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El gran día

Me gustaría actualizar más seguido, pero estoy en epocas de examenes, asi que no tengo tiempo libre :C. Intentaré volver a actualizar próximamente, espero les guste el capitulo.

Narrador omnisciente:

Tzuyu entreabrió sus labios tomando una buena bocanada de aire, sus pulmones ardieron ante la agresiva entrada de oxígeno, pero el fuerte bombeo de su corazón en el interior de su caja torácica la mantenía lo suficientemente distraída como para tomarse la molestia de preocuparse por el ligero malestar en su pecho. La castaña se encontraba en silencio apoyada en una de las paredes de la blanca habitación del hospital, los resultados de los exámenes de Sana ya habían salido, y había un par que el doctor Lee mostró bastante preocupación por no esperarse de que este arrojara negativo; Sana no estaba mejorando, y eso ella ya lo tenía más que asumido, el estado de su novia, era como una montaña rusa, habian dias que tenía la suficiente energía para querer salir de la habitación, y otras... otras donde ni siquiera era capaz de saludarla sin sentir que se ahogaba. Tzuyu se mantuvo animada, a pesar que nuevamente sentía el desgaste emocional producido por el enfermedad de su pareja, intentó que esté no se notara, porque sabía que debía estar firme para lo que se avecinaba.

La castaña se quedó quieta cuando vio a su padre ingresando en la habitación; los oscuros ojos de la adolescente analizaron de pies a cabeza a su progenitor, notando como, el color de sus pies desnudos y el de sus piernas eran ligeramente más pálido producto de la falta de sol, Tzuyu mordió su lengua intentando no reír al darse cuenta que la bata que le dieron al mayor le quedaba un poco grande de los hombros, así que se le caía. Está asustado, y no pudo evitar el pensar aquello cuando sus orbes se encontraron con las ajenas, un metro ochenta de puro temor, y era cómico que él estuviese aterrorizado por el procedimiento. 

Se suponía que aún faltaba alrededor de dos semanas para que Sana estuviese preparada para el trasplante, pero en esos momentos el tiempo lo tenían lamentablemente en contra, así que no les quedaba de otra más que hacer el procedimiento ahora, y rezar para que el cuerpo de la japonesa no lo rechazara. Tzuyu habló con su psicóloga respecto a lo que estaba por suceder con su novia, le explicó el temor que le causaba que la médula fuese rechazada, porque eso significaba que tendrían que buscar otro donante, y su novia no lo iba a soportar, eso lo tenía más que claro. Ella no era una persona de fé, jamás se considero amante de la religión, es más, ni siquiera había sido capaz de aprenderse el rosario completo-no por nada sus amigas la llamaban demonio, o evil Tzuyu-, pero ahí había estado, luego de su hora con Wheein caminó hasta la pequeña capilla que se encontraba en el tercer piso del hospital, se arrodillo detrás de una de las sillas de madera comenzando a pedir con los párpados cerrados y las palmas fuertemente empuñadas las unas contra las otras frente a su rostro, imploró en un suave murmullo aquel inexistente todo poderoso que salvara a su novia, porque Sana merecía seguir viviendo; merecía tener una vida normal. 

El silencio para Tzuyu siempre había sido bastante cómodo y agradable, pero en aquella capilla donde el frío calaba hasta sus huesos y aquel hombrecito de cera que colgaba de una cruz de madera la hizo sentirse completamente angustiada por el ensordecedor silencio que la rodeaba-jamás iba admitir que el temor real, era producido por esos ojos de cera que la veían tan fijamente-, así que se puso de pie y huyó lo más rápido que pudo de la habitación; necesitaba escuchar el murmullo de los pasillos, la agitada respiración de los trabajadores de Salud cuando del parlante eran llamados, quería estar envuelta de esa angustia y adrenalina, porque de eso se había estado alimentando a lo largo de los meses de noviazgo que tenía con Sana. Mina se lo preguntó, al día siguiente de saber el resultado del examen de su padre, Mina le cuestionó cómo lo hizo para vivir día a día al lado de Sana, en un principio Tzuyu se ofendió, obviamente se lo tomó para mal, porque bueno, ¿A quien engañaba? ella con su hermana aún no habían tenido una buena charla desde que la pelinegra había interrumpido aquella inmente pelea entre Mark y ella, pero Nayeon calmó las aguas, y le hizo entender que su torpe hermana solo quería saber como se sentía, pero que era lo suficientemente bruta como para poder preguntarlo correctamente- palabras de Im, no de ella-. 

