☆ five.
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♡◞ chapter five 𓂃 next stop: los angeles 😵💫💘
con la cabeza en las nubes
Ante las palabras de Chelsea, Rodrygo parecía completamente desconcertado. Balbuceó unas palabras en portugués y finalmente se dio la vuelta para irse, evidentemente frustrado. Se marchó sin decir una palabra más, dejándolos a Chelsea y Arda solos.
Arda se sintió aliviado de que la situación se hubiera resuelto de alguna manera, pero también estaba confundido. No entendía cómo había llegado a esa confrontación en primer lugar. Nunca se había considerado arrogante o egoísta, y siempre había tratado de respetar a los demás.
Chelsea, ligeramente preocupada, lo miró con ternura y puso su mano sobre la suya. Aquella acción envió un escalofrío a través de todo su cuerpo, dejándolo atónito y con la sangre comenzando a subir hasta sus mejillas.
«¿Por qué reacciono así?» no podía evitar preguntarse él, extrañado por el comportamiento que tenía cuando de Chelsea se trataba.
Nunca le había dado importancia realmente al convivir con las chicas más que para una amistad. Siempre que alguna de sus amigas manifestaba querer algo más, Arda se limitaba a dejarle en claro que solamente estaba enfocado en el fútbol y que no tenía tiempo para otras cosas.
Desde muy pequeño, siempre había sido un chico serio y muy centrado en entrenar para ser el mejor, así que sus conocimientos acerca del amor, las relaciones y temas relacionados eran casi nulos. Todo lo que Chelsea le hacía sentir era completamente nuevo para él.
Apenas llevaban unos pocos días de conocerse, y ella había logrado, sin siquiera intentarlo, adueñarse de sus pensamientos y lograr que se interesara por algo diferente al fútbol. Hasta él se sorprendía por su constante deseo de hablar con ella y conocerla más, incluso cuando en un principio prefería tirarse de un puente antes que hablarle. Ni siquiera conseguía comprender por qué Chelsea hacía que su respiración se entrecortara y que su ritmo cardiaco se acelerara con solo pensar en ella.
Mientras miraba a los ojos de Chelsea, sintió una sensación de calidez y confort que nunca había experimentado antes. Su contacto le enviaba escalofríos por la espalda, despertando algo en su interior que no sabía que existía. Entonces se dio cuenta de que debería explorar esta nueva sensación para sacarse de dudas, entender por qué Chelsea le afectaba de manera tan profunda.
Aunque, si era sincero, aquello le aterraba.
- Lo siento por la forma en que habló -le dijo ella, soltando un suspiro-. No sé qué le pasa, pero no tienes la culpa.
Arda tragó saliva antes de responder, tratando de mantener la calma y no dejar en evidencia sus nervios. De verdad que no entendía por qué Chelsea lo hacía sentir tan nervioso. Solo bastaba con una mirada suya o un mínimo roce para desordenar sus pensamientos.
Él solo asintió, agradecido por sus palabras, pero aún se sentía confundido por la situación. Se preguntaba qué había provocado la reacción tan negativa en Rodrygo. Tal vez, pensó, había malinterpretado algo o había ocurrido algún malentendido.
Intentando sacudirse esos pensamientos de la cabeza, decidió centrarse en Chelsea. Observó cómo sus ojos cafés brillaban intensamente y cómo sus labios rosados se curvaban en una sonrisa algo tímida. No podía evitar notar lo radiante que se veía en ese momento a pesar de todo.
Chelsea era una chica hermosa, con una belleza natural que resaltaba su personalidad. Su cabellera castaña caía en ondas suaves sobre sus hombros, enmarcando su rostro delicado. Tenía una figura esbelta y elegante, y su forma de moverse era suave y grácil.
