Minatozaki Days (Día de películas)
Fin de la Mini maraton (próximamente tendrán otra, no se alarmen) nos leemos.
Narrador omnisciente:
Tzuyu despertó con un horrible dolor instantalo en su cabeza producto del llanto que tuvo la noche anterior, en silencio la muchacha rodó sobre la cama para luego armarse de valor e incorporarse apoyando su trasero sobre el borde del colchón sintiendo como las sábanas estaban envueltas en sus caderas y sus pies descalzos rozaban el frío suelo de madera. Tzuyu arrugó el puente de su nariz llevando sus dos palmas contra sus párpados ejerciendo presión en aquella zona queriendo mantenerse en la visible oscuridad; si se daba cuenta de que ya era de día volvería a llorar al recordar que no le quedaba mucho tiempo. Era un poco extraño el hecho de cómo las cosas habían cambiado con tanta rapidez en la vida de Tzuyu-su tranquila y monótona vida se vino cuesta bajo ante la presencia de Sana-, un día Minatozaki ni siquiera le dirigía la mirada, y al otro la tenía sobre su cuerpo arrebatándole la pureza de sus labios-claro, pureza-, y no es que le molestase, para nada, solo estaba aterrada por no saber cómo manejar las cosas de ahora en adelante. Tzuyu suspiró apoyando sus palmas sobre sus muslos, con lentitud entreabrió sus párpados intentando acostumbrar a su mirada a la luz que entraba por debajo de las cortinas.
Aún aturdida por el sueño que lentamente intentaba disiparse de su cuerpo la taiwanesa giró su rostro posando toda su atención en su teléfono que descansaba sobre la mesita de noche, sin muchas dificultades la joven tomó el aparato desbloqueando con ayuda de su pulgar la pantalla para ver la hora-de paso revisó sus redes sociales-. 10:45 AM, bien, aun era bastante temprano como para vestirse. Tzuyu parpadeó mirando la esquina de su cuarto mientras que sus pensamientos estaban completamente ocupados en la información que obtuvo horas atrás, la chica llevó su mano libre contra el borde del colchón ejerciendo presión en esa zona en un vano intento por tener comodidad ante el inesperado dolor de espalda que la atacó, para su suerte el alivio fue instantáneo, aunque el dolor físico que repentinamente le había dado velozmente se concentró en la forma en que su cabeza le había jugado una mala pasada, una broma cruel para ser más específico; a pesar que se había ordenado no tener sentimientos más allá de lo pasajero con la vecina, irónicamente estaba sucediendo todo lo contrario-estaba pensando en Sana-, y eso la asustó, enfócate, se ordenó a la vez que sacudía su cabeza queriendo de esa forma el poder despejarse.
Tzuyu se inclinó, abrumada dejó el teléfono a su lado para luego llevar sus dos palmas contra su rostro intentando limpiar cualquier rastro de frustración que estuviese expuesto, en repetidas ocasiones se ordenó el no pensar en la rubia, pero por más que trataba de concentrarse en cualquier otra cosa, su mente volvía a estar enfocada plenamente en la bonita sonrisa que la rubia le brindó cuando estuvieron a solas, mierda, bruscamente se levantó mientras que, con evidente torpeza tomó entre sus dedos su aparato tecnológico y lo guardó en uno de sus bolsillos de esos holgados pantalones que utilizaba para dormir. La taiwanesa enderezó su espalda a la vez que tomaba una buena bocanada de aire inflando su pecho, tranquilizate, e hizo un gran esfuerzo hasta que consiguió que su corazón latiese con normalidad. Ingenuamente Tzuyu creyó que, el hecho de estar en su habitación alentaba a su mente en enfocarse en la rubia, así que no dudó en huir de su zona confort. A pies descalzo abandonó su habitación escuchando como su madre se estaba despidiendo de su esposo; a Matthew se le habían acabado su licencia para cuidar de Mina, así que debía volver al trabajo. Tzuyu apoyó su palma contra el barandal de madera comenzando a descender cada escalón permitiendo el oír casi a la perfección como Mina, Nayeon y su madre conversaban entre sí.
Cuando la castaña llegó a la zona del sonido no pudo evitar el sentirse expuesta ante la forma en que las tres mujeres habían guardado silencio con sus ojos fijos en su rostro colocando toda su atención en ella, de manera impulsiva Tzuyu se sintió nerviosa ante el simple pensamiento de que Mina le hubiese comentado a su madre lo que había sucedido-si ese era el caso, no tendría excusa suficientemente convincente para mentir respecto al llanto-, pero Somin simplemente le sonrió para luego volver a centrarse en las frutas que estaba cortando. Sin poder evitarlo la castaña suspiró sin importarle que el Minayeon le estuviese viendo con lastimada-luego se encargaría de ellas-, para luego simplemente armarse de valor y seguir de largo sin antes haber soltado ese claro "Buen día" siendo consciente que su madre la regañaría si no era educada.