Ese día Tzuyu comprendió que Sana debía mejorar para poder comenzar a curar las heridas producidos involuntariamente por terceros. 

La taiwanesa giró su rostro al oír la puerta crujir, con interés se hizo a un lado observando atentamente como el doctor Lee ingresaba en la habitación en compañía de otros dos doctores más; a simple vista, se notaba que ellos estaban preparados para realizar el proceso, el problema, es que la castaña sabía que su padre no estaba mentalmente preparado para eso. Por impulso los ojos de la muchacha volvieron a estar enfocados en los de su progenitor, no te acobardes, y eso era lo único que esperaba de él, que no sintiera temor, y que por nada del mundo decidiera que no valía la pena el trasplante, porque lo odiaría; realmente odiaría a su padre si no la ayudaba en esto.

—Buenas días, señor Zhou—la castaña se mantuvo en su nuevo sitio mirando atentamente como el doctor cabecera de su novia estiraba su mano estrechandola con la de su padre—¿Cómo se siente?—cuestionó interesado notando como, Matthew hacía realmente todo el esfuerzo para no verse atemorizado por todo lo que estaba ingresando en la habitación. 

—Bien—respondió el adulto a la vez que tragaba esa masa de saliva. El doctor Lee había visto claramente como los ojos de su nuevo paciente se ampliaban al ver los instrumentos que él creía que salvaría la vida de Sana—eso... ¿Todo eso utilizarán?—cuestionó de manera genuina provocando que el doctor simplemente girara su rostro posando sus ojos primeros en Tzuyu, para luego posarlos en la pequeña mesita transportable donde habían un par de cosas.

—No... eso es para la limpieza, el trasplante será realizado en el quirófano—aclaró el doctor Lee causando que Matthew simplemente guardara silencio sintiéndose ansioso por saber que prontamente estaría en el interior de un quirófano; eso sonaba bastante aterrador para su parecer—¿Quieres que te diga como va hacer esto?—por lo general, a los pacientes que estaban prontamente a entrar a alguna cirugía, no solía explicar el procedimiento, porque aquello los terminaba asustando, y las veces que lo hizo, fue simplemente cuando ellos se lo pedían, pero Matthew cometió el error de exigir el querer saber antes de estar acostado, así que tenía el deber de volver a preguntarlo.

—Claro, necesito saber que me harán—aclaró el adulto a la vez que observaba como el doctor le hacía una señal a las enfermeras para que comenzaran a verificar que todo estuviese en orden. 

—Bien, quiero que sepas que esta operación no conlleva ningún tipo de riesgo para ti, a excepción de la anestesia, pero es muy raro que la anestesia nos complique el procedimiento—si la intención de Taeyong era no querer asustarlo, lamentablemente para él, no estaba logrando ese cometido—estarás boca abajo, y estos dos caballeros junto a mi te insertarán una aguja en la parte trasera del hueso pélvico o sea las caderas, la aguja se va a dirigir a través del hueso hacia el centro y cuando llegue, comenzará extraer la médula líquida —Matthew tragó saliva sintiendo su piel erizarse ante lo que estaba escuchando—es posible que el procedimiento se repita varias veces hasta que obtengamos la suficiente recolección de médula—continuó hablando, a la vez que le daba pequeñas palmadas al hombro casi descubierto del adulto, como si le estuviese diciendo a través del tacto "Tranquilo campeón, puedes con esto" —la cantidad que se obtiene irá variando con tu peso, pero se extrae alrededor del 10% de tu médula—hizo los cálculos al ojo, intentando internamente no reír al ver el pavor en los ojos ajenos; él sabía que Matthew no había sido el mejor padre de todos, pero su ética como doctor le impedía realmente tener un pensamiento crítico a la hora de realizar su trabajo, así que disfrutara solo utilizando las palabras—no te preocupes, en unas cuatro a seis semanas tu cuerpo reemplazará la médula faltante... no la echarás de menos.