La personalidad de Chelsea también era algo que lo hacía interesarse más en ella. Era amable, comprensiva y siempre tenía una palabra de aliento para los demás. Además, tenía un sentido del humor único y una manera de ver la vida que lo inspiraba. Siempre encontraba la forma de hacerlo sonreír, incluso en los momentos más difíciles.
A medida que Arda la detallaba, comenzaba a entender poco a poco por qué se sentía tan afectado por su presencia. Era simplemente ella, con su aura y su esencia, la que hacía que todo su mundo se tambaleara... y no quería que aquella siguiera pasando. No podía permitirlo.
Unos minutos después, Arda finalmente rompió el silencio que se había instalado entre ambos.
- ¿Quieres hablar sobre lo que acaba de pasar? -preguntó con sinceridad.
La fémina asintió, retirando su mano y mirándole a los ojos.
- Creo que Rodrygo está pasando por un momento complicado en su vida -explicó con suavidad-. A veces, cuando las personas están bajo presión o están lidiando con problemas personales, suelen reaccionar de manera abrupta o insensible. No creo que lo haya hecho intencionadamente.
Arda asintió, comprendiendo la situación. También había pasado por momentos difíciles en su vida y sabía lo complicado que podía ser mantener la calma y actuar de manera adecuada. Pero, si era sincero, estaba seguro de que Rodrygo había actuado así con toda la intención. Solo que eso no lo diría en voz alta.
-Entiendo -dijo, mostrando empatía hacia Rodrygo y decidiendo que, a veces, lo mejor era guardar ciertos pensamientos para sí mismo-. Tal vez deberíamos darle un poco de espacio y tiempo para que pueda resolver sus problemas.
- Sí, deberíamos -Chelsea le dio la razón-. Luego le preguntaré a Vini si sabe algo al respecto.
El contrario decidió callar. Quería confiar en las palabras de Chelsea, pero se le era imposible no pensar en que la actitud de Rodrygo hacia él era personal. Lo cual era una pena, porque Rodrygo le agradaba a pesar de todo.
- ¿Te puedo preguntar algo? -quiso saber Arda, cambiando el tema.
Chelsea se cruzó de brazos mientras lo miraba atentamente con visible curiosidad, esperando a que continuara.
- Cuando mentiste con respecto a que debías terminar unos trabajos de la universidad y que por eso tenías que irte, lo hiciste para indicarme que debía esforzarme más, ¿cierto?
Ella se quedó en silencio, como si no esperara que Arda descubriera su mentira. Al cabo de unos segundos, le regaló una sonrisa de medio lado.
- Cierto -afirmó-. Pero decidí invitarte yo porque has demostrado ser alguien realmente agradable.
Él sintió un alivio al escuchar esas palabras. Aunque la mentira inicial le había desconcertado, comprendía que Chelsea había tenido buenas razones al hacerlo. Sentirse apreciado por alguien como ella era gratificante.
- Gracias por la invitación, Chels. También disfruto de tu compañía -respondió sinceramente, esbozando una leve sonrisa.
- ¿Chels? -mencionó ella, enarcando una ceja con curiosidad ante cómo la había llamado.
Arda se sintió avergonzado por haberla llamado por su apodo de manera tan confianzuda. Se apresuró a disculparse, sintiéndose incómodo por haber asumido esa confianza sin haberlo hablado previamente.
- Ah... lo siento -dijo, formando una mueca-. No tenía intención de ser demasiado familiar contigo. Fue solo un impulso.
Ella, sin embargo, sonrió aún más ampliamente y negó con la cabeza.
- No te preocupes, puedes llamarme así -clarificó, sembrando alivio en el interior del contrario-. Significa que ya te sientes más en confianza, y eso me gusta.
Él arqueó una ceja, mirándola con curiosidad por sus palabras. La respuesta de ella le resultó intrigante y despertó su interés por saber más. Sin embargo, notó que Chelsea rápidamente se puso nerviosa ante esa mirada inquisitiva. Aquel detalle le extrañó un poco.
