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Mantén La Distancia

Narrador omnisciente:

Era de madrugada, las nubes se habían juntado provocando que la lluvia torrencial chocará contra la infraestructura donde su novia se mantenía hospedad. La castaña suspiro cruzándose de brazos, en silencio podía oír cómo las gotas se azotaban contra el cristal al final del pasillo, acompañado por las calmadas pisadas de las enfermeras y doctores que trataban de terminar su turno. Jihyo y los demás, lamentablemente debieron marcharse, las horas de visita hace bastante tiempo que habían terminado, pero la taiwanesa se las arregló para lograr quedarse en el pasillo frente a las puertas que daban a la habitación de cuidados intensivos, esperanzada de que el doctor Lee tomara la decisión de dejarla pasar; solo necesitaba ver a Sana, y podría quedarse en paz. Estaba preocupada, a pesar de que trató de mantenerse serena a lo largo de esas agonizantes horas de espera, ver el rostro cansado de los señores Minatozaki quienes, a duras penas intentaban dormir acurrucados entre sí, sobre las incómodas sillas del pasillo, la hicieron darse cuenta que, no podía respirar en paz hasta ver con sus propios ojos que su novia había salido bien de la cirugía. 

La taiwanesa se quitó su chaqueta, para su suerte Nayeon había decisión junto con Mina en traer una camiseta manga larga para pasar el frío, y lo agradecía, porque realmente su chaqueta no era muy abrigadora que digamos. Tzuyu apretó sus labios acercándose donde los adultos, con cuidado dejó aquella prenda oscura contra los muslos de Yubin notando como la mujer simplemente se acomodaba en su puesto presionando su mejilla contra el hombro de su esposo. 

Tzuyu había ido a visitar a su padre, a pesar que, en un principio se había negado completamente estar a su lado, ante el temor de no saber qué decir o el cómo reaccionar, si él comenzaba a ser sincero, pero sabía que debía enfrentar tarde o temprano lo que estaba sucediendo con él. Si la chica era sincera, no estaba totalmente segura si, fue Matthew o ella, el que más se sorprendió de la presencia del otro, pero lo que sí que era cierto, es que había sido más incómodo de lo que había estado esperando. La taiwanesa se había mantenido en un completo silencio, observando atentamente cómo su padre relamía sus labios posando sus ojos en la pared, desde la distancia en que ella estaba, se podía notar que él seguía estando bajo los efectos de la anestesia, así que simplemente estuvo en la habitación atormentada con sus propios pensamientos mientras que, de fondo podía escuchar los balbuceos de Matthew quejándose por la televisión encendida. 

La castaña sacudió su cabeza en negación, el pensar en su padre, y el tiempo en que simplemente lo estuvo mirando y escuchando como se quejaba como un grandulón cascarrabia la hizo sentirse emocionalmente inestable, porque una parte de ella, esa que tenía los recuerdos más bonitos de su infancia la hicieron el imaginarse que, quizás, solo quizás, existía la posibilidad de que él realmente fuese capaz de aceptar su relación con Sana de la misma forma en que aceptó la relación de Mina y Nayeon, pero lo encontraba difícil, así que solo volvió a posar sus ojos en los padres de su novia intentando olvidar aunque fuese por un par de horas el hecho de que aún tenía muchas cosas que hacer para confesar a viva voz, que su vida estaba volviendo a la normalidad.

Tzuyu giró su rostro al oír pasos provenientes del pasillo, con curiosidad sus ojos se enfocaron en el doctor Lee, el hombre se veía preocupado, o tal vez, simplemente se notaba exhausto, porque ni siquiera se dio cuenta de su presencia, hasta que estuvo lo considerablemente cerca de ella. El adulto se detuvo de golpe, con sus cejas completamente alzadas ante la sorpresa, como si no hubiese esperado realmente que ella se hubiese quedado rondando en el pasillo hasta que el reloj marcara un horario decente para dar comienzo a los horarios de visitas.

—No pensé que te quedarías—confesó el adulto notando como Tzuyu simplemente acariciaba sus brazos cubiertos por la delgada tela, mientras que veía como él buscaba entre sus bolsillos la tarjeta que le daría paso a la zona donde Sana estaba descansando—debí asumir que no te ibas a mover de aquí hasta verla—murmuró más para sí mismo que para la castaña, y es que debía confesar que sentía una cierta admiración por ella, tan joven y comprometida con la enfermedad de su paciente, él sabía perfectamente que, no todos eran capaces de aceptar esa responsabilidad—¿Quieres ver a Sana?—y su pregunta descolocó por completo a la adolescente quien, atinó a simplemente asentir con su cabeza—debes ser silenciosa, y tener en cuenta que esto es un caso especial. 

