Nervios
[Esto lo tenía escrito desde ayer, así que disfruten] [El capitulo es extremadamente largo, pero no quería hacerlos esperar, así que lo deje completo]
Narrador omnisciente:
—¿A qué hora?— y la pregunta que Tzuyu soltó causó que el doctor Lee volviera a colocar toda su atención en ella. Sí, quizás su forma de cuestionar había sonado bastante borde y hasta agresivo, pero necesitaba saber la hora en que llevarían a su novia al quirófano—¿A que hora será el transplante?— volvió a preguntar notando como él posaba sus ojos en la silenciosa japonesa para luego volver a enfocarse en la castaña.
—A las seis—aclaró mientras que sus orbes volvían a estar completamente enfocadas en la ex rubia, la chica agachó su mirada observando como sus delgados dedos pulgares chocaban entre sí; obviamente estaba nerviosa, ¿Y si salía mal? y ella sabía que realmente no debería estar teniendo ese tipo de pensamientos, pero realmente no podía hacer nada para evitarlo, aquella posibilidad estaba ahí, a la vuelta de la esquina, y si lo preguntaba, ella realmente no quería morir—¿Estás bien, Sana?— y el adulto mostró genuina preocupación al ver los ojos de la muchacha envueltas por las lágrimas, ella lloraba a pesar que había hecho un esfuerzo por ocultar el suave recorrido del pavor que la atacaba.
—N~No quiero morir.
Tzuyu jadeó sorprendida por sus palabras, porque realmente nunca había escuchado a Sana confesar el miedo real que tenía por morir. La castaña por impulso se acercó estirando velozmente ambas manos para agarrar el rostro de su novia sintiendo como esta, por impulso aferraba sus dedos a cada lado de sus muñecas, como si sus brazos fueran su único sustento a la vida. La taiwanesa apretó sus labios deslizando sus pulgares por la humedad piel de su acompañante, tenía tantas cosas que decir, pero como que las palabras simplemente quedaron atrapadas en su cabeza, y se negaban a cooperar, así que sólo guardó silencio escuchando el suave llanto de su novia.
—Estarás bien... Sana, mírame—y para la sorpresa de la mencionada fue el doctor Lee quien había roto el silencio que la abrumaba a la pobre japonesa. Agitada y con las lágrimas aun continuando su curso, la chica posó sus ojos en el adulto mientras que sus dedos seguian estando envuelta en las muñecas de su novia—personalmente me encargaré que vivas, vas a vivir Sana, no lo dudes—aclaró para luego posar sus ojos en Tzuyu—quedate con ella, vendré en un par de minutos más.
Tzuyu asintió con su cabeza notando como él apretaba sus labios para luego caminar hacia la salida, la castaña giró su rostro observando atentamente cómo el adulto se detenía presionando sus dedos en la madera de la puerta, el miedo en sus ojos era visible, y por la forma en que había tamboreado con las yemas de sus dedos la madera, dejaba bastante claro el hecho de que estaba preocupado por su paciente. La taiwanesa suspiró volviendo a posar toda su atención en su novia, por instinto acomodó su trasero en el colchón manteniendo sus hombros encorvados y sus palmas aún firmemente puestas alrededor de las mejillas de su pareja escuchando atentamente cómo la muchacha le pedía a través de ese agonizante llanto que no la dejara sola.
—Nunca lo haré—susurró la castaña casi con un hilo de voz, sintiendo como sus ojos ardían y de su pecho, esa horrible sensación de falta de oxígeno la abrumaba; estaba casi segura que alguien había agarrado su corazón y lo estaba estrujando entre sus dedos y palma haciendo todo lo posible para pulverizar aquel órgano latente o dejarlo lo suficientemente roto e inservible. No tenía otra explicación, a pesar que sabía que esa mano no existía, y que su corazón está bien, pero los sentimientos nublaban su pensamiento, y sus sentimientos podían llegar a jugar con su mente lo suficiente para hacerle creer que realmente el ver a su novia llorar por el vivo temor que podría morir, le estaba provocando todo eso—ven aquí.
