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Incertidumbre.

Narrador omnisciente:

Cuando Tzuyu terminó por quedarse dormida en el sofá de la habitación de Sana, Jicheol se rompió frente a los ojos de su esposa. El hombre, en silencio llevó sus dos palmas contra su rostro comenzando a llorar mientras que la mujer aturdida lo veía tomando asiento en una de las columnas que se encontraba en el pasillo donde su hija seguía estando hospedada. Las temblorosas manos del adulto se deslizaron por su propia piel intentando que las lágrimas que no dejaban de descender no resbalaran por su mentón, pero estaba cansado, molesto en realidad por no haber golpeado a Matthew cuando era consciente que se lo tenía más que merecido, y como no, también para poder desahogar esa ira que por tanto tiempo llevaba cargando sobre sus hombros, pero no lo hizo por Tzuyu; al fin y al cabo era su padre, así que sabía mejor que nadie que a él no le gustaría que Sana lo viera recibiendo una paliza por otro hombre, pero el dolor seguía estando presente, y no tenía ninguna intención de acabar.

Yubin se arrodillo frente a su marido llevando sus delgadas manos contra las muñecas de él mientras que, en silencio trataba de ver su rostro, pero este simplemente sacudió su cabeza en negación dejando en evidencia el hecho que no cedería, para luego, con todas sus fuerzas entreabrir sus labios deseando pedirle que lo dejara solo porque lo necesitaba, aunque de este palabras no brotaron, solo su suave llanto hizo ecos en el lugar dejando en evidencia lo lastimoso que había quedado luego del encuentro con Matthew; a Jicheol no le importaba el llorar en público, le daba lo mismo si la gente lo veía como una persona frágil y fácil de lastimar-era humano, merecía sufrir como los demás-, pero no podía tolerar que su esposa e hija vieran que él no era tan fuerte como aparentaba ser, porque era el pilar sólido de la familia, y ahora el pilar se estaba quebrando frente a los ojos de su primer amor, y ella no tenía ni la menor idea de que podía hacer para arreglarlo.

—La golpeó—por fin se atrevió a hablar a la vez que sus dedos seguian cubriendo sus párpados. Yubin se paralizó, intentando comprender a qué se refería con esas palabras en específico, a pesar que, no había mucho misterio en su trasfondo—¿Cómo se atrevió a levantarle la mano?—cuestionó alzando su mentón para dejar en evidencia sus ojos irritados por el llanto—es su hija, por amor a Jesucristo.

—¿Q~Qué?

La mujer estaba aturdida mientras que seguía observando como su esposo echaba su espalda contra el respaldo de su asiento intentando de esa forma no perder la cordura.

—La golpeó por el simple hecho de estar con Sana—susurró a la vez que su cabeza la adhería contra la pared permitiendo que las lágrimas nuevamente se deslizaran por su piel—¿Tan malo es estar con mi hija?—susurró al aire sin estar verdaderamente cuestionando a su esposa sobre esa duda—... no le ha hecho daño a nadie... s~solo... ya ha sufrido demasiado, ¿Por qué no la dejan ser feliz?

—Cariño...

Yubin trató de hablar con él, de explicarle que a veces las personas perdían el control terminando por cometer errores que más tarde no tardaría en arrepentirse; de los dos, era ella quien debía calmar al otro, pero él no se lo permitió, con velocidad se inclinó presionando sus palmas contra sus propios muslos, mientras que su mirada completamente desorbitada se mantenía fija en las lineas del suelo. Su mente intranquila no dejaba de repetir una y otra vez, la manera en que Matthew había abofeteado a Tzuyu, una y otra vez el movimiento de su palma y como ella perdía el equilibrio, y la furia nuevamente burbujeo a través de sus venas, porque había conocido a Tzuyu y no se lo merecía, no merecía seguir sufriendo.

—Yo daría mi vida con tal de que Sana estuviese bien—y era cierto, aunque bueno, amaba a su hija, y como cualquier otro padre que amara a sus hijos se sacrificaría por su bienestar—¿Por qué él no está agradecido de que su hija está bien de salud?—cuestionó llevando sus dedos contra sus mejillas, limpiando con agresividad su húmeda piel—habla, come y respira por su maldita cuenta sin tener la necesidad de que alguien más lo haga por ella—estaba haciendo todo el esfuerzo del mundo por no perder el control, porque estaba frente a su esposa, y lo que menos quería era lastimarla, pero la ira era casi incontrolable—¿Por qué mierda no lo ve?—gruñó dejando en exhibición lo frustrado que estaba— él puede oír todos los días a su hija diciendo que lo ama...¡Yo no puedo!—bramó a la vez que Yubin lloraba en silencio; al igual que él sufría por lo que estaba sucediendo.

