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Extraño comportamiento

Narrador omnisciente:

A pesar que Sana estaba bastante cómoda en los brazos de Tzuyu, no le quedó de otra más que deslizarse de sus piernas al ver como Jeongyeon se acomodaba contra la puerta dejando el espacio suficiente para tomar asiento sin tener la necesidad de seguir estando sobre el cuerpo de la más alta. La taiwanesa frunció el ceño cuando notó como la rubia se estaba moviendo, por muy extraño que fuese se sintió molesta al comprender que ella prefería estar sentada a su lado y estuvo tentada en quejarse, pero sabía que estaba mal así que se acomodó en su propio puesto carraspeando en un vano intento para verse indiferente mientras que el mal humor lentamente se deslizaba por su organismo al sentir el frío en sus muslos ante la falta de calor por parte de la anatomía de la japonesa; a pesar que una parte de ella quería pedirle a Sana que volviera a su sitio donde estaba tan cómoda, no dijo nada al respecto, porque sabía que sus amigas no dudarían en molestarla y aprovechar la situación para sacarla de quicio de la misma forma en que lo haría Nayeon-habían veces que el par se comportaba igual o peor que Im-. La rubia apretó sus dientes mirando de manera disimulada la forma en que Tzuyu había entreabierto sus labios deslizando su delgada lengua por sus cerezos para luego simplemente girar su rostro mirando por la ventana, ella suspiró posando su atención en la conductora percatándose velozmente como la chica entreabría sus labios soltando las primeras palabras con la intención de romper el agradable silencio que les acompañaba.

—¿Y... Desde cuando son amigas?—preguntó Jihyo con suavidad mientras que se detenía en el semáforo en rojo, aprovechó aquella situación para mirar por el espejo interno notando como su vieja amiga aturdida giraba su rostro colocando toda su atención en Sana. El corazón de Tzuyu revoloteó como un pequeño pájaro en el interior de su jaula emocionado por la nueva comida, al ver como la japonesa alzaba una de sus cejas ante la sorpresa para luego simplemente romper el contacto visual con ella mirando sus muslos cubiertos por la oscura tela.

¿Lo somos siquiera? se cuestionó la castaña mirando por un par de segundos más las facciones de la japonesa notando como la chica en todo momento repelía sus ojos centrándose por completo en sus delgadas manos posadas sobre sus muslos, era cierto que se hablaban, y sí, le salvó la vida, pero más que eso no la conocía para nada, así que amigas, amigas no eran, solo tenían una extraña cercanía, y preocupación por la otra... sí, solo se trataba de eso. Tzuyu apretó sus labios alejando su mirada del rostro de la rubia para centrarse en el espejo interno, sus orbes rápidamente hicieron contacto directo con los de Jihyo indicándole de manera franca que dejase el tema porque no tardaría en volver un ambiente lo suficientemente incómodo como para pensar firmemente en huir, y realmente eso no quería, y al parecer ella lo comprendió, ya que simplemente sonrió avergonzada disculpándose sin pronunciar palabra alguna. La castaña suspiró apoyando su nuca contra el reposacabezas, con los labios sellados volvió a mirar a Sana, si no digo nada se verá mal, pensó sabiendo a la perfección que debía decir algo aunque fuese para cambiar de tema.

—Hace un par de semanas—y no mentía del todo; solo omitió ciertas cosas, porque no confesaría el motivo del por qué comenzaron a hablar, ni como las circunstancias la llevaron a cenar junto con sus padres, no, claro que no lo diría, y menos a Park y Yoo, las únicas dos tontas capaces de molestarla, ah, también estaba Daniel, pero él siempre estaba en silencio, como ahora—... tengo una duda—cambió el tema notando por el rabillo de sus ojos como los hombros de Sana se relajaban, y eso la alegró. De manera impulsiva elevó sus comisuras, pero al notar como Jihyo le estaba mirando tan fijamente no pudo evitar el avergonzarse de la simple idea de pensar que ella hubiese notado ese movimiento en su boca—¿Qué estaban haciendo para encontrar las ratas del señor Smith?—cuestionó interesada.

