Culpa
Narrador omnisciente:
Tzuyu pasó la noche en la habitación de la japonesa manteniéndose en todo momento sentada en la silla de siempre apegada a la ex rubia, siendo completamente incapaz de conciliar el sueño se mantuvo bebiendo pequeños sorbos de su café ya frío mientras que veía con un evidente cansancio el tubo que estaba conectado en la boca de su novia siendo este aparato el único que administraba el oxígeno suficiente para mantener a Sana con vida. Durante bastante horas se mantuvo llorando deseando que lo que había ocurrido no hubiese sido real, y el evidente dolor emocional no se iba ya que su cabeza en esos momentos era su peor enemigo, constantemente le recordaba que la había visto muerta sobre el colchón con su torso desnudo, y sabía, muy bien en realidad, que las marcas producidas por el desfibrilador jamás iban a desaparecer como tampoco el posible odio que Sana le tendría cuando se diera cuenta de que estaba con vida por su culpa. De manera impulsiva las lágrimas comenzaron a deslizarse con bastante rapidez por sus mejillas acompañados por el sorbeteo de su nariz ante la mucosidad que intentaba deslizarse por sus fosas nasales. Si se lo preguntaban los señores Minatozaki se sentían avergonzados así que esperaron fuera de la habitación, se quedaron en el pasillo sentados manteniéndose abrigados en compañía del otro siendo más que consciente que Tzuyu necesitaba un tiempo a solas con su hija. Por obvias razones la castaña no iba a ir a su instituto, y a pesar que el faltar sería perjudicar para ella, realmente no era capaz de abandonar a su novia; no iba a correr el riesgo de perderla otra vez.
Tzuyu tomó una buena bocanada de aire mientras que se levantaba de la silla, con cuidado se inclinó sobre la cama de su novia estirando una de sus temblorosas manos hacia el rostro de Sana, sus cálidos y delgados dedos tocaron la piel suave y bonita de su pareja teniendo la pequeña esperanza alojada en su lastimado corazón de que la japonesa simplemente estaba durmiendo y que con su tacto lograría despertar para mirarla a los ojos como tantas veces lo había hecho en el pasado; ahora recién comprendía que no lo había disfrutado tanto, así que se arrepentía, pero el creer que la chica despertaría ante su simple tacto era bastante ingenuo de su parte, porque Sana estaba en coma, sus órganos no fueron lo suficientemente fuertes para soportar la quimioterapia, y el doctor no se dio cuenta de manera inmediata del daño en estos, así que Tzuyu estaba saboreando el sabor amargo producidas por el cáncer, y no le gustaba.
La adolescente mordisqueó su labio inferior mientras que sus dedos acarician la falta de cabello en su cuero cabelludo, sin poder evitarlo lloró con fuerza llevando torpemente su mano libre contra su propio rostro presionando su palma contra las cuencas de sus ojos intentando vanamente que sus saladas lágrimas no cayeran sobre la piel perfecta de la japonesa; obviamente no se iba a engañar, dolía demasiado, era agonizante el ver todo lo que estaba conectado en el frágil cuerpo de la ex rubia, así que el sentirse abrumada prácticamente estaba de la mano con ese conocido sentimiento de arrepentimiento, ¿Estará sufriendo? se cuestionó atemorizada de que Sana pudiera sentir el tubo que estaba conectado en su boca. Tzuyu relamió sus labios a la vez que deslizaba su palma por la cabeza de la muchacha intentando tener una reacción por parte de la más baja, pero la japonesa estaba quieta.
—N~No puedes dejarme—susurró con su voz completamente quebrada mientras que, casi por instinto presionaba sus labios sobre la frente ajena teniendo aún el tonto pensamiento de que la chica reaccionaría ante su tacto—l~leíste mi diario... lo hiciste Minatozaki—le recordó mientras que tomaba una buena bocanada de aire intentando recuperarse—sabías que no estaba preparada para enamorarme, te lo advertí—realmente en sus amarillentas páginas le había advertido el vivido temor que le tenía a sufrir por amor—así que ódiame, no me importa, pero no me dejes—y era de esperarse que estuviese molesta, pero no quería descargar su odio contra su pareja así que retrocedió.
Sus piernas comenzaron a temblar indicando de esa manera que en cualquier momento perderían las fuerzas suficientes para poder sostener su cuerpo, así que la adolescente tomó la mejor decisión volviendo a sentarse en la misma silla que había estado ocupando a lo largo de la madrugada. De repente la puerta crujió indicando que alguien estaba prontamente a ingresar, aturdida la muchacha giró su rostro observando a Jicheol adentrándose en la zona confort de su hija notando rápidamente las ojeras dibujas en el rostro de la cansada adolescente.