—Jicheol—la mujer se puso de pie cuando él lo hizo, con cuidado limpió sus húmedas mejillas para luego estirar sus manos tomando los antebrazos de su esposo intentando llamar su atención, mientras que él simplemente elevaba sus palmas contra su cuero cabelludo empuñando con fuerza esa zona—amor.

El hombre relamió sus labios sacudiendo nuevamente su cabeza en negación, mientras que la más baja empuñaba el borde de su camiseta que cubría hasta la mitad de sus brazos obligándolo a que sus hombros se encorvaban; él como un pequeño gatito asustado por la mala vida presionó su mejilla sobre el hombro de su esposa llevando sus gruesas palmas contra su cintura, permitiendo de una buena vez el dejarse querer.

—Quiero a mi hija de vuelta—susurró abrazando con fuerza a la más baja—quiero oír su voz—murmuró en un hilo de voz mientras que las lágrimas seguian encargandose de humedecer la prenda de Yubin—¿P~Por qué ella? ¿Por qué mi bebé?

Tzuyu había fingido el quedarse dormida porque sabía que de esa forma la dejarían a solas con Sana, en silencio la chica se incorporó del sofá presionando sus codos contra sus muslos mientras que sentía como su mejilla no dejaba de punzar y arder, indicando que el golpe que había recibido se quedaría por una larga estadía adornando sus facciones, por impulso buscó en cada uno de sus bolsillos su teléfono, pero al no encontrarlo, supo de inmediato que debió guardarlo en el bolso que había traído consigo. Luego de unos minutos de una exhaustiva búsqueda en el interior de su bolso terminó por encontrarlo en los bolsillos delanteros de aquel objeto, con los labios apretados la chica deslizó su pulgar por la pantalla desbloqueando el aparato a la vez que sentía como su corazón se estrujaba al ver la fotografía de Sana brillando con bastante intensidad; sí, jamás cambiaría ese fondo de pantalla. La taiwanesa intentó no distraerse admirando la belleza de su novia, pero vamos, Sana era preciosa así que se permitió el admirarla por unos minutos. 

Sonrojada la castaña sacudió su cabeza buscando rapidamente con ayuda de su pulgar la aplicación de su cámara, sin muchos inconvenientes giró la cámara notando de golpe su demacrado rostro; a pesar que era evidente su vergüenza ante el rojizo en sus mejillas, sí que había una gran diferencia entre la vergüenza y el golpe recibido, su pómulo izquierdo estaba ligeramente más hinchado que el derecho, y para qué hablar de la forma en que su ojo se había achicado, era evidente el hecho de que en un par de días más la piel cambiaría de color siendo aún más repulsivo de lo que en sí ya era. La castaña relamió sus labios sintiendo su corazón latiendo con violencia, no le gustaba la marca, ni esos dedos que ligeramente se habían impregnado sobre su rostro como un sutil maquillaje que no quería abandonar sus facciones, pero el golpe no dolía tanto a comparación del recuerdo, porque eso sí que la había destrozado. Matthew jamás le había puesto el dedo encima, ni siquiera se había atrevido a levantarle la voz cuando ella se comportaba como una idiota producto de las hormonas, así que nunca estuvo verdaderamente preparada para un golpe de su parte.

Tzuyu bloqueó su teléfono guardándolo nuevamente en su bolso. La castaña acarició sus muslos para luego simplemente colocarse de pie acercándose a la cama de su novia; había veces que era más soportable el ver a Sana en el hospital que otros días, había veces que tenía el ánimo suficiente para pensar que ella mejoraría y que saldrían de esta sin importar que Sana se mostrará negativa ante su positividad, pero existían esos días particulares donde su ánimo decaía drásticamente, aquellos oscuros y crueles que la obligan a mantener sus pies sobre la tierra, esos responsables de que su llanto continuara hasta el amanecer, y al parecer, ese día era uno de aquellos malos días. La taiwanesa era consciente que no debería hacerlo, pero echaba de menos a su novia, así que se quitó los zapatos para luego subir una de sus rodillas sobre la cama, con mucho cuidado se acomodó en uno de los costados del torso de su pareja asegurándose de no tocar las maquinas que seguian conectada a su anatomía, y ahí se quedó, con una de sus manos posadas sobre el muslo de Sana mientras que su mejilla se mantenía recostada sobre el abdomen de la ex rubia, ni siquiera se cubrió con sus mantas, simplemente se quedó quieta intentando que su calor fuese suficiente para que Sana estuviese tranquila en su plácido sueño. 