Cuando Jihyo la escuchó no dudó en posar sus ojos en Jeongyeon quien, simplemente sonrió avergonzada-aunque en sus orbes se veía aquella pizca de maldad tan característica de su personalidad-, lo disfrutó, pensó Tzuyu en el momento que se percató de la forma en que la peliazul rió con suavidad, demostrando que no sentía culpa alguna por lo que había sucedido, ni las consecuencias que sus acciones iban a provocar más adelante. Tzuyu se inclinó mirando primero el rostro de Sana para luego centrarse en la manera en que Jeongyeon había llevado su mano a su cabello desordenando su corta melena.

—Es posible que hubiese comentado que las mascotas del señor Smith estaban siendo torturadas...—comentó a la vez que jugueteaba de forma distraída con la punta de su cabello intentando aparecer adorable, pero estábamos hablando de Yoo, ella era de todo menos adorable; eso iba encontrá de la naturaleza. Tzuyu apretó sus labios al oír la suave risa de Sana, fue bastante adorable para su parecer, una dulce melodía para sus tímpanos, pero intentó no pensar en eso porque no tardaría en estar sonrojada otra vez—pero... en mi defensa, nunca pensé que el tonto de tu novio iba a liberarlas.

—No es mi novio—aclaró Tzuyu al oír las palabras de la chica teniendo la extraña necesidad de enfatizar el hecho de que ella, y Taehyung no tenían una relación de por medio, ni nada que fuese considerado en pareja; solo eran amigos que se habían besado, nada serio. Molesta por la forma en que Jeongyeon se había inclinado solo para mirarla como si no creyera en sus palabras la hizo cruzarse de brazos tomando una actitud desafiante—¿Qué?—estaba actuando a la defensiva producto de los nervios al notar como la peliazul posaba sus ojos en Jihyo, para luego centrarse en la forma en que Sana se había quedado en silencio mirando sus cortas uñas como si aquello fuese más interesante que prestar atención a la conversación de aquel par—¿Qué me ven?—y no entendía que estaba sucediendo, provocando que Yoo simplemente se riera de ella.

—Llegamos—avisó Jihyo interrumpiendo la oportunidad de Tzuyu de volver a preguntar que estaba sucediendo, confundida y ligeramente molesta la castaña miró la forma en que sus amigas se despedían de Sana, mientras que un tímido Daniel simplemente le brindaba una cálida sonrisa a la rubia para luego abandonar el medio de transporte de los señores Minatozaki—gracias Sana—y le agradecían a la japonesa como si la taiwanesa no estuviese presente, genial, pensó Tzuyu ofendida—adiós, Yoda.

Tzuyu al oír como Jihyo se había despedido de ella utilizando ese estúpido y molesto apodo no dudó en simplemente ignorarla posando sus ojos en suelo de la vereda, se concentro en la humedad de los bordes de concreto mientras que escuchaba como las puertas se cerraban. La taiwanesa se obligó a no hablar, estaba molesta, gran parte frustrada por lo incomodo que fue el viaje gracias a Jeongyeon y la innecesaria pregunta por parte de su mejor amiga al querer saber cosas que realmente no tenía el por qué ser consciente, y repetía, tenía frío en las piernas; se había acostumbrado al calor que desprendía Sana, aunque por obvias razones no iba a confesar que su mal humor era producto de eso, no había necesidad de elevar el ego y narcisismo de Sana, así que optó por solo ignorarla manteniéndose distraída en sus pensamientos. Tzuyu suspiró sintiendo como alguien se removía de su lado, confundida giró su rostro mirando atentamente como la rubia salía del vehículo para luego simplemente rodear este adentrándose en la zona del volante. La más alta frunció el ceño a la vez que entrecerraba sus párpados teniendo las imágenes frescas de la manera en que ella se comportó ante la presencia de Taehyung, ¿Qué mierda fue eso? se cuestionó al recordar la forma en que Sana había reaccionado cuando el coreano habló, aunque había que aclarar que él también dejó mucho que desear respecto a la madurez que alardeaba tener al bajarse al nivel de discutir por un simple puesto.

