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Scent

El invierno había llegado muy de golpe, WonWoo casi ni había sentido la transición del otoño y de una calurosa tarde de verano pasó a una lluviosa mañana de invierno. No odiaba el invierno, odiaba el frío; a su cuerpo por alguna razón le costaba mantener una temperatura adecuada, y es que aún incluso cubierto de mil capas de ropa y compresas térmicas seguiría igual de helado. Envidiaba a varios de sus amigos que eran todo lo contrario a él, de sangre caliente. MinGyu era uno ellos, por ejemplo. Podrían estar a unos 10° y el tipo con una camiseta básica y una chaqueta sería feliz, no le hace falta nada más.

«Cosas de alfas». Piensa él. Todos los alfas que conoce poseen esta particularidad y WonWoo no puede sentir aún más envidia. Sus padres, ambos alfas, se jugaron sus vidas en contra de la naturaleza y los tuvieron a él y a su hermano menor; un delta y un alfa pura sangre. Anatomías similares, instintos similares, mas no iguales. Recuerda que de pequeños al ser tan parecidos y debido a las castas de sus progenitores, obviaron las opciones y fueron tratados como alfas aún cuando no se presentaron.

Ah, se sintió tan frustrado cuando su metálico aroma se fue oxidando y combinando con el de la gasolina y alcohol de a poco, volviendo de este desagradablemente adictivo y actuando casi como un sedante de lo fuerte que es, cuando pensaba que se volvería sobrio y atractivo; aunque eso no es todo, claro que no. ¿Qué se supone que era ese celo, que más que un celo, se sentía como estar insolado, enfermo, con constantes náuseas y temblores en donde el mínimo toque le molestaba de sobremanera? así no se lo describían sus amigos, además, ¿es normal que durara ocho días? y, ¿que suceda tan seguido? lo común es que dure entre tres-cuatro días y ocurra una vez cada cinco meses, ¡no que dure ocho días y sea una vez al mes! Y si esas no eran suficientes sospechas, el médico del pueblo aclaró sus dudas con gusto, fascinado al tratar con un delta por primera vez y WonWoo horrorizado al descubir que le mintieron durante toda su vida. Pero esa es una historia para otro día.

El primogénito de los Jeon, el tercer y actual único delta que pisó Changwon, tenía clases de educación física y debido al mortal frío que calaba sus huesos y congelaba su flacucho cuerpo, se negaba a participar y en sí salir del salón. Olvidó en casa el camperón escolar forrado por dentro de tela polar, su favorito de todos los tiempos y su amigo en tiempos de guerra. Se sentía incompleto e indefenso, contaba sólo de un delgado suéter arriba del uniforme, y si no fuera porque se sentaba al lado de la estufa moriría de manera literal. Resulta que, para cuando estaba por ir hacia el instituto, el amanecer lucía tan bonito que no creyó ser apuñalado por la espalda con lluvia y fuertes ventiscas, siendo la razón por la que no trajo su camperón. Se arrepentía y tal era su indignación que no dudaría en ir a buscar a su hermano y pedirle el suyo.

Vamos, Woo, no puedes quedarte aquí —escuchó hablar a SoonYoung.

—Tiene razón, no puedes. Anda, hyung, ven con nosotros —seguido de JiHoon.

Encogido en su asiento y ocultando su cabeza entre sus brazos como un gato con frío, soltó un ahogado quejido ante las insistencias de sus amigos. Y es que por poco no les gruñe. Si en los días previos a su celo se ponía sensible y de mal humor, en los días previos a su celo y con frío se ponía peor que perro rabioso, era un desconocido para todo aquél conociera al agradable y manso WonWoo.

—No, no quiero —respondió cortante.

—¡¿Pero por qué?!

—¡Porque no quiero! díganle al profesor que me lesioné o algo, no pienso ir–

—Chicos, ¿qué hacen que no van? Ya están casi todos en la cancha.

Y el mencionado hace unos momentos atrás hizo aparición, incluso como se lo describió, uniformado para física; una fina camiseta blanca, los joggings y esa campera rompeviento que no abriga nada. A pesar de que no cursaban el mismo año (él iba a último año y MinGyu a quinto) compartían las clases por cuestiones de comodidad y podían pasar un tiempillo más juntos fuera del receso. WonWoo sintió que desvanecía de la molestia, y si seguían insistiendo, que se lo llevarían los demonios. MinGyu no pasó por alto aquél detalle, y tal cachorro preocupado por su dueño, se acercó al grupito a ver qué es lo que sucedía.

—WonWoo no quiere ir —explicó SoonYoung con un puchero en sus labios, el alfa negó suspirando.

—¿Qué pasa, Wonnie? —e intentó una vez más sacarle información al azabache, haciendo uso de ese desagradable e innecesariamente meloso apodo. Al no ver respuesta, se sentó en el pupitre frente suyo y apoyó su rostro en el respaldo de la silla para poder estar a la altura de su rostro—. ¿Wonnie…? ¿No me lo dirás? —negó en respuesta—. ¿Por qué?

—Es vergonzoso… —murmuró, encogiéndose aún más para escapar del interrogatorio.

