Sabor amargo
Narrador omnisciente:
Las cosas estaban yendo demasiado rápido para el gusto de la castaña, la semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos tan veloz que ni siquiera tuvo tiempo de disfrutar la compañía de la ex rubia, como era de esperarse se mantuvo ocupada visitando a su japonesa favorita, y se las arregló sorprendentemente el mantener un horario bastante flexible para acatar cada una de sus responsabilidades, y los anotó tanto en el calendario de su celular como la pizarra que tenía en su habitación, y siempre lo leía para recordarse que debía hacer; desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde se la mantenía en el instituto,-el transcurso desde su zona de estudio hasta el hospital era alrededor de cuarenta minutos a una hora, así que en ese tiempo aprovechaba de estudiar-, de cinco de la tarde hasta las nueve se las mantenía haciendo compañía a Sana, aunque las quimioterapias de la chica comenzaban a la seis y terminaban a la siete y media, así que en el transcurso del tiempo en que Sana estaba durmiendo Tzuyu aprovechaba de tener su sesión semanal con la psicóloga, ¿Era agotador ese tipo de vida para una adolescente? definitivamente lo era.
Tzuyu dejó su mochila sobre el sofá luego de acabar su hora escolar, con calma caminó hacía el baño personal de la japonesa para lavarse muy bien las manos intentando que ninguna zona de sus palmas quedaran sin cubrir por la espuma del jabón, con calma podía oír la televisión encendida y como Sana hablaba por debajo: ese día en particular la japonesa no había despertado muy bien que digamos, y se podía notar por el tono de su voz, tan carente de emoción que lograba con bastante facilidad el colocar su piel de gallina. Cuando la taiwanesa terminó de limpiarse, apagó la luz del baño para luego cerrar la puerta comenzando a caminar en dirección de la japonesa.
—Hola—la castaña la saludó apoyando sus palmas sobre el borde del colchón, con cuidado de no tocar nada de las máquinas que estaban conectadas al pecho de Sana se inclinó juntando sus labios con los de la chica; el tacto fue agradable, como siempre su piel de su nuca se erizó ante los fríos dedos de la más baja acariciando su mentón. Cuando se separaron, Tzuyu se sentó sobre el pequeño espacio que su acompañante le había dejado—¿Cómo te sientes?
—Normal—confesó Sana apoyando su cabeza contra la almohada mientras que sus ojos seguían estando fijos en las orbes de la más alta notando como estos estaban bastante atentos a cada movimiento que ella realizaba—estaría mejor sin estos—confesó sosteniendo con las yemas de sus dedos el largo cableado que estaba pegado a su pecho ligeramente descubierto—pero el doctor Lee me comentó que me los sacaran en un par de horas más... odio los exámenes de rutina—murmuró sintiéndose fastidiada por tener que pasar por diferentes tipos de procesos para asegurarse de que la quimioterapia no estuviese afectando a los órganos; que sucediera, podría llegar a ser fatal para la japonesa—en fin... ¿Cómo estuvieron las clases?
—Aburridas—confesó al castaña queriendo dejar el tema hasta ahí, para centrarse en lo que sí consideraba importante, pero por la forma en que Sana le estaba viendo no pudo evitar el armarse de valor.
Tzuyu apretó sus labios a la vez que se levantaba de la cama dejando a una japonesa bastante confundida y hasta preocupada, ¿Hice algo mal? y como siempre el pensamiento de que había arruinado las cosas la abrumaron lo suficiente para creer lo peor, en silencio la taiwanesa caminó en dirección de su mochila, con bastante facilidad tomó aquel objeto entre sus palmas abriendo el cierre para ver el interior de este, sin poder evitarlo sus mejillas se adornaron de un adorable tono carmesí cuando encontró lo que había estado buscando. Sana en cambio se acomodó en el colchón mirando con curiosidad la forma en que la más alta había escondido sus manos detrás de su espalda.
—¿Qué haces?—cuestionó la ex rubia a la vez que veía como la chica se acercaba mordisqueando constantemente su labio inferior.
—Bueno... yo compre algo—confesó mientras que acomodaba sus pequeñas compras sobre una de sus manos para llevar la otra contra su nuca intentando vanamente el poder relajarse—no es la gran cosa... y posiblemente ni siquiera te gust...
—Quiero verlo.