—Deberías dormir un poco... yo cuidaré de Sana—aclaró dispuesto en ocupar el lugar de la muchacha, pero esta simplemente sacudió su cabeza en negación estirando una de sus manos para tomar entre sus dedos la fría palma de la japonesa que descansaba por sobre la manta que cubría su torso—Tzuyu.
—No fue suficiente—murmuró la mencionada a la vez que mantenía sus ojos fijos en cómo el pecho subía y bajaba de la japonesa ante la ayuda de su ventilador mecánico—si le hubiese dicho lo que ella significaba para mi... no hubiese dejado ese testamento—susurró sintiendo como él presionaba su palma contra su hombro dispuesto en darle unas palabras de apoyo, pero ella habló nuevamente—si su corazón se detiene Lee no volverá a traerla de vuelta, lo tengo claro—y eso era lo más doloroso; el saber que Sana podría dejar de luchar en cualquier momento—no estoy preparada—confesó—no lo estuve antes, y no lo estaré ahora.
—Ella es fuerte—como padre, quería lo mejor para su hija, pero tambien era egoista, y al igual que Tzuyu deseaba que Sana sobreviviera—Tzuyu...—se arrodilló al lado de la silla notando como la adolescente agachaba su rostro comenzando a llorar—te estas lastimando—y eso era un hecho. Con cuidado estiró su mano presionando sus dedos sobre el suave cabello de la castaña notando como ella soltaban la extremidades de Sana para llevar ambas manos hacía su muñeca aferrándose a él—es momento que descanses.
—N~No quiero—admitió mientras que el llanto seguía brotando por su garganta—n~no quiero perderla—repitió nuevamente a la vez Jicheol apretó sus labios tomando la decisión de envolver sus brazos sobre los delgados hombros de la adolescente sintiendo como esta rapidamente soltaba su muñeca para abrazarlo con una extrema calidez y desesperación—la amo—ya no importaba el confesar sus sentimientos, quería que él entendiera la gravedad de las cosas; estaba enamorada, perdidamente enamorada de Sana, y el simple hecho de pensar que podría perderla en cualquier momento desgarraba su alma. Tzuyu se removió de su tacto alzando su mentón para ver su rostro con sus ojos envueltos en irritación—no estoy dispuesta a dejarla ir.
—No puedes aferrarte a ella—Jicheol había dejado su papel como padre de la japonesa tomando el pensamiento que tendría si su hija estuviese pasando por lo que pasaba Tzuyu. Él era consciente que no debía ser tan brusco en su forma de hablar, porque la castaña estaba en ese punto que no escucharía un NO como respuesta—a veces...—con cuidado presionó su mano sobre el antebrazo de la silenciosa adolescente—a veces las personas llegan a tu vida para darte una enseñanza—intentaba que ella entendería que las cosas en cualquier momento podrían cambiar, así que tenía que estar preparada—pero no necesariamente se pueden quedar—rápidamente presionó su otra mano sobre el brazo libre de la castaña al notar como esta sacudía su cabeza en negación—es difícil—retomó la palabra notando como Tzuyu alzaba su mentón permitiendo que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas—sé que es difícil, pero la vida es así.
—Yo no quiero que sea así—replicó Tzuyu como una niña pequeña, dejando en evidencia lo frágil que era.
Jicheol apretó nuevamente sus labios acomodándose otra vez al lado de la silla ante el dolor en sus piernas que comenzaron a provocarle por estar tanto tiempo en la misma posición.
—Nadie quiere eso—aclaró el hombre—pero... dime Tzuyu, ¿Realmente quieres quedarte con esta imagen de mi hija?—cuestionó causando que la mencionada girara su rostro posando sus ojos en la ex rubia notando las innumerables máquinas que estaban adheridas a su delgada anatomía—¿De verdad quieres recordar de esta forma a Sana?—no, pensó la taiwanesa mientras que su corazón con fuerza latía en el interior de su caja torácica—ella te ama, mi hija te ama como nunca había amado... te ama tanto que prefirió hacer ese testamento para que tu no sufrieras—¿Qué no sufriera? Se cuestionó Tzuyu sintiendo unas ganas incontrolable de gritar, estoy sufriendo, afirmó, sufriré si ella ya no esta, y eso era un hecho para ella—sé que no lo entiendes—aclaró nuevamente—pero debes comprender que es más llevadero el saber que ya no está aquí, a verla intubada luchando entre la vida y la muerte.
Tzuyu con fuerza se levantó.