—¿Cuanto tardara?—y esa fue Tzuyu quien se animó hablar, provocando que, tanto su madre quien, se mantuvo en todo momento en un completo silencio girara su rostro posando sus ojos en ella, seguida de los demás presente de la habitación.

Si la castaña era completamente sincera, no le importaba cuanto tiempo estaría su padre en el quirófano, o sea, ella sabía que si alguien la oía sonaría bastante feo porque al fin y al cabo se trataba del hombre que le dio la vida y un hogar, pero como estaban las cosas, ella tenía más interés por saber cuándo Sana tendría el trasplante: ella solo quería que todo se acabara.

—Unas hora más o menos... depende de cada persona—aclaró notando como la muchacha apretaba sus labios, por impulso posó sus ojos en el muslo de la adolescente notando como su pie derecho subía y bajaba con suavidad, así que de ahí viene el sonido, y desde que entró a la habitación que había estado escuchando el suave golpeteo, pero nunca supo de donde provenía hasta ahora, está angustiada, y no era para menos que lo estuviese—si todo sale bien, hoy Sana debería estar con una médula nueva.

Tzuyu tragó saliva y asintió con tu cabeza, no llores, no llores, y eso era lo único que su mente le pedía, mantente fuerte. Para su suerte logró retener sus emociones, en silencio volvió a moverse cuando escuchó como el doctor Lee daba el consentimiento a las enfermeras para que su padre fuese llevado a la pequeña camilla que lo llevaría directo al quirófano. La taiwanesa abandonó la habitación al darse cuenta que iba a quedar sola en el interior de esas cuatro paredes. 

—Tzuyu—ella realmente se paralizó por un par de segundos cuando escuchó a su padre, pero intentó fingir que no se había sorprendido ante su llamado. Con cuidado se acercó notando como las enfermeras que llevaban a su padre, dejaban de caminar para que él fuese capaz de hablar con mayor comodidad con su hija.

—¿Sí?

—Estoy orgulloso de ti—admitió mientras que tomaba rápidamente la mano de la castaña llevando sus nudillos contra sus labios, provocando que la muchacha simplemente se quedara quieta intentando asimilar el hecho de que, por primera vez él estaba diciendo algo como eso—lamento no haberlo notado antes.

Tzuyu tragó saliva y por inercia movió su brazo hacia atrás, causando que se perdiera por completo el tacto que llegaron a tener alrededor de uno que otro minuto; él era egoísta por decir aquello en ese momento, y ella no podía dejar de pensar que simplemente lo estaba haciendo porque estaba asustado. La castaña asintió con su cabeza dando un paso hacia atrás observando como las enfermeras se miraban entre sí, para luego comenzar a caminar empujando suavemente la cama directo al ascensor. 

—Eso fue baste cruel de tu parte—Somin había comentado provocando que la castaña girara su rostro para ver cómo su madre estaba detrás de ella con los brazos cruzados, dándole una mirada bastante severa que, Tzuyu realmente no podía simplemente engañarse; le dolía que ella la mirara de esa forma—es tu padre, no te costaba nada decirle algo, para que se se sintiera más confiado.

—¿Qué querías que le dijera?—cuestionó la taiwanesa manteniéndose bastante calmada a pesar que lo que había sucedido la dejó saturada— ¿También estoy orgullosa de ti? o prefieres el... oh papá, llevaba meses buscando una aprobación de tu parte, gracias por tus palabras ¿Ahí mejor?—cuestionó con sarcasmo, para luego simplemente caminar por su lado sintiendo como su madre con fuerza agarraba su brazo, logrando detenerla.