La castaña encajó sus paletas contra su labio inferior para luego apoyar su nuca nuevamente contra el reposacabezas manteniendo sus ojos fijos en el techo, ¿Por qué reaccionó de esa forma? y tenía curiosidad, más que otra cosa, quería comprender el motivo que la llevó ser tan posesiva con ella, cuando antes parecía querer repelerla como si de un insecto no deseado se tratase. Primero el beso, pensó sintiendo su corazón bombeando con fuerza en el interior de su caja torácica, ahora esto, y no, se negaba rotundamente el creer algo relacionado con sentimientos no amistosos entre ella y la japonesa, rechazaba por completo el siquiera imaginarse esa posibilidad. Tzuyu posó sus ojos en el espejo interno observando detenidamente como Sana estaba concentrada en la conducción ignorando su presencia de la misma forma en que ella lo había hecho minutos atrás, no soy gay, aclaró en su mente, aunque realmente no sabía el por qué siquiera estaba pensando en eso en especifico; ella personalmente era consciente que no tenía nada de malo, pero por algún motivo que aun su mente no le aclaraba, el imaginarse con Sana estaba mal. Para su suerte su teléfono vibró logrando distraerla de sus confusa mente, con cierta curiosidad agachó su mirada deslizando sus dedos en el interior de los bolsillos delanteros de sus pantalones.

A Tzuyu le tomó un par de segundos en tener el aparato en su palma, confundida deslizó el pulgar sobre la pantalla notando como los mensajes resaltaban iluminando sus facciones, logrando a la mala que su rostro explotara en ese fuerte color carmesí ante la vergüenza que atacó su sistema por culpa de las palabras de Jihyo. El cuerpo de Sana comenzó a burbujear ante los celos que le causaron ver el rostro de Tzuyu completamente enrojecido, pero lo ocultó bien, siendo más que consciente que no era quien para preguntar siquiera quién había sido el causante de esa reacción, ¿Y si esta hablando con Taehyung? y sabia que estaba mal el molestarse, ni siquiera me considera amiga, agregó en su mente intentando que aquella afirmación fuese lo suficiente para volver a enfocarse en el camino, pero el escuchar como la castaña había gruñido la hizo volver a poner su atención en ella. 

—¿Con quien hablas?—Sana realmente no fue capaz de detener el brote de sus palabras a través de su garganta, así como tampoco fue capaz de ocultar el sonrojo en sus mejillas ante la forma en que Tzuyu había alzado su mentón mirando su reflejo—m~me dio curiosidad—confesó intentando no parecer una loca maniática, aunque bueno, una parte de ella ya creía que Tzuyu pensaba eso, y como no, si actuaba como una idiota cuando sus sentimientos afloraban ante su presencia, y por más que se había mentalizado en mantenerse alejada de la joven, siempre la tenía cerca, y le agradaba—demonios, claro que me agrada—murmuró escuchando el suave "¿Eh?" por parte de la confundida castaña—nada—aclaró apretando sus palmas en el volante de cuero.

—Habló con Jihyo—la taiwanesa respondió por impulso volviendo a enfocar su vista en el teléfono, siendo inconsciente de lo que sus simples palabras provocaría a Sana; la visible tranquilidad quedó reflejada en las facciones de la japonesa, pero Tzuyu no lo notó.

La castaña lo primero que hizo fue leer el titulo de su grupo conformado por solo Jihyo y Jeongyeon "El ganado de Tzuyu", por dios, pensó la joven llevando su mano libre contra su frente en un vano intento por ocultar el evidente enrojecimiento en la piel de su rostro producto de la vergüenza. Tzuyu leyó la conversación aunque no respondió, ¿Qué iba decir? no podía simplemente contestar ese "A Tzuyu le gustan los dominantes" por parte de Jeongyeon, ni mucho menos la insinuación por parte de Jihyo con el nombre de Taehyung y Sana de por medio, eran unas enfermas, pero sus amigas al fin y al cabo, así que debía acostumbrarse. Tzuyu suspiró bloqueando el aparato sin antes silenciar el grupo de sus amigas, lo que menos quería era que Sana notara como la pantalla se iluminaba por otro mensaje, ni mucho menos deseaba el explicar la razón del vivido color rojizo en sus pómulos. Para la suerte de ambas, el camino de vuelta a casa no era tan largo como lo habían pensado, en silencio cada una se mantuvo en su propio mundo; una miraba por la ventana y la otra estaba concentrada en su conducción.

Sana se estacionó frente a su hogar, pero no se movió, simplemente se quedó quieta con sus palmas envueltas en el volante mientras que Tzuyu estaba por las mismas. La castaña giró su rostro observando por el espejo interno como la rubia mordisqueaba su labio inferior; el sonido de los dedos de la japonesa rebotando contra el cuero del volante era lo único que llenaba la incomodidad en el ambiente. Tzuyu estiró su mano dispuesta en abrir la puerta y huir, porque estaba incómoda, pero cuando Sana escuchó la puerta sonar no dudó en posar sus ojos en su reflejo.