—Silencio, okay... lo tengo—respondió la castaña observando como él, a pesar del cansancio le sonreía, para luego estirar su mano deslizando la tarjeta. Tzuyu sintió curiosidad, ¿Qué había pasado para que tuviese tanto seguridad? se cuestionó la muchacha, pero luego lo preguntaría.

Ambos ingresaron por el pasillo. 

—Hace seis años atrás, una joven pareja tuvo un bebé—y a pesar que realmente Tzuyu no lo había preguntado, Taeyong se había dado cuenta de la forma en que ella había visto la tarjeta, así que supuso que debía tener una que otra pregunta rondando en esos momento por su cabeza—el bebé nació prematuro, pero no sobrevivió—confesó manteniendo sus ojos fijos en las lineas del suelo—los padres no soportaron su pérdida, así que en un momento de desesperación trataron de robar a otro bebé que había nacido la misma semana que el suyo—admitió—desde ahí que mantenemos, la sala de neonatología, cuidados intensivos, y zona de parto con seguridad, para evitar que suceda de nuevo.

—Pensé que este hospital solo trataba a pacientes con algún tipo de cáncer—comentó Tzuyu confundida notando como el más alto metía sus manos en el interior de los bolsillos de su bata blanca. Ella frunció el ceño cuando se dio cuenta que el doctor siguió de largo, ignorando casi por completo aquella amplia habitación donde había alrededor de diez personas ocupando cada una de ellas cada camilla; Si ella era sincera, aquella imagen de los pacientes hospitalizados, y las máquinas sonando en señal de que ellos seguian con vida, la hacían sentirse realmente triste y angustiada—¿Dónde está Sana?—y cambió de pregunta, preocupada de que él la estuviera guiando a otra zona.

—Es un hospital oncológico, algunas mujeres con cáncer deciden formar familiar a pesar de estar con un tratamiento—aclaró encongiendose de hombros, como si ya estuviese acostumbrado a que ese tipo de cosas sucedieran—igual no las culpo, vivieron con la muerte... normal que quieran tener algo a que aferrarse, y por lo general, un bebé es el mejor plan—agregó mientras que alejaba una de sus manos de sus bolsillos, para rápidamente alzarlo. Su delgado dedo índice le apuntó hacia el pasillo siguiente, indicándole que debía girarse—y respecto a Sana... pacientes con trasplante de médula son llevados a una habitación especial, los mantenemos completamente aislados.

—¿Por qué?

Tzuyu estaba asustada, le aterraba el pensar que Sana estuviese nuevamente aísla al mundo exterior, porque sabía lo mucho que le afectaba a su mente el no poder tener un contacto directo con otro ser humano que no fuese solo doctores, y enfermeras. 

—Tiene las defensas bajas, el conteo de sus glóbulos blancos volvió a descender—aclaró sintiendo como la adolescente por impulso agarraba su brazo, ejerciendo la suficiente presión para hacerle entender que debía ser claro. Él apretó sus labios, con calma giró su rostro posando sus cansados ojos en los delgados dedos envueltos alrededor de la tela de su ropa, para luego alzar su mirada encontrándose con aquellas orbes frías—es normal—intentó relajarla, mientras que estiraba su mano, posando sus dedos sobre la mano ajena, intentando alejar su tacto—la médula ósea produce células sanguíneas... Sana recibió una nueva, por ende, su células sanguíneas están recién acostumbrándose al nuevo hospedero.

—¿Estará bien?—cuestionó soltando el fuerte agarre que había mantenido, notando como el simplemente suspiraba arreglando su delgada bata—¿Se curará?—y necesita que él hablara, que mintiera si era necesario, pero solo quería escuchar algo bueno. 