—Basta—pidió sintiendo como su cabeza daba vueltas, se iba a desmayar, si él no se callaba realmente iba a colapsar—no quiero seguir escuchando—admitió llevando sus dos manos a su rostro escuchando como la máquina de Sana sonaba indicando que sus pulsaciones siguen estando estables—s~solo deténgase por favor—pidió llevando sus dos manos contra el borde de la cama de la japonesa presionando sus palmas en el colchón para encorvar de esa forma sus hombros.
Jicheol relamió sus labios llevando sus dos palmas contra sus propias caderas observando en silencio como la castaña deslizaba una de sus manos para tomar nuevamente la palma de su hija; él era consciente que había sido bastante brusco con la adolescente, comprendía que debió tener más tacto a la hora de aclarar lo que estaba sucediendo, pero estaba cansado de verla sufrir, le quería, adoraba el hecho de que Tzuyu amara a Sana como él amaba a su esposa, y por esa razón no quería que continuara sufriendo con una ilusión que cada minuto se veía más alejada.
Horas después Tzuyu había sido obligada a volver a su hogar, en silencio se sentó en el borde de su colchón, si, la chica se adentró en su habitación porque el temor de que Mingyu volviera no era tan agonizante como el pensar que Sana ya no estaría a su lado; aunque quizás, si era sincera, una parte de ella estaba esperando a que el chico llegara y acabara de una buena vez con su existencia. Con los labios apretados la adolescente estiró una de sus manos tomando el pequeño libro que había comprado donde las imágenes de Sana adornaban gran parte del material, a lo largo del tiempo, tomó cada oportunidad para fotografiar a su novia, quizás no era mucho, ni siquiera podría considerarse un álbum de fotografías, pero lo hizo con todo su amor, y por esa simple razón era su objeto más preciado. La castaña rió con suavidad sintiendo como sus ojos se aguaban, frente a su rostro, sosteniendo entre sus palmas tenía la clara imagen de Sana sobre los patines con una sonrisa brillante y sus ojos perdidos por la gorra que ocupaba gran parte de sus facciones, por impulso la taiwanesa llevó sus manos en dirección de sus párpados dejando el material en sus muslos para poder presionar con facilidad sus yemas en esa zona deseando de esa forma que las lágrimas no llegaran a manchar el pequeño libro.
—E~Era tan feliz—murmuró con la voz quebrada sintiéndose completamente miserable ante el latente recuerdo de esa amplia sonrisa por parte de su novia.
Con el corazón casi desbocado y los pulmones a punto de colapsar, la chica siguió hojeando recordando cada pequeño momento que tenía con su pareja; ella haría lo que sea para tener la oportunidad de recrear cada uno de esos recuerdos, pero no era tonta, y sabía que en esos instantes el desear era lo suficientemente vago e inexistente como para aferrarse a la idea de que se cumpliera. Lloró nuevamente al ver el rostro cansado de Sana fingiendo que todo estaba bien, ¿Cómo no me di cuenta? y quizás aquello era lo que más la hacía sentirse culpable, constantemente la había estado mirando y no fue capaz de percatarse de sus ojos cansados, no vio esas orbes tan carente de emoción. Por impulso presionó su dedo índice sobre el rostro de su pareja contorneando su expresión, aquella fotografía había sido realizada horas antes de que sus órganos hubiesen colapsado; era el último registro que tenía de Sana, el último momento en que escuchó su voz, la tomó Jihyo, pensó haciendo un gran esfuerzo por no volver a romperse, ¿Cuando lo hizo? para su suerte se estaba concentrando netamente en el hecho de que la chica había dejado la imagen en el cuaderno, ella lo tomó, y no sabía cómo tomarse la idea de ser consciente que alguien más que ella había manipulado su pequeña reliquia.
De repente la puerta se abrió, por impulso la chica cerró el libro llevando este contra su pecho sintiendo como su corazón latía con fuerza en el interior de su caja torácica. En silencio Taehyung se deslizó por la madera demostrando lo tímido que estaba por darse cuenta que casi le provocaba un paro cardíaco a la contraria.
—Lo siento—susurró el chico mientras que, con cuidado cerraba la puerta detrás de él. Tzuyu sin entender muy bien la razón del por qué él estaba ahí, se inclinó dejando su pequeño libro sobre la mesita de noche—tu papá me llamó—admitió a la vez que, con calma comenzaba a caminar hacia su dirección, no se iba a engañar, realmente le había dolido bastante el ver sus ojos tristes y el evidente enrojecimiento pincelando sus mejillas y la punta de su nariz, está cansada, y no tenía que ser un genio par darse cuenta de ese detalle, no quiero que sufra, y claro que no lo quería, la amaba demasiado como para poder soportar ver su dolor día tras días y no ser capaz de apaciguar ese sentimiento.