—Espera—y ella la detuvo, no de forma física, pero si que era cierta que aquella palabra la hizo quedarse quieta como un pedazo de hielo expectante para una respuesta por su parte—quería preguntarte algo—admitió demostrando una faceta de ella que Tzuyu no conocía, permitiendo que la timidez por primera vez quedase reflejada en su bonito rostro pincelado por el tono carmesí—Mark me comentó que esta semana había una feria donde los chicos suelen ir...—¿Este era el momento donde Tzuyu como protagonista debía guiar a su enamorada a los brazos de otro hombre? porque no lo haría, y tampoco tenía intenciones de escuchar su romance, pero si que esperó; debía confesar que tenía curiosidad, así que se acomodó en su asiento—yo... bueno, yo quería saber—¿Alguna vez han visto a Sana avergonzada? es lo más adorable que verán en sus vidas. Tzuyu apretó sus dientes intentando no sonreír mientras que sus ojos se deslizaban en la forma en que la chica tomaba uno de sus cabellos y lo dejaba detrás de la oreja—¿Esta mal querer ir contigo?

Tzuyu se atragantó con su propia saliva comenzando a toser, de manera impulsiva se inclinó agachando su rostro en un vano intento por esconder el sonrojo en su rostro, demonios, no me lo esperaba, y era cierto, la castaña se imaginó diferentes escenarios donde Sana relataría su amor prohibido por el idiota de pacotilla, pero debía confesar que las innumerables posibilidades que se crearon, en su mente jamás pasó el hecho de que la chica quisiera ir con ella-principalmente ella-a la estúpida feria; no iba a negar que detestaba ese lugar, aunque el hecho de saber que iría con Sana le daba cierta curiosidad, espera, ¿Acaba de afirmar que ira? se cuestionó abrumada de que sus pensamientos estuviesen decidiendo antes por ella. Tzuyu volvió a elevar su mentón cuando creyó que el vivo color rojizo en su mejillas había desaparecido, en silencio posó sus ojos en el reflejo de la japonesa notando como la chica repelía su mirada, ¿Qué le digo? se cuestionó sabiendo a la perfección que no tenía ni la menor idea de que decir sin sonar una desesperada. 

—¿Por qué yo?—que buena pregunta Zhou, deberían darte un premio por la pregunta del año, pensó la castaña a la vez que llevaba su mano a su pecho masajeando su esternón ante el dolor que se había instalado por culpa de su tos—digo...—e intentó arreglar de alguna forma su duda ante la forma en que la rubia había posado sus bonitas orbes color avellana que tanta incomodidad y nerviosismo le causaba—pensé que me odiabas—confesó llevando sus manos esta vez contra sus muslos tomando una actitud más seria—aunque bueno, ¿Quieres la verdad? me confundes demasiado.

—Lo siento.

Y parecía tan surrealista para el pensamiento de Tzuyu lo que estaba sucediendo en esos momentos que no sabía como reaccionar; Sana se estaba disculpando, jamás lo había hecho, y mucho menos con tanta sinceridad como lo había dicho en esos instantes, así que no tenía ni la menor idea de como seguir. La castaña se armó de valor y sostuvo la mirada de la japonesa deseando ver alguna reacción por su parte, y la obtuvo, la chica velozmente posó sus ojos en otra dirección.

—No entiendo—confesó Tzuyu logrando que Sana simplemente riera con suavidad volviendo a posar sus ojos en su rostro; y así se la llevaban, mirándose, luego desviando sus miradas cuando a una de las dos la vergüenza las atacaban, para luego finalizar observando sus facciones—¿Por qué quieres ir conmigo?

—¿Por qué no?—replicó Sana encogiéndose de hombros sin dar una respuesta en concreto, causando que Tzuyu suspirara cruzándose de brazos—...—tragó saliva sintiendo su corazón revoloteando en su caja torácica al ver como la castaña se inclinaba con sus bonitas orbes oscuras fijas en su rostro queriendo de esa forma el poder intimidarla, y no lo iba a negar, estaba intimidada—quería hacer las pases... ya sabes, me salvaste la vida y yo me comporté como una idiota.