En realidad, sí era vergonzoso. En su grupo de amigos, que son trece, por lo menos seis eran alfas, y ellos siempre se burlaban de su nula resistencia al frío. «No seas exagerado, WonWoo, tienes dos suéteres y el abrigo de SeungCheol. No hay manera de que pases frío» dijo JeongHan una vez. «Hyung, ¿no quiere que lo acompañe a la parte soleada? Le prometo que será mejor que estar aquí dentro» SeokMin propuso, y si bien fue con un tono amable pudo ver la diversión en su rostro y se sintió atacado. Ellos no lo entendían y nunca lo harán, porque por más que estuviera bajo el sol él seguiría muriendo de hipotermia. ¡No hace frío, WonWoo es el frío! No era complicado.

SoonYoung miró dudoso al omega a su contado, y JiHoon solo chasqueó la lengua en fastidio.

—No pienso intentar más. Si no te apareces le diré a Kang que estás en tu celo —anticipó con su típico tono autoritario—. ¿Vamos, Soon?

—Adelántate —tartamudeó en sorpresa—. Me quedaré con Gyu.

Pero salir no estaba en los planos de WonWoo. Cuando el bajito salió la atención de los alfas volvió a él, pudo sentirlo. Unos segundos de silencio antes de que el morocho intente otra vez.

—¿Estás en tu celo? ¿Es eso? —WonWoo asintió sin ganas de explicar, cansado. Debido a que no podía permitirse faltar tantos días a clases tomaba supresores para reprimir su chocante aroma, unos días antes y un día después de éste; si no podía con los dolores por lo menos se ahorraría la molestia de su aroma, para minimizar la vergüenza y evitar los malos momentos. Gracias a eso, era difícil leer su estado de ánimo y saber qué es lo que sucedía; MinGyu lo aprendió a las malas.

—Aún así tienes que presentarte, WonWoo —interrumpió SoonYoung—. Conoces a Kang.

—Y Kang me conoce a mí —respondió, con intenciones de pelear.

—No es momento de discutir —gruñó el menor de los tres, observando como el alfa hacía una mueca—. Vamos, levántate. Le explicaremos al profesor tu situación y después volverás, o irás a la enfermería. Lo primero que suceda.

WonWoo, de mala gana tras ser endulzado con esas palabras, se paró de su asiento ganándose un aplauso de felicitación por parte de los otros dos. No sería tan malo, ¿verdad? Sólo era cuestión de bajar, convencer al profesor y volver a subir… ¿Verdad? Apenas dio un paso fuera sintió una oleada de aire fresco recorrer su delgado cuerpo, seguido de un escalofrío por toda su espina. Cuando comenzaron a caminar miró por la ventana del pasillo, el cielo estaba gris y había una suave ventisca. Tragó saliva con miedo y antes de dar un paso más, detuvo al más alto.

—¿Sucede algo?

—Ehh… de hecho, sí —ni siquiera se atrevía a mirarle a los ojos, estaba demasiado avergonzado que hasta su pálido rostro se había enrojecido—. ¿Trajiste tu abrigo?

—¿Mi abrigo? —repitió MinGyu, repasando la situación; WonWoo quería golpearlo por ser tan lento—. Oh, sí. Vamos a buscarlo.

Dicho y hecho, pasaron por el salón del menor a recoger aquél abrigo, que por suerte quedaba de paso y estaba tan solitario como la vida social del azabache. Se quedó expectante en la puerta junto SoonYoung, pacientes.

—No puedo creer que toda esa escena fue porque tenías frío —susurró su compañero de curso, apoyando su barbilla sobre el delta.

—Cállate imbécil —le dio un hombrazo para volver su atención al morocho—. Gracias.

Recibió el abrigo. Era el mismo que el suyo, pero seis veces más grande (y cómo no, si MinGyu era del doble de su tamaño). Volvieron a su camino a la cancha, y mientras, se lo puso con cuidado. Era suave y calentito, se notaba que no lo usó muchas veces; de hecho, recordaba que confesó en una de sus antiguas conversaciones que él odiaba ese abrigo pero su madre lo obligaba a llevarlo para no helarse el pecho y coger un resfrío, por eso siempre que lo traía lo dejaba abandonado en su asiento. Habrán sido unas tres o cuatro veces que lo vio usándolo, las veces suficientes para que su aroma se impregne en la prenda.

MinGyu es tan carismático, bueno, talentoso e ingenuo, que hasta en su fragancia puede verse aquello. Dulce y picoso tal pimiento rosa, y de un trato firme y gentil como bellotas de pino que fueron besadas por el sol al final de la tormenta. WonWoo nunca fue cercano al alfa, hablaban en la escuela y en las juntadas que hacían en la casa de Boo, pero rara vez estando solos o en intimidad. Cada quien estaba con su respectivo grupo de amigos; él con SoonYoung, JiHoon y JunHui; y MinGyu con SeokMin, MingHao y SeungKwan; así que nunca se quedaban a solas. Se conocían, pero no lo suficiente, menos para pedir cosas prestadas.

Por inercia, tomó uno de los costados del cuello y lo acercó a su nariz. «Aún huele a nuevo, qué gracioso». El sentimiento de recelo aún perdura en el fondo de su ser, casi tan natural que no puede removerlo con nada. Sin embargo, otra vez ha sido cautivado; más por el abrigo que lo protege, que por la amabilidad del menor, sus atentos cuidados y constantes chequeos en la próxima hora, escapándose de sus actividades para ir a verlo en las gradas.

Tendría que buscar cómo devolverle el favor después.

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WonWoo: cobre oxidado, gasolina, alcohol etílico y tintes de sal marina.

MinGyu = bellotas de pino, pimienta rosa, incienso quemado.

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