La castaña relamió sus labios elevando una de sus manos para presionar sus dedos por debajo de sus ojos, ¿Qué se supone que estaba haciendo su padre? se cuestionó queriendo realmente el comprender que estaba haciendo su papá, porque no lo entendía, antes ni siquiera soportaba el verlo, y el ser consciente que él realmente no tenía ningún tipo de interés por conocer a Taehyung no ayudaba a que sus pensamientos estuviesen tranquilos, Matthew quiere algo. Ella sabía que no debería llegar a ese tipo de conclusiones sin antes haber pedido una explicación, ¿Pero qué otra cosa podría ser? había permitido que un chico entrara en su habitación, que se quedara a solas con ella, y la última vez que ella se había visto envuelta en una situación como esa había sido producto porque él quería que estuviese con Mingyu. La castaña posó sus ojos en el lastimado perfil de su acompañante, ¿Ahora quiere que esté contigo?, obviamente no iba a negar que una parte en su interior sentía una fuerte atracción por el coreano, pero se conocía, y sabía que aquello era producto netamente por el anhelo de querer algo de normalidad en su caótica vida, pero solo eso; su corazón, y su mente estaba completamente entregado por y para Sana.
Tzuyu por impulso estiró una de sus manos presionando sus dedos sobre el amoratado pómulo del pelinegro percatándose velozmente como este arrugaba el lastimado puente de su nariz dejando en evidencia que su tacto era incómodo para él.
—¿Duele mucho?—cuestionó mientras que veía la forma en que el chico giraba su rostro posando sus bonitos y relucientes orbes en su dirección. Taehyung con suavidad sacudió su cabeza en negación manteniéndose completamente sumergido en los ojos ajenos—lamento que hubieses tenido que pasar por todo esto—y realmente se sentía culpable de que él ahora estuviese con la mitad de sus facciones completamente heridas y lastimadas, con cuidado deslizó esta vez la yema de su pulgar por sobre la ceja sintiendo los pequeños puntos adheridos en su piel—era mi problema.
El pelinegro rápidamente tomó su mano sosteniendo con suavidad su dorso mientras que sus ojos seguían estando fijos en el rostro de la castaña. Tzuyu no se iba a engañar, la forma en que él atrapó su extremidad y la manera en que parecía que veía su alma la había puesto de los nervios.
—Creo que aun no comprendes el hecho de que siempre cuidaré de ti—aclaró mientras que, por impulso comenzaba a inclinarse sintiendo verdadera sorpresa de notar como Tzuyu en vez de alejarse simplemente se quedaba quieta como si estuviese esperando de que una buena vez por todas sus bocas estuviesen unidas—no importa volver a pelear contra él... —confesó a la vez que apoyaba su palma libre contra el colchón para poder tener mayor comodidad a la hora de continuar con su inclinación; era un terreno peligroso por el cual estaba caminando, pero no le importa, se iba a arriesgar de todas formas—si es necesario atraparé todos los golpes si con eso me aseguró de que tu estarás bien—y sonaba cliché, pero había prometido que cuidaría de la castaña sin importar las consecuencias, así que cumpliría su promesa.
Tzuyu contuvo el aliento en el instante que sintió como su nariz se rozaba contra la del más alto, su cuerpo se paralizó mientras que su corazón se detenía casi por completo al darse cuenta que estaba apunto de besarlo, ¿Por qué no lo detienes? se cuestionó a la vez que posaba sus ojos hacia los labios de Taehyung, quiero paz. Sorprendentemente fue ella quien terminó por juntar sus labios con los del más alto, con fuerza presionó sus palmas contras las mejillas del coreano tirando de aquella zona para echar su espalda hacia atrás permitiendo que Taehyung acostara medio torso sobre el suyo mientras que sus firmes manos sostenían cada lado de sus caderas, el chico jadeó entreabriendo sus labios dando comienzo a una suave y cálida batalla para mantener el control de la situación, dándole el pase libre a la taiwanesa para que se acomodara mejor sobre el colchón. Todo lo que Tzuyu había pensando que no haría ahora lo estaba realizando, cuestionó tanto a su padre por la llegada del coreano y ahora lo tenía sobre ella devorando su boca como un animal hambriento.