—No haz cambiado nada—aclaró la mujer manteniéndose en un tono bastante molesto y doloroso para el gusto de la casta quien, simplemente bajó la mirada encontrándose nuevamente con sus ojos—pensé que habías madurado...

—Lo mismo digo—y con fuerza se zafó comenzando a caminar en dirección del pasillo notando como el señor Minatozaki aparecía en su campo de visión. Por impulso, intentó ir lo más rápido posible, sintiendo su corazón apretado y los pulmones casi estrujados, no llores, y su mente le pedía nuevamente que se contuviera.

El adulto frunció el ceño posando sus ojos en la madre de la castaña, notando como la adulta simplemente llevaba sus manos a su rostro, para luego sacudir su cabeza dándole la espalda. Rápidamente enfocó su vista en la adolescente, viendo como ella con rapidez se colocaba a su lado, manteniendo sus ojos enfocados en el suelo.

—¿Todo bien?—cuestionó sabiendo a la perfección que la muchacha en esos momentos debía estar lo suficientemente asustada para buscar algo de paz en un cuerpo ajeno, y él lo comprendía; al fin y al cabo era su padre quien estaba en el interior de un quirófano, su padre quien salvaría a su hija. Jicheol por inercia estiró su mano posando sus dedos contra el hombro de la castaña notando como esta rápidamente dejaba de caminar. Tzuyu entreabrió sus labios tomando una buena bocanada de aire, para luego simplemente asentir con su cabeza. Si era sincera, comenzaba a sentirse un poco mejor, pero cuando giró su rostro y vio aquellos ojos cálidos idénticos a los de su novia, no pudo evitar el abalanzarse contra él y abrazarlo sintiendo como no tardaba en corresponder el cálido contacto—está bien tener miedo... pero todo saldrá bien, te lo prometo. 

Tzuyu cerró sus párpados a la vez que juntaba las cejas, ¿Qué le costaba su madre ser igual que el papá de su novia? ella solo quería un abrazo de su parte. La castaña sintió su mentón temblar, acompañado por la entrecortada manera que tenía para tomar aire, indicando que prontamente se rompería, pero fue fuerte, y se contuvo, lloraré cuando todo pase, y esa había sido la promesa que le hizo tanto a Wheein como a sus amigas, ella iba a permitir que el dolor se fuera cuando todo esto pasara. 

Durante un par de minutos se mantuvieron cálidamente envueltos, hasta que Tzuyu sintió que había sido suficiente. Avergonzada dio uno que otro paso hacia atrás observando tímidamente como Jicheol le sonreía estirando su mano para arreglar su cabello. 

—Sana debe estar esperándote—y él sabía que, si hubiese sido otra persona, quizás otra pareja de su hija, jamás hubiese tolerado que estuviese a solas con ella, pero Tzuyu se ganó su puesto en el primer día que llegó con esa tonta pero adorable botella de vino, y la cara completamente roja producto de la vergüenza que la atacó al darse cuenta que en esa casa nadie consumía alcohol—ve—la animó notando como la castaña torpemente asentía con su cabeza, comenzando caminar hacía la habitación. 

Tzuyu ingresó en la habitación de su novia notando como la muchacha estaba acostada en posición fetal con su palma envuelta en su mejilla y su mirada perdida en la blanquecina pared frente a ella. Preocupada la castaña cerró la puerta con suavidad, para luego caminar hacia su dirección notando como Sana ni siquiera hizo el esfuerzo de mirarla, así que supo que algo andaba mal. 

—Es muy caro—susurró la japonesa mientras que giraba su torso posando sus ojos en su novia, notando rápidamente como la castaña con cuidado se sentaba a su lado.