- Oh, ¿en serio? -preguntó, su voz sonando más suave-. ¿Y a qué te refieres exactamente con eso? -prosiguió, dejando escapar un leve tono de desconcierto.
Chelsea se removió incómoda en su asiento, dándose cuenta de que quizás había revelado más de lo que pretendía. Tomó un respiro y decidió explicarse rápidamente.
- No quiero que pienses mal -se apresuró a decir, jugueteando con sus manos-. Me gusta que te sientas más en confianza porque sé que esto es un entorno nuevo para ti, y si te sientes seguro, podrás desenvolverte mejor y adaptarte más fácilmente. No es que tenga segundas intenciones ni nada por el estilo.
Ante sus palabras, Arda la observó con ligera ternura y soltó una risa suave, lo que le hizo fruncir el ceño rápidamente con confusión.
«Tiene una risa linda», no pudo evitar pensar, mientras trataba de encontrar el por qué de su repentina reacción. Sin embargo, rápidamente se dio una bofetada mental y sacudió su cabeza con ligereza, como si tratara de esfumar aquellos pensamientos.
- Lo sé, Chels. Tranquila.
Madrugada del día siguiente. La noche era oscura y silenciosa. Arda estaba tumbado en su cama, con el reloj marcando las horas en la mesita de noche. A pesar del agotamiento físico y mental, no podía conciliar el sueño. En unas horas debía viajar a Los Ángeles con el Real Madrid y jugar los partidos de pretemporada, además de hacer su tan esperado debut oficial.
Sin embargo, sus pensamientos parecían girar en torno a una sola persona: Chelsea. Cada vez que cerraba los ojos, su imagen aparecía nítidamente en su mente, sus ojos brillantes y su sonrisa encantadora.
Estaba frustrado consigo mismo. No entendía cómo una persona que apenas conocía podía perturbar su mente de esa manera. Nunca antes se había sentido así, y eso le aterraba. Temía que esta nueva y abrumadora emoción pudiera afectar su rendimiento en el campo y distraerlo durante los partidos tan importantes que se avecinaban.
En medio de la oscuridad de su habitación, Arda incluso consideró la idea de dejar de hablarle a Chelsea. Pensó que tal vez así podría desterrarla de sus pensamientos y recuperar su enfoque en el fútbol. Pero, en lo más profundo de su corazón, sabía que no quería hacer eso. No quería abandonar esa conexión especial que había empezado a construir con ella.
Las horas pasaban y la angustia de Arda crecía cada vez más. Finalmente, decidió tomar su teléfono y hacer lo primero que se le vino a la mente, restándole importancia a la hora. Para su sorpresa, Chelsea respondió rápidamente gracias a que se encontraba en la misma situación que él.
Había estado pensando en Arda también. En el verde oliva de sus ojos, en su sonrisa tímida pero encantadora, en cómo se tomaba el tiempo para escucharla y entenderla. Pero también había estado luchando con sus propios miedos y dudas.
Ambos habían sentido una conexión instantánea desde el momento en que se conocieron. Sus conversaciones fluían naturalmente y se entendían sin necesidad de palabras.
La idea de dejar de hablarle le había cruzado por la cabeza, pero como a él, también le disgustaba la idea de perder esa conexión especial que estaban formando.
- Arda -al pegarse el teléfono a la oreja, no tardó en escuchar su voz al otro lado de la línea-. Tampoco puedes dormir, ¿no?
- No, no puedo -respondió a los pocos segundos, largando un suspiro de cansancio-. No podía dejar de pensar en ti, así que no he podido conciliar el sueño...
- ¿No podías dejar de pensar en mí? -preguntó Chelsea, con sorpresa en su voz.
«Mierda. ¿Por qué no puedo cerrar mi bocota?»
Arda se sintió atrapado en sus propias palabras y su corazón comenzó a latir más rápido. Tragó saliva nerviosamente mientras buscaba una respuesta que pudiera arreglar su metedura de pata.