—Buenas días cariño... ¿Cómo amaneciste?—cuestionó su madre mientras que continuaba cortando los diferentes tipo de fruta para hacer su ensalada, sin muchas complicaciones Tzuyu respondió con un bien, queriendo que la conversación fuese lo suficientemente corta para volver a su habitación—no tomes de la boquilla—y la regañó en el instante que miró por sobre su hombro notando como la castaña abría la puerta del refrigerador y sacaba el envase de jugo llevándolo a su labios.
—Ya lo hice—respondió la castaña encogiéndose de hombros. Con bastante facilidad dejó nuevamente el envase donde lo había encontrado, para luego volver en sus mismo pasos, cuando pasó por el lado de su madre no pudo evitar el estirar su mano al notar el pedazo de frambuesa cortada sobre el cuenco de cristal, a pesar de ser consciente de las consecuencias lo tomó y lo llevó a su boca sintiendo velozmente como la mujer golpeaba su hombro en forma de regaño—tengo hambre—se quejó haciendo un adorable mohín, deseando que, con su precaria excusa su madre le dejase robar otro bocado.
Somin simplemente chasqueó su lengua contra su paladar para luego sacudir su cabeza en negación.
—Tienes tus cereales, esto es para Mina—aclaró causando que la más alta frunciera el ceño posando sus ojos en su hermana mayor notando como la pelinegra se burlaba en silencio—por cierto... ¿Tienes algo que hacer hoy?—cuestionó cambiando de tema.
Tzuyu frunció el ceño mientras que posaba sus ojos en su hermana notando como esta se encogía de hombros sin saber realmente que tramaba su madre.
—Depende...—perfectamente pudo haber dicho que si, pero quería saber el por qué su madre le había hecho la pregunta—¿Para que me quieres?—cuestionó dirigiéndose con calma al asiento vacío que se hallaba al lado de Nayeon, sin muchas complicaciones se sentó apoyando sus codos sobre la encimera. De manera silenciosa estiró nuevamente su brazo tomando entre sus dedos una rebanada de plátano llevándolo lo suficientemente rápido a su boca para que su madre no notara el robo.
—Tu padre invitó a la familia Kim a cenar—aclaró la mujer causando que la castaña se atragantara comenzando a toser; y no, jamás su papá invitaría a la familia de Taehyung, pero sí que era cierto que le tenía un gran afecto al único hijo del matrimonio Kim—comentó que Mingyu tambien vendría, así que quería saber si tenías algún compromiso para que lo canceles.
Era cierto que Matthew y Somin, jamás fueron la clase de padre que se dedicaban a interferir en los gustos de sus hijas, y sí, siempre admitiría que estuvieron a favor en cada una de las decisiones que las chicas tomaban a pesar que a la larga fuese un error-ellos eran de la creencia que cada una aprende de su errores a su manera-, pero cuando se trataba de Mingyu todo era diferente; él caía en la categoría del hijo que siempre deseó tener su padre, el chico era amable, educado, guapo, y hasta bastante inteligente en temas que un adolescente promedio no lo sería-un come libro en pocas palabras-, sin dejar de lado el hecho más importante; era el hijo del sub capitán de la unidad donde él trabajaba-también su mejor amigo-, así que...Qué mejor que juntar a tu hija con Don perfecto. La primera vez que Matthew lanzó la indirecta de que Tzuyu debía salir con él, fue el años pasado. Su padre dejó anclado en su cabeza el deseo de querer ver a su hija con el hijo de su mejor amigo, porque creía que él sería el único que no lastimaría su corazón y la respetaría como era debido, se empecinó tanto con aquella imaginativa realidad que Tzuyu no le quedó de otra más que hablarle cuando se sentó a su lado, y sí, era cierto que Mingyu no le había caído mal, pero lo encontraba lo suficientemente extraño para no querer volver a hablar con él. Y bueno, para qué iba mentir, ante la aparición de Sana, no tenía interés alguno de tener una charla con el muchacho.
Tzuyu suspiró, ella realmente quería enterrar su cabeza contra la mesa mientras que sentía como Nayeon le veía. La coreana conocía al tal Mingyu, el idiota trató de coquetear con su pingüino, y ahora iría tras la castaña, no lo permitiría.