Y ella no era buena con las palabras, o si lo era, pero en esos momentos realmente no sabía qué decir para sentir sentir mejor a su novia, así que solo atinó a abrazarla sintiendo como Sana presionaba su frente contra sus clavículas, en compañía de sus delgados y huesudos dedos aferrados a la tela de su camiseta, empuñando con tanta fuerza aquel material que Tzuyu pensaba firmemente que estaba por dejarla sin prenda, pero no dijo nada al respecto. La castaña presionó su palma contra la pequeña tela que cubría su cabeza; generalmente Sana siempre llevaba puesto el pequeño pañuelo alrededor de su cráneo, porque a pesar de que Tzuyu ya la hubiese visto sin su cabello, las inseguridades seguían presente, así que trataba de ocultarlo con aquella cómoda tela. La castaña acarició su cabeza presionando un cálido beso en la coronilla por sobre la prenda, con calma le brindó calidos masajes a su delgada espalda intentando de esa forma que Sana comprendiera que no estaba sola, y que jamás lo estaría, pero la japonesa seguía estando lo suficientemente asustada como para pensar con claridad.
Tzuyu no debía ser muy inteligente para comprender ese extraño momento que tuvieron antes de la llegada del doctor Lee, la forma en que Sana había llorado en silencio, para luego dar paso a un coqueteo que, no es que le hubiese molestado, porque no le molestó, solo no se esperaba una insinuación por su parte y menos en esos momentos, ahora tenía más sentido del por qué había ocurrido; Sana estaba aterrada, pero no tanto por el dinero de la costosa operación, sino por el hecho de que podría morir en ese procedimiento o después, le aterraba el pensar que ya había ocurrido, su pecho aún tenía la marca de las pequeñas descargas eléctricas que quemaron en esa zona al querer revivir su corazón, estuvo ahí, y no quería volver a pasar por eso. La castaña le susurró uno que otro te quiero, teniendo la necesidad de que su novia supiera nuevamente de sus sentimientos, y lo hizo hasta que sintió que la chica ya se sentía ligeramente más calmada.
Cuatro horas, tengo cuatros horas, pensó la taiwanesa sabiendo que el pequeño plan que había elaborado alrededor de los meses, tendría que ser adelantado, y no le importaba, porque sabía que el propósito seguía siendo el mismo, pero ahora más que nunca necesitaba que sus propias acciones hicieran sentir segura a su novia antes de ingresar a pabellón.
Tzuyu no soltó a la japonesa hasta que escuchó la puerta abrirse otra vez, en silencio notó como el doctor Lee ingresaba en compañía de las enfermeras y de los padres de Sana, por impulso la castaña envolvió sus brazos contra los hombros de su novia, no quería soltarla, pero sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo. Con las manos completamentes sudadas y el frío recorriendo su columna vertebral producida por el vivo temor de dejarla ir, la adolescente rompió el abrazo notando como la japonesa limpia con una de sus manos su enrojecido rostro, mientras que el otro seguía empuñando el borde de su camiseta. Jicheol y Yubin se miraron en un completo silencio al darse cuenta del estado en que se encontraba su hija, al igual que Tzuyu, ellos no querían dejar ir nuevamente a su bebé; el temor estaba presente, la angustia de que algo malo fuese capaz de suceder carcomía por completo sus pensamientos, y a pesar que Jicheol media un metro ochenta, y su mirada realmente lograra intimidar a más de alguno, solo era un gran oso llorón que temía dejar a su única cría en medio del peligro, Yubin era más calmada, costaba que se notara el cómo se sentía, porque debía cuidar los sentimientos de su esposo y el de su hija, así que internamente agradecía la presencia de Tzuyu porque así no debía ser tan fuerte.
—Tzuyu... ¿Nos das un momento a solas?—pidió Lee notando como Sana al darse cuenta que su novia saldría de la habitación no dudó en empuñar con mayor fuerza la camiseta ajena, soltando ese tajante "no, no me dejes". La castaña apretó sus labios posando sus ojos en los adultos para luego centrarse en su pareja—Sana... es un protocolo de rutina... solo pueden estar tus padres—aclaró sintiéndose mal por ver como ella cerraba sus párpados y agachaba su cabeza dejando en evidencia que realmente no era capaz de sobrellevar ese momento si no estaba al lado de la más alta.