- Oh, no, no me malinterpretes -balbuceó, tratando de encontrar las palabras adecuadas-. No quería decirlo de esa manera. Solo quería decir que estaba... estaba pensando en lo que dijiste y eso me mantuvo despierto. No quería que pensaras-
- Tranquilo, ya entiendo -ella interrumpió su pobre intento de excusarse-. Yo también estaba pensando en ti. No entiendo por qué Rodrygo tiene esa actitud tan desagradable contigo.
Arda se sintió aliviado al escuchar sus palabras, pero al mismo tiempo se llenó de una mezcla de emoción y nerviosismo. No podía creer que Chelsea también estuviera pensando en él.
- ¿En serio? -preguntó con incredulidad, dejando escapar un suspiro de alivio-. No pensé que también estarías despierta y pensando en mí.
- Bueno, supongo que ambos tenemos mucho en qué pensar -respondió con suavidad-. Estoy empezando a darme cuenta de que nuestro encuentro de ayer en la tarde me quedó resonando por algo en específico, y no podía dejar de pensar en ello. Además, tengo mucha curiosidad por conocerte mejor.
Arda sintió un cosquilleo en el estómago al escuchar sus palabras. No podía evitar sonreír mientras pensaba en la conexión especial que parecía estar formándose entre ellos, ya que eso lo hacía sentirse más cómodo en este nuevo ambiente. Le emocionaba la posibilidad de conocer más a Chelsea.
Cuando cayó en cuenta de que estaba actuando como un puberto que tenía su primer crush, rápidamente formó una mueca, cuestionándose seriamente su actitud.
«Cálmate, Arda. No puedes permitir que tus emociones te dominen de esta manera. Mantén la compostura y tómate las cosas con calma», se reprendió mentalmente.
- Tienes razón, hay mucho de qué hablar y conocer del otro -respondió, tratando de sonar desinteresado-. En fin, ¿no te vas a dormir?
- Pues estoy hablando contigo -replicó con obviedad-. A no ser que esta sea tu manera de echarme y decirme que cuelgue.
Arda sintió un pinchazo de culpa al darse cuenta de que su intento de parecer indiferente podía interpretarse como un rechazo. Antes de tratar de enmendar su error, soltó una risa suave.
- No, no, para nada. No quiero que pienses eso. Me gustaría seguir hablando contigo, pero pensé que tal vez estarías cansada y querrías dormir. Solo quería asegurarme de que estuvieras cómoda.
La respuesta de Arda hizo que Chelsea sonriera de manera inconsciente.
- Eres adorable, Arda. Pero en realidad ambos debemos ir a dormir en vista de que en pocas horas viajaremos. Y tú definitivamente necesitas descansar más que yo, porque yo solo me siento a verlos jugar y no muevo un solo dedo.
El susodicho rió de nuevo, esta vez con más sinceridad.
- Tienes razón, no puedo negar que necesito dormir más de lo que debería admitir. Me apena no poder quedarme más tiempo hablando contigo.
- Nah, está todo bien -ella le restó importancia-. Tú solo descansa.
- De acuerdo. Espero que tú igual.
Luego de que la llamada llegara a su fin, Arda dejó su teléfono sobre la mesita de anoche y se acomodó sobre su cama, mirando fijamente al techo. Le había dicho a Chelsea que descansaría, pero definitivamente su tarea era más imposible luego de la reciente conversación.
Luego de unos largos minutos pensando y divagando, el cansancio se adueñó de él y sus ojos se cerraron suavemente. Para su mala suerte, el tiempo se le fue demasiado rápido y en lo que parecieron segundos, ya era momento de que se levantara.
En todo momento, Chelsea estuvo presente en sus pensamientos. Cuando se estaba bañando, cuando se estaba vistiendo, cuando estaba saliendo rumbo al aeropuerto e incluso cuando el avión despegó finalmente. Sentía que se estaba volviendo loco.