—No puedo—respondió Tzuyu mientras que se enderezaba, con bastante calma posó sus ojos en su madre notando como ella había dejado de cortar las frutas para centrarse en sus facciones—le prometí a Sana que la llevaría a la feria... ya sabes, como no conoce estos lugares me pidió el favor—comentó para luego simplemente colocarse de pie, sin antes haberse inclinado y tomado entre sus dedos otro pedazo de plátano; se lo llevó a la boca siendo consciente que eso molestaría a su madre—lastima por Mingyu, quizás, el próximo año nos veamos las caras.
Y sin más se marchó, con rapidez se dirigió hacia su habitación queriendo cambiarse para salir-no se iba a arriesgar a encontrarse con Kim-.
Luego de que la taiwanesa se hubiese dado una merecida ducha, buscó entre sus cajones de ropa algo comodo para ponerse teniendo en mente todo momento el hecho de que saldrían al parque así que no debía ir tan desabrigada-y menos si existia la posibilidad de tener que prestar su chaqueta a su acompañante-. Tzuyu era toda una dama, nadie podía decir lo contrario. En silencio la chica se miró en el espejo; llevaba puesto unos pantalones oscuros acompañado de una camiseta del mismo color con una chaqueta bajo el suéter. Nada extraordinario por si se lo preguntaban, pero por lo menos le gustaba. La castaña intentó ser lo más silenciosa posible al bajar por las escaleras, realmente no quería pasar por las preguntas, ni mucho menos por las protestas de su padre quien había llegado hace unos minutos atrás, tampoco tenía ganas de oír sus exigencias-siempre hacia todo lo que ellos querían, pero esta vez no-.
—Tzuyu—y su padre la llamó provocando que ella simplemente cerrara sus párpados llevando su puño entremedio de su ceño, ya vali, pensó la muchacha a la vez que alzaba su mentón—ven aquí—ordenó moviendo su mano en señal de que se acercara a la mesa donde estaba comiendo con bastante tranquilidad. Tzuyu sin protestar se le acercó, ante los visibles nervios la muchacha prefirió mantenerse de pie, observando como él tomaba una servilleta y la deslizaba por sus labios—hoy vendrá la familia de tu tío Jongwoon, y Mingyu también estará.
Si Tzuyu era sincera, era bastante perturbador escuchar la palabra tío acompañada del nombre, ¿Acaso no tenía derecho decirle a Mingyu primo? porque si era así, no estaba a favor con la copulación entre parientes, ni que fuera Lannister.
—Bueno... ¿Algo más? realmente se me hace tarde—no quería parecer una mala educada, pero realmente quería marcharse.
Su padre la observó, prácticamente estaba analizando su mirada para luego simplemente elevar su mano dándole el pase libre para que se marchara, aquello la desconcertó, pero no iba preguntar-tampoco quería jugar con la suerte y que la terminaran obligando a asistir-. Rápidamente la castaña se marchó de su hogar sin antes haber avisado que volvería temprano-antes de las doce estaría ahí-, ojalá que para ese entonces Mingyu ya se hubiese marchado, pensó caminando con bastante tranquilidad en dirección del hogar de Sana. Sin poder evitarlo los nervios la atacaron permitiendo que sus mejillas adoptaron ese color rojizo que ya comenzaba a ser una costumbre iluminando su piel. Tzuyu suspiró con el temor de que aquella reacción por parte de su cuerpo se mantuviera de forma permanente.
La castaña se detuvo frente a la puerta del hogar de los Minatozaki, la chica se dio el tiempo de sacar su teléfono para mirar la hora, cuatro y media, leyó el número para luego simplemente guardar el aparato en el interior de su chaqueta, era cierto que, en otro momento hubiese pensado que era bastante temprano para salir con alguien, pero los Minatozaki Days acababan de dar inicio: literal debía pasar todo el día con ella. Tzuyu deslizó la lengua por sus cerezos humedeciendo estos en un vano intento por mantenerse tranquila, solo es Sana, pensó creyendo ingenuamente que eso la haría sentirse mejor, pero rápidamente recordó que, la persona que la tenía así, era ni más ni menos que Sana, será difícil.
Valiente la taiwanesa estiró su mano chocando sus nudillos sobre la madera; solo dio dos toques, tampoco quería parecer una desesperada. Como una niña pequeña la muchacha comenzó a balancearse en sus propios pies intentando matar el tiempo de esa forma logrando sorprendentemente el tranquilizar su alocado corazón, aunque bueno, no duró mucho, cuando escuchó los pasos acercándose su órgano latente se descontroló bombeando la sangre por sus extremidades con bastante rapidez. Tzuyu se quedó quieta observando como la puerta se abría revelando el rostro cansado de la madre de Sana. Las alarmas en la cabeza de la castaña comenzaron a sonar indicando que algo no andaba bien.