Sana la había interrumpido así que no le quedó de otra más que acatar su orden, avergonzada Tzuyu infló sus mejillas queriendo tener una actitud más relajada, ¿Pero cómo lograrlo? una parte de ella estaba muerta de miedo, ¿Y si no le gusta? y estaba entrando en pánico ante de tiempo, solo relajate, se ordenó tomando una buena bocanada de aire. La taiwanesa tragó saliva deteniéndose frente a la cama, con cuidado y sin siquiera ser capaz de mirar los ojos de su acompañante expuso su compra escuchando el suave jadeo por parte de la ex rubia quien realmente no se había esperado ese gesto por parte de la más alta, di algo estúpida, y se reclamó por haber guardado silencio, así que rápidamente entreabrió sus labios queriendo excusarse por su atrevimiento.
—Sé que te gustan las flores, pero como eres alérgica al polen no puedes estar cerca de ellas, así que creía que una de plástico podría servir...—comentó de manera torpe a la vez que volvía a llevar sus palmas contra su espalda luego de sentir como Sana le arrebataba las cosas llevando instintivamente aquellos objetos a su pecho—y respecto al chocolate... no sé si te gustan, pero son de japón, así que pensé... yo realmente pensé que te gustarían—confesó a la vez que se balanceaba sobre sus propios pies intentando mantener la calma.
Vamos di algo, realmente necesitaba oír una respuesta por parte de Sana, pero lo único que logró escuchar fue su suave llanto llenando la silenciosa habitación. Tzuyu por impulso se sentó sobre el colchón llevando sus dos palmas contra las húmedas mejillas de su acompañante mientras que la japonesa mantenía sus brazos envueltos sobre los pequeños obsequios que amablemente la castaña le había traído sin pedir nada a cambio, ¿Quién le dio derecho a Zhou Tzuyu ser tan linda con ella y más ahora? Sana no podía vivir con una mujer tan perfecta como ella.
—No llores, por favor no llores—pidió la taiwanesa deslizando el borde de las mangas de su sudadera por debajo de las bonitas avellanas que Sana poseía, mientras que sentía como una de las manos de la chica se aferraba a su muñeca—por favor—y estaba preocupada; realmente no se había esperado el llanto por parte de la contraria, se había imaginado de todo, menos que ella sollozase—no pensé que te pondrías de esa forma—lo malo de estar nerviosa es que hablaba más de la cuenta, y en vez de arreglar sus nervios, simplemente los empeoraba—Mina siempre le hace regalos inesperados a Nayeon cada vez que le nace hacerlo, así que yo pensé que podía hacer lo mismo.
Sana dejó la pequeña flor violeta sobre sus muslos acompañado del envoltorio de chocolate mientras que sentía como Tzuyu seguía limpiando sus húmedas mejillas. Un poco más calmada, la japonesa se inclinó envolviendo sus manos sobre la camiseta de la taiwanesa para tirar de ella hacía su dirección, sorprendida la más alta jadeó sintiendo como la ex rubia presionaba sus labios sobre los suyos ejerciendo la suficiente fuerza para mantener aquella cálida unión por un prolongado tiempo. Tzuyu cerró sus párpados a la vez que entreabría sus cerezos permitiendo que su acompañante introdujera su húmeda lengua para danzar con la suya, si la chica era sincera la posición era bastante incómoda así que de manera atrevida se inclinó presionando sus palmas a cada lado del colchón dejando a Sana en medio de sus extremidades, de forma posesiva succionó el labio inferior de la ex rubia escuchando aquel inesperado gemido por parte de Sana. A pesar que Tzuyu estuvo tentada en echar su espalda hacía atrás al darse cuenta que había provocado una reacción por parte de la más baja-siendo esta la primera vez-, Sana no se lo permitió, la chica con fuerza presionó su palma contra la nuca de la más alta mientras que sus bocas se movían con rapidez y al mismo compás.
El fuerte sonido de la máquina que se encontraba al lado de la cama de la japonesa indicando que algo no andaba bien obligó a la castaña a alejarse de su aún no novia con la misma rapidez en que la puerta de la habitación de la japonesa se abría. Aterrada Tzuyu giró su rostro observando cómo, tanto el doctor Lee como los padres de Sana ingresaban en el lugar viéndose lo suficientemente asustados y preocupados como para tomarse la molestia en notar su presencia, siendo Taeyong el único que se acercó a la máquina intentando ver qué estaba fallando. El adulto llevó sus palmas contra la caja de metal observando con sorpresa como las pulsaciones de su paciente estaban bastante elevadas, así que pensó lo peor, mientras que oía a la perfección como tanto Yubin como Jicheol comenzaba a bombardear en preguntas intentando asegurarse de que su hija se encontrara bien.