—Buenas noches Minatozaki—y ella hubiese pagado lo que sea para oír una respuesta por su parte.

Mientras que Tzuyu dormía como un pequeño cachorro sobre el colchón de su novia en busca de cariño y protección, Taehyung y Jimin se encontraban en el bar siendo primera vez en sus vidas que asistían a uno, el pelinegro recostó su mejilla sobre el hombro de su mejor amigo sintiendo como su cabeza no dejaba de dar vueltas. A diferencia de él, el rubio se mantenía bastante sobrio admirando las figuras femeninas que pasaba de un lado hacia el otro conversando entre sí; como era de esperarse ninguna mujer le prestaba atención a aquel par, sus caras de bebé los espantaba, así que ambos chicos se mantenía en silencio bebiendo lo que el barman les servía. Taehyung gruñó girando su cabeza para inclinarse dejando caer su frente contra la barra, se veía patético, se sentía de esa forma. Jimin en silencio llevó su palma contra la espalda ancha de su acompañante dándole pequeñas palmadas en un vano intento por animarlo.

—No lo entiendo—aclaró el rubio observando como el coreano lo veía por el rabillo de sus ojos manteniendo aún su cabeza adherida al borde de la mesa—¿Por qué sigues eligiendo a alguien que claramente no te elige?—cuestionó notando como Taehyung con rapidez se recomponía a tal punto de que casi perdía el equilibrio, aunque claro, ahí estaba su amigo para sostenerlo.

—P~Porque la amo—soltó como si aquello fuese suficiente volviendo a su posición inicial; se había mareado, y si no se quedaba quieto estaba seguro que vomitaría sobre la barra, y no, ya no debía seguir realizando acciones que a la larga solo le traían vergüenzas, tanto para él, como para su familia.

—Pero ella ama alguien más—no es que Jimin fuese cruel, pero realmente quería que su mejor amigo comprendiera de una buena vez que Tzuyu había elegido a otra persona, no quiero que te sigas lastimando, pensó mirándolo fijamente sintiendo pena de saber que él solamente sufría por un amor no correspondido—Tae—lo llamó cuando el chico se puso de pie comenzando a caminar de manera desequilibrada en dirección del baño; como era de esperarse ahí estaba el rubio siguiendo al más alto—Taehyung—volvió a llamarlo ingresando en el lugar. Jimin se quedó quieto observando como el pelinegro llevaba sus húmedas palmas contra su rostro—Tae...

—Sana esta en coma, las probabilidades de que sobreviva son casi nulas—y era cruel la manera en que se había expresado, pero no era el único que había tenido ese pensamiento—tengo oportunidad de que Tzuyu se fije en mi.

—Pero lo hará por despecho... como la vez que te besó—Jimin golpeó donde más le dolía al pelinegro causando que este girara sobre sus talones dejando su húmedo cabello peinado hacia atrás dándole un aspecto más maduro y atractivo, aunque se veía desde lejos que no estaba en sus cinco sentidos—¿Por qué lo haces?—cuestionó notando como el coreano se sentaba en el borde del lavamanos a la vez que se cruzaba de brazos.

—¿Por qué hago qué?—preguntó Taehyung casi arrastrando sus palabras mientra que sus oscuros ojos negros miraban fijamente las facciones delicadas del más bajo.

—¿Por qué estás tan empecinado en que Tzuyu te ame?—y no tuvo tapujos en cuestionar lo que en más de una ocasión había circulado en su cabeza. Rápidamente el pelinegro entreabrió sus labios dispuesto en aclarar la situación, pero el rubio nuevamente habló sintiendo que ya era momento de sacar sus propias conclusiones al aire—tu extraña obsesión por Tzuyu ocurrió después de las vacaciones de verano—aclaró observando como el más alto fruncía el ceño levantándose de su improvisado asiento para dar un paso en su dirección dejando en evidencia que no le estaba gustando para donde se estaba dirigiendo Jimin con sus palabras.