Tzuyu se detuvo cuando él lo hizo, confundida giró su rostro observando frente al cristal como su novia estaba recostada en medio de la habitación. La castaña se paralizó sintiendo como su corazón se detenía y la garganta se cerraba por completo, sus ojos comenzaron a lagrimear al darse cuenta de lo vulnerable que se veía-quizás más de lo que había visto en las quimioterapias-, su pecho estaba expuesto, su piel pálida relucía ante la pequeña luz que se adentraba por debajo de las persianas, y entre sus senos quedaba en exhibición un catéter venoso central (CVC), ella sabía lo que era, lo había leído en una revista médica cuando supo que Sana necesitaba un trasplante. Según, lo que ahí decía, aquel catéter era colocado en una vena grande del pecho, y se suponía que era un proceso ambulatorio que generalmente solo necesitaba anestesia local, ¿Entonces por qué tardó tanto? y tenía sus dudas, pero las preguntaría cuando estuvieran los Minatozaki con ella. 

—Sé que es una imagen impactante, y quizás más para ti—comentó el doctor Lee observando cómo las máquinas conectada en su paciente seguian su ritmo, ella está bien, y era gratificante el darse cuenta que Sana a pesar de todo lo estaba luchando con todas sus fuerzas—se vienen momentos difíciles—susurró notando como la castaña simplemente se acercaba presionando sus dedos contra el cristal manteniendo sus ojos fijos en el cuerpo ajeno—la tendremos en observación alrededor de unas 48 horas.

—¿Y luego que?—cuestionó la taiwanesa siendo incapaz de girar su rostro, sus orbes estaban sumergidos lo que estaba frente a ella; deplorable, y triste imagen de su novia luchando en aquellas cuatro paredes de concreto, aferrándose con máquinas que seguian conectadas en su cuerpo, y Tzuyu sabía que, muy en su interior, ella ya no quería pasar otra vez por eso—¿Qué pasará con ella?

—Si logra tener una cifra considerablemente alta de glóbulos rojos, blancos y plaquetas... la daremos de alta—confesó logrando que Tzuyu girara su rostro con la suficiente rapidez para provocar un horrible tirón desde sus hombros hasta su mandíbula—quizás sea después de un mes.

—¿Seguro?—Tzuyu no estaba de humor para oír suposiciones, pero era consciente que, en la medicina, el afirmar una respuesta era una cruel y barata mentira para darle paz a la persona que estaba en la misma situación en la que ella se encontraba, así que simplemente debía esperar a que el cuerpo de su novia fuese lo suficientemente fuerte para soportar todo lo que se le venía encima—¿Cuando le quitaran eso?—cuestionó al notar como él sacudió su cabeza en negación; si no le iba a dar una buena respuesta, por lo menos que respondiera su segunda pregunta.

—¿El catéter? El CVC permanecerá colocado durante su tratamiento y por algún tiempo después, por lo general hasta que sus células madre trasplantadas se hayan injertado y sus recuentos sanguíneos se hayan normalizado de forma consistente—admitió observando como Tzuyu asentía con su cabeza—¿Estás preparada?—y realmente sentía una genuina curiosidad para saber hasta qué punto ella podría llegar por su novia; ¿Cuánto era capaz de tolerar? 

—Sí—respondió la castaña de manera tajante—leí que podría sufrir efectos secundarios... ¿Cuáles podrían ser?

—Fiebre, escalofríos, dificultad para respirar, ronchas, presión en el pecho, presión arterial baja, tos, dolor en el pecho, debilidad, mareos, dificultad para concentrarse—Tzuyu tragó saliva de forma sonora al oír como él tomaba una buena bocanada de aire, para proseguir en ese inesperado monólogo que se creó—angustia emocional, depresión, cambios en la imagen corporal, ansiedad, aislamiento social, cambios en las relaciones perso...

—Entendí—rápidamente la adolescente lo interrumpió notando por el rabillo de sus ojos como él asentía con su cabeza, soltando ese suave, pero claro "lo lamento" pero, ¿Por qué se culpaba? ella nació así, nadie le causó la leucemia, realmente en esos momento no había ni habría responsable de que ella hubiese nacido con esa enfermedad, y eso era lo que más jodía, no poder culpar a nadie—¿Cuando se recuperará?

El doctor Lee suspiró manteniendo sus ojos en Sana.

—Pueden pasar de seis meses a años para que sus conteos sanguíneos y su sistema inmunitario se recuperen totalmente...  Durante este tiempo, el riesgo de infecciones, sangrado y problemas cutáneos es más alto—admitió siendo consciente que ella y los padres de su paciente debían estar completamente informados de la responsabilidad que iba recaer en sus hombros cuando Sana fuese dada de alta; no era un juego, ella debía ser consciente de eso—su cuerpo todavía está débil, y realmente puede pasar hasta un año para que ella se sienta como antes del trasplante—murmuró—es probable que se canse con mucha facilidad, o que repentinamente no tenga apetito—agregó—habrá que tenerle paciencia. 