—Nos estabamos besando—y velozmente Sana aclaró el por qué la máquina que estaba conectada a su pecho había comenzado a sonar como desquiciada.
Los tres adultos guardaron silencio posando sus ojos en la japonesa para luego centrarse en la sonrojada castaña que cobardemente se había escabullido hasta el sofá fingiendo que todo estaba bien con su teléfono firmemente puesto en su palma-sí, había aprovechado la situación para tomar una foto; tenía que enmarcar ese momento en su libro-. La taiwanesa sonrió intentando que nadie se molestara con ella mientras que Sana simplemente había mordisqueado su labio inferior atontada por la belleza de la castaña. Lee suspiró dando un paso hacia atrás a la vez que los señores Minatozaki miraban con reproche a la ex rubia, por lo que conocían y habían visto en Tzuyu sabían que ese beso lo debió comenzar su hija.
—Nada más de besos, hasta que tu exámen termine—ordenó Lee provocando que Sana apretaba sus labios arrugando tiernamente su nariz demostrando de esa forma su descontento; él no sabe lo que le costó el poder besar a la castaña sin que esta pensara que el hacerlo podría enfermarla, y ahora que lo logró, ¿No podía hacerlo? vaya mierda. El adulto giró su rostro posando sus ojos en Tzuyu queriendo que ella comprendiera la gravedad, porque sabía que Sana no le daría mucha importancia al asunto—y tú, mantente lejos de mi paciente hasta que desconecte la máquina... necesito los resultados hoy mismo.
—Si señor—obedientemente Tzuyu aceptó, sin poder evitarlo posó sus ojos en la japonesa notando como esta rodaba sus ojos apoyando su cabeza contra la almohada demostrando de una forma infantil lo fastidiada que estaba; le habían arruinado su panorama. El doctor volvió a estabilizar los latidos de Sana, para luego simplemente abandonar la habitación dejando a los señores Minatozaki a solas con la taiwanesa—lo siento—ahora estaba avergonzada.
Yubin le brindó una cálida sonrisa mientras que Jicheol caminaba en dirección de la castaña, en un completo silencio el adulto de cansadas facciones tomó al gran peluche de felpa que estaba cómodamente sentado al lado de la taiwanesa para dejarlo en el suelo. Tzuyu relamió sus labios observando con un claro nerviosismo la manera en que el padre de la japonesa tomaba asiento a su lado.
—No te disculpes—pidió el mayor a la vez que posaba su amplía mano sobre la nuca de la castaña—sabes que nuestra hija tuvo la culpa—aclaró brindándole una cálida sonrisa a la vez que Sana fruncía su ceño completamente ofendida por sus palabras.
—¡Hey!
Jicheol elevó su dedo índice en dirección de la ex rubia volviendo a posar toda su atención en la taiwanesa quien, cobardemente se había mantenido en un completo silencio siendo incapaz de poder dar su punto de vista; estaba atemorizada, y sabía que era una estupidez el tener ese sentimiento, ya los conoces, se reprochó siendo consciente que ambos eran un amor de personas y más con ella, pero por algún motivo ahora mismo no podía evitar el sentirse intimidada. Yubin estiró su mano presionando sus dedos sobre los hombros de su pequeña, con suavidad acarició aquella delgada extremidad mientras que escuchaba a la perfección la forma en que Sana no dejaba de quejarse ante lo ofendida que seguía estando por culpa de su padre, aunque bueno, si era sincera se sentía bastante aliviada al saber que ellos adoraban a la muchacha de la misma forma en que ella lo hacía.
—¿Podemos hablar afuera?—la pregunta del señor Minatozaki desconcertó tanto a la taiwanesa como la ex rubia quienes realmente no se había esperado ese pedido por su parte. Confundida Tzuyu posó sus ojos en Sana notando como esta simplemente se encogía de hombros demostrando de esa forma que no tenía ni la menor idea del por qué su padre quería tener una conversación privada con la castaña, no creo que sea por el beso, pensó la japonesa conociendo a la perfección a su papá, ya nos había visto antes, así que debe ser algo más—¿Tzuyu?
La castaña parpadeó repetidas veces para luego asentir con su cabeza demostrado de esa forma que había oído sus palabras.
—S~Si... claro.
Tzuyu se mantuvo completamente callada mientras que caminaba con el más alto. Ansiosa la muchacha metió sus manos en el interior de los bolsillos de sus pantalones, si lo hago, pensó sorprendiendose de que cada vez que se sentía incómoda siempre realizaba la misma acción, ella tenía razón, y su rostro se calentó aunque no lo suficiente para su piel canela adoptara aquel conocido enrojecimiento de verguenza pura.
