Ah, Jeon WonWoo.

Él no era nada peculiar, extravagante, no era alguien que resalte del resto. Sencillo, reservado, una persona que cuida de las apariencias. Descuidado cabello negro, anteojos redondos y un libro diferente cada semana; a veces sobre filosofía, a veces clásicos románticos y otras sobre poesía. Solía sentarse bajo la sombra del lapacho en el patio trasero, se ponía sus auriculares y se desconectaba durante el tiempo que tuviera que esperar hasta su siguiente clase.

JeongHan no recuerda el momento exacto en el que su aliento se detuvo y su corazón comenzó a latir con rapidez por él. Rara vez se lo cruzaba, de hecho, nunca lo veía. Pero cuando lo notó por primera vez se dió cuenta de lo especial que era, e inconscientemente buscaba con la mirada la negruzca cabellera entre la multitud.

Alto, de largas piernas y fuertes brazos. Su físico contradecía los libros que leía, un romántico empedernido o un corazón roto en busca de consuelo. ¿Cuál era su autor favorito? ¿Y libro? Al pasar por su lado notó los post-it de colores opacos y prolijas anotaciones en una libreta de hojas cuadriculadas. ¿Será el azul su color preferido?

El interés fue instantáneo, mas no mutuo. WonWoo evitaba su presencia, no lo quería cerca. O eso es lo que daba a entender con sus despectivas miradas que rápidamente se iluminan al conectarse con la de un morocho. Inocentes roces, suaves risas y un sumiso lenguaje corporal.

¿Quién es él? O mejor dicho… ¿Qué es lo que quería con su WonWoo?