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Un paso a la vez

Narrador omnisciente:

Había transcurrido un mes desde la última vez en que Taehyung habló abiertamente sobre lo que sentía por la taiwanesa, treinta días donde el coreano se mantuvo atento a cada cosa que sucedía en la vida de la castaña; el chico estuvo presente la primera vez en que Tzuyu lloró cuando Sana la echó de su habitación al vomitar producto de los medicamentos, estuvo ahí cuando la castaña no podía dormir producto de las pesadillas, le hizo compañía sin esperar algo a cambio, intentando ser el pequeño apoyo emocional que tanto Tzuyu necesitaba. Cuatro semanas sin falta la castaña visitaba a Sana, se levantaba lo suficientemente temprano como para que sus padres ni siquiera lo notara para visitar a la muchacha, y luego se regresaba cuando la rubia terminaba siendo vencida por la difícil sesión que tenía, los primeros quince días fue difícil, tanto para ella como para Sana, si era sincera era hasta traumático ver el progreso en que el cuerpo de la japonesa estaba sufriendo-casi deteriorando frente a sus ojos-, aunque esa imagen mental que la abrumaba lo suficiente para no poder dormir como correspondía comenzaba a ser opacada por la bonita sonrisa que la rubia le brindaba luego de sus quince días de descanso. 

Tzuyu no estaba preparada para volver a ser testigos del agotador procedimiento que Sana vivía, pero estaría ahí, sin falta. 

La castaña ya no llevaba su traje de cirujana, en esos quince días de descanso que Sana tuvo, su cuerpo sorprendentemente mejoró bastante-no tanto a lo físico, pero si interno- así que sus glóbulos blancos estaban lo suficientemente fuertes como no estar protegida; aunque bueno, de todas formas Tzuyu era bastante precavida por cada visita que tenía-tampoco iba arriesgarse a enfermarla-. La taiwanesa se cruzó de brazos soltando un suave suspiro al ver como Sana cerraba sus ojos permitiendo que la señora Minatozaki siguiera peinando su cabello, a pesar que nadie había hecho comentario respecto a la evidente pérdida de cabello por parte de la chica, si que era cierto que la rubia lo había notado, y se acomplejaba. El corazón de la taiwanesa se estrujó al notar como la primera lágrima se deslizó por la mejilla izquierda de la rubia, preocupada se inclinó apoyando sus palmas contra sus rodillas observando atentamente como Sana entreabría sus labios sollozando con suavidad, y lo supo, quizás de forma de inmediata que se había roto, por primera vez la veía llorar a causa de las quimioterapias y no tenía ni la maldita idea de que podía hacer para calmar su dolor. Yubin rapidamente dejó de peinar el cabello de su hija al sentir como la muchacha sacudía su cabeza en negación acompañado de ese desgarrador "Basta" paralizando con bastante facilidad a todos los presente.

Tzuyu se congeló mirando con temor como Sana llevaba sus palmas contra su cabeza y sin siquiera ejercer fuerza aparente pequeños mechones de pelo quedaron enredados entre sus dedos dándole un aspecto completamente frágil y lastimado. La taiwanesa fue testigo de la manera en que el mentón de la japonesa comenzó a moverse, hasta que el llanto se hizo cada vez más presente; Sana lloró logrando que su rostro tomara un bonito tono carmesí mientras que, casi de forma desesperada intentaba tomar un poco de aire ante la desesperación con la que estaba dejando en exposición su dolor. Las oscuras orbes de la taiwanesa se centraron por completo en la forma en que Yubin había dejado la peineta sobre la mesita para acercarse donde su hija envolviendo con calidez sus brazos en un vano intento por calmar la manera en que Sana se estaba lastimando, pero ella con brusquedad la empujó desde los hombros negándose rotundamente a tener un poco de lástima por su parte; Sana odiaba la lástima, y más en esos momentos. 