Jicheol caminó hacia la máquina de café.
—¿Quieres uno?—preguntó el hombre posando sus ojos en la adolescente notando como tímidamente la chica asentía con su cabeza—¿Alguno en especial?—cuestionó observando como ella en vez de usar las palabras simplemente negaba con la cabeza—¿Te comieron la lengua los ratones?—intentaba aligerar el tenso ambiente que la taiwanesa había decidido adoptar.
—¿Hum? lo siento—se disculpó dejando en evidencia lo nerviosa que estaba. El mayor al oírla simplemente rió siendo su turno para sacudir su cabeza en negación. Vamos, no te quedes callada, y su mente como siempre animandola a alzar la voz—¿Por qué...—como la cobarde que era calló al ver la forma en que el adulto tomaba en una de sus manos un envase de papel y se lo entregaba—gracias...
—¿Azúcar?—cuestionó notando como ella sacudía su cabeza en negación—bueno—con calma comenzó a girar la pequeña cuchara de madera en el interior de su café mientras que sus ojos en todo momentos estaban fijos en la forma en que Tzuyu llevaba el café a sus labios bebiendo el contenido con bastante naturalidad—quería hablar una cosa contigo—y ahí estaba el tema que tan ansiosa había dejado a la adolescente—¿Quieres tomar asiento?
—No.
El adulto apretó sus labios ante aquella tajante respuesta, y como no, Tzuyu se había aterrado; no le había gustado para nada la forma en que soltó aquel claro "¿Quieres tomar asiento?" como si estuviese a punto de contarle la peor noticia de la vida que la obligaría a perder el equilibrio. Así que no, no tenía ganas de tomar asiento.
—Estuvimos hablando con el doctor Lee—no, Tzuyu prefería mil veces que la reprocharan por haber interferido en su examen cardiaco que tener que oír algo relacionado con la enfermedad de Sana, no, basta, y realmente estaba agotada de toda esa asquerosa situación así que irónicamente retrocedió tomando asiento sobre las sillas que estaban adheridas a las paredes de aquel desolado pasillo intentando tener algo de estabilidad en su caótica vida—su cáncer está siendo más agresivo de lo que teníamos previsto—el adulto se arrodillo frente a la castaña mientras que dejaba su vaso en el asiento vacío junto a la chica. Cállate, la taiwanesa quería que se callara—pararán las quimioterapias.
La adolescente tomó una buena bocanada de aire a la vez que dejaba su vaso en el mismo sitio que él lo había dejado siendo consciente que si lo seguía sosteniendo entre sus dedos lo lanzaría contra la pared. Abrumada la castaña encorvó sus hombros apoyando sus codos sobre sus muslos mientras que su rostro se escondía entre sus palmas; ella estaba bien, lo vio con sus propios ojos, la escuchó reír, y hasta notó lo alegre que estaba, ¿Cómo era posible que las cosas estuviesen saliendo mal? debe tratarse de un error, y sí, se iba aferrar a esa inocente posibilidad solo para mantener la calma.
—P~Pero... ella está bien—se aferró a lo que había visto mientras que sentía como el mayor acariciaba su cabeza intentando reconfortarla—no—y le dio un manotazo alzando su mentón con la suficiente valentía para ver esas orbes avellanas idénticas a las de Sana—ella está bien, las quimioterapias la curarán—ella era consciente que sería un proceso difícil, que tendría que estar lo suficientemente estable para cuando las cosas empeoraran, porque lo harían eso era un hecho para ella, pero estaba más que segura que saldrían de eso.
—La están matando—replicó el adulto observando como Tzuyu sacudía su cabeza en negación—perdió su cabello—le recordó a la vez que veía como ella entreabría sus labios dispuesta en opinar; se había informado, sabía que aquello era posible, y más en personas que habían tenido la mala suerte de tener nuevamente cáncer, pero no significaba que tendría que dejar sus terapias—no... Tzuyu su cabello debió caerse a la segunda etapa, no al primer mes—lógicamente él era consciente que para la adolescente era demasiada información en tan poco tiempo, porque hasta para él era abrumador el comprender lo que estaba sucediendo, pero necesitaba que lo entendiera—sus riñones comenzaron a fallar, así que el doctor Lee le hizo un chequeo completo para asegurarse que los demás órganos estuvieran bien.
