III
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La música no era algo que se escuchase tan cercano, pero los gritos no morían en silencio en aquellas paredes de concreto; donde un joven herido sobre las sabanas de un colcho viejo miraba en silencio cómo las manos de su compañera se apretaban en puños hasta dejar en blanco sus nudillos
-No... no me hagan esto. No otra vez.
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Capítulo III
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-No. No, no, no ¡Por favor no!
Masculló entre dientes, cerrando sus ojos con fuerza, temblando del miedo
-¡Aléjense!
Lucas apretó los dientes, pálido ante la imagen de su compañera. Quien cubrió sus oídos, haciéndose pequeña en un rincón junto al suelo, dejando caer su libro
-¡Váyanse!
Jadeó. Murmurando una y otra vez, periódicamente "No". Respirando agitadamente
-¡Tn!
Ella se había privado a si misma, ya no podía escucharlo. Los disparos afuera, los gritos y súplicas. La música. Todo hacía que respirar dentro de esas 4 paredes se volviera difícil
El muchacho tragó saliva sin saber cómo manejar la presión, su compañera estaba teniendo un ataque de pánico
Con poca agilidad Lucas se puso de pie y se acercó, dando un paso en falso que lo hizo tropezar torpemente, pero le sirvió para acercarse, con rapidez se arrimó hacia ella y sin saber cómo debía actuar tomó una de sus manos. Cubriéndola con la suya
Ella intentó apartarlo, pero Lucas no cedió. En medio del forcejeo intentó hacer que volviera en si llamándola por su nombre, pero nada funcionó
Hasta que de un movimiento brusco la capucha de Tn se deslizó hacia atrás, dejando su rostro al descubierto, haciendo que instintivamente se cubriera la boca con ambas manos. Momento que Lucas no desaprovechó para mirarla a los ojos
Vió por primera vez aquellos profundos ojos marrones oscuro, casi como los de un oso. Mirándolo con terror y desesperación
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-Están allá afuera... van a venir por nosotros. Saben que aún estoy viva... saben que me oculto... ¡Saben que te traje aquí!
Lucas comprendió qué era lo que la alteraba y sin detenerse a meditarlo actuó por impulso. Atrayendo su cabeza hacia su pecho para cubrir uno de sus oídos, mientras que con la mano libre cubrió el otro
Tn se quedó quieta, estaba demasiado ansiosa como para reaccionar
-Escúchame, un momento.
-¡Van a venir y entonces-...!
-¡Tn!
La morena calló, viéndolo en silencio con algo de intimidación
-Nadie sabe que estás aquí, ellos no van a hacerte daño mientras estemos aquí.
-¡Podrían encontrarme a penas-...!
-Cierra los ojos y respira profundo.
Indicó, tan cerca como para que se escuchase como una orden. Una que bajo la presión del momento ella acató
Tn cerró los ojos, sintiendo la respiración del contrario sobre su cabeza mientras que una de sus manos cubría su oído externo. La posición era algo incómoda, pero la voz de Lucas de nuevo consiguió darle estabilidad a la presión en su cabeza
-Ahora escúchame, no van a encontrarnos aquí, estamos a salvo. Nadie va a venir a hacerte daño.
-¿Cómo estás tan seguro? Ellos siempre encuentran la forma... Ellos... Esos malditos.
Masculló, en un volumen de voz muy suave, casi como un susurro cargado de pánico
-Por que estoy aquí. Y si eso puede darte seguridad entonces aquí me quedaré hasta que todo acabe.
-No puedes prometer que estaremos a salvo. No cuando uno de nosotros puede morir, si me encuentran también van a llevarte a ti.
Insistió
-Eso no sucederá, aquí y ahora ambos estamos a salvo.
-Pero los otros niños-...
Lucas tragó saliva, mirando las paredes en silencio, con seriedad
-Ambos lo sabemos, no hay nada que podamos hacer por ellos.
Sintió como ella dejó de luchar y hundió la cabeza en su regazo voluntariamente, también el llanto se detuvo pero en su lugar Tn quedó en estado de shock, temblando y respirando erráticamente
Lucas lamentó que no había otra cosa que pudiese hacer más que cubrir sus oídos del ruido. Por que en ese momento que la tenía tan cerca de su pecho no podía evitar sentir empatía por ella, había algo en su mirada que le decía que aquel no fué solo un ataque de pánico
Sino la secuela de una experiencia traumática
Lucas recordó la historia de sus compañeros y solo pudo imaginar la clase de cosas que él experimentó en carne propia, pero a través de ella. La cicatriz en su rostro, el miedo en su mirada perdida, la persistencia en tomar su idea de escapar como algo absurdo
Ahora lo entendía, ella no quería abandonar ese lugar por miedo a enfrentarlos cara a cara una vez más
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Horas después, cuando la música se detuvo ninguno tenía idea de cuánto tiempo habían estado en esa posición, Lucas ni si quiera sentía una de sus piernas. Pero no le importaba
Cuando la música se detuvo el juego había acabado. El peligro se había ido
Ambos se separaron y ella subió de nuevo la capucha, había vuelto a ser la misma silueta silenciosa de antes
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