A pesar que Tzuyu estaba siendo consciente que la japonesa no estaba mentalmente estable en esos momentos, de todas formas salió de su pequeña paralización colocándose de pie, sabiendo a la perfección que la rubia podría atacarla ante su mente fuera de sí, caminó hacia su dirección, primero tomó asiento en el borde del colchón elevando su mano para detener la palma de la contraria que iba ir directo a su rostro, aquella posición le trajo recuerdos: aún estaba fresca la imagen de una Sana molesta y su trasero adolorido ante el golpe que ella le brindó para sacarla de su cama. Por muy irónico que fuese el asunto, aquella imagen mental la alivió lo suficiente para actuar con mayor tranquilidad, aprovechando que sostenía la muñeca de la japonesa no dudó en tirar de ella contra su pecho envolviendo velozmente sus brazos por sobre su espalda, con el corazón agitado y los pulmones estrujados ante la retención de oxígeno Tzuyu presionó su mentón sobre su coronilla intentando mantener a la chica atrapada en sus extremidades.

—Está bien... Sana, todo estará bien—susurró intentando calmarla—shhh...—y acariciaba su cabeza sintiendo como la contraria no dejaba de golpear su cuello y esternón intentando vanamente liberarse de sus fuertes brazos.

La mencionada lloró golpeando su pecho mientras que sus dedos seguían aún envueltos por su propio cabello, el sonido desgarrador de su dolor causó que Tzuyu tuviese que apretar sus labios en un vano intento por contener las lágrimas, pero era difícil el mantener la compostura cuando era consciente que ella sufría. La taiwanesa estuvo tentada en soltar ese claro "Solo es cabello" pero no era solo cabello, había un trasfondo aún más doloroso del por qué Sana se había roto y ella lo sabía; el perder tan gradualmente tantos mechones de pelo le indicaban que ya no era normal, y que todo oportunidad de tener algo parecido a lo que ella deseaba se estaba esfumando entre sus manos, y no había forma-no por ahora- de poder repararlo. Para la suerte de todos, luego de unos minutos Sana dejó de luchar, con la respiración entrecortada apoyó su mejilla sobre el lastimado esternón de la castaña escuchando de manera atenta la suave melodía de su acelerado órgano latente, en silencio la chica movió sus adoloridos dedos hacia la cintura de Tzuyu envolviendo sus enrojecidas palmas hacia la parte baja de su columna intentando buscar mayor comodidad, mientras que era incapaz de siquiera elevar su rostro de su pecho; estaba avergonzada por perder la compostura, como también por lastimarla. Yubin tragó saliva observando atentamente como Tzuyu con bastante dificultad se sentaba sobre la cama rodeando con sus piernas y brazos la anatomía de su hija, quedando anclada como un pequeño koala en una rama.

La mujer era consciente que la selva estaba en llamas, y Tzuyu era el único árbol que sostenía a su hija; ella iba hacer todo lo posible para mantener el árbol emocional de la taiwanesa fuera de peligro, porque sabía que ella era el único pilar estable para Sana. 

La taiwanesa no se movió de la cama de Sana hasta que se aseguró que la chica ya no se iba a volver a lastimar, en silencio posó su palma sobre la nuca de la más baja sintiendo como la muchacha en silencio envolvía sus dedos alrededor de su camiseta; si era sincera le dolía el torso y el mentón, ante la fuerza que Sana utilizó para querer liberarse logró lastimar su piel-le dejaría hematomas-, pero no importaba, por ahora no importaba. Tzuyu apoyó su espalda contra las almohadas sintiendo como la chica terminaba por acomodarse en su torso utilizando este como su propio colchón.

 —Lo siento—Sana se disculpaba porque estaba avergonzada, lo que menos quería era lastimar a la castaña, pero su ataque de ansiedad la hizo perder el control —y~yo... yo no quise—en esos momentos cualquier cosa podría detonar nuevamente la locura en la rubia, así que las lágrimas no sorprendieron para nada a la castaña quien sentía su camiseta ligeramente humedecida.