—Tzuyu...—y la mujer no pareció sorprendida por su presencia, así que la mencionada supuso que la rubia le hubiese comentado de su lista, o quizás parte de ella—Sana no esta bien—confesó cuando dio un paso en dirección de la taiwanesa logrando que la chica se asustara, los bonitos ojos castaños de la muchacha se llenaron en preocupación mientras que movía su cabeza de un lado hacia el otro intentando mirar por sobre la mujer—no creo que sea buena idea que la veas ahora... quizás más tarde se sienta mejor, y puedan salir.
Tzuyu asintió con su cabeza, ella haría cualquier cosa para que la japonesa estuviese bien, pero antes de siquiera poder despedir una cabellera rubia apareció en su campo de visión.
—Mamá, déjala pasar—pidió Sana con suavidad provocando que la mujer simplemente mirara a la castaña para luego dar un paso hacia el lado permitiendo que la adolescente observara lo pálida que estaba la japonesa—ven, no mordemos—intentó hacerla reír, pero Tzuyu estaba lo suficiente preocupada como para captar la broma.
—P~Permiso—susurró Tzuyu haciendo una suave reverencia para luego simplemente adentrarse, de manera impulsiva dio grandes zancadas quedando frente a la rubia, sus delgadas manos buscaron casi con desesperación el rostro de la muchacha recordando frescamente las veces en que ella se había desmayado—¿P~Por qué?—realmente no tenía una pregunta en específico, eran demasiadas dudas como para ser formulada en una sola oración.
Sana le sonrió, pero no respondió, simplemente tomó la mano de la castaña y la arrastró hacia la zona de los sofás; aunque no lo hubiese dicho en un principio, había hecho un gran esfuerzo en levantarse, así que debía descansar lo más rápido posible si no quería tener su cara contra el suelo, y con un pase directo a la hospitalización.
—Es parte de la enfermedad—confesó tomando asiento junto a la taiwanesa—hay veces que despierto fresca como una lechuga y en otras... bueno, lo estás viendo—comentó apoyando su espalda contra el respaldo de su asiento, mientras que sus bonitas orbes avellanas miraban a la castaña, hoy están particularmente apagados, pensó Tzuyu sintiendo pena por notar por primera vez lo cansada que estaba la chica—...—Sana suspiró llevando sus dos manos contra su abdomen, escuchando atentamente la conversación de sus padres —te vas a aburrir—comentó sin poder detener el ímpetu deseo de no querer arrastrar a la adolescente con su vida—si quieres, puedes marcharte e ir con tus amigas al parque.
—Es de mala educación echar a alguien cuando lo acabas de invitar—comentó Tzuyu negándose rotundamente a ver a Sana destruida—y te recuerdo que no me gustan los parques de diversiones—agregó posando sus ojos nuevamente en la joven—solo fui por ti—realmente no era la forma en que quería decir lo que pensaba, pero fue lo primero que pasó por su mente, y no se arrepentía al notar como la rubia había sonreído—¿Sabes? aún podemos ver la película—velozmente cambió el tema.
Tzuyu no quería ver a Sana en ese estado; prefería mil veces ser ignorada que saber que lentamente estaba muriendo, y que no había forma alguna de que ella pudiera hacer algo al respecto. Al parecer el tema de la película la animó, ya que su bonito rostro volvió a tomar un poco de color, dándole la esperanza de que todo saldría bien.
Los señores Minatozaki estaban en la cocina observando en silencio como la castaña se había levantado siguiendo las instrucciones de su hija para buscar el computador, ambos se miraron cuando Tzuyu subió al segundo piso, y estaban casi seguro que habían tenido el mismo pensamiento respecto a la nueva invitada. Rápidamente Tzuyu volvió a aparecer, con cuidado caminó por la habitación dejando el computador en la mesa de centro para luego conectar el cable de este en la gran pantalla de la televisión.
—¿Qué quieres ver?—preguntó la castaña mientras que las grandes letras en rojas de Netflix iluminaban la pantalla.