—Ella siempre me gustó—y por la forma en que soltó sus palabras parecía que había perdido por completo el rastro de alcohol que seguía circulando por sus venas dándole un aspecto intimidante. 

—Solo te parecía linda... ni siquiera hablabas de ella como lo haces ahora—replicó el rubio cruzándose de brazos demostrando que no se dejaría intimidar por el más alto —pero tu personalidad cambió por completo después de que conociste a Jungkoo...—Taehyung con fuerza se acercó empuñando su camiseta para luego estampar su espalda contra la pared dejándolo acorralado entre su cuerpo y el concreto.

—¡No soy gay!—bramó causando que Jimin se quedara en silencio, jamás dije que lo fueras, pensó el rubio sintiendo la caliente respiración del más alto chocando contra su rostro permitiendo que el olor a menta y alcohol se adentrara en sus fosas nasales—no soy como mi hermano, jamás lo seré—confesó permitiendo que Jimin viera sus ojos oscuros completamente desorbitados—¿Te ha quedado claro?—cuestionó soltando la prenda del más bajo para luego dar un paso hacia atrás.

El coreano alzó sus palmas observando como Taehyung daba un par de pasos hacia atrás; el ambiente estaba tenso, pero ambos debían solucionar de una buena vez todos sus problemas.

A la mañana siguiente Tzuyu había sido dejada en el hogar de Jihyo en compañía de los señores Minatozaki; cabe aclarar que ninguno de los dos había hecho comentario respecto a la mejilla enrojecidas e hinchada que la castaña había dejado en evidencia cuando despertó, ni mucho menos en la forma en que la habían encontrada acurrucada al lado de Sana, y la castaña realmente se lo había agradecido bastante porque una, no tenía ganas de explicar a Yubin la razón por la que el posible hematoma estaba llevándose por completo la atención de sus facciones, y dos, no tenía ganas de hablar-solo lo justo y necesario para no parecer una mala educada-. Una sorprendida pelimorada le había abierto la puerta en el momento que la taiwanesa tocó, aturdida la chica se hizo aun lado observando como el vehículo de los Minatozaki desaparecían por la calle dejando a la más alta a solas para su cuidado. Tzuyu ingresó dando un par de pasos por el pasillo notando rápidamente como un confundido y despeinado Daniel seguía desayunando en compañía de los señores Park. El chico giró su rostro cuando sintió como la madre de su novia se colocaba de pie dejando lo que estaba haciendo para acercarse a la más alta.

—Oh por dios, ¿Qué te sucedió?—la madre de Jihyo era un amor al igual que su hija, y Tzuyu realmente no quería parecer una persona que no tenía educación, pero no quería hablar y Jihyo lo notó.

—Mamá... yo hablaré con ella—sutilmente la pelimorada le había aclarado que ella le contaría lo que había sucedido con la castaña, y no es que a Tzuyu le importara que la adulta fuese consciente del motivo, le preocupaba que ella hiciera algo en contra de su padre; sí, la lastimó, pero seguía siendo su padre y le quería, a pesar de sus equivocaciones—ven—obedientemente la taiwanesa siguió los pasos de Jihyo a la vez que Daniel con sus mejillas llenas de cereal observaba como su pareja se perdía por las escaleras en compañía de la más alta. 

Tzuyu se adentró en la habitación de la pelimorada observando como la chica cerraba la puerta detrás de ella, no había que ser un genio, ni mucho menos inteligente para darse cuenta de la forma en que Park se le había quedado viendo, no me mires, pensó sintiéndose pequeña ante la forma en que la pelimorada seguía viendo su mejilla hinchada, y eso que no la vio ayer-ante el transcurso de la noche su pómulo se inflamó bastante, pero ahora estaba consideradamente mejor- . La taiwanesa relamió sus labios a la vez que se acomodaba en el colchón recostando su torso sobre este mientras que llevaba sus rodillas contra su pecho, en silencio Jihyo se le acercó tomando asiento a su lado, con cuidado tomó su rostro y lo posó sobre sus muslos para luego simplemente deslizar sus dedos por la mejilla lastimada contorneando la piel lastimada hasta llegar al centro donde el color rojizo y verdoso se estaban llevando por completo su atención. 