 —Lo sé—Tzuyu la interrumpió agachando su mentón para presionar sus labios sobre la coronilla ajena intentando demostrarle de esa manera que no estaba molesta por lo sucedido—lo tengo claro—ella era consciente que debían hacer algo para detener ese tipo de altercados, porque sabía que no eran sanos, tanto para ella como para la japonesa, pero hasta el momento, Sana seguía negándose el recibir atención por parte del psicólogo del hospital.

Había veces que era más fácil el estar con Sana que otras.

Un par de horas después Tzuyu terminó abandonando la habitación de la rubia por pedido de Yubin, la castaña giró sobre sus talones al escuchar la puerta cerrarse con una evidente confusión observó como la mujer simplemente le veía en silencio; parecía como si la estuviese analizando y eso la incomodó. Se preguntarán por qué el señor Minatozaki no estuvo presente cuando él era uno de los que más pasaba tiempo con su hija-al igual que la castaña- y la respuesta era fácil; la enfermedad de Sana era cara, demasiado a decir verdad, y a pesar que tenían un seguro médico bastante bueno, no era suficiente, así que él debió volver a su trabajo. La adolescente pasó sus húmedas palmas por sus pantalones sintiéndose intimidada ante la forma en que la mayor le seguía viendo, la chica estuvo tentada en soltar ese suave "¿Qué sucede?" pero temía la respuesta por parte de la contraria.

—Acompañame—pidió la adulta a la vez que giraba sobre sus talones caminando por el pasillo en dirección del ascensor. 

La castaña mentiría si no confesaba que estaba confundida, porque lo estaba. Jamás, en el tiempo que llevaba conociendo a la japonesa había visto la seriedad en el rostro de la señora Minatozkai, así que no sabía muy bien cómo debía reaccionar en esos momentos. En un completo silencio Tzuyu le siguió el paso, por impulso escondió sus manos en el interior de los bolsillo de sus pantalones sintiendo como la piel expuesta de su cuello ardía ante los pequeños rasguños que Sana dejó, iba a solucionarlo, de una u otra manera iba arreglar las cosas, tendría a la japonesa completamente libre de ese asqueroso cáncer, aunque no tenía muy claro de cómo lo haría, solo podía afirmar que estaba segura de que lo lograría. La taiwanesa se detuvo en el momento que se percató en donde estaban, ¿Por qué? se cuestionó observando como Yubin arreglaba su cabello posando sus ojos en ella.

—Sana no está bien—y no, claro que no lo estaba, ¿Pero Tzuyu la culpaba? para nada, entendía a la perfección que la chica estuviese molesta, pero iba hacer que las cosas cambiarán, realmente lo haría. Yubin suspiró estirando una de sus manos para posarlos sobre los hombros de la castaña —es mucho para ti, Tzuyu.

La castaña frunció el ceño, ¿Qué estaba intentando decir? de manera impulsiva la chica dio un paso hacia atrás, si ella me va a prohibir la entrada, no lo aceptaré, y estaba firmemente anclada a ese pensamiento. Tzuyu se sintió completamente aturdida al sentir como, la mayor con suavidad tomaba de su brazo y la arrastraba hacia uno de los asientos que estaban frente a la oficina queriendo que se sentara; era la señal de que estaba prontamente a hablar de algo que posiblemente no le iba a gustar, si era sincera había leído ese claro "Doctora Jung área de psicología" y no supo realmente como debía tomarse la posibilidad de que ella quisiera que tomara sesiones con aquella mujer.

—Hablé con tu padre—y rompió el corto silencio que las envolvía con una información que realmente no le agradó a la castaña. Sin poder evitarlo Tzuyu se puso a la defensiva, permitiendo que todos sus sentidos quedarán en alertas ante lo que sea que su padre hubiese hecho, porque era consciente que nada bueno saldría de esto—él quiere lo mejor para ti...

—Lo mejor para mi no es estar lejos de Sana—aclaró la adolescente observando como la mujer suspiraba, no, claro que no lo era, pensó sintiendo sus palmas sudar ante los nervios y la tráquea cerrarse casi con violencia ante las ganas que tenía por romperse; iba a llorar, si le decían que no podía estar nuevamente con la japonesa, juraba que lloraría frente a ella—u~usted no sabe lo que ha pasado con mi padre.

