a un señor, por lo que le pregunto cuál tranvía nos puede llevar más rápido al parque del puente rojo. Busca por la calle un par de segundos, hasta que lo encuentra.
- Ese de ahí -señala un punto, y Jack y yo nos volvemos a éste-. El próximo llega en media hora.
El tranvía está a dos cuadras de nosotros, justo doblando la esquina, yéndose.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro