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XIV

-Solo preguntaré esto una vez... ¿Quién eres y cómo encontraste este lugar?

La silueta desconocida volteó suavemente, el hombre solo pudo ver un costado de su mentón, boca y nariz; todo lo demás permanecía oculto bajo la sombra de la capucha. Al no obtener respuestas, apuntó la boca del arma directamente sobre su cabeza

-Te escucho.

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Capítulo XIV

⸙ ⸙ ⸙

No podía hablar, las palabras se juntaban en su mente, pero de su boca no salía una sola palabra. Estaba paralizada; por reflejo llevó una de sus manos a su vientre, él notó el movimiento extraño en seguida

-Date vuelta.

Ordenó, pero la encapuchada temió que al hacerlo este jalara del gatillo

-¿Quieres hacer esto por las buenas, o por las malas?

Replicó, dándole un pequeño empujón en la cabeza con la boca del cañon, asustándola aún más. Tuvo que girar su cuerpo lentamente, hasta que sus miradas se encontraron cara a cara. El hombre se quedó en silencio un corto momento al notar el lugar donde estaban sus manos y la mirada perturbada y temerosa en sus ojos

Bajó el arma y la miró directamente, sin dejar de lado su tono amenazante, le cuestionó directamente, cómo había llegado a ese lugar, la desconocida miró instintivamente el arma aún en manos del hombre, luego lo miró a él

-Suelta el arma... Y te diré todo lo que quieras saber.

-Dame una razón para hacerlo.

-Yo también busco a Williams Minerva.

⸙ ⸙ ⸙

Viéndolo de cerca no parecía ser mucho mayor que ella, estaba convencida que ese hombre era el otro extranjero que el peregrino había mencionado antes. Aquel hombre extraño que a simple vista tenía un mal aspecto de no haber dormido en días, se había adentrado en los pasillos sin decir una palabra; naturalmente, ella lo siguió a una distancia considerable, ya que aún lo resentía por haberle apuntado con un arma en el momento que sus pies tocaron el suelo

-¿Cómo llegaste a este lugar?

-Traje un mapa.

-¿No tienes una pluma?

-No... La perdí.

Mintió. Inmediatamente a su respuesta, el hombre chistó. La morena lo siguió a una habitación grande llena de monitores y cámaras que mostraban el desierto y la localización del refugio en general, no fue difícil intuir que aquel enigmático personaje ya esperaba su llegada

-Cruzaste el desierto sin una brújula, llegaste al refugio sin un mapa.

El hombre caminó hasta el final de un gran mesón en medio de la sala, tomó asiento y subió los pies sobre la mesa

-Viniste siguiendo el rastro del hombre búho y ni siquiera traes una pluma contigo.

Su mirada se clavó sobre ella como una flecha

-Y esperas que te crea que lo hiciste todo sola.

-... No exactamente, así.

-¿En qué plantación naciste?

-Grand Valley.

El contrario guardó silencio, sin apartar su mirada de ella

-Las cicatrices... ¿Cuándo te las hiciste?

La morena llevó una de sus manos a su labio inferior por auto reflejo, había olvidado la última vez que sintió vergüenza de que otro humano las viera

-Sucedió hace siete años.

-¿Demonios salvajes?

La morena negó, acercándose lentamente a la mesa

-Cazadores.

La mirada en los ojos de aquel hombre cambió por completo

-Ahórratelo. No quiero saber el resto... De hecho, a partir de ahora prefiero que no digas nada sobre ti.

⸙ ⸙ ⸙

-Este es el trato; yo llegué antes, así que yo hago las reglas.

Dictaminó, tomando una galleta, de una caja de metal, abierta frente a él

-Te quedarás en el lado norte, escoge tu misma el camarote; puedes tomar lo que necesites, de preferencia nada que sea mío; puedes ir a donde quieras, pero no mientras yo esté ahí; en cuanto a comida, mis galletas son solo mías, todo lo demás también.

Tn se mantuvo en silencio, de pie del otro extremo de la mesa, sin decir una palabra

-Y solo para que quede claro, no me gustan los mocosos. Así que no cuentes conmigo para cambiar pañales. O para nada que tenga que ver contigo en general.

Le dio un mordisco gigante a la mitad de la galleta, antes de alcanzar la taza rota junto a él

-Que hayas llegado hasta aquí, no significa que vamos a ser amigos; después de que el mocoso nazca, te irás con él, ¿Entendido?

Tn asintió, retrocediendo un par de pasos para dirigirse hacia la puerta

-Y una cosa más.

La detuvo antes de cruzar el umbral

-En el momento que intentes traicionar mi generosidad, los enviaré a ambos al infierno.

⸙ ⸙ ⸙

Al cerrar la puerta de la habitación, puso inmediatamente el seguro para sentirse cómoda y buscó con sus manos el interruptor. Era una habitación pequeña y de espacio reducido, que tenía dos literas paralelas entre sí, a cada lado de la pared, Tn se quitó la gran y pesada mochila de los hombros para dejarla sobre el suelo y finalmente quitarse el abrigo que llevaba consigo

Dejó reposar su cuerpo sobre el colchón de una de las literas y cerró los ojos por un rato, se sentía física y mentalmente exhausta luego de la decepción de conocer al hombre que en primera instancia le dejó claro que no quería tener ningún tipo de nexo entre ambos

"Después de que el mocoso nazca, te irás con él"

Tenía tres meses de sospechas desde que empezó a notar los síntomas de gestación, había pasado poco más de un mes desde el Tifari, su vientre comenzaba a hincharse y tomar forma. Tn no tenía una idea concreta de sus propios cálculos, pero sospechaba que tenía alrededor de cinco meses como garantía para quedarse en ese lugar, mas el tiempo que pudiese ganar; Tn no quería enfrentarse de nuevo a los peligros del exterior con un niño recién nacido en brazos

Lentamente subió las piernas a la cama y se acomodó en posición fetal abrazando su vientre. Aunque tuviera la opción de esperar la promesa de Lucas, el tiempo no le favorecía en absoluto. Tn estaba sola y no se sentía segura bajo el mismo techo que él. Pero su supervivencia en ese lugar dependería de aquel extraño y excéntrico hombre, a partir de ahora

No había otra opción más allá de aceptarlo, ya habían hecho un trato

⸙ ⸙ ⸙

El silencio se volvió una presencia totalitaria dentro de aquellas paredes, nunca cruzaban palabras, rara vez se topaban en los pasillos, el hombre cumplió su palabra en decir que no se preocuparía por sus necesidades en absoluto; mientras que ella tuvo que arreglárselas por su cuenta para solventar sus síntomas con el paso de las semanas. Había descubierto una biblioteca en la que aquel sujeto nunca ponía un solo pie dentro, la morena vagó por sus pasillos, leyendo libros para distraer su mente; encontró libros sobre el mundo demonio, mapas sobre su geografía y algunos tomos que hablaban en una lengua que desconocía por completo, pero tenían grabados dibujos de su cultura y lo que parecía ser mitología también

Tn dio con el fruto de su curiosidad luego de meter la cabeza en textos sobre medicina y primeros auxilios, fue cuando encontró un libro sobre todo lo relacionado a la medicina prenatal y el cuidado durante gestación, libro el cual robó a hurtadillas y lo llevó a su habitación para convertirlo en un libro de consulta y leer ociosamente sus páginas

Y así con el paso de los días, fueron desapareciendo libros poco a poco y reapareciendo sin rastro alguno de polvo en los estantes de la biblioteca

⸙ ⸙ ⸙

El tiempo corría como arena entre sus manos y con el cambio de las estaciones llegó el invierno, Tn había aprendido a convivir con aquella presencia misteriosa que vivía bajo su mismo techo, estaba acostumbrada a salir a prepararse comida cuando este dormía, pasearse por los pasillos cuando este estaba en la sala de monitores y bañarse y lavar su propia ropa cuando este salía del refugio

Ambos evitaban relacionarse o interactuar casi por completo, pero algunas noches, luego de que Tn se encerraba en su pieza, y se quedaba en el completo silencio de su habitación, podían escucharse voces en las paredes, en ocasiones murmullos suaves, la mayoría diálogos de aquel hombre hablando consigo mismo. Ella fingía no ser consciente de las noches que podían escucharse sollozos hacer eco en los túneles de la ventilación; de la misma forma que él fingía no prestar atención a los eventuales frascos de medicamentos que desaparecían del botiquín y los quejidos que se escuchaban hacer eco desde los baños

Ambos evitaban confiar el uno en el otro, pero lo cierto es que las paredes de aquel refugio eran tan delgadas, que era imposible no sentirlo en el aire

Cargaban con un peso muy grande sobre sus hombros y tal vez necesitaban ayuda, pero ninguno iba a pedirla. Estaban acostumbrados a lidiar con sus propios problemas y fingir que el mundo del otro, prácticamente no existía

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