—Es cierto, te comportaste como una idiota—confesó Tzuyu logrando ver una sonrisa por parte de Sana—...—se quedó en silencio mirando el cuerpo completo de la japonesa para luego enfocarse en sus largas pestañas finalizando en sus labios—no me gustan las ferias—admitió volviendo a deslizar sus orbes hacia los ojos de la japonesa queriendo ver alguna reacción por parte de la japonesa, pero esta estaba bastante enfocada en el movimiento de sus abultados cerezos como para darle mayor importancia a lo que había dicho—pero podría ser una excepción, si me prometes que valdrá la pena la salida.

Era un trato justo si lo pensaban fríamente.

—Acepto—respondió la rubia, para luego simplemente deslizarse del vehículo, permitiendo que Tzuyu también lo hiciera—bueno...—y ambas se habían quedado de pie frente a la otra mirándose por unos segundos, para luego permitir que la incomodidad las envolviera—adiós Zhou—y sin más se despidió inclinándose para besar la mejilla de la más alta antes de huir hacia su hogar.

—Adiós Minatozaki—susurró observando como la rubia se adentraba en su vivienda. El rostro de la taiwanesa se iluminó por quinta vez ante la vergüenza de notar como el padre de la joven la estaba viendo desde la ventana, ay no, pensó elevando torpemente su mano en un vago intento de saludo causando que él respondiera de la misma forma.

Los señores Minatozaki se sentaron en el sofá en espera a su hija. Sana no tardó en aparecer en su campo de visión así que el hombre no dudó en hacerle una señal para que tomar asiento en el sofá frente a él; iban a conversar de algo serio, la rubia se podía hacer una idea de lo que era, pero no quería enfrentarlo, no otra vez. Asustada la muchacha caminó hacia aquella dirección y se sentó aferrando sus delgadas manos sobre la chaqueta que Tzuyu le había prestado y que había olvidado devolver, aunque, para ser sincera, Sana no tenía intenciones de devolverlo.

—¿Se lo dijiste?—y su padre fue directo con el tema a tratar, así que la chica apretó sus labios para luego agachar su mirada avergonzada por no haber cumplido la promesa que le había hecho. Él suspiró llevando su mano a su frente intentando disipar el dolor mientras que su esposa acariciaba su muslo derecho—Sana... cariño, te queda un semana, ¿Cuando piensas decirle?—cuestionó preocupado, obviamente como padre estaba asustado, pero también el temor de que como quedaría Tzuyu lo obligaba a no ser egoísta y en pensar en sus emociones de la misma forma en que pensaba en su hija; había conocido a la taiwanesa, y le agradó, así que no quería que sufriera.

—No lo sé... necesito más tiempo—admitió Sana siendo consciente que tiempo era lo que menos tenía a disposición en esos momentos. Las manos de la rubia comenzaron a temblar en compañía de su mentón, y estaba a punto de llorar ante la impotencia y frustración que todo ese asunto en general le causaba—me gusta—y lo confesó a pesar que sus padres esa información ya lo sabían hace bastante tiempo; por esa razón tuvieron la cena, solo trataban de ayudarla, porque era lo que le hacía feliz—no quiero que me odie.

Cuando ella confesó uno de sus mayores temores el hombre no pudo evitar el suspirar, con calma él se levantó del sofá para luego simplemente arrodillarse frente a la muchacha mientras que su esposa angustiada miraba la escena, con cuidado él estiró sus manos tomando entre sus dedos las delgadas y frías palmas de su pequeño retoño mirando en todo momento la forma en que sus mejillas se humedecieron ante las lágrimas provocando que su corazón se estrujara ante el simple dolor que le causaba ver el sufrimiento en ella.

—Sana... sabes perfectamente que no puedes internarte y dejarla varada con una mentira—comentó mientras que veía la forma en que ella encorvaba sus hombros sollozando con tal grado de dolor que lo obligó a elevar su palma izquierda deslizando sus dedos por su piel en un vano intento por limpiar la evidente humedad—yo sé cariño, sé perfectamente lo doloroso que es, pero ella no merece eso—aclaró deslizando su pulgar por el mentón de la rubia deseando que ella alzara su mirada para verle a los ojos—tienes que decirle la verdad.

Sana respiró de manera entrecortada para luego asentir con su cabeza.

—S~Solo diré—admitió—se lo diré luego del parque de atracciones.

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