—Pero, yo realmente la vi bien—confesó sin poder entender como las cosas se habían ido con tanta facilidad a la mierda—y~yo—y estaba a punto de llorar al verse abrumada por la situación—Hace un par de horas estábamos bromeando... ¿Cómo pasó todo esto?—cuestionó queriendo una respuesta—...—guardó silencio los primeros segundos mirando un punto muerto en las baldosa del suelo mientras que sus pensamientos la lastimaban lo suficiente para pensar que estaba a punto de tener un ataque de ansiedad. Llegó a una conclusión, pero no le gustó—no, no, tiene que ser un error—aclaró colocándose de pie dispuesta en ir tras el doctor solo para que confesara que se había equivocado, pero rápidamente el mayor posó sus palmas sobre sus hombros obligándola a estar nuevamente sentada.
—Tzuyu, por favor.
—¡Sin las quimioterapia morirá!—alzó la voz demostrando cuan aterrada estaba de que aquello pasara mientras que sentía como las lágrimas con violencia se deslizaban por sus mejillas. Ni siquiera se tomó el tiempo de limpiarlas, ¿Qué más daba que él viera su dolor? estaba sufriendo, necesitaba desahogarse—E~Ella va a mejorar.
—Con ella también lo hará—le aclaró a la vez que posaba sus manos sobre las mejillas de la muchacha deslizando sus pulgares sobre la húmeda piel canela de la joven—sé que es difícil de entender, y por esa razón te pedí que habláramos a solas—admitió escuchando su suave llanto; su dolor era visible, pero el oirle, realmente estaba rompiendo su alma—Sana te ama lo suficiente para querer demostrar que se siente mejor, por eso la viste tan alegre, pero la verdad de las cosas es que cuando tu te vas ella solo llora, a veces por dolor, otras por cansancio.
—¿Ella lo sabe?—y para su sorpresa su voz no se había quebrado, pero le dolía la cabeza, así que cerró sus párpados intentando vanamente el conseguir que las lágrimas dejaran su recorrido.
—Se enteró ayer—confesó el mayor volviendo a posar sus palmas por las facciones de la adolescente para luego acariciar su cabello—...—él sabía que debía ser paciente con la adolescente, así que se tomó su tiempo manteniéndose en un completo silencio mientras que observaba como Tzuyu entreabría sus labios tomando una buena bocanada de aire, por eso lloró, y el recordar la forma en Sana había llorado por su inesperado regalo la hizo romperse sollozando en alto—oh no... Tzuyu—y él la abrazó sintiendo como la más baja se aferraba su espalda.
—E~Estoy tan cansada—susurró la castaña mientras que lloraba sobre su hombro sintiendo como él con suavidad acariciaba su nuca para luego descender hasta la mitad de su espalda intentando de esa forma calmar su llanto.
Tzuyu lloró durante bastante tiempo en compañía del amable adulto que se quedó a su lado con sus cálidos brazos envueltos en su frágil cuerpo en un vano intento por hacerla sentir mejor mientras que escuchaba con paciencia como ella se desahogaba; la adolescente lloró hasta que sintió que ya no quedaba agua en su organismo. Tzuyu no fue capaz de volver a la habitación de Sana luego de aquella sobrecarga de información que su mente violentamente había sido obligado a comprender, y para su suerte el señor Miantozaki le comentó a la japonesa que ella no se sentía bien, pero que vendría mañana, y Sana lo creyó. La castaña se encontraba acostada en los asientos traseros del vehiculo de sus padres mientras que su mejilla estaba cómodamente posada sobre los muslos de su madre, si era sincera no tenía ni la menor idea que los Minatozaki tenían el número de sus padres, y viceversa, así que fue una grata sorpresa de ver a sus dos mayores esperándola en el estacionamiento.
Cuando llegaron a su hogar, sus padres no quisieron hablar del tema y ella lo agradeció; ya se había desahogado lo suficiente con el padre de Sana, así que no necesitaba volver a sumergirse en la misma amargura. Con calma la chica se escondió en la habitación de Mina esperanzada de ver a su hermana conversando con la empalagosa de Nayeon, necesitaba oír ese conocido "Hey, Tzuyu" por parte de la pelinegra, pero cuando se adentro lo único que notó fue la soledad que aquellas cuatro paredes le estaban brindando.
—Maldición—murmuró a la vez que se escondía bajo las frías sábanas.
No le tomó mucho el comprender que la única razón por la que podía dormir en la habitación de la mayor era netamente relacionada por su presencia; se sentía a salvo al lado de Mina, pero ahora no estaba, así que debía aceptar el hecho de que ella estaba haciendo su vida en compañía de su novia en la universidad.
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