—Está bien—susurró Tzuyu llevando una de sus manos hacia los dedos que seguian envueltos en su camiseta, mientras que la otra simplemente la posó sobre el rostro de su novia—estaré afuera, no me moveré—y quizás, solo quizás estaba mintiendo, porque debía ir a buscar algo a su casa, pero en esos instantes Sana no tenía por que ser consciente—todo estará bien, confía en mí—le dio una cálida sonrisa al finalizar la oración notando como la chica terminaba por alzar su mentón mirándola con una genuina angustia.
A duras penas logró soltarse de la fuerte mano que había sostenido el borde de su camiseta, en silencio se levantó notando como Sana no era capaz de quitarle los ojos de encima, se veía aterrada, y ella lo entendía, así que simplemente se mantuvo con una cálida sonrisa intentando que aquello fuese suficiente para hacerla sentir más segura. Los ojos de Tzuyu terminaron por encontrarse con los de Jicheol, nerviosa le hizo una señal de que saliera junta a ella, así que él lo comprendió y le siguió el paso.
Cuando ambos quedaron fuera de la habitación, Tzuyu llevó sus dos manos a su cabeza.
—Tengo que ir a mi casa—susurró temiendo que Sana fuese capaz de oír la conversación que estaba teniendo con el adulto. El más alto frunció el ceño, sorprendido y completamente confundido por esa repentina decisión, por impulso él entreabrió sus labios dispuesto en explicar que en esos instante no debería abandonar el hospital—tengo que buscar algo, intentaré ir lo más rápido posible—aclaró notando como él no se veía del todo convencido, pero de todas formas asintió con su cabeza.
—Te llevo.
—No, Mina está aquí, ella puede llevarme—aclaró—usted debe volver con su hija, no me tardaré—y ni siquiera había esperado una respuesta por su parte, simplemente comenzó a correr por el pasillo en busca de su hermana.
La castaña trotó al llegar a la sala de espera, agitada buscó con la mirada la presencia de su hermana o la de Nayeon, pero solo vio a su madre sentada con los codos presionado en sus rodillas y las palmas envueltas en su rostro. Por impulso dio un paso en su dirección, era su mamá, y quería pedir perdón, pero a la vez no, porque la lastimaron, y estaba cansada de que cada problema que trataba solucionar terminaba empeorado, así que, con el dolor de su alma, simplemente giró sobre sus talones continuando con su trote por el pasillo. Luego de un par de minutos, donde descendió escaleras, y abrió puertas de emergencias, logró encontrar al par Minayeon ingresando en el hospital con las manos unidas. La castaña comenzó a correr en dirección de ambas adolescente, provocando que, tanto Mina como Nayeon dejaran de caminar sorprendidas por la repentina aparición de la menor de los Zhou.
—¿Sucedió algo con papá?—fue la primera pregunta que Mina soltó notando como Tzuyu rapidamente tomaba el brazo de Nayeon y tiraba de ella con la suficiente brusquedad para romper el contacto entre las manos de ambas muchachas—hey, la coreana es mia, buscate a la a tuya, mocosa—aclaró envolviendo sus brazo sobre la cintura de su novia, notando como su hermana menor simplemente jadeaba llevando su mano libre a su frente, mientras que la otra seguía envuelta en el brazo ajeno.
—Necesito que me lleve a casa—aclaró posando sus ojos en la mayor—deja tus tontos celos para otro momento—pidió notando como Mina entreabrió sus labios ofendida, pero no le importó, rápidamente posó sus ojos en Nayeon viendo como la chica alzaba una de sus cejas sorprendida y divertida por lo agresiva que se había vuelto la castaña contra su hermana; irónico, al saber que antes era al revés—¿Me llevas, por favor?
—Claro—aclaró comenzando a ser velozmente arrastrada por la más alta, mientras que, de fondo se podía oír los cómicos pasos de Mina quien las seguía aún bastante ofendida por el trato que había recibido.
Las tres ingresaron el vehículo de los Im, la taiwanesa envolvió el cinturón de seguridad notando como Mina y Nayeon hacían lo mismo.
—¿Qué vas a buscar?—cuestionó Mina mientras que escuchaba el motor rugir. Con curiosidad posó sus ojos en el espejo interno notando como Tzuyu acomodaba su camiseta, aquellos ojos triste se encontraron con los suyos, y no pudo evitar que la molestia que llegó a sentir se desvaneciera por completo; Ella sigue sufriendo, y lo sabía, así que debía comenzar a dejar de lado la actitud que había tomado y preocuparse más por la muchacha.
