☆ seven.
VOTA - COMENTA
( mínimo 50 votos y 60 comentarios para actualizar )
♡◞ chapter seven 𓂃 rodrygo's new attitude 😵💫💘
arda y su manía de sobrepensar
Arda.
El sol caía suavemente sobre el hotel anunciando que la mañana ya había llegado, y yo me encontraba parado en la entrada del comedor, observando atentamente a Rodrygo y Chelsea mientras hablaban animadamente. Eran buenos amigos, eso lo sabía, pero poco a poco empecé a notar una química especial y una cercanía entre ellos que me dejaba intrigado.
Solo son eso: amigos. ¿No? Aunque, no veo por qué debería importarme. Ni siquiera sé por qué estoy aquí parado como un acosador.
A medida que los observaba, una extraña sensación comenzó a aflorar en mi pecho, un sentimiento que me sentía incapaz de reconocer. No podía descifrar lo que me causaba ver a Rodrygo y Chelsea tan cerca, tan compenetrados.
En un instante, Rodrygo notó mi presencia y giró hacia mí. Por un breve rato, nuestros ojos se encontraron y él me guiñó un ojo de forma juguetona, al tiempo que esbozaba una sonrisa. Fruncí el ceño, desconcertado, mientras lo veía seguir conversando con Chelsea, esta vez con mayor intimidad y contacto físico.
Empecé a tramar teorías en mi mente, intentando encontrar una explicación a lo que veía. ¿Acaso había algo más entre ellos dos? ¿Será que Rodrygo sentía algo por Chelsea?
Bueno, eso no es de mi incumbencia. Así que no entiendo por qué me afecta tanto.
¿Qué se supone que es esto que siento al verlos? ¿Molestia? Imposible. Seguro son ideas mías.
La situación me atormentaba por dentro, pero mi negación me impedía admitirlo. Aun así, decidí unirme a ellos, movido por esos sentimientos que se entrelazaban con la negación en mi interior. Pero, de repente, Rodrygo cambió rápidamente su expresión a una más seria cuando me acerqué.
¿Qué le pasa?
Justo en ese momento, Chelsea se anticipó y saludó alegremente mi llegada, pero enseguida recibió una llamada y pidió disculpas mientras se apartaba para atenderla. Aprovechando ese pequeño momento a solas, me senté al lado de Rodrygo en silencio. Ambos nos mirábamos fijamente sin decir ni una sola palabra.
¿Debería decirle algo? ¿O solamente me quedo en silencio y espero a que él rompa el hielo?
De repente, las palabras brotaron de mi boca sin pensarlo demasiado.
- Me odias porque te gusta Chelsea y sientes que te la quiero quitar, ¿no?
Idiota. ¿Por qué dije eso?
La sorpresa se reflejó de inmediato en los ojos de Rodrygo, su rostro se exaltó y rápidamente me respondió con vehemencia:
- No te odio, y mucho menos me gusta Chelsea. ¿De dónde sacas esas ideas locas? Al único al que parece gustarle aquí, eres tú.
Fruncí el ceño y me crucé de brazos, lejos de sorprenderme. El que Rodrygo tuviera esas suposiciones con respecto a mí ya había pasado por mi mente en varias ocasiones, así que sus palabras no me tomaron por sorpresa. Es por eso que supe mantener la calma.
- Si no te gusta, entonces, ¿por qué actúas así conmigo?
Yo estaba dispuesto a sacarle la verdad, sea cual sea. Tal vez era muy curioso, pero a mí me gustaba llamarle «mantenerme informado».
La expresión de Rodrygo cambió de sorpresa a una mezcla de confusión y avergonzamiento. Intentó decir algo, pero las palabras parecían atragantársele. Yo lo miré con curiosidad, esperando pacientemente su respuesta.
Finalmente, suspiró y miró al suelo antes de hablar.
- No es que no me agrades, en realidad. Es solo... complicado -murmuró, sin mirarme directamente.
Mi curiosidad se intensificó y le insté a que me explicara. Porque, honestamente, no le estaba entendiendo nada.
- ¿Complicado? ¿A qué te refieres con eso?
Rodrygo se tomó un momento antes de responder. Parecía estar dudando de lo que estaba por decir. Finalmente, volvió a soltar un suspiro y me miró fijamente.
- No se trata de que no me agrades, es solo que podría decir que me incomoda un poco ver cómo te acercas tanto a ella. Somos amigos, sí, pero no puedo evitar sentir cierta... preocupación -finalizó con una mueca.
La confusión se apoderó de mí. No entendía por qué mi relación con Chelsea podía causarle preocupación, si apenas nos estábamos conociendo y los límites de la amistad ya estaban puestos.
A no ser que...