—Fue mi padre—susurró permitiendo que las lágrimas comenzaran su recorrido dejando a una aturdida pelimorada quieta con sus dedos firmemente puestos sobre la piel caliente de su mejilla; Jihyo realmente había pensado que el golpe había sido producto de Mark, ya que eso fue lo último que se enteró, ante los rumores supo que su mejor amiga había incitado al muchacho a que la golpeara, así que en su cabeza tenía todo el sentido del mundo que él había sido el responsable—yo lo insulté... así que técnicamente fue mi culpa, pero no pudo evitarlo—no estaba orgullosa por su manera de actuar, pero su padre tampoco había hecho bien las cosas, así que ambos se habían equivocado—fue un caos, el señor Minatozaki casi lo golpea—confesó a la vez que jugueteaba con el borde de las telas que sobresalian de las mantas, en un vano intento por distraer su mente de las imágenes que seguian repitiendose una y otra vez.

—Se enteró que te escapaste—y no se lo estaba preguntando, lo afirmaba porque había visto lo molesto que estaba cuando la fue a buscar y no la encontró, debí detenerlo, pensó siendo consciente que había sido sincera y lo dejó marcharse sin saber a dónde se dirigía—lo siento.

Tzuyu sonrió con amargura permitiendo que las lágrimas que se habían acumulado en el borde de sus ojos cayeran de una buena vez, humedeciendo tanto el puente de su nariz como el pijama de la coreana.

—De todas formas iba aparecer—eso era un hecho, un doloroso hecho—n~no sé qué hacer—en algún momento iba a colapsar, y las terapias que tenía con Wheein simplemente estaban retrasando ese inminente suceso, pero el golpe proveniente de la mano su padre, Sana en coma, la ira que día a día estaba acumulando ante la frustración y los diferentes altercados ajenos a su pareja, solo la estaban empujando al delirio—todo lo que hago está mal—le fue infiel a Sana, insultó a su padre, escapó de clases, y estuvo envuelta en una pelea, ¿Qué estaba haciendo con su vida? no tenía ni la menor idea. Jihyo enredó sus dedos sobre su cabellera intentando reconfortarla—una parte de mi quiere huir, y dejar todo lo que tengo—murmuró.

La pelimorada estuvo en silencio, con calma le brindaba cariño a la castaña mientras que esta se desahogaba; de vez en cuando su voz había comenzado a romperse llegando al punto en que solo sus sollozos llenaron el lugar intentando de esa forma que el dolor abandonara de una buena vez su cuerpo, porque estaba siendo consciente de lo que más le dolía. Si Sana despertaba, aun falta el trasplante de médula, y a pesar que los primeros días simplemente lo ignoró, y se centró solamente en que su novia despertaría para poder comenzar su noviazgo como dos adolescentes normales y corrientes, ahora estaba siendo consciente de lo que pasaría cuando ese momento se llevara a cabo, y realmente no estaba segura si podría manejar perder nuevamente a la chica.

—S~Soy una egoísta—lloró entre hipos llevando sus dedos contra sus labios mientras que Jihyo la abrazaba con fuerza presionando su mejilla contra su hombro, permitiendo que sus claros "No lo eres" golpearan el tímpano de la adolescente. A pesar que la pelimorada estaba siendo sincera, Tzuyu no le podía creer—s~si lo soy...—y creía que lo era por el simple hecho de que a Sana aun le faltaba un largo proceso antes de estar completamente curada, y si es que lo estaba—ni siquiera... n~ni siquiera—susurró con la voz ahogada—ni siquiera ha tenido su trasplante, si despierta tendrá que posar por eso, y yo... yo no debí dejar que viviría, ella no lo quería.

Ahora entendía las palabras de Jicheol, ella no quería que tu sufrieras, y estas estaban haciendo eco en su cabeza dejándola con un intenso dolor instalo cerca de su frente, ella no quería que la viera sufrir por el trasplante, pensó permitiendo que su corazón se estrujara y sus pulmones dejaran de funcionar dejando el oxigeno a medio camino, pero no le importó, ¿Qué más daba morir ahí? sería hasta un alivio para su sufrimiento. Ya no quería hablar más, así que solo lloró sobre los brazos de la pelimorada sintiendo como, cada fibra de su cuerpo dolía lo suficiente para no querer moverse, ¿Así se siente el corazón roto? porque sino, estaba experimento una agonía parecida, y no le gustaba. 

—Todo mejorará—susurró Jihyo contra su oreja para luego besar su mejilla lastimada.

Jihyo intentaba ayudarla, y a Tzuyu no le gustaba las mentiras.

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