—Sé que el hijo de su compañero de trabajo intentó propasarse contigo—golpe bajo, Tzuyu relamió sus labios sacudiendo su cabeza en negación, si era necesario para estar al lado de la japonesa, no lo admitiría—Tzuyu... ¿Eres consciente que la enfermedad de Sana nos consume a todos, verdad? el daño emocional que vives día a día no esta bien, su relación es linda, no permitas que se vuelva algo tóxico y dañino para ambas—no pasará, pensó la castaña sintiendo como su mentón comenzaba a temblar, no pasará, pero no estaba tan segura de eso—si tu vas al psicólogo lograrás que Sana también quiera ir.

Ella ya había pensado en tener una ayuda psicológica desde el día que se enteró de la enfermedad de Sana porque era consciente que por sí misma no sería capaz de sobrellevar las cosas, pero ahora todo era bastante complicado para su gusto, si se daba el lujo de ir no tendría tanto tiempo para ver a la japonesa, y menos ahora que sus mini vacaciones habían acabado. A pesar que aún no era capaz de admitirlo, seguía teniendo una vida relativamente normal; tenía que seguir asistiendo a clases, estudiar para las pruebas, realizar trabajos, y eso que no ha pensado en el hecho de que debía socializar otra vez, así que su tiempo estaba bastante acotado, y lo odiaba, detestaba que las cosas se hubiesen llevado de esa manera, que Sana hubiese tenido que recaer justo en la cúspide de su adolescencia. Realmente no había forma de poder hacer todo lo que quería. Tzuyu suspiró, en silencio llevó sus dos palmas a su cabeza, ¿Por qué hizo eso? y eso era una pregunta que realmente deseaba que la respondieran, ¿Por qué ahora? nunca antes se había molestado en las decisiones que ella había tomado, ¿Por qué razón ahora no dejaba de meterse? ¿A caso no se daba cuenta que solo lo empeora?.

—...—suspiró para luego inflar su pecho intentando estar tranquila—está bien—y era preocupante el hecho de que lo estuviese haciendo solo por Sana, y no por ella—lo haré—confesó observando como ella suspiraba aliviada. 

Yubin estiró su mano presionando su palma contra su mejilla.

—Todo estará bien—ella era muy amable, y se notaba el hecho que le tenía cariño, así que Tzuyu se lo agradecía; con ella a su lado era más fácil el poder soportar todo lo que conllevaba amar a Sana.

Y ahí estaba ahora, sentada frente al gran escritorio donde se encontraba la desconocida, incómoda Tzuyu se intentó acomodar en su puesto observando cada pequeño detalle de la habitación mientras que la contraria solo la veía en silencio como si estuviese esperando a que ella reaccionara para dar el primer paso. ¿Qué se supone que tengo que hacer? se cuestionó la taiwanesa a la vez que relamía sus labios. Sin poder evitarlo se puso a la defensiva cuando notó la forma en que la adulta se inclinaba presionando sus antebrazos sobre la mesa.

—Veo que no te sientes cómoda—comentó la mujer de cabello azul, ¿Por qué es azul? y realmente le llamaba bastante la atención el peculiar tono en su cabeza, porque bueno, para que estaba con cosas, no era normal ver una persona de ese estatus social con un color tan peculiar, era como ver un médico con el cabello rosa, raro—me presento, mi nombre es Jung Wheein... pero puedes usar mi nombre de pila, no me molesta—aclaró intentando tener un ambiente más cómodo para ambas, pero Tzuyu aun no podía mostrarse aliviada—y bueno... Yubin, me dijo que necesitabas ayuda, ¿En que puedo ayudarte?

La castaña apretó sus labios sintiéndose intimidada por la forma en que ella le veía, ¿Por qué me mira tan fijamente? se cuestionó abrumada por la manera en que ella tenía de no quitarle la mirada. De manera instintiva ella se quiso colocar de pie, pero sus piernas no estaban facilitando las cosas para poder huir, así que simplemente escondió sus palmas por debajo de sus muslos encorvando sus hombros permitiendo que la adulta notara los pequeños rasguños envueltos en su cuello y bajo su mentón. El corazón de Tzuyu se disparó comenzando a bombear con bastante rapidez al notar como Wheein llevaba su lápiz contra su propio cuello apuntando la zona donde había visto la marca en su nueva paciente.

—¿Fue tu novio?

—No tengo novio—y por fin Tzuyu habló logrando que la mujer sonriera, lo había conseguido, y la castaña se avergonzó al darse cuenta que la contraria simplemente quería oír su voz, estás obligada a aclarar, pensó siendo consciente que ahora ya no tenía sentido el seguir guardando silencio—...—tomó una buena bocanada de aire—por cierto, mi nombre es Tzuyu y esto—comentó apuntando con su dedo índice la piel lastimada—lo hizo Sana—confesó dándose por vencida.

—¿Sana es...?—cuestionó vacilando dándole la oportunidad a la castaña a continuar mientras que ella tomaba con suavidad su pequeña libreta anotando el nombre de su paciente y los detalles que la chica comenzaba a liberar.

—¿Es como mi novia? es que no es algo oficial, pero tampoco estoy con alguien más—aclaró sintiéndose nerviosa al ver como la contraria simplemente asentía con su cabeza como si lo entendiera, ¿Pero lo entendía? Tzuyu no lo tenía claro—tiene cáncer—y eso sorprendió a Wheein ya que alzó su mentón mirándola a los ojos—leucemia... esta con sus quimioterapias.

—¿Ya comenzaron lo síntomas?

Y Tzuyu entendía a la perfección a que se refería aquel "Los síntomas".

—Se estaba lastimando e intente detenerla—agregó a la vez que apuntaba nuevamente su cuello queriendo que ella entendiera que Sana no era violenta; bueno, quizás una vez la tiró de su cama, pero ahí ni siquiera se llevaban bien, pero por lo general la japonesa intentaba cuidarla de la misma forma en que ella la cuidaba.

La plática comenzó, y por muy sorprendente que fuese, Tzuyu logró sentirse cómoda ante la presencia de la adulta a pesar que esta le siguiese mirando como si quisiera leer sus pensamientos: parecía querer adentrarse en su cabeza y eso la asustó, un poco, si era sincera. Se mantuvieron hablando por una hora y media, en ese largo transcurso de tiempo la taiwanesa habló más respecto de Sana a cómo ella se sentía, y a pesar que Wheein no había hecho comentario al respecto sí que era cierto que cada vez que Tzuyu desviaba el tema cuando ella le preguntaba por su vida, esta no dudaba en anotarlo en su cuaderno; tiene la misma manía que yo, y eso había sido su pensamiento la primera vez que lo notó, aunque bueno, después simplemente se centró en la bonita pintura puesta detrás de la mujer llevándose casi por completo su atención.

Tzuyu salió de la oficina en compañía de la mujer.

—Tzuyu—Wheein la detuvo provocando que ella completamente confundida girara su rostro para ver por sobre su hombro a la más baja—la próxima vez que nos veamos, quiero que hablemos de ti. 

Tzuyu no estaba sorprendida, aunque si era cierta que tenía miedo; a veces era más fácil hablar de los demás que de sí misma.

Eran alrededor de las ocho de la noche cuando la señora Minatozaki la dejó en su casa, si era sincera se sorprendió bastante cuando no hizo preguntas respecto a cómo había sido la sesión con la psicóloga-debía aclarar que aquello era completamente gratis, ya que era financiado por el mismo hospital como parte del plan de las quimioterapias en Sana-, Yubin había dejado la radio encendida así que la mayor parte del viaje fue en un completo silencio, aunque, era cierto que en un par de ocasiones hablaron respecto a la rubia, se enfocaron en el tema de la pérdida de su cabello, porque ambas eran consciente que llegaría un punto donde ella perdería con totalidad su pelo-luego seguiría sus cejas y así sucesivamente-, quizás, era egoísta por parte de Tzuyu el no querer hablar respecto a ese tema en específico, pero era necesario, porque sería otro proceso donde tenía que aceptar y normalizar el hecho de que la bonita chica frente a su habitación ya no existía más. 