- ¿Preocupación por qué? -le pregunté de inmediato, intentando descifrar sus pensamientos. Pero Rodrygo se me hacía alguien difícil de leer, sobretodo porque apenas lo conocía.
Él se pasó una mano por el cabello, visiblemente incómodo. Parecía no saber qué más decir, o tal vez solo quería huir de la situación.
- Es difícil de explicar. No quiero ser egoísta, pero ella me importa y no quiero verla sufrir.
Mis cejas se alzaron ante sus palabras. ¿De verdad él consideraba la posibilidad de que...? No puede ser.
- Rodrygo, -me dirigí a él, captando su atención total- entiende que ella puede cuidar de sí misma. No necesita que la protejas de algo que ni siquiera ha sucedido... ni sucederá.
De eso podía estar seguro.
Él suspiró nuevamente, esta vez con resignación.
- Tienes razón, quizás estoy siendo demasiado protector. Pero no puedo evitarlo. Chelsea realmente me importa.
- ¿Seguro que no te gusta? -inquirí una vez más, no muy convencido de la veracidad de su respuesta.
- No, ¿y a ti? -me dijo de manera sarcástica, cruzándose de brazos.
Solté una pequeña risa y negué con la cabeza. Aunque no hablaba en serio, pude ver que realmente ansiaba saberlo.
- No, a mí no me gusta Chelsea de esa manera.
Rodrygo me miró fijamente, quizás buscando algún indicio de mentira en mi expresión. Pero, después de unos segundos, su semblante se relajó y sonrió ligeramente.
- Bien, lo siento por haber pensado eso entonces.
Asentí, aceptando su disculpa, y ambos nos quedamos en silencio por un momento. La tensión parecía haberse esfumado y, aunque se sentía un poco incómodo, me alegraba haber sacado ese sentimiento a la luz y haber aclarado las cosas con Rodrygo.
Tal vez, ahora podríamos ser amigos.
Finalmente, Chelsea volvió con nosotros tras finalizar su llamada. El ambiente se volvió más animado y los tres continuamos con nuestra conversación como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, algo había cambiado en mi interior. Ese sentimiento seguía allí, aunque ya no era tan intenso ni abrumador como antes. Ahora era más una advertencia, una señal de que debía ser consciente de mis propios sentimientos y emociones.
Creo que sobrepienso demasiado.
Dado a que hoy era el cumpleaños de Fede, los chicos habían propuesto que saliéramos un rato a una discoteca para celebrar y divertirnos. Honestamente, yo prefería quedarme en el hotel viendo una película o simplemente durmiendo, pero no pude negarme ante la insistencia de Chelsea.
Incluso Rodrygo me animó a ir, así que sería el colmo que aún así hubiese dicho que no.
- Gracias por el regalo, amigo -Fede se acercó a mí, observándome con una sonrisa-. Definitivamente tienes buen gusto, eh.
Yo fruncí el ceño, sin comprender muy bien. Luego recordé que, después del entrenamiento, Chelsea me había dicho que saldría a por el regalo de Fede, así que aproveché y le di mi tarjeta para que le comprara algo por mí debido a que yo no tenía ni la más mínima idea de qué regalarle por más que pensara y pensara.
Rápidamente, esbocé una sonrisa nerviosa, tratando de no verme sospechoso.
- No hay de qué. Me alegra que te haya gustado.
- Por cierto -Fede se acercó aún más, tomando asiento a mi lado-, ¿qué haces acá solo? ¿Por qué no estás con los demás o con... Chelsea?
Aquello último lo había dicho moviendo sus cejas de arriba a abajo con una mirada divertida, lo que provocó que una carcajada brotara de mis labios.
- Ah, solo quería un rato a solas para pensar -me sinceré, recordando lo que debatía mentalmente conmigo mismo antes de la aparición de Fede-. Pero... creo que buscaré a Chelsea. ¿Tienes idea de dónde puede estar?
Fede se quedó en silencio. A juzgar por su expresión, pude determinar que estaba pensando, tratando de hacerse una idea de dónde podría encontrarla. Al cabo de unos segundos, finalmente pareció tener su respuesta y volvió a mirarme.
- Probablemente con Rodrygo -respondió, y yo ni siquiera me sorprendí-. Esos dos tienen como una especie de tradición en las fiestas. Siempre se desaparecen.
Ante sus palabras, no pude evitar elevar ambas cejas con sorpresa mientras la intriga comenzaba a arroparme de a poco.
¿Cómo que se desaparecían? ¿Los dos?
¿...Solos?
- ¿Cómo es eso?
Para mi extrañeza, Fede simplemente se rió. Yo fruncí el ceño, preguntándome qué era tan gracioso.
- No te preocupes, eh. No es por nada malo -me explicó, y entonces mi expresión cambió abruptamente-. Es porque a Chelsea le gusta evitar el alcohol por la poca tolerancia que tiene a él, entonces Rodrygo, aunque quiera divertirse con nosotros, le hace compañía y se queda hablando con ella toda la noche para cuidarla de cometer locuras.