—Un libro—respondió Tzuyu sin mucho ánimos, a la vez que esquivaba lo más rápido que pudo la mirada de la delgada muchacha.
El tráfico había estado horrible, así que tardó más de lo que había esperado. Cuando Nayeon se estacionó, Tzuyu salió lo más rápido que pudo, de sus dedos temblorosos las llaves se resbalaban, pero aún así había logrado abrir la puerta. Te quedan tres horas, se recordó que había perdido casi una hora en ese agobiante tráfico, así que debía ser lo más veloz posible. La adolescente se adentró en su hogar notando lo sucio que estaba- si no fuera por la luz que ingresaba por las ventanas de la primera habitación, posiblemente pensaría que el lugar estaba abandonado-, con el pecho apretado ante la falta de aire, Tzuyu subió los escalones de a dos, hasta sentir que sus muslos queman, pero no le importó, ella simplemente siguió con lo suyo ingresando en la habitación. Un golpe de nostalgia arrasó con su corazón al darse cuenta que, desde ahí, se podía notar la habitación de su novia con las ventanas cerradas, y no sabía realmente el por qué había tenido la tonta esperanza de que su japonesa correría las cortinas para saludarla. No seas ingenua, se reprochó sacudiendo su cabeza, buscalo y vete, y así lo hizo, se acercó al borde de su cama y tomó el pequeño libro blanco, sus dedos trazaron por sobre la tapa el polvo que lo cubría, era una fina capa, que casi no se notaba, pero ella sabía que estaba sucio, así que lo limpió bien contra su abdomen notando como ahora su camiseta tenía marcas de suciedad.
Rápidamente salió de la habitación, corrió por el pasillo, y bajó con la misma velocidad en la que había subido cada escalón. El sudor corría por su cuello y espalda, pero realmente no le importaba esa incómoda sensación de sentir su camiseta adherida contra su torso. Tzuyu cerró la puerta con llave y corrió hacia el vehículo de Nayeon. Agitada cerró la puerta escuchando como la coreana encendía el motor.
—Estas sudando—comentó Mina observando como la más alta simplemente asentía con su cabeza, indicando que ella ya se había dado cuenta de eso—ahí está mi chaqueta, cambiate—aclaró notando como la castaña fruncía el ceño y giraba su rostro viendo la chaqueta.
—Es mi chaqueta—aclaró Tzuyu al darse cuenta que aquella prenda la había dado por perdida hace un par de meses—tu la tenias—acusó notando como Mina simplemente se encogía de hombros.
Tzuyu suspiró, con cuidado dejó el pequeño libro blanco mientras que Mina simplemente miraba con interés el pequeño objeto; ella se sentía culpable por permitir que Nayeon lo leyera, pero no diría nada. La castaña con calma se quitó su camiseta quedando con el torso desnudo cubierto por la fina capa de sus sostenes. Nayeon ni siquiera intentó disimular, cuando se detuvo en el semáforo en rojo se tomó la molestia de analizar la anatomía de su cuñis notando lo trabajo que estaba. Mina frunció el ceño al darse cuenta que la coreana no se había movido cuando el semáforo cambió de color, y a pesar que el auto detrás de ella había hecho sonar su claxon esta seguía quieta, así que la pelinegra comprendió rapidamente lo que estaba ocurriendo. Con agresividad golpeó el brazo de su novia provocando que esta chillara presionando el acelerador para dar comienzo a su viaje.
—¿Por qué me golpeaste, animal?—cuestionó Nayeon bastante ofendida por el golpe que le había brindando Mina ante su pequeño ataque de celos.
—Estabas mirando a mi hermana—aclaró observando atentamente como la coreana en vez de ofenderse por sus palabras simplemente había sonreído dejando en evidencia lo que había hecho—por dios Nayeon, es menor de edad—exclamó llevando su mano a su rostro intentando buscar paciencia para la perversa de su novia.
—Solo es un número, Minari—contestó la muchacha como si no estuviese conversando con su novia respecto al cuerpo de la menor de los Zhou, no hay para que decir, que Tzuyu se sentía bastante cohibida y avergonzada de saber que Nayeon la miraba, aunque bueno, cuando estaba con traje de baño, los comentarios de la chica no tardaban en salir a flote, así que no se sorprendía realmente de que Mina la hubiese pillado con los ojos en su torso.