No podía entenderlo. Esa conexión que había surgido entre ellos desde el primer momento era inexplicable. Parecía que se conocían de toda la vida, que sus almas estaban entrelazadas de alguna manera.
Cada pequeño detalle de su encuentro estaba grabado en su memoria. La sonrisa de Chelsea, su voz suave y melodiosa, la forma en que sus ojos brillaban al mirarlo. Todo eso le llenaba el corazón de calidez, pero al mismo tiempo, de incertidumbre.
Se preguntaba si a ella le sucedía lo mismo. Si también pensaba en él en cada momento, si también luchaba contra esa locura que lo envolvía. Esperaba que no. De por sí ya era lo suficientemente complicado lidiar con lo suyo, ahora no se quería imaginar si también tuviese que hacerlo con Chelsea.
Mientras el avión atravesaba las nubes, su mente volaba junto a él. Y definitivamente no pasó desapercibido por algunos de sus compañeros.
- ¿Estás bien? -Fede tocó su hombro de repente y lo trajo de vuelta a la realidad-. Pareces un poco ido, amigo.
- Déjalo. Seguramente debe estar en Chelsealandia -molestó Jude, quien iba en los asientos de atrás junto a Camavinga.
Las risas de Fede, Camavinga e incluso Vini no se hicieron esperar. Rodrygo observó la escena y se limitó a ignorarla, cruzándose de brazos mientras rodaba los ojos con fastidio.
- Uh, ¿escuchaste, Rodry? Te la quieren robar -Fede se dirigió a él en español, siendo mirado con confusión por Arda y Jude.
- ¿Nunca puedes callarte, Fede? -Rodrygo se giró visiblemente irritado hacia su amigo.
- Tranqui, no te lo tomaré personal -respondió el contrario con una sonrisa burlona.
Arda se incorporó en su asiento y miró a sus compañeros con una mezcla de sorpresa y diversión.
- Bueno, para ser honesto, Chelsea ni siquiera había cruzado por mi mente hasta que la mencionaron -ante su descarada mentira, Fede no tardó en mirarlo con una ceja alzada-. Estaba pensando en unas cosas, pero no es nada importante -concluyó, intentando mantener el misterio.
Jude y Camavinga intercambiaron miradas y se encogieron de hombros, restándole importancia al asunto. Evidentemente no estaban satisfechos con su respuesta, pero tampoco iban a presionarlo para que hablara.
El resto del vuelo transcurrió en relativa calma, con los jugadores ocupados en sus propias conversaciones y actividades. Arda, por su parte, se sumergió en sus pensamientos una vez más, dejando que su mente se elevara junto con el avión.
Suspiró y miró por la ventana, tratando de alejar los pensamientos que lo habían distraído. Sabía que tenía que estar enfocado en el partido que se avecinaba dentro de cuatro días, pero su mente parecía tener su propio plan.
Mientras tanto, en su país natal, la prensa deportiva especulaba sobre su rendimiento en el equipo. Inclusive rumores de una posible cesión a otro club comenzaban a circular y Arda se sentía cada vez más presionado.
- Está bien si estás comenzando a sentirte interesado por Chelsea -las repentinas palabras de Fede lo hicieron dar un respingo. Lentamente, se giró hacia él para mirarlo con el ceño fruncido-. Normal, Chels es preciosa e increíble.
- No, yo no-
- Tranquilo -él le impidió continuar, colocando una mano sobre su hombro a modo de apoyo-. No le diré a nadie, ni siquiera a Chelsea. A no ser que quieras que le diga, claro.
- No, definitivamente no quiero que le digas nada -respondió Arda con firmeza, sintiéndose algo incómodo con la situación.
Fede asintió comprensivo: - Está bien, lo entiendo. No te preocupes, guardaré tu secreto. Pero, si necesitas hablar al respecto, aquí estoy para escucharte.
- Pero no es ningún secreto -Arda frunció el ceño aún más.