Entreabrí mis labios con ligereza, asintiendo mientras me relajaba de a poco. Todavía no entiendo por qué me interesa tanto lo que hagan o no hagan Chelsea y Rodrygo.
- Ah, bueno. Ja, ja...
Luego de hablar un poco más con Fede, me despedí de él y me dispuse a buscar a Chelsea. Decidí acercarme a la pista, mirando hacia todos lados para ver si la hallaba por alguna parte.
Vinicius, Camavinga, Jude -quien parecía muy ocupado con su novia, o lo que sea que fuera Leah Modrić de él- y los demás del equipo estaban allí, disfrutando de la música, las luces y la energía vibrante que reinaba en el lugar.
Vinicius se percató de que estaba cerca y rápidamente se acercó a mí, invitándome a jugar yo no sé qué con ellos. Estaba tan tomado que no le entendí. Pero mis ojos estaban fijos en una sola persona: Chelsea.
Chelsea y Rodrygo estaban charlando en un rincón, riendo y pasando un buen rato juntos. La misma extraña sensación de esta mañana comenzó a aflorar de nuevo en mi pecho, esta vez con más intensidad. Yo decidí simplemente ignorarla y acercarme a ellos, quienes parecían aún no notar mi presencia.
Opté por interrumpir su conversación de manera casual. Rodrygo me miró con estoicismo, mientras que Chelsea me saludó con una sonrisa amigable. Parecía feliz de verme.
- ¿Vamos con los chicos? Dicen que quieren jugar algo -les dije, intentando disimular mi verdadero propósito.
Rodrygo, un poco molesto por mi intromisión, respondió rápidamente:
- No, gracias. Preferimos quedarnos aquí.
Sin embargo, Chelsea parecía algo intrigada por lo que les había dicho y dijo:
- ¿Sabes qué? Tal vez será divertido unirnos a los demás.
Rodrygo se giró para mirarla rápidamente a modo de reproche, a lo que ella simplemente esbozó una sonrisa despreocupada.
- No me mires así, Rodry. Es el cumpleaños de Fede, así que si quiere jugar algo, no veo por qué negarnos.
La expresión de él cambió casi de inmediato. Ahora se veía más receptivo. Luego de pensarlo algunos segundos, al poco tiempo asintió de manera comprensiva. Pero seguía sin decir nada.
En ese momento, vi cómo Chelsea se levantaba de su asiento y, sin previo aviso, me tomaba por la mano.
- Si quieres, puedes quedarte. Pero yo iré con Arda.
Al sentir su mano hacer contacto con la mía, una serie de emociones y sensaciones se apoderaron de mí. Al principio, hubo una pequeña sorpresa, ya que definitivamente no esperaba que ella tomara la iniciativa de esa manera.
También sentí un extraño cosquilleo en el estómago, una mezcla de nerviosismo y emoción ante la cercanía repentina.
Pude notar que su mano estaba cálida y suave al contacto con la mía, lo cual transmitía una sensación reconfortante. Sonreí inconscientemente, sintiéndome halagado y apreciado.
Pero, antes de que ella pudiera hacer un movimiento más, me giré hacia Rodrygo.
- No te preocupes, Chels. Si quieres podemos quedarnos aquí los tres -propuse, sintiéndome mal por dejar a Rodrygo atrás-. Tal vez Rodrygo quiere tranquilidad, así que podemos quedarnos aquí. De todos modos, Fede-
- No -de repente, Rodrygo se adelantó y me impidió continuar mi oración. Tanto Chelsea y yo lo miramos con extrañeza-. No te preocupes, Arda. Iré con ustedes.
Le regalé una sonrisa de boca cerrada como respuesta. Finalmente, los tres nos dirigimos hacia donde estaban los demás. Al llegar, me di cuenta de que Fede ni siquiera estaba ahí, lo que me hizo fruncir el ceño al mismo tiempo que me preguntaba sobre su paradero. Incluso algunos de los chicos estaban acompañados por chicas que jamás había visto, pero ni siquiera me importaba.
Mientras todos se preparaban para el juego que aún desconocía, mi mente aún estaba absorta en el comportamiento de Rodrygo con Chelsea. Sabía que eran buenos amigos desde hace tiempo, pero no podía dejar de pensar en que había algo oculto a mi vista, algo que tenía que descubrir.
En un momento dado, me acerqué a Rodrygo, intentando parecer casual, y le pregunté si sabía dónde estaba Fede. Él me miró como si fuera un bicho raro.
- Entiendo que no conoces mucho a Fede, pero creo que se nota lo mucho que ama a Mina, así que definitivamente no espero que quiera jugar esto.