—El tiempo en la cárcel también es un número, idiota—gruñó la más delgada cruzándose de brazos, provocando que Nayeon, en vez de estar preocupada por su actitud, simplemente se rió.
Para la suerte de Tzuyu, el viaje de vuelta había sido rápido, así que tomó el libro y salió del vehículo escuchando como la parejita seguian quejándose por lo que había ocurrido; bueno, en realidad Mina discutía y Nayeon simplemente se reía. La castaña tomó el ascensor, siendo consciente que sus piernas no iban a soportar estar nuevamente subiendo los escalones, esperó con paciencia a que su medio de transporte llegara, al parecer las cosas comenzaron a salir bien para ella, ya que el ascensor llegó, y estaba vacío. Tzuyu ingresó presionando el botón que daba a la habitación de Sana, cansada retrocedió apoyando su cabeza contra el cristal de la pared. Su corazón latía con fuerza, y sus dedos seguian una calmada sincronía que venía de la música del mismo medio de transporte.
Cuando llegó al pasillo donde su novia estaba hospedada, no pudo evitar el sorprenderse de ver a Jihyo en compañía de Daniel, ambos sentados en las pequeñas sillas del lugar. Confundida se acercó sosteniendo entre sus manos el libro. Rápidamente la coreana se dio cuenta de su presencia así que se levantó, y sin siquiera tomarse la molestia en preguntar caminó donde Tzuyu y la abrazó con la suficiente calidez para dejarla abrumada, pero de todas formas terminó por corresponder aquel abrazo, porque realmente había extrañado a su vieja mejor amiga.
—Tu madre me llamó—aclaró Jihyo mientras que rompía el abrazo presionando sus palmas en el rostro de la más alta; si Tzuyu era sincera, a veces su madre la confundia, porque hacía ese tipo de cosas, así que realmente no tenía ni la menor idea de cómo debía reaccionar—¿Sana ya ingresó?—cuestionó notando como la castaña simplemente había sacudido su cabeza en negación.
Daniel se acercó presionando sus labios sobre la cabeza de la castaña.
—Todo estará bien—comentó el muchacho a la misma vez que dejaba su amplia palma descansando sobre el hombro ajeno. Tzuyu no podía negar que se sentía abrumada y sofocada por el amor que ellos le brindaban sin pedir nada a cambio.
—¿U~Ustedes fueron los únicos que vinieron?—cuestionó notando como Jihyo y Daniel se miraban, para luego sacudir su cabeza en negación.
—Los demás estan en la cafeteria, subiran en cualquier momento—aclaró Jihyo, pero Tzuyu solo había escuchado, Los demás, su corazón se infló de emoción, sus amigos estaban ahí, haciéndole compañía tanto a ella como a Sana, a pesar que de las cosas habían sido bastante intensas en el pequeño grupo.
Tzuyu entreabrió sus labios dispuesta, en agradecer.
—Tzuyu, ven—la castaña debió callar cuando escuchó al padre de Sana llamarla, avergonzada se despidió de sus amigos y trotó donde él sintiendo como este rápidamente presionaba sus palmas contra sus hombros—mi hija está furiosa, así que arreglarlo... suerte—y ahora Tzuyu se sentía pequeña cuando él la empujó en el interior de la habitación dejándola a sola con la silenciosa japonesa que no la dejaba de ver.
—Dijiste que estarías afueras, y que no te moverías—aclaró Sana antes de que Tzuyu hubiese tenido la oportunidad de explicarse—¿Por qué te fuiste?—sonaba triste, y la castaña se odiaba por haber causado ese sentimiento en su chica—¿No piensas excusarte siquiera?—cuestionó al ver que Tzuyu simplemente se había quedado en silencio, meciéndose sobre sus propios pies.