—¿Qué cosa, cariño?—cuestionó la más alta con suavidad. Con cierta curiosidad Tzuyu se mantuvo observando a su pareja notando como Sana con cuidado deslizaba sus dedos por debajo de sus ojeras haciendo todo lo posible para que no se viera que ella lloraba—hey...—por impulso se inclinó presionando su palma contra el delgado rostro de su novia; Tzuyu no lo había dicho, pero echaba de menos sus mejillas de ardillas—¿Por qué lloras?

—Mis papás no pueden costear el trasplante—admitió Sana provocando que Tzuyu frunciera el ceño, ¿Cómo no? si les deje dinero, y ahora estaba confundida, yo estuve ahí, pensó siendo consciente que estaba presente cuando se hizo el papeleo completo de la paga.

—¿Qué? ¿De donde sacaste eso?—cuestionó la taiwanesa mientras que veía como la japonesa se acomodaba en el colchón apoyando su espalda contra sus almohadas. sus bonitos ojos de color almendra se quedaron fijos en los ajenos, dejando en evidencia lo cansada y preocupada que estaba.

—Nunca hemos tenido los suficientes recursos como para poder costear algo como esto... por eso no quería tener esta mierda de nuevo—oh, ahora Tzuyu entendía las cosas. No le han dicho, y realmente ella no sabía cómo sentirse respecto a que los señores Minatozaki no habían hablado con Sana respecto a que la operación ya estaba pagada, y sabía que la chica se iba a molestar si se enteraba que ese no era el único secreto que los Minatozaki y ella tenían guardado—además... por si fuera peor, debemos pagar la operación del donador... esto es una mierda.

—No te preocupes por eso—aclaró Tzuyu sabiendo a la perfección que no agregaría mayor comentario; no iba ser ella quien le contara la verdad de las cosas. Sana frunció el ceño llevando sus dos palmas contra sus facciones, con brusquedad se limpió sus húmedas mejillas, para luego volver a colocar toda su atención en la alta muchacha que no dejaba de mirarla—debes relajarte.

Sana guardó silencio los primeros minutos, sus mejillas lentamente volvieron a ese conocido pálido y el rastro de lágrimas que en algún momento había estado presente, ahora había desaparecido por completo.

—Sabes algo—la acusó la japonesa provocando que la muchacha se colocara nerviosa, oh, oh, y ahora estaba en problemas. Ella era más que consciente que no podía engañar a Sana, su novia tenía un extraño sentido de saber cuando algo andaba mal con ella, así que atinó simplemente a sacudir su cabeza en negación, soltando ese claro pero nervioso "Qué va, yo no sé nada"—...—la muchacha entrecerró sus párpados a la vez que, se inclinaba logrando que la castaña por impulso echara su cuerpo hacia atrás; Sana la estaba intimidando con bastante facilidad—te conozco... algo me estas ocultando—aclaró.

—Nada... yo no oculto nada—y quería golpearse por cómo había sonado provocando que, todo rastro de tristeza en el rostro de la japonesa se perdiera, permitiendo que su brillante y jodidamente atractiva sonrisa iluminara sus facciones—no me hagas esto—ahora la vergüenza, la atacó al darse cuenta que no lo había pensado; Sana simplemente rió con suavidad, y Tzuyu se alegró de haber logrado distraerla.

Su novia estiró su mano presionando sus dedos contra el fino mentón de la contraria.

—¿Qué sabes?—cuestionó observando como la chica miraba hacia los lados, para luego sonreír fingiendo aquella inocencia que realmente no poseía—Chewy~—y la llamó por su apodo esperanzada que aquello fuese suficiente para engatusar el corazón de la muchacha, y que así, de esa manera fuese capaz de soltar la lengua, pero al parecer su novia realmente no iba a confesar nada—¿En serio me vas a dejar con la duda?—preguntó soltando la quijada ajena, provocando que Tzuyu hiciese un adorable mohín ante la falta de contacto—en algún momento, entraré a un quirófano y no sabe lo que pued...