—¿Cuando me podré acercar?—cuestionó Tzuyu, esa también eran una de sus preocupaciones, quizás una de las más importantes.

—No lo sé—y fue la primera vez que él usó esa expresión, "no lo sé" y hacía ecos en la cabeza de la castaña quien, abrumada volvió a posar sus ojos en el adulto, notando como este simplemente había posados sus orbes en el suelo—puede ser en un par de días, semanas, meses, depende de cómo su cuerpo vaya adaptándose a la médula.

—Por eso me dejo verla—susurró la adolescente comprendiendo por completo lo que estaba sucediendo—sabe que nadie puede acercarse a Sana, así que me dejó verla antes de tiempo, para que el golpe no fuese tan duro—aclaró sintiéndose ligeramente molesta al ver que él, en vez de negarlo, simplemente asentía con su cabeza—¿Ni siquiera puedo usar un traje?

—Mientras menos contacto tenga, mejor será para ella—respondió el adulto—las enfermeras y yo, estaremos en el habitación solo cuando sea necesario, para ver cosas en específico—admitió—solo será por una temporada—aclaró dándole un par de palmadas a su hombro en señal de apoyo—puedes quedarte, pero por nada del mundo, ingreses a la habitación—y ese era lo único que él le estaba pidiendo, si Tzuyu no acataba su orden, realmente sería perjudicial para la japonesa.

La castaña mantuvo sus ojos fijos en la forma en que su novia seguía descansando sobre el colchón, de fondo podía oír los pasos del doctor Lee alejándose, así que se quedó completamente sola, en el pasillo frente a la habitación de Sana. Cansada suspiró dando uno que otro paso hacia atrás; sabía que no era capaz de seguir mirando sin tener la necesidad de querer ingresar, así que solo retrocedió hasta que su espalda logró tocar el concreto de la pared.  Se quedó ahí, con sus dedos fríos envueltos en el interior de los bolsillos de su ajustado pantalón, buscando casi con una ligera desesperación algo de calor. Desde el lugar donde estaba, no podía escuchar la lluvia, pero era consciente que el clima afuera debía seguir estando bastante triste y melancólico, así que una parte de ella, la más pequeña y fragil, realmente agradecía el no poder oír las gotas chocando contra el cristal, porque de esa forma sentía que la noche no estaba siendo tan apagada. Tzuyu giró su muñeca notando la hora en el reloj, por lo general, no solía utilizarlo, pero su telefono se había apagado, así que era lo único tecnológico que tenía a la mano en esos instantes, 04:32 AM, genial, aun faltaba demasiado tiempo como para que Sana o alguien estuviese despierto. 

Quizás debas dormir, y sí, sus pensamientos por fin tenían algo de razón y sentido, pero en ese frío y desolado pasillo ni siquiera habían sillas como para poder recostarse un rato, y el plan de dormir en el suelo no le apetecía lo suficiente como para poder acostarse, así que solo se abrazó a sí misma, y agachó su cabeza manteniendo todo su peso en sus piernas y la pared. La adolescente cerró sus párpados, su cálida y tranquila respiración la acompañaba ante el prolongado silencio, así que no se sentía tan sola, pero no era lo suficiente como para poder dejar que el sueño por fin la venciera.

—Mierda—susurró levantando su cabeza de golpe—habrá que matar el tiempo de otra forma—susurró llevando sus dedos contra su cuero cabelludo, con calma intentó peinar su sedoso cabello, hasta que sintió que este ya estaba nuevamente descente.

Alejó su espalda del frío concreto comenzando a caminar por el pasillo, las suelas de sus zapatos hacían ecos en el silencio del lugar, provocando que su piel se erizara, pero no dejó de moverse, caminó con calma, de un lado hacia el otro, con sus pensamientos idos en la nada misma y los labios completamente apretados entre si. No puedes entrar, y era hasta irónico el pensar que antes, hace un par de meses atrás ni siquiera era capaz de tocar a Sana sin pensar que su enfermedad podría empeorar, pero como ahora, realmente le prohibieron estar en el mismo metro cuadrado que ella, respirando su mismo aire, la hacía sentirse verdaderamente incapaz y miserable, porque sentía que no podría lograrlo, que su lado egoísta haría una estupidez que tarde o temprano lamentaría. 

