"PIES DE ÁNGEL"
I
Cuan hermosos tus pies descalzos
mi adorable y dulce criatura
como los pies del caminante
Que baja de sobre los montes
Trayendo alegres buenas nuevas
·
Como blancas palomas de la paz
Que caminan sobre albinas nubes,
O como cisnes de níveo plumaje
Yendo sobre el rostro cristalino
De las aguas de un río tranquilo.
·
Como la luna cuando está en plenilunio
O como las estrellas fulgentes
Que rompen el imperio de la noche,
Cuando tu faz me ilumina,
Junto al brillo de tus ojos diáfanos.
II
Cuan hermosos tus labios encarnados
Cuando me hablas y me sonríes,
Mi querida y grácil doncella,
Como manzanas maduritas
De un dulzor incomparable.
Como primorosas rosas rojas
Entre un vergel florecido,
O como fresas para la cosecha;
Las primicias de una vendimia
En los albores del amor primero.
III
Cuan hermosos tus cabellos sueltos
Cuando los agita el viento,
Cual palmeras azabaches
Sobre tu rostro de ensueño,
En los años de tu mocedad
Como enhiestos estandartes negros,
Sobre tu tez clara,
O como un bosque de banderas
En la cima de tu humanidad
Que crece entre el silencio mudo.
IV
Y tu cerviz augusta, regia, delicada,
Donde las cuentas de tus collares
Y los eslabones de tus áureas cadenas
Abrazándola, le rodean elegantemente,
Que linda es, amada mía.
Como el erguido cuello de una princesa
Que camina glamorosa vestida de luz,
Adornada de piedras preciosas,
Resaltando su núbil primor
De divinidad inefable.
V
Cuan tersas tus manos, amada,
Coronadas por cinco espigas
Sobre las blancas palmas,
En donde la gitana arbolaria
Puede leer como en un libro abierto.
Como suave terciopelo
Cuando con tus yemas me acaricias,
O como el agua fresca
Que se desliza sobre mi piel,
Suavemente y sin prisa.
VI
Es la negra noche, tu cabellera, mujer,
Cascada cantarina sobre la roca frágil,
De tu cabeza redonda y juvenil,
Adornada por hilos de seda, tersos,
Que brillan cual astros, con luz propia.
Envidia siente la fresca brisa
Cuando juguetea con tus lisos cabellos
Y los agita de un lado al otro
Como a un estandarte sobre un monte,
Y los toca con sus dedos invisibles.
Del terciopelo de tus cabellos
Un mechón quisiera tener
Amarrado con una cinta roja
Para conservar el más bello recuerdo
De la cabeza de una reina encantadora.
VII
Son los dedos de tus manos, amada mía,
Motas de suave algodón sobre mi rostro
Cuando palpas con dulzura singular
La adormecida geografía facial
Con calidos y suaves mimos.
·
Plumas de cisnes, son tus manos,
Tersas, suaves y consentidoras,
Pedacito de nube del cielo azul,
Entrelazado con las manos mías
Cuando intercambiamos caricias.
Brisa fresca sobre todo mi ser
Que sublimiza mi alma y mi espíritu,
Gotitas de rocío mañanero
Que caen delicadamente sobre la cara
Del campo que se despierta emocionado.
VIII
Mangales en tiempo de cosecha, tus labios son,
Querida mía. Dulce y deliciosos caramelos
Con el corazón lleno de miel de abejas,
Ciruelas maduritas que todos codician,
Como los besos de tu boca.
El corazón de una patilla, son tus labios,
Con el rojo de la misma sangre vital,
Que corre por tus venas presurosa,
De hermosa y primorosa niña – mujer.
Cerezas silvestres del campo de mis amores,
Que un día quisiera probar
Para comprobar de una vez por todas
Si son dulce néctar, tus labios,
Como he imaginado despierto y en sueños.
IX
Y tus ojos cuando me miras
Son abrazos de una madre amorosa,
Y de un hijo que le corresponde
Cuando se encuentran con los míos
En la mutua contemplancia
Del color de la negra noche
Tus ojos cristalinos, criatura,
Y me cubren con su fulgor
De soles, en medio de la penumbra,
Que dan luz a un par de estrellas muertas.
Tus ojos son como tus manos
Que me acarician sin tocarme,
O tus palabras sublimes
Que me abrazan fuertemente,
Cual dos amigos al encontrarse.
Como suave terciopelo
Cuando con tus yemas me acaricias,
O como el agua fresca
Que se desliza sobre mi piel,
Suavemente y sin prisa.
X
Pies de ángel son los tuyos, mí amada,
Cuando recorren el espacio eterno
De los caminos distante que te traen a mí,
Amados y anhelados pies los tuyos
Porque te hacen venir a mi vera.
Tus pies son los de una princesa
Cuando caminas sin sandalias
Por la alfombra de un castillo de ensueño,
Que se tiende rindiéndote pleitesía,
Acariciándolos y llenándolos de besos.
Un par de niños desnudos
Que no conocen lo que es el pudor,
Porque están vestidos de santa inocencia
Y no conocen lo inmoral y lo sucio,
Pudiendo caminar sobre el fango sin mancharse.
XI
Estás ataviada de pureza,
Blancos son tus vestidos;
Eres en hermoso ángel de luz
Toda cubierta de primores,
Caminando con tus pies desnudos
Pies de ángel, corazón de niña,
Espíritu libre como el viento,
Incansable, venida del aquilón,
Manos limpias, corazón puro,
Inocencia virginal, alma blanca.
Como los pies del caminante
Que baja de sobre los montes,
Trayendo alegres buenas nuevas,
Mi adorable y dulce criatura;
Cuan hermosos tus pies descalzos.
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