La adolescente jadeó soltando el rostro del más alto para deslizar sus manos hacia su espalda empuñando el borde de su camiseta comenzando a levantarla, ¿Realmente había caído tan bajo? quizás sí, quizás el dolor por saber que Sana moriría la estaba obligando a cometer semejante estupidez, quizás estaba harta de que las cosas salieran mal, agotada de amar algo que lentamente se estaba desvaneciendo de sus manos perdiendo el control total de sus propios sentimientos, así que buscó la solución más fácil para poder arreglar su herido corazón, pero aquella solución era egoísta, y ella lo tenía más que claro. Taehyung gruñó soltando la boca ajena para quitarse con rapidez aquella prenda que ella había levantado, el movimiento que ejerció fue veloz, porque sabía que si no se apuraba ella comenzaría a entrar en razón de lo que estaban haciendo, y perdería su oportunidad de seguir fantaseando que Tzuyu realmente lo quería. El chico volvió a presionar su boca con la de la castaña a la vez que sus palmas ardiendo por querer tocar más allá de la tela se posaban por sobre el abdomen de la chica.
El grave jadeó proveniente de la garganta de Taehyung la hizo entrar en razón. Agitada la castaña rompió el contacto de su boca con la ajena presionando sus palmas sobre la piel caliente de los trabajados pectorales del muchacho mientras que sus ojos se cristalizaban al darse cuenta de lo que acababa de hacer, engañaste a Sana.
—Te estoy usando—y Tzuyu no tenía piedad en el momento de admitir lo que pensaba. El coreano al oírla simplemente suspiró echando su cuerpo hacia atrás, tomando considerablemente espacio entre su anatomía con la ajena ya que era consciente que ella lo agradecería—y engañé a Sana—murmuró llevando sus rodillas contra su pecho mientras que sus palmas las presionaba sobre sus facciones haciendo un gran esfuerzo por no romperse ante el agresivo ataque de su mente ante el error que había cometido—s~soy una zorra.
—No lo eres.
—Lo soy—replicó mientras que las lágrimas caían por sus mejillas—ella no quería vivir y yo obligué a su doctor a traerla de vuelta... ¡Lo obligué Taehyung! ¡Lo amenacé!—aclaró alzando la voz a la vez que empuñaba con fuerza un par de mechones de su propio cabello—¿Para qué? ¿Para que lo hice si casi me acuesto contigo?—cuestionó—Mina tenía razón, no debí meterme en esa familia.
—Tzu...
—Vete—lo interrumpió a la vez que giraba su rostro en dirección de la ventana notando la ausencia por parte de la habitación de su novia—lárgate Taehyung—pidió sabiendo a la perfección que solo lo estaba usando para su propio beneficio.
El chico apretó sus labios tomando el borde de su camiseta, en silencio volvió a cubrir su torso, para luego simplemente acostarse al lado de la taiwanesa envolviendo sus brazos sobre la cintura de la muchacha sintiendo como esta intentaba liberarse, pero él simplemente ejerció más presión intentando que ella se calmara de una buena vez.
—Le prometí a Sana que cuidaría de ti—y eso la detuvo de forma abrupta quedándose quieta mientras que sentía la calmada respiración del muchacho. El pelinegro relamió sus sensibles labios apoyando su frente sobre la espalda de la delgada castaña que seguía manteniendo envuelta en sus extremidades—sé que la amas, y que intentaste apaciguar tu dolor conmigo—obviamente lo tenía más que claro, y lo sabía mucho antes de escuchar su confesión—pero a pesar de mis sentimientos por ti, sigo siendo tu amigo—murmuró deseando que ella dejara de lastimarse.
La taiwanesa terminó quedándose dormida sobre los cálidos brazos del pelinegro luego de que el llanto había dejado de quedar expuesto. En silencio Taehyung se deslizó de la cama tomando un par de mantas para dejarlas por sobre el cuerpo de su acompañante en un evidente intento para que ella no pasara frío a la vez que notaba como esta, de manera impulsiva envolvía sus brazos sobre las almohadas utilizando aquellos objetos como si fuesen su cuerpo. El coreano apretó sus labios dándole un último vistazo para luego simplemente huir del lugar; ese día no solo Tzuyu había cometido un error. Taehyung bajó cada escalón teniendo las frescas imágenes de su boca devorando la de la castaña, y se sintió culpable, porque le había correspondido a pesar que sabía que ella lo estaba haciendo por despecho.
—¿Y bien?
Taehyung se detuvo luego de que descendió por completo de la escalera. El chico se quedó quieto en medio del corto pasillo tomando una buena bocanada de aire antes de enfrentarse al más alto.
—Su hija ama a Sana—aclaró a la vez que giraba su rostro observando como el rostro de Matthew se desfiguraba por completo ante el desagrado de oír sus palabras —no hay forma de que yo pueda cambiar eso—confesó encogiendose de hombros—lo lamento señor Zhou, pero no puedo ayudarlo.
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