
Epílogo
Narrador omnisciente:
Cuando Sana cumplió los 25 años el doctor Lee afirmó que la leucemia había sido erradica de su cuerpo, y como lo habían promedio ese mismo año Tzuyu se casó con ella.
Tzuyu ya no tenía diecisiete años, ya no era esa niña que discutía día tras día con sus padres al querer ver a su novia, los días de ver a la japonesa medicada habían quedado atrás, como también lo habían hecho esos meses de preocupación por estudiar y graduarse. Zhou Tzuyu tenía veintiocho años y dos niños de tres años, trabajaba en una empresa como subjefa, así que tiempo era lo que menos tenía. A pesar que, con Sana ya llevaban once años de noviazgo y cinco años de casada, las cosas no siempre fueron tan simple como sus padres y los padres de su novia se lo habían dejaron ver; como cualquier otra pareja discutían, pero intentaban no acostarse con el enojo encima.
Ahora la castaña se encontraba en el hogar de sus padres, en silencio observaba como Mina miraba a su esposa; sí, luego de que ella se casó, Nayeon prácticamente obligó a su hermana mayor a que formalizaron su relación con anillos y un comprobante, así que ahí estaban en una bonita relación con un bebé de un par de meses. Tzuyu acomodó al pequeño Lucas en su pierna derecha mientras que su melliza Minju estaba sentada en la otra pierna manteniéndose en un completo silencio, la joven Zhou agachó su mirada notando como la pelinegra sin muchas complicaciones le robaba el brócoli del plato y se lo llevaba a la boca mordisqueando y chupeteando aquel verde pedazo hasta que quedó con las mejillas completamente embarradas. Lucas en ese aspecto era irónicamente más limpio, a él no le solía gustar los vegetales, prefería mil veces un pedazo de carne que estar devorando un brócoli, así que Tzuyu sufría con él. La taiwanesa como pudo rodeó a los dos pequeños comenzando a cortar la carne, por precaución alejó lo que más pudo el plato de sus hijos mientras que estos no tardaban en discutir entre si. Durante los tres años de su crecimiento la adulta había notado que a pesar de que ambos habían nacido de su vientre a la misma vez, seguían teniendo personalidades completamente diferentes; Minju se parecía a Sana, y Lucas a ella.
Tzuyu ni siquiera había sido capaz de probar de su plato, como buena madre cedió todo a sus hijos y se dedicó plenamente a asegurarse de que ellos no se ahogaran. La castaña terminó de cortar la carne dejando pequeños y finos trozos para que Lucas fuese capaz de agarrarlo con la mano, por impulso llevó sus manos contra las cinturas de los pequeños asegurándose de que estos no llegaran a perder el equilibrio, mientras que sentía como los demás presentes simplemente veían su forma de interactuar. Minju suspiró echando su cuerpo contra el torso de sus madre, acomodando su cabeza entre el brazo y el pecho de la más alta, Lucas en cambio simplemente se inclinó presionando su pecho contra el borde de la mesa, él realmente no quería perder de vista la carne, pero Tzuyu se había asegurado de solo dejar un trozo a su alcance, y lo demás en el borde del plato.
Sana jugueteó un rato con las verduras de su plato mientras que veía en un completo silencio como sus hijos estaban completamente relajados sobre el cuerpo de su esposa, inquieta presionó su tenedor sobre la carne y se la llevó a la boca queriendo tener aquello como excusa para no hablar. Sana no estaba de humor, la noche anterior había tenido una fuerte discusión con Tzuyu, y por primera vez en su relación ninguna de las dos se atrevió arreglar las cosas, así que se fueron a dormir molestas y en camas separadas. Los ojos avellana de la joven se posaron en Nayeon notando como la chica con cuidado dejaba a su bebé sobre los brazos de Mina, para poder terminar de almorzar. Se quedó observando al pequeño niño que su cuñada con tanto cariño cuidaba y no pudo evitar relamente el sentir envidia por haber perdido su oportunidad. La discusión que ella tuvo con su esposa se debió por lo mismo; otro bebé, y no es que Tzuyu no quisiera tener más hijos, el problema es que esta vez quería ser ella quien quería quedar embarazada, y eso a la castaña no lo pudo tolerar.