Tzuyu rapidamente presionó su palma con la ajena logrando que Sana dejara de hablar. La castaña había ampliado sus párpados producto del pánico que le había causado oír a su novia insinuar que podría morir, así que atinó a solo callarla de esa forma, basta, pensó la muchacha ya cansada de que todo se estuviese derivando hasta la muerte; ella ya no quería volver a oír esa palabra por el resto de su vida, y esperaba que Sana en algún momento comprendiera que debía dejar de jugar con eso. La japonesa en cambio simplemente alzó una de sus cejas sorprendida por el agresivo, pero cálido tacto de la mano ajena contra su rostro, no iba a admitirlo, pero le gustaba ese aspecto rudo que su novia extrañamente dejaba salir a flote en los momentos más inoportunos.

—No sé nada—y había sonado sincera, así que la japonesa le creyó, pero de todas formas no iba a dejar pasar un momento como ese; sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo, entreabrió con dificultad sus labios y sacó su lengua deslizando aquella humeda extremidad por la palma ajena, provocando que, por impulso Tzuyu contrajera su brazo mirando su palma húmeda sin poder creer que su novia hubiese hecho eso. Aturdida la taiwanesa volvió a posar sus ojos en la japonesa viendo como la chica le guiñaba uno de sus ojos de forma coqueta—tu... eres peligrosa—aclaró mientras que se limpiaba.

—¿Qué? ¿Prefieres que mi saliva esté en otra parte?—cuestionó Sana logrando que Tzuyu simplemente se quedara quieta, ¿Ella realmente había dicho eso? se preguntó sintiendo como su cuerpo completo comenzaba arder ante esos impuros pensamientos que realmente no debería estar teniendo en el interior de un hospital—te sonrojaste—comentó a la vez que apuntaba en dirección de las mejillas ajenas, logrando de esa forma que la más alta se colocara de pie dándole la espalda—bonitas vistas—y la halagó al ver su retaguardia—¿Por qué no lo vi antes?—hablaba sin ningún tipo de pudor logrando avergonzar a la pequeña Zhou.

—¿Puedes dejar de decir ese tipo de cosas?—Tzuyu estaba suplicando que volviera su novia que no la avergonzaba por comentarios de doble sentido, pero al parecer esa Sana ya se había perdido por completo.

—¿Por qué, debería? es divertido—respondió la muchacha llevando su dedo índice contra sus labios, limpiando sus comisuras de una falsa humedad que no poseía, provocando que Tzuyu simplemente tuviera que tragar saliva mirando la punta de sus zapatos—tienes que entenderme bebé, una tiene necesidades—ella se estaba burlando, y la castaña ya no sabía dónde esconderse para dejar de oírla.

Para la suerte de la castaña, la puerta se abrió, provocando que Sana tuviese que guardar silencio. Ambas adolescente posaron sus ojos en el nuevo individuo notando como el doctor Lee ingresaba con otras dos enfermeras, el hombre posó sus ojos en la taiwanesa, y asintió con su cabeza intentando de esa forma que la chica comprendiera que el procedimiento había sido un completo éxito. 

—¿Por qué están aquí?—cuestionó Sana provocando que Tzuyu posara sus ojos en su novia, aun no, pensó la castaña sabiendo que todavía no estaba asumiendo lo que estaba por ocurrir.

—Tenemos que prepárate—aclaró el adulto a la vez que se acercaba posando sus palmas en el barandal del borde de la cama—tu nueva médula está lista—y lo susurró como si temiese que lo que estuviese diciendo no fuese real. Sana sorprendida entreabrió sus labios posando sus ojos en su novia, notando como la castaña simplemente se había quedado quieta, manteniéndose bastante calmada para lo que ella había esperado en su reacción, ¿Qué sabes? y ella iba hacer todo lo posible para saber qué estaba escondiendo su novia—Sana—Lee la volvió a llamar, logrando que la muchacha dejara de mirar a la taiwanesa para centrarse en él—hoy es el día.

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