Tzuyu estaba preparada mentalmente para ver una película romántica o de humor, pero cuando escucho ese claro "The Road" no pudo evitar el sorprenderse. Obviamente Tzuyu no se negó a su pedido; era cierto que si Sana hubiese querido ver una de monitos animados, posiblemente también hubiese aceptado sin soltar queja alguna, por el simple hecho de que era su día. En silencio la castaña buscó lo que quería ver-solo debió colocar la T y en primera línea aparecía la carátula de la película-, para luego presionar el botón aceptar. La muchacha luego de revisar que todo estuviese bien, volvió a su puesto al lado de Sana mientras que veía como la pantalla comenzaba a iluminarse con las primeras partes de la película.
La castaña se acomodó en el sofá sintiendo como la rubia aprovechaba la situación para apoyar su mejilla contra su hombro, por lógicas razones Tzuyu se puso de los nervios, pero intentó no demostrarlo manteniendo su mirada fija en la pantalla, fingiendo el estar concentrada en la trama-aunque no tenía ni la menor idea de siquiera cuál era el nombre del personaje principal-. No fue para nada una sorpresa el hecho de saber que Sana se estaba congelando; sus delgados y fríos dedos se envolvieron en su brazo traspasando el frío en sus dos capas de abrigo, sin decir absolutamente nada la taiwanesa se removió causando que su acompañante se tuviese que enderezar, Sana observó con una genuina confusión emanando de sus ojos la forma en que Tzuyu se estaba desvistiendo, su mente era pecadora, no iba a negar lo innegable, y el fuerte sonrojos en sus mejillas ante el recuerdo de lo que había sucedido en su habitación producto de la desesperación por no contar la verdad estaban afirmando ese hecho.
—¿Qué haces?—cuestionó la rubia al notar como su camiseta se había levantado cuando se quitó su suéter.
El rostro de Tzuyu estaba sonrojado ante la velocidad en que se quitó la ropa.
—Te estas congelando—comentó la muchacha con obviedad mientras que rodeaba sin siquiera pedir permiso su chaqueta sobre los hombros de la muchacha, para luego colocar su suéter sobre sus muslos intentando resguardar sus pies descalzos sobre la misma tela—te puedes resfriar—le aclaró asegurándose de que su cuerpo por completo estuviera calentito—bien... así mejor—y estaba satisfecha con su trabajo.
De manera impulsiva Tzuyu le dio ligeras palmadas a su hombro indicando en silencio que volviese a apoyarse, Sana en cambio se quedó quieta entrecerrando sus párpados para ver si realmente aquella chica de bonitas facciones y personalidad tosca era la misma que estaba siendo amable y atenta con ella, como nadie-a parte de sus padres-lo había hecho en el pasado. Cuando se dio cuenta que, efectivamente era real, no dudó en acomodarse sobre su torso buscando con ayuda de sus dedos la mano ajena; al encontrarla no dudó en entrelazar sus dedos, para luego simplemente centrarse en la película. La madre de la rubia llegó minutos después con un par de mantas y las dejó sobre el cuerpo de las chicas mientras que el señor Minatozaki dejaba un plato de frituras sobre la mesa.
Si a Tzuyu le hubiesen preguntado qué tal el primer día de Minatozaki Days diría sin siquiera dudar que había sido una velada agradaba a pesar que los nervios en más de una ocasión le habían jugado una mala pasada, ante el cansancio evidente de Sana terminaron de ver la película, para luego, pedido de la rubia ser llevada a su habitación. Tzuyu ayudó a la japonesa a recostarse bajo las sábanas de su cama, y a pesar que se había despedido presionando sus labios sobre la frente de la chica ese suave "Quédate" la hizo tomar asiento a su lado sintiendo como la chica la abrazaba por la cintura mientras que el osito de felpa que habían ganado el día anterior juzgaba sus movimientos desde la zona del escritorio.
Cuando Sana se quedó dormida Tzuyu se fue de su casa; extrañamente intimidada por la presencia de los señores Minatozaki la chica hizo una reverencia para luego querer huir lo más rápido posible, aunque la mujer no dudo en tomar su brazo y tirar de ella en un cálido abrazo acompañado de ese claro "Gracias" por su parte. Si era sincera Tzuyu no tenía ni la menor idea a que se debía esa palabra por parte de la mujer, pero había sonado tan sincero que ella simplemente sonrió.
Menos mal Tzuyu había logrado recuperar su chaqueta y suéter. En silencio la chica abrió la puerta de su hogar sintiéndose completamente paralizada al ver a Mingyu parado frente a ella con una clara muestra de sorpresa reflejada en sus facciones.
—H~Hola—susurró el coreano.
Tierra ya te lo dije, trágame, pensó Tzuyu a la vez que sonreía con bastante incomodidad.
(¿en serio creían que lo de Sana sería el drama? Que ilusos)
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