La taiwanesa abrió la puerta intentando hacer el menor ruido posible.

—Me tengo que ir...

Tzuyu se paralizó con la puerta entreabierta al oír la voz de su hermana resonando en la habitación principal del primer piso. En silencio la castaña escuchó la perfección la plática entre ella y sus padres: había que aclarar que la pierna de Mina había mejorado bastante, aunque ahora tenía una pequeña bota y seguía utilizando sus muletas, pero podía asistir nuevamente a la universidad sin ningún tipo de dificultad. 

—Aun no estas curada—aclaró Matthew a la vez que se cruzaba de brazos observando atentamente cómo la pelinegra suspiraba apoyando su espalda contra el respaldo del sofá mientras que llevaba la muleta entre sus piernas y su pies lastimado lo mantenía en alto sostenido con la mesita de centro y una almohada.

—Se acabó mi licencia no puedo faltar más—replicó Mina—si estuviese completamente curada, me quedaría, pero me es más fácil vivir en la facultad... y tu lo sabes—aclaró mirando atentamente como su padre simplemente apretaba su mandíbula sacudiendo su cabeza en negación.

—Estas siendo egoista, Mina.

Tzuyu apretó sus labios al oír la risa por parte de su hermana mayor.

—¿Yo, egoista? ¿En serio?—cuestionó la delgada muchacha mientras que observaba a la perfección como su madre presionaba su palma contra el hombro de su esposo intentando vanamente que él se mantuviese relajado—lo dice el que arregló la motocicleta de Tuyu para ganarse su cariño.

—Sabes que no lo hice por es...

—¡Oh por favor! odiabas esa tonta motocicleta, y hasta estabas decidido en llevarla a un basurero solo para que ella no tuviera la intención de arreglarla—le recordó la última conversación que habían tenido al respeto del medio de transporte de Tzuyu—admite que te sientes culpable, porque no soportas saber que ella te odiaba.

—Mi hija no me odia—bramó el mayor observado como Mina alzaba una de sus cejas—bien, si quieres irte, pues vete... —aclaró alzando sus palmas al aire ante su momento de descontrol, para luego con la mirada cargada en molestia y su dedo firmemente inclinado en dirección de la pelinegra posar toda su atención en ella—pero te recuerdo que cuando la muchachita de al lado se muera tu no estarás para tu hermana.

Tzuyu se paralizó sintiendo como la sangre burbujeaba en el interior de su cuerpo ante la ira que lentamente estaba recorriendo sus venas.

—¿Qué mierda de chantaje es ese?—cuestionó Mina molesta observando como su padre se colocaba de pie—¿Eres consciente que Sana posiblemente sea el primer amor de tu hija?—preguntó notando como él simplemente se encogía de hombros—¡Tú deberías estar para ella! ¿Por qué no la llevas al hospital? ¿Por qué no muestras interés?

—Lo que debería hacer es alejarla de ella—aclaró hablando en alto sin saber que su pequeña hija estaba escuchando todo a la perfección—... Mina, cuando Sana muera tu hermana lo pasará mal, pero lo superará, solo es un tonto amor de verano.

¿Lo superará? ¿Qué mierda está hablando? Se cuestionó la castaña mientras que se armaba de valor y se adentraba en su propio hogar cerrando la puerta con la suficiente fuerza para que ahí todos fuesen consciente de su mera presencia. Con los ojos ardiendo ante las ganas de llorar y la tráquea completamente cerrada la muchacha caminó en dirección de su hermana observando como el rostro de su padre había palidecido casi por completo cuando sus miradas se encontraron. 

—No es un tonto amor de verano—aclaró la taiwanesa con calma permitiendo que las lágrimas cayeran con suavidad por sus mejillas—y si te odio—afirmó, para luego simplemente girar sobre sus talones y caminar hacia las escaleras queriendo esconderse en la habitación de la mayor.

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