—Yo—y la castaña se acercó tomando asiento al lado de su novia, sintiendo como la chica veía cada movimiento que ella realizaba. Tomó una buena bocanada de aire dejando el libro sobre sus muslos, realmente ella no había pensado que decir, simplemente había pensado que quería darlo—fui a buscar algo—aquello era cierto, así que alzó su mirada notando como los ojos de Sana se habían suavizado, como si fuese consciente de que ella solo quería hacer lo mejor para su bienestar—se suponía que te lo iba a dar cuando salieras del hospital—confesó mientras que llevaba su mano libre contra su oreja, ejerciendo presión sobre su lóbulo y tirando de este; siempre hacía lo mismo ante los nervios—quería que cuando lo vieras, te sintieras orgullosa de haber salido victoriosa del cáncer—y su voz se apagó mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas—y~yo... uff, ten—ya no sabía qué decir, así que simplemente estiró el libro.
Sana estiró su mano presionando su pulgar contra su mejilla.
—No llores—susurró la japonesa mientras que volvía a colocar toda su atención en el libro, nerviosa lo abrió sintiendo como su estómago se revolvía al darse cuenta que se trataba de ella—Tzuyu...—y ella no podía creer que su novia realmente se hubiese tomado la molestia de hacer eso por ella, porque bueno, nadie realmente lo había hecho. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no pudo evitar el reír con la voz ahogada al leer lo que decía bajo la segunda imagen—no lo sabes, pero ese día estaba muerta de miedo, porque creía que podías escuchar mi corazón latiendo con fuerza...—y llevó sus manos a su rostro siendo incapaz de seguir viendo las imágenes, sintiendo como, velozmente Tzuyu presionaba su palma contra su muslo intentando reconfortarla de alguna forma—¿Q~Qué hice para merecerte?
Tzuyu sonrió encogiéndose de hombros, siendo su turno el de limpiar las lágrimas ajenas.
—¿Te gustó?—susurró la muchacha avergonzada notando como Sana guardaba silencio comenzando a pasar las páginas, tomándose su tiempo para leer cada dedicatoria, y Tzuyu sabía que tal vez no eran muchas imágenes, y que su forma de expresarse a través de las hojas, tampoco era algo de que admirar, pero lo había hecho con el corazón expuesto, así que se sentía avergonzada—¿Sana?
la japonesa cerró el libro, y se quedó quieta observando a la más alta. Solo se quedó ahí, mirándola en silencio, mientras que las pequeñas lágrimas seguian su recorrido, pero las máquinas no podían engañar a Tzuyu, ella se había dado cuenta cómo, a través de las imágenes el pulso de su novia aumentaba aún más, así que significaba que la japonesa estaba igual o más emocionada que ella. Sana terminó por estirar sus manos, con calidez empuñó el cuello de la chaqueta de Tzuyu y la acercó hacia su rostro juntando sus labios con la suficiente rapidez para arrebatarle un vergonzoso jadeó.
Tzuyu cerró sus párpados sintiendo como Sana devoraba su boca como si no se hubiese alimentando en mucho tiempo, aturdida posó sus palmas contra la delgada cintura ajena, mientras que la japonesa envolvía sus brazos por su espalda, indicando de esa forma que no la iba soltar. El beso no había sido algo erótico, ni mucho menos con doble intenciones, que era lo que Tzuyu realmente temía que sucediera, porque sus hormonas se alborataban con bastante facilidad, así que agradecía que solo fuese una cálida unión que buscaba con bastante desesperación el transmitir todo el amor y cariño que Sana tenía para ella. Al separarse, la japonesa presionó su frente contra la ajena tomando grandes bocanadas de aire.
—¿Sabes...? eres el amor de mi vida—susurró la muchacha sintiendo sus mejillas enrojecer al darse cuenta de lo que había dicho.
—Y~Y tu el mio.
El momento había llegado.
Luego de que se hubiesen besado, las enfermeras interrumpieron el momento indicando que ya era hora. Fue difícil, Tzuyu no podía negar el hecho de que hizo todo lo posible para no soltar a su novia, pero debió dejarla ir. La castaña caminó al lado de Sana mientras que los padres de su novia estaban al otro lado de la camilla. Las enfermeras se encontraban empuñando la cama desde la cabecera así que Sana tenía una vista perfecta del rostro de su pareja. Tzuyu ignoró por completo a sus amigos que estaban sentados en el pasillo, en esos momentos solo era ella y Sana, y al parecer ellos lo habían entendido.