Una parte de Sana entendía perfectamente el comportamiento de su esposa, Tzuyu a pesar de ya ser una adulta hecha y derecha seguía asustada con que la leucemia pudiera regresar a sus vidas y que esta vez fuese más agresiva que la anterior, y sabía que trataba de cuidarla al no permitir que tuviese hijos, porque ella conocía las probabilidades de que la leucemia regresara o peor aun, que su bebé naciera con la misma enfermedad que ella. Dios mío ella lo tenía más que claro, pero quería experimentar el proceso que tuvo Nayeon y el que tuvo su mujer: entendía que era egoísta su decisión porque solo estaba pensando en lo que quería, pero realmente deseaba sentir algo de vida en su vientre.
—...¿Y piensan tener más hijos?—y la voz de Jicheol hizo que tanto Tzuyu como Sana alzaran sus miradas posando sus ojos en él para luego centrarse en ellas mismas. Rápidamente Yubin al notar los ojos tristes de su hija y la incomodidad por parte de la castaña supo que su esposo la había cagado, así que rápidamente le dio una patada por debajo de las mesa logrando que él encorvara sus hombros sintiendo como sus mejillas se adornaban de un tono carmesí ante el dolor y la vergüenza—digo... ¿No creen que ya tiene mucho... ¡Auch!—y se quejó adolorido cuando su esposa nuevamente lo golpeó queriendo que se callara de una buena vez.
Sana apretó sus labios y se puso de pie.
—Iré al baño—y velozmente huyó hacia el baño del segundo piso dejando el ambiente lo suficientemente incómodo para no atreverse a volver a hablar.
Matthew y Somin en los últimos años habían mejorado su relación con su hija lo suficiente para que la incomodidad y molestia que en algún momento los señores Minatozaki sintieron por ellos, ahora solo fuese un amargo recuerdo. Los cuatro adultos posaron sus ojos en Tzuyu notando como esta simplemente ignoraba el hecho de que su esposa se acaba de marchar, dedicándose con una de sus manos a limpiar las mejillas de Minju mientras que, con su otra mano luchaba con el pequeño Lucas para que soltara de una buena vez el pedazo de carne que había robado del plato de su abuelo.
—¿No irás tras ella?—cuestionó Mina con suavidad notando como Tzuyu jadeaba logrando tener el pedazo de carne que casi Lucas se llevaba a la boca, como era de esperarse el niño comenzó a llorar a todo pulmón, sus mejillas rapidamente se adornaron de un intenso tono rojizo mientras que las lágrimas se deslizaban con bastante facilidad por sus regordetes pómulos.
Somin no dudó en ponerse de pie para ayudar a su hija, en silencio estiró sus manos indicando con ese simple movimiento que Tzuyu cediera el cuidado de Lucas. Cansada la taiwanesa tomó al pequeño llorón y lo elevó para que su madre lo sostuviera, sin muchas complicaciones acomodó a la silenciosa Minju contra sus mulos mientras que veía como Somin se iba hacia la otra habitación meciendo al pequeño castaño para que dejara de llorar.
—Si voy... solo vamos a discutir—admitió la castaña presionando su codo contra la mesa notando como su hija sin muchas complicaciones se acomodaba en su torso presionando su mano embarrada por los rastros de brócoli sobre su blanca camiseta dejando el verde impregnado en su tela—esto es su culpa—aclaró posando sus ojos en Jicheol quien, ofendido por esa acusación entreabrió sus labios llevando su amplia palma contra el centro de su pecho. Mina y Nayeon guardaron silencio disfrutando como el hombre no tardaba en discutir en un suave susurro por las palabras de la castaña.