- Entonces, ¿le puedo decir? -el contrario elevó ambas cejas con curiosidad.
- No.
- Entonces sí es un secreto -Fede sonrió con diversión-. No le diré nada. Está bien.
Arda se quedó sin palabras por un momento, sintiendo el rubor subir a sus mejillas.
- No sé de qué estás hablando.
Fede soltó una risita y le guiñó un ojo.
- No te preocupes, amigo. No hay nada de malo en sentir atracción por alguien. Si te hace feliz, deberías intentar conocerla mejor y ver qué pasa.
Arda liberó un suspiro de cansancio, desviando su cabeza hacia la ventana y fijando su vista en ella. A medida que el avión descendía hacia su destino, se obligó a dejar atrás sus preocupaciones y concentrarse en lo que estaba por venir. El aterrizaje fue suave y el equipo se dirigió rápidamente al hotel donde se alojarían antes del partido.
Arda sabía que era hora de enfocarse en su rendimiento y dejar de lado las distracciones. Tenía que demostrar su valía en el campo y hacer frente a cualquier obstáculo que se le presentara.
Sin embargo, toda determinación pareció irse a la basura en cuanto la vio ahí.
- ¡Chels! -exclamó eufórico Fede, tirando su equipaje sin fijarse y corriendo hacia su mejor amiga. A los pocos segundos, se pudo escuchar a Rodrygo quejarse porque le había caído en el pie.
Vini y Militão notaron la escena y rápidamente comenzaron a carajearse. Su amigo se limitó a lanzarles una mala mirada antes de caminar hacia Chelsea también.
- ¿Qué onda, Fefi? ¿Cómo estuvo el vuelo? -le preguntó una vez Fede hubo deshecho su abrazo.
- Nah, genial. ¿Podés creer quién fue mi compañero de asiento? ¡Arda!
La contraria formó una mueca ante la revelación de su amigo. Adoraba a Fede y siempre disfrutaba los momentos con él, pero lo conocía como la palma de su mano, así que sabía bien que a veces podía ser insoportable.
- Pobrecito -bromeó ella, riendo levemente mientras que Fede la miraba fingiendo estar ofendido.
- Chels -la voz de Rodrygo a sus espaldas llamó su atención-. ¿Por qué no contestas mis mensajes?
- Porque estoy enojada con vos -replicó a secas, girándose para encararlo-. Y no voy a dejar de estarlo solo porque me mandés diez memes por minuto. Aunque podés seguir mandándome, solo que no te voy a contestar.
- Boludo, siempre sos re intenso con los memes -se burló Fede, agarrándose el estómago con fuerza mientras reía escandalosamente-. Tenés que dejar WhatsApp e Instagram al menos una semana, eh.
- A todos les gustan mis memes -se defendió él, cruzándose de brazos mientras fruncía el ceño-. Aunque Toni me bloqueó en WhatsApp.
- Lo amo -mencionó Chelsea, esbozando una sonrisa de tonta enamorada.
- ¿A quién amas? -una cuarta voz se escuchó de repente, obligándolos a girarse rápidamente hacia donde provino. Curiosamente, esa era una de las pocas frases que conocía en el idioma.
Chelsea supo desde el primer instante de quién se trataba, pero no fue hasta que lo vio que una sonrisa comenzó a formarse de a poco en sus labios.
- Arda, justo a ti quería verte.
El susodicho la observó confundido por un momento, señalándose a sí mismo mientras fruncía el ceño.
- ¿A mí?
- Obvio -le aseguró, acercándose lentamente a él-. Ven, vamos a hablar a otra parte.
Sin dejarle tiempo de protestar, Chelsea tomó a Arda por la muñeca y lo jaló lejos de ahí bajo las miradas atentas de Rodrygo y Fede, las cuales contrastaban perfectamente entre sí.
- Bueeeeno, me parece que ya te cambiaron.
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