—Estarás bien—susurró manteniendo su mano aún unida con la de la japonesa, pero a pesar que ella intentaba ser lo más sincera, el miedo seguía estando ahí—estaré aquí, esperandote—le aclaró a la vez que notaba como las enfermeras dejaban de caminar cuando llegaron a las grandes puertas.
—Está aquí nomás, pueden llegar—comentó una de las mujeres provocando que Tzuyu simplemente apretara sus labios, solo un segundo, dame un segundo, y eso era lo único que pedía la castaña, pero sabía que no lo tenía, así que solo se inclinó presionando sus labios con los ajenos, susurrando ese cálido Te amo, para darle el paso a los señores Minatozaki a que tuviesen su momento con su hija—vamos— y ella dio la orden cuando los padres de su novia soltaron la mano de la muchacha.
Tzuyu se abrazó así misma notando como su novia ingresaba en el siguiente pasillo, por impulso caminó hasta la puerta colocándose en puntilla para poder ver por la pequeña ventana, notando como sus ojos se encontraban otra vez con los de Sana. Todo estará bien, pensó mientras que las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas, todo estará bien, y lloró presionando sus dedos contra el cristal notando como, cada vez, Sana más se alejaba de ella. La adolescente dio un paso hacía atrás cuando perdió de vista a su novia, con el corazón estrujado giró sobre sus propios talones notando como el señor Minatozaki abrazaba a su esposa. La taiwanesa caminó donde sus amigos, ahí estaban todos; Jihyo, Daniel, Jeongyeon, Mina, Nayeon, Jimin, Taehyung, un chico que ella no conocía y hasta Momo quien estaba en compañía de una chica más baja. Tzuyu posó sus ojos en sus amigas y simplemente se abalanzó contra ellas, sintiendo que realmente necesitaba un poco de apoyo por su parte.
—Todo estará bien—susurró Jeongyeon dándole cálidas palmadas a su espalda.
Las horas fueron horrible para la taiwanesa, quien se había dedicado a caminar de un lado hacia el otro, con sus palmas puestas en sus caderas y sus ojos perdidos en las líneas de las baldosas. A lo largo de ese tiempo había conocido a la acompañante de Momo quien se trataba de Dahyun, como también al acompañante de Taehyung quien se llamaba Jungkook, le pareció curioso que estuviese el chico ahí, pero realmente no tenía tiempo para saber que traían esos dos, así que lo dejó pasar.
—Le harás un hoyo al piso—comentó Jihyo quien llevaba un par de horas sentada viendo como Tzuyu se movía en círculo, pasando una y otra vez de esquina a esquina, por el pasillo—quédate quieta—pidió notando como la muchacha simplemente sacudía su cabeza en negación.
—Lleva casi cinco horas, ¿Cómo pueden demorarse tanto?—cuestionó la castaña preocupada, mientras que veía como el señor Minatozaki junto a Daniel y el misterioso Jungkook venían con un par de botellas y envoltorios de comida, con calma los tres entregaron comida a cada una de las personas—me esta matando la angustia... gracias—murmuró cuando el padre de su novia le entregó su porción.
—Ella es fuerte, saldrá todo bien—comentó el hombre con confianza—es una Minatozaki, somos fuerte—aclaró notando como su esposa alzaba una de sus cejas—bueno... quizás, los Kim sean mejores—cambió su frase siendo consciente que su mujer podría molestarse.
De repente, la puerta donde Sana había ingresado se abrió. Rápidamente todos se acercaron donde el cansado hombre, notando como este se quitaba el pañuelo de su cabeza para pasarlo por su sudorosa frente. Tzuyu fue la primera en llegar, la chica casi taclea al adulto ante la desesperación, pero gracias a la mano de Taehyung quien logró detenerla, el doctor quedó a salvo de tocar el suelo.
—¿Familiares de Minatozaki?—cuestionó notando como todo asentían con sus cabezas—...—y el hombre comenzó a hablar pero a Tzuyu realmente no le importaba los detalles, ella solo quería saber si su novia estaba bien—el transplante ha sido todo un éxito... pasaremos a Sana a la unidad de cuidados intensivos.
Tzuyu retrocedió. Eso era lo único que quería escuchar. Mina preocupada se acercó a ella, y le cuestionó si estaba bien, pero la castaña simplemente la abrazó y lloró como un pequeño bebé sintiendo como el alma volvía a su cuerpo. Sana estaba bien.
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