—Yo solo quiero tener más nietos, y ella también quiere... así que el problema aquí eres tú—aclaró apuntando con su largo y grueso dedo índice en dirección de Tzuyu— Sana lo que debería hacer es conseguirse otra esposa que si sea capaz de complacerla—confesó provocando que la castaña se pusiera de pie asegurándose de que Minju estuviese lo suficiente cómoda entre sus brazos.
Por impulso Tzuyu presionó su palma contra la oreja derecha de la infante mientras que, ejercía la suficiente presión para que la niña recostara su otra oreja contra sus hombros; iba a insultar a su suegro en todos los idiomas posibles, pero no quería que ella fuese consciente del amplio vocabulario de su madre.
—Maldito anciano—lo insultó notando como era el turno del vejestorio en colocarse de pie, rapidamente Yubin agarró el borde de su camiseta intentando detenerlo, mientras que Matthew y las chicas veían la forma en que ambos se estaban mirando—yo si quiero tener más hijos—confesó logrando que él frunciera el ceño—el pu... —y las palabras murieron en su boca al darse cuenta de la forma en que su hija se había alejado de su hombro para mirarla con esas amplias orbes avellanas tan idénticas a Sana. Avergonzada de ser consciente que su bebé casi escucha un insulto de su parte, volvió a concentrarse en el adulto quien le sonreía con diversión—el problema es que ella quiere tener el bebé—aclaró logrando borrarle esa estúpida sonrisa de su rostro—y no es lo mismo el ser el portador que el donar uno de los óvulos—y eso se lo había explicado Lee, se suponía que era más factible que los bebés nacieran sanos y con rasgos de Sana si eran engendrados en Tzuyu que al revés—lamento amarla lo suficiente para no quererla ver nuevamente con leucemia, o peor aún, que el bebé nazca con la enfermedad.
Jicheol no se atrevió a replicar a sus palabras; él no sabía ese pequeño detalle, solo sabía que Tzuyu no quería tener más hijos, pero ahora conociendo la otra parte de la discusión comprendía perfectamente el por qué su nuera se negaba a traer a otro niño al mundo. Yubin se puso de pie cuando notó esos ojos tristes y agotados por parte de la más alta, con cuidado se alejó de la silla y caminó en dirección de la muchacha.
—Ven con la abuela—y rapidamente Minju se fue a los brazos de la mujer provocando que Tzuyu simplemente llevara sus manos contra sus caderas mirando en silencio como Jicheol sonreía avergonzado—ve a hablar con mi hija—pidió con suavidad dándole una que otra palma contra su pecho.
Tzuyu suspiró asintiendo con su cabeza, pero no se movió, simplemente se quedó quieta notando como su hermana se colocaba de pie acomodando al pequeño Sanha en sus brazos notando como el pequeño infante simplemente suspiraba manteniéndose lo suficientemente cómodo en el pecho de su madre como para preocuparse por el ruido que Tzuyu y Jicheol habían hecho segundos atrás.
—Iremos al parque—aclaró Somin quien regresaba a la habitación manteniendo a Lucas con una pequeña paleta entre su labios. Tzuyu frunció el ceño notando como el niño se mantenía bastante feliz con el helado que su abuela le había dado, pequeño mocoso, y a pesar que se parecía a ella, lo chantajista y manipulador lo había sacado definitivamente de Sana—arréglate Mina.
—No sacaré a Sanha al parque—aclaró la pelinegra notando como Nayeon rápidamente alzaba una de sus cejas, logrando colocarla de los nervios—digo... es un bebé, solo tiene cuatro meses, no puede salir.
—Si puede—replicó Nayeon quien entendió rápidamente la pequeña indirecta que Somin había dado para que Tzuyu y Sana pudieran hablar a solas—pásamelo—pidió notando como Mina simplemente llevaba al niño a su pecho y lo presionaba contra su esternón, aunque no con la suficiente fuerza como para lastimarlo—es mio—aclaró notando como Mina simplemente sacudía su cabeza en negación.
—Mitad tuyo—aclaró la taiwanesa provocando que Nayeon velozmente presionara su dedos contra su brazo ejerciendo la suficiente presión para arrebatarle un jadeo—bien, es tuyo—lloriqueó entregando al bebé. Sanha sin muchas complicaciones volvió a los brazos de su madre y se acurruco contra su pecho. Una vez, Mina había comentado que Sanha parecía un cachorro porque dormía todo el día, desde ese momento que Nayeon se había apropiado del infante llamándolo Im Im—te demandaré.
—Jura—respondió la coreana caminando hacia el amplio salón para tomar una manta—será mejor que te apresures, o sino te quedarás acá—aclaró provocando que la pelinegra en silencio se acercara hasta su dirección tomando la pañalera sin siquiera mirar a su esposa—oye—la llamó mientras que Somin y Yubin salían con los niños acompañada de sus esposos—te amo—y por lo que Tzuyu había sido testigo, siempre era de esa forma; Nayeon insultaba y golpeaba a la pobre Mina y luego le decía que le amaba, a su parecer una relación bastante toxica.
Mina entrecerró sus párpados y luego asintió con la cabeza.
—Te amo—y como gobernada que era, le respondió con una completa sinceridad logrando que la coreana sonriera ligeramente embobada por ese atractivo perfil que su esposa poseía.
El Minayeon fue la ultima pareja que abandonó el hogar de los Zhou. Tzuyu cerró la puerta principal con llave intentando asegurarse de que nadie llegara para joder las cosas, con los labios apretados retrocedió lo suficiente para llegar al salón principal notando como todo había quedado en su lugar, solo ve hablar con ella, pero no podía, a pesar que sus pensamientos le ordenaran a ver a su esposa, le daba miedo que las cosas simplemente empeoraran. No seas cobarde, sus pensamientos lograron hacerla entrar en razón, con cuidado comenzó a caminar por las escaleras notando la puerta de su anterior habitación se encontraba cerrada, así que no fuiste al baño, pensó al darse cuenta que la chica debía estar encerrada en el interior de su recamara. Sin hacer mucho ruido se acercó hasta la puerta, ni siquiera se molestó en tocar, simplemente presionó sus dedos contra el pómulo y lo giró para poder abrirse paso en el interior de su cuarto. Sana estaba en silencio, sus brazos rodeaban su propia cintura y sus ojos, estos estaban enfocados en la ventana de al frente, como los viejos tiempos, pensó Tzuyu sintiendo una deje de nostalgia ante el recuerdo de ella mirando desde su ventana para ver a su vecina. Quien diría que se terminaría casando con ella.
La castaña presionó su hombro contra el umbral de la puerta, y se quedó ahí admirando la espalda de la japonesa, sus ojos se deslizaron por su largo cabello negro, y no pudo realmente el evitar el recordar los meses en que Sana mantenía una autoestima baja por culpa de su calvicie. Las extremidades de la más joven se tensaron por completo en el momento que notó como su esposa giraba sobre sus talones posando sus ojos directamente contra los suyos, tan bonitos como siempre, y sabía que ese color, en esa mirada, siempre iban a ser los responsable de quitarle el aliento.
—Hey—susurró Tzuyu observando atentamente como Sana se recostaba contra la pared manteniéndose en un completo silencio; solo la veía, no hacía nada más que verla—tenemos que hablar—admitió mientras que se armaba de valor para terminar por ingresar a la habitación.
Tzuyu se sentía bastante cohibida por la forma en que la pelinegra la seguía observando, pero de todas formas caminó hasta su cama y tomó asiento; ella tenía la esperanza de que Sana se acercara para poder hablar con calma sobre el tema que estaba atormentando su relación, pero la pelinegra se quedó en su sitio con sus brazos adheridos por debajo de sus pechos dándole un aspecto intimidante.
—Estoy embarazada—y lo soltó sin más, sabiendo a la perfección que simplemente debía ser sincera con su pareja. Si debía admitir algo, admitiría que esperaba una reacción de sorpresa por parte de su esposa, pero la castaña suspiró asintiendo con su cabeza, indicando con aquel movimiento que ella ya era consciente de eso—y no lo voy abortar solo porque a ti no te parece correcto—admitió notando como Tzuyu apretaba sus labios, y de sus ojos las lágrimas comenzaban acumularse—espera...¿Lo sabias?—recién comenzaba a analizar el movimiento de cabeza que la más alta había hecho segundos atrás. La taiwanesa alzó su mirada y la miró permitiendo que quedara reflejada la forma en que lloraba—¿Por qué no me lo dijiste?—cuestionó casi con un suave susurró permitiendo que la molestia y agresividad que en algún momento logró tener, se desvaneciera por completo.
—¿Para que?—cuestionó Tzuyu encogiéndose de hombros—me llamó la doctora Kim para preguntarme por qué había faltado a la cita—confesó mientras que, de manera distraída jugueteaba con el borde de sus pantalones intentando que eso fuese suficiente para no volver a mirar a su esposa—¿Por qué lo hiciste, Sana?—y ya no había amor, ya no había cariño, solo dijo su nombre para que entendiera lo dolía que estaba—¿Por qué fuiste tan malditamente egoísta?
—¿Yo soy la egoísta?—cuestionó la japonesa con sus ojos irritados ante las ganas que tenía por llorar—¡Quería tener un hijo!
—¡Tienes dos!—bramó Tzuyu colocándose de pie logrando que la pelinegra guardara silencio—te lo recuerdo, se llaman Lucas y Minju—y lo soltó con odio mientras que su esposa simplemente miraba hacia otra dirección—¿O no lo consideras tus hijos?—y esa pregunta la descolocó tanto que solo apretó sus labios sintiendo como su pecho dolía—...—Tzuyu suspiró llevando sus manos contra su cabeza, sin mucho interés por la fuerza que ejercía contra su propio cuerpo, pasó sus dedos entre sus cabellos peinando su suave melena hacia atrás—no sé que estas haciendo Minatozaki, pero lo estas jodiendo.
Tzuyu aun podía recordar aquella vez en que tenía diecisiete años y el temor le gana, aquel día en que se acercó al padre de su novia y le confesó que no le importaría si era Sana quien rompía su corazón, pero no era verdad, no quería que ella lo rompiera, pero su silencio eso estaba causando.
—¿Por qué no puedes apoyarme?—cuestionó la japonesa antes de que la más alta abandonara la habitación. La castaña se quedó quieta sintiendo como sus pies se rehusaban a dar otro paso más—...—y sollozó llevando sus dedos contra sus labios intentando que su suave llanto no fuese escuchado por su esposa—Lucas y Minju son mis hijos—aclaró intentando que Tzuyu comprendiera que eso jamás iba a cambiar—yo solo quiero experimentar lo que siente...
La taiwanesa suspiró a la vez que giraba sobre sus talones.
—No puedo apoyarte cuando sé que el embarazo puede provocar que vuelvas a tener leucemia—aclaró un punto en que su novia simplemente había rehusado a pensar—no puedo apoyarte cuando sé que si te pasa algo yo simplemente me voy a derrumbar—estaba cansada de discutir, así que solo fue sincera—¿Qué pasara con Lucas y Minju si te pierdo?—cuestionó provocando que la japonesa se acercara—no te puedo perder por esto... y~yo simplemente no puedo.
Sana presionó sus palmas contra sus mejillas deslizando sus pulgares por sus húmedos pómulos.
—La doctora Kim dice que las probabilidad de que vuelva la leucemia son bajas—susurró sintiendo como su esposa rapidamente presionaba sus palmas contra su cintura tirando de ella para juntar sus torso intentando mantener algún tipo de contacto directo entre su anatomía y la ajena—nuestro bebé estará bien—admitió provocando que Tzuyu simplemente suspirara presionando su frente contra su hombro, para luego girar su mejilla acariciando sus labios contra el cuello de la más baja—¿Q~Qué haces?
—Estamos solas—respondió la taiwanesa encogiéndose de hombros; ella era consciente que en esos momento no sacaba nada con discutir sobre el tema del embarazo, así que solo lo iba aceptar—¿Cuánto tiempo llevamos sin estar a solas?—cuestionó sintiendo como Sana envolvía sus brazos por sobre sus hombros permitiendo que las amplias manos de Tzuyu se deslizaran de su cintura hasta sus mulos alzándola en el aire.
—Un par de meses—respondió Sana mientras que sentía la cálida boca de su esposa presionándose contra su cuello y bajando hasta sus clavículas—¿No estas molesta?—y a pesar que Tzuyu parecía concentrada en su labor, ella realmente necesitaba saber que pasaba por la mente de la castaña.
La taiwanesa con cuidado recostó la espalda de la japonesa contra su colchón subiendo rapidamente su cuerpo para presionar su boca con la ajena, las piernas de Sana se envolvieron alrededor de su cintura logrando que la pequeña fricción de sus cuerpos encendiera por completo sus somnolientas hormonas. Tzuyu la besó con ganas mientra que sus manos con rapidez se deslizaban por las prendas hasta lograr meterlas por debajo de su camiseta tocando y palpando su plano vientre.
—¿C~Crees que si estuviera enojada intentaría desnudarte?—cuestionó ligeramente agitada sintiendo como Sana no perdía el tiempo y tomaba el borde de su camiseta. Sin muchas complicaciones la ayudó dejando su torso libre para que las cálidas manos de la más baja tocaran su cuerpo.
—A veces eres un completo misterio—replicó Sana sintiendo como la castaña con bastante paciencia comenzaba a desabotonar su camiseta, la admiraba en silencio, como si hubiese olvidado que minutos atrás estaban discutiendo por el embarazo, y ella se quedó quieta, permitiendo que su esposa admirara su blanquecina piel, porque una parte de ella sabía que nadie más que ella podría mirarla como si fuese una obra de arte.
Tzuyu presionó sus rodillas contra el pequeño colchón causando que las piernas de Sana quedaron firmemente envueltas contra su cintura, sin muchas complicaciones se inclinó presionando sus palmas contra la cama intentando asegurase de que su cuerpo no aplastara el ajeno, su boca sin muchas complicaciones llegó hasta uno de los senos de la japonesa y lo atrapó entre sus labios logrando arrebatarle ese suave jadeó que la incitó a que continuara con su labor. Tzuyu no iba a negar que se sorprendió bastante ante el sonido que la pelinegra soltó, porque por lo general Sana no era de gimotear a menos que hubiesen tenido un juego previo o que ella hubiese estado caliente mucho antes de que se besaran, quizás son las hormonas, y en su pensamiento era una buena conclusión, porque cuando ella esperaba a Lucas y Minju podía estar caliente las veinticuatro horas, así que ahora entendía un poco como estuvo su esposa en esos nueve meses.
Sana se encargó de desnudar a la castaña mientras que esta simplemente presionaba su boca contra el cuerpo de la japonesa intentando asegurarse de que ningún espacio quedara sin ser probado por sus labios. La pelinegra ahogó un jadeo con sus labios apretados en el instante que Tzuyu con agresividad tomó el borde de sus pantalones y tiró de ellos terminando por dejarla completamente desnuda sobre la pequeña cama. La taiwanesa volvió a su sitio y se quedó en silencio, no era la primera vez que tenía el privilegio de verla desnuda, y posiblemente no sería la ultima, pero siempre había encontrado cierta fascinación por verla como la habían traído al mundo; le gustaba la forma en que sus caderas tenían la forma de una guitarra, quizás no tan pronunciadas como ese objeto, pero eran suaves, y sexys así que siempre posaba sus manos en ese hueco intentando asegurase de que ella era real y no una obra de arte pulida por los dioses. La japonesa se avergonzó llevando instintivamente sus manos contra su intimidad y sus pechos, pero la castaña rapidamente tomó sus brazos y las dejó por sobre su cabeza.
—Quiero mirar—susurró la castaña antes de presionar sus labios contra los ajenos—déjame mirar—pidió volviendo a su puesto.
Tzuyu se estaba tomando su tiempo como la primera vez que hicieron el amor, intentó ser cuidadosa con la japonesa a pesar que ella le gustara lo rudo, pero ¿Cómo podía ser ruda con esa pequeña flor? simplemente no le nacía. La más joven suspiró, había sido suficiente así que terminaría de una buena vez lo que habían comenzado. En silencio se inclinó presionando sus labios esta vez entre los valles de su senos, con lentitud comenzó a descender notando como el estómago de Sana subía y baja con fuerza indicando lo ansiosa que estaba, Tzuyu por impulso sonrió mientras que exponía su lengua deslizándose con bastante facilidad hasta llegar un poco más arriba de su ombligo. La taiwanesa presionó sus palmas contra los muslos de su esposa al notar lo nerviosa que estaba, o solo estaba caliente, en ese punto realmente no sabía diferenciarlo.
—No me dejes sorda—pidió recordando una de esas tantas veces en que estaba entre sus piernas, y la chica por impulso las terminaba por cerrar golpeando violentamente sus tímpanos.
Sana se sonrojó a más no poder, mientras que, tímidamente asentía con su cabeza indicando que esta vez iba a tener más cuidado con sus impulsos. Tzuyu rió a la vez que se inclinaba, sus dedos por impulso se posaron sobre los muslos internos de su pareja intentando detener cualquier espasmo que su cuerpo lograra ejercer ante la excitación, como de costumbre terminó por unir su boca con la intimidad ajena escuchando como la japonesa hacia todo lo posible para no gemir. Por lo general Tzuyu disfrutaba bastante ese momento, porque Sana solía gritar en japones e inglés, pero no en coreano, así que lo encontraba bastante peculiar su manera de expresarse. La pelinegra entreabrió sus labios sintiendo sus piernas temblar, sus ojos cristalizados se posaron en la castaña notando lo bien que estaba realizando su trabajo.
—M~Me voy a morir—gimoteó casi con la voz ahogada por los gemidos que brotaban sin ningún tipo de tapujo, por impulso amplió su palma en dirección de las almohadas y tomó una presionando el material contra su rostro, intentando vanamente el poder detener la manera vulgar en la que trataba de soltar su excitación.
Tzuyu cuando se dio cuenta que la voz de su esposa no estaba sonando con la suficiente fuerza que ella había esperado, dejó de mover su boca y alzó su mentón notando como Sana estaba cubriendo su rostro. Ligeramente molesta, se levantó tomando la pierna de la pelinegra para dejarla por sobre su hombro, momentos como ese agradecida que tanto ella como su novia fuese lo suficientemente elásticas para poder abrirse sin mayores complicaciones. La japonesa cuando se dio cuenta de lo que Tzuyu estaba haciendo elevó la almohada mirando con su rostro completamente enrojecido como la más joven inclinaba su torso terminando por juntar sus intimidades, por lo general la taiwanesa no le gustaba esa posición, porque era incomoda y sus caderas y muslos terminaban adoloridos, pero a Sana le gustaba, y sabía que en los próximos meses no podrían intentarlo, así que aprovecharía el momento.
—¿P~Por qué te cubres?—cuestionó Tzuyu agitada mientras que tomaba la almohada que seguía estando en las manos de su esposa y la tiró al suelo intentando que ella no tuviera oportunidad de callar—no me digas que te avergüenzas—y sonaba animada a la vez que por impulso comenzaba a moverse, como era de esperarse Sana jadeó presionando su frente contra el hombro de la morena, mientras que la más alta simplemente había dejado sus dedos posados sobre el colchón manteniéndose todo su peso con esas extremidades.
Tzuyu gruñó mientras que Sana hundía sus dedos contra su espalda. De las dos quien solía hacer más ruido era la japonesa, así que su voz y el obsceno sonido de sus pieles acompañado por el respaldo de la cama chocando una y otra vez contra la pared llenaba por completo la habitación. La castaña jadeó dejando caer su cabeza contra el hombro de su esposa, su espalda baja y sus muslos habían dejado de dolor permitiendo que el ardor carcomiera sus músculos, pero no le importó porque estaba más concentrada en lo que Sana estaba haciendo al intentar callar su excitación hundiendo sus dientes sobre su redondo hombro moreno.
Lo que la taiwanesa había estado buscando, por fin lo encontró. Sana gimió con fuerza echando su cabeza hacia atrás sintiendo como sus piernas temblaban ante el orgasmo que acariciaba su cuerpo. Tzuyu tomó grandes bocanadas de aire sintiendo como el sudor se acumulaban en su espalda baja y entre sus clavículas, ella aun no terminaba, pero estaba haciendo todo lo posible para terminar igual que su pareja.
Luego de unos segundos el segundo orgasmo por parte de Sana llegó en compañía por el de la castaña. Tzuyu tragó saliva sintiendo su garganta seca, con cuidado se intentó sentar presionando sus talones contra sus nalgas, mientras que sus dedos tomaban la pierna de la japonesa y la baja. Sana parecía destruida, y posiblemente satisfecha, así que se sentía bien consigo mismo.
—D~Deberíamos pelear más seguido—murmuró la pelinegra notando como Tzuyu completamente agotada se recostaba a su lado. Cuando la castaña la escuchó no pudo evitar el reir logrando que ella se sintiera aliviada al darse cuenta de su buen humor—lo digo en serio—aclaró mientras que se giraba; la cama era pequeña, así que realmente tenían que estar apegadas para que ninguna de las dos se cayera—yo propongo que todos los viernes discutamos, y los sábados tengamos una maratón de sexo—aclaró presionando su dedo contra el hombro de su esposa notando los dientes marcados en esa zona, y sonrió recordando el tiempo en que le decía que no mordía.
—Solo estas caliente porque estas embarazada—aclaró Tzuyu mientras que tomaba a duras penas las sábanas que habían quedado enredadas en los pies de la cama. Con rapidez la estiró cubriendo la anatomía de la japonesa sintiendo como esta rapidamente tomaba su mano y tiraba de ella logrando que sus rostros quedaran peligrosamente cerca—¿Qué?—cuestionó sintiendo como su corazón galopaba con fuerza en el interior de su pecho, por la forma en que la estaba viendo—¿Por qué me miras de esa forma?
—Porque te amo—respondió para luego mordisquear su labio inferior—lamento hacerte llorar—y Tzuyu tragó saliva teniendo la sensación de que ella en cierto aspecto se parecía a Nayeon, quizás no la golpeaba, pero si que era agresiva, y luego simplemente le decía que la amaba, quizás ellas son las toxicas, y es posible que las jóvenes Zhou se hubiesen casado con un par de reactores nucleares.
—Esta bien—respondió la castaña a la vez que se inclinaba presionando sus labios contra los ajenos—solo quiero que te cuides, y cuides al bebé—y era lo único que quería mientras que presionaba su codo contra el colchón, llevando su otra mano para dejarla posada sobre el vientre de la pelinegra—este es el ultimo, ¿Bien?—no es que no quisieran tener más, solo que realmente quería tener un tiempo para ella y su esposa sin tener un pequeño equipo de fútbol andando de por aquí y por allá.
—El ultimo—susurró Sana permitiendo que su boca volviera estar unida contra la ajena.
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Es posible que no le hubiese gustado la pelea, pero quería que no fuese un cuento de hadas, así que metí un poco de "Realidad" en la trama. Espero le hubiese gustado.
Ah por cierto, les dejo un pequeño adelanto de lo que será la próxima historia Satzu.
"Los chicos de su edad no deberían estar jugando con muñecos, o eso creía Zhou Tzuyu cuando escuchó a su director avisando que los estudiantes de penúltimo año escolar serían parte de un experimento, no la malinterpreten, en un principio había tenido hasta interés por el tema, pero en el momento que se percató que tendría que hacerse cargo de un bebé robot junto a su compañera de puesto durante todo el verano supo que estaría jodida, y no era para menos si la madre de su futuro bebé robot sería Minatozaki Sana."
No creo actualizar por ahora, pero si el próximo mes o final de este.
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