La adolescente caminó de esquina a esquina hasta que sintió sus pantorrillas arder, agotada regresó a la habitación donde Sana estaba deteniéndose frente al cristal, y ahí se quedó, admirando en silencio, trazando líneas imaginarias sobre el pálido y atractivo rostro de su pareja, utilizando tan solo sus ojos como si fuesen las yemas de sus dedos, en un vano intentando por memorizar cada zona que componía las facciones ajenas, no puedes tocar, y no, dolorosamente mantendría el recordatorio hasta que le dieran luz verde. Su corazón comenzó a latir con bastante vehemencia en el momento que notó como Sana la estaba viendo, despertó, y lo había hecho, su novia estaba ahí, recostada, dejando en evidencia el hecho de que ya era consciente de lo que pasaba a su alrededor. Por impulso elevó su mano agitando su palma en forma de saludo, provocando que la ex rubia simplemente frunciera el ceño, con cuidado Sana estiró su mano haciéndole un suave gesto para que ingresara, esto será difícil, pensó Tzuyu mientras que sacudía su cabeza en negación.

—No muerdo—aclaró Sana desde la habitación en un vano intento por aliviar ese extraño y tenso momento que estaba viviendo con la castaña. Quizás era por el silencio en el pasillo, o quizás, las paredes no eran tan gruesas como Tzuyu había pensando, pero escuchó su voz tan clara y concisa que su piel se erizó ante el solo pensamiento de imaginar el estar a su lado—¿Tzuyu?

—No puedo—respondió la castaña mientras que presionaba sus palmas contra el cristal, no puedo—es por tu bien—susurró a la vez que su frente hacia contacto con el cristal, siendo completamente incapaz de alzar su mirada—¿Cómo te sientes?—intentó cambiar el tema, en enfocarse en otra cosa, pero Sana no entendía lo que estaba ocurriendo, así que solo atinó a sentarse, haciendo un gran esfuerzo por salir de las sábanas en busca de su novia—Sana yo...—cuando alzó su mirada se vió bastante sorprendida de notar como la japonesa, se intentaba levantar, con su torso completamente expuesto y la bata prácticamente enredada en sus caderas—¿Qué haces? no, Sana, no te levantes—le ordenó caminando hacia la puerta, presionando sus palmas contra el pomo de esta, no iba ingresar, solo iba asegurarse de que su novia no fuese capaz de salir—Sana por favor...

—¿Por qué no puedes ingresar?—cuestionó la japonesa mientras que se sentaba nuevamente en el colchón ante ese fuerte tirón que ejerció su pecho. Por impulso llevó su mano contra su piel expuesta sintiendo como sus yemas rozaban el plástico del catéter—¿Q~Qué sucede?—y estaba atemorizada de que Tzuyu estuviese por terminar con ella. 

La castaña tomó una buena bocanada de aire a la vez que se recostaba contra la puerta, siendo incapaz de poder mirarla.

—El trasplante dejó tus defensas bajas—aclaró la taiwanesa sintiendo sus dedos picar y sus ojos ardiendo—por tu seguridad, no podemos ingresar—confesó. Para su suerte su voz no se quebró, así que solo lloró en silencio acompañada por el silencio por parte de su novia.

—¿Cuándo podré tocarte?—cuestionó Sana a la vez que, colocaba todas sus fuerzas intentando volver a estar debajo de las sábanas. Intentó no pensar en el hecho de que le estaba costando bastante hacer esa simple acción, porque le daba miedo el creer que no podría mejorar—¿Por cuánto tiempo estaré aquí?

—N~No lo sé—susurró la castaña presionando su rostro contra la madera—estarás en observación... y luego te pasarán a otra habitación—aclaró mientras que llevaba su mano libre contra su mejilla deslizando sus yemas por su humeda piel, deja de llorar, y su mente le ordenaba que esa acción se detuviera porque sus ojos terminarían hinchados y el dolor de cabeza no se pasaría con un simple paracetamol—estarás bien, cariño.

La japonesa logró estar debajo de las sábanas, con cuidado subió la tela hasta sus clavículas sintiéndose bastante avergonzada de comprender que Tzuyu la había visto otra vez semidesnuda.

—¿Entonces por qué lloras?—y realmente no había forma que Sana no notara cuando algo andaba mal con su novia, quizás se debía a que realmente se fijaba en los detalles, o simplemente Tzuyu era un libro abierto para ella.

Tzuyu suspiró.

—Tenía la esperanza de abrazarte.

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