Ahora el confundido era yo. ¿De qué se supone que estaba hablando? ¿Por qué me salía con eso?
- No entiendo. ¿Qué se supone que vamos a jugar?
Él no me dijo nada. Simplemente se rió y volvió su atención hacia los chicos. En ese momento, pude notar la presencia de Jude, pero tampoco parecía como si fuera a ser parte del juego.
¿Qué se supone que vamos a hacer? ¿Un ritual? Creo que paso...
El juego comenzó, y vi cómo Vinicius posicionaba una botella en el centro de la mesa y la hacía girar.
¿Qué? ¿Acaso pretenden que nos besemos entre todos?
De repente, vi cómo Jude se acercaba a la mesa fingiendo recoger algo, pero pude notar cómo movía ligeramente la botella y la hacía parar.
Sin embargo, mi mente estaba tan enfocada en analizar el comportamiento de Rodrygo con Chelsea que aún no me había percatado de lo que ocurría a mi alrededor. La realidad me golpeó cuando escuché mi nombre entre los murmullos. Era mi turno de jugar y el destino quiso que mi compañera fuera Chelsea.
- El juego se llama «7 minutos en el cielo» -Rodrygo susurró en mi oído.
Mis mejillas se encendieron mientras prácticamente era obligado a entrar en una habitación cercana con Chelsea a mi lado. Mis manos se volvieron sudorosas y las palabras parecieron abandonarme en ese instante. No sabía qué decir ni cómo actuar, solo podía sentir el nudo en mi estómago.
Fue entonces cuando ella rompió el silencio con una risa nerviosa.
- Bueno, esto es inesperado -dijo, mirando hacia el suelo.
Asentí, sin poder apartar la mirada de ella. ¿Qué estaba pasando? No había planeado esto, y ahora me sentía atrapado en una situación incómoda.
- Supongo que no tenemos otra opción más que esperar los siete minutos -hablé, tratando de tranquilizarme a mí mismo.
Chelsea sonrió un poco y se acercó a una de las paredes, apoyándose contra ella. Yo me quedé cerca de la puerta, sin saber qué hacer con mis manos.
El tiempo parecía pasar lentamente en la habitación cerrada. Podía sentir una especie de tensión entre nosotros, y también una extraña conexión que no podía ignorar. Decidí romper el silencio antes de que se tornara incómodo.
- Chelsea, lo siento si esto te hace sentir incómoda. No tenía idea de que el juego se iba a volver así.
Ella levantó la vista y me miró, sus ojos brillando con una mezcla de nerviosismo y curiosidad.
- No te preocupes, en realidad no es tan malo. Solo es un juego, ¿verdad?
Asentí, dándome cuenta de que tenía razón. Solo era un juego, y no teníamos que tomarlo más en serio de lo que queríamos. Me acerqué a ella, sintiendo cómo los siete minutos se volvían irrelevantes.
- Sabes que no es necesario que hagamos algo, podemos simplemente hablar -susurró suavemente, notando mi nerviosismo.
Sus palabras fueron como un bálsamo para mi ansiedad. Me sentí aliviado al saber que no era el único que se sentía abrumado en ese momento.
- Gracias -susurré de vuelta, encontrando algo de coraje para mirar directamente a sus ojos-. Solo hablar suena perfecto para mí.
Y así, en aquel pequeño espacio, nos sumergimos en una conversación llena de risas y confesiones. Mi corazón comenzó a calmarse mientras ella compartía detalles de su vida y sus intereses.
Mientras hablábamos, no podía evitar notar lo cerca que estábamos cada vez más y más. Nuestros ojos se encontraban una y otra vez, creando una conexión especial entre ellos. El ambiente se volvía aún más tenso y pronto comenzamos a acercarnos peligrosamente.
¿Qué se supone que está por pasar?
Justo cuando pensaba que iba a suceder algo de lo que seguramente me arrepentiría después, la puerta de la habitación se abrió de repente. Me separé de Chelsea rápidamente, sintiendo que toda la tensión en la habitación desaparecía de golpe.
Vinicius, Camavinga, Fede y el resto del equipo irrumpieron en la habitación, riendo y empujándose entre sí. Su juego de 7 minutos en el cielo había terminado, pero estaban más emocionados que nunca.
- ¡Se acabó el tiempo! -gritó Fede, agarrándome de imprevisto por el brazo y arrastrándome fuera de la habitación.
Le lancé una mirada rápida a Chelsea, notando así que su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y... ¿decepción?
No, seguro me lo estoy imaginando.
Justo antes de salir, pude ver un atisbo de desagrado en los ojos de Rodrygo. Yo tragué saliva.
Sabía que la cercanía que había sentido con Chelsea no había pasado desapercibida para él, ni para nadie. Yo incluido.
se vienen cositas 👀
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro