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《chapter sixteen•Persuasion》

《chapter sixteen•Persuasion》
《capítulo dieciséis•Persuasión》






MACUSA.




A TODOS LOS LLEVARON A UNA CELDA —sí, a Tina también— juntos. Newt se había molestado con la mayor de las hermanas Goldstein por sus acciones, no se preocupaba tanto por él sino por sus criaturas y el bienestar de Asia. No sabía si el hechizo que le lanzaron era peligroso o solo era con la intención de dormirla, pero había funcionado muy bien porque cuando llegaron a la celda, la francesa duró un par de minutos en despertar.

Volviendo al tema, Newt no podía creer que la propia amiga y vecina de Asia la hubiese traicionado de esa manera, aunque cuando la conoció tampoco tuvo una muy buena impresión de ella. Durante la cena a Queenie se le había escapado decir que conocían a Asia desde que la jóven tenía trece años, cuando estaba en su tercer año en Beauxbatons, lo que le hizo pensar más en el peso de su traición cuando todo lo que estaba pasando fue meramente su culpa y no de la chica.

A pesar de que Asia no pudo recuperar la maleta, Scamander se sentía agradecido porque al menos intentó hacer algo y no solo se quedó ahí parada viendo como todos en aquella sala de reuniones. Él reconocía que la ojiverde tenía valor pues no cualquiera se enfrentaría así a la presidenta.

Jacob había quedado boquiabierto con la resistencia que tenía la muchacha, la había visto antes sujetar el árbol al que él se había subido pero no había durado tanto tiempo como ahora cuando le sostuvo la pelea al señor Graves, y además pudo resistir el hechizo que la golpeó en la espalda.

Simplemente increíble.

El muggle empezó a creer que Asia era más fuerte de lo que ella pensaba pero no se daba cuenta —recordando la conversación que ambos habían tenido antes—. Cuando despertara le diría que la admiraba por la fuerza y valentía que había mostrado.

Asia comenzó a removerse en la dura cama de la celda incómoda, su espalda le dolía y tenía los músculos de la espalda tensos. Extrañaba su cómoda cama. Lo único que podía escuchar eran varias respiraciones, unas más dificultosas que otras. Emitió un sonido con la garganta a modo de queja que llamó la atención de todos, él primero en levantarse en su dirección fue Newt que trotó hacia la más jóven preocupado.

El muchacho Scamander la vió parpadear y cuando abrió los ojos por completo paseó la mirada por donde ella alcanzaba a ver con el ceño fruncido, señal de desorientación.

—Asia, ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? —preguntó, la muchacha finalmente lo miró pero tardó unos pocos segundos en ubicarse en espacio y tiempo.

Entonces recordó lo que había pasado.

Las memorias llenaban su mente haciéndola cerrar los ojos con fuerza para tratar de no ponerse a llorar. Pero una lágrima salvaje corrió por su mejilla izquierda, sin control alguno, y Newt automáticamente la limpió. Se dió cuenta de sus acciones cuando ya lo había hecho, los ojos verdes de Asia lo miraron con leve sorpresa e instantáneamente se alejó de su toque.

Pero en el fondo sintió calor con la leve caricia de la yema del dedo del contrario, se había sentido tan suave que le gustó.

Ella se intentó incorporar pero un tirón en su espalda le sacó una exclamación en francés por el dolor.

—Déjame ayudarte.

Esta vez si aceptó que la tocara porque reconocía que era mejor levantarse con ayuda. Newt deslizó una de sus manos por debajo de la espalda de Rousseau dejándola descansar entre sus omoplatos y con la otra tomó la mano derecha de Asia, ella entrelazó sus manos y con el codo se impulsó.

—¿Te duele la espalda? —observó Newt, la jóven asintió a la vez que soltaba un sonido de afirmación.

—¿Estás bien? —le preguntó Jacob mostrándose preocupado, Asia la sonrió y asintió sentándose en la orilla de la cama— Que bueno, nos diste un susto enorme a todos.

—Asia, perdóname, no creí que pasaría esto —la francesa miró a Tina, sus ojos parecían cuchillas que estaban dispuestas a clavarse en el pecho de la bruja americana. ¿Lo sentía? Que ridículo—. Si lo hubiese sabido...

—Pues tendrías que haberlo sabido. ¿Creíste que cuando nos llevaras ante la justicia tú quedarías impune? Pues adivina qué: por supuesto que no —la más jóven se levantó y caminó hacia su vecina, su acento se marcaba en las palabras con rudeza, estaba molesta y debía hacérselo saber—. Sabes desde hace veinticuatro horas que ambos estamos en la ciudad, al llevarnos ahora ante la presidenta obviamente que te iban a arrestar a tí también por aparente complicidad. ¿No lo pensaste verdad? —la muchacha paró a centímetros de la mayor que la veía con arrepentimiento, Asia Rousseau estaba completamente decepcionada de ella.

»Me parece totalmente irónico que cuando atacaste a la líder de los Segundos Salemers yo te ayudé. Estuve ahí para borrarles la memoria a los que fueron testigos y que no te expusieras más —le recordó, con su dedo índice empujaba su pecho con las ultimas palabras—. De acuerdo, te quitaron tu trabajo, pero eso no hubiese pasado si me hubieses dejado modificarles la memoria a los aurores. En cambio decidiste echarte toda la culpa y me cubriste para que no tuviese problemas. ¿Acaso se te olvidó?

Los hombres en la celda observaban tensos e incómodos la situación, ninguno quería interferir puesto que no sabían cómo reaccionaría Asia si la interrumpían.

El labio inferior de Tina tembló, ahora se sentía más culpable. No recordaba lo que Asia había hecho por ella años atrás, si lo hubiese hecho ellas no estarían teniendo esa conversación.

Después de haber escuchado la versión de Scamander antes de que Asia despertara y luego su enojado discurso, entendía que lo había hecho mal y que ahora todos iban a pagar por su error. La de cabello castaño rodó los ojos cuando Porpentina no le dijo nada y desvió su camino hacia la reja, cerró sus manos alrededor de los barrotes mientras pensaba.

Se le cruzó la idea de utilizar sus poderes para forzar la cerradura que, aunque nunca lo había intentado, tal vez pudiera funcionar; su segunda opción fue usar a Lily —su bowtruckle— pero recordó que la había dejado dentro de su bolso así que estaba descartado. Por otra parte, considero no hacer nada. ¿Qué haría una vez que escapara? Se vería obligada a vivir como prófuga porque estaba segura de que Seraphina Picquery no la escucharía.

Descartado.

La francesa bufó apretando los barrotes, lo único que quedaba por hacer era esperar a un juicio.

Newt se le acercó despacio desde el costado:— ¿No crees que fuiste un poco dura con ella? —aprovechó que la otra mujer se retiró a otra esquina de la celda para hablar con la menor.

—No, Newt, claro que no. No es la primera vez que alguien sale perjudicado por sus acciones —lo miró cortamente pero en esos segundos Scamander pudo ver el cansancio que empezaba a albergar la muchacha.

Si no podía abrir la reja entonces trataría de encontrar la mente de Picquery o de Graves para saber qué planeaban con ellos. Asia soltó los barrotes dejando caer los brazos a sus costados, movió con ligereza sus dedos y se concentró para que su poder fluyera y así leer la mente de alguien.

Pero nada pasó.

Se miró las manos e intentó nuevamente leer la mente de alguno, esta vez la de Jacob, pero no veía ni escuchaba nada. Eso la estaba asustando, ¿Qué le habían hecho?

—Oigan, mis poderes no funcionan —los tres la vieron sin comprender—. No puedo leer la mente de nadie. Mis manos ya no sueltan el rojo de siempre... Es como si me hubiera quedado vacía —la última frase salió de sus labios en un murmullo incrédulo. No podía ser cierto.

—Eso no es posible —soltó Tina en el mismo tono que la chica.

—¿Qué me hicieron mientras dormía? —preguntó Asia al aire refiriéndose a quien la haya llevado hasta la celda. Estaba empezando a asustarse.

—Nada, solo te trajeron al mismo tiempo que a nosotros. Todo el tiempo que dormiste estuvimos juntos aquí —Rousseau miró a Newt y aunque sus palabras hubiesen servido, seguía teniendo miedo. No podía ser posible que le hayan quitado su poder, ¿O si?

—¿De casualidad tendrá que ver cuando ese tal Graves noqueó a Asia? —les preguntó Jacob desde la orilla de la cama en la que la susodicha estuvo acostada.

La susodicha lo miró frunciendo el ceño, entonces fue Graves...

—No lo creo, no hay ningún hechizo que sea capaz de robarle la magia a otro mago o bruja —explicó Tina, aunque sabía que era verdad igual sonaba como si quisiera convencerse.

La bruja más jóven soltó todo el aire buscando calmarse. Nada de esto podía estar pasando.

No podía...


『• • •』



—Señorita Rousseau, dígame ¿Cuál es su razón para transportar animales mágicos a América? —la voz de Percival Graves la sacó de su mente.

—¿Qué?

—Revisamos la maleta de su compañero y encontramos un bolso, por su contenido supuse que le pertenece a usted y, casualmente, lleva criaturas mágicas con usted —le explicó brevemente, Asia no supo qué decir. No estaba segura si debía decir la verdad—. Debe tener en cuenta, señorita, que es mejor que diga toda la verdad o su castigo será peor.

«¿Peor que tener que vivir con mi tío? No lo creo»

La chica notó como los músculos alrededor de los ojos de Graves se contrajeron levemente, sentía su penetrante mirada sobre ella dándole la impresión de que quería leer su mente. Asia jugó nerviosamente con sus anillos, sintiéndose completamente expuesta.

—Escucha, Asia, estoy aquí para ayudarte ¿Está bien? —se inclinó ligeramente sobre su escritorio levantándose de su silla y su mano cruzó hasta tocar las manos encadenadas de la jóven, cuando le dió un apretón sintió el cuerpo de la chica tensarse e intentar soltarse de su agarre—. Si cooperas me aseguraré de que tu castigo sea menor y podrás irte, solo necesito que me ayudes.

Su tono amable y expresión afable la incitaban a contarle todo, no sabía si era un intento de persuasión pero por dentro sentia deseos de confiar en su palabra.

Desde que la habían traído a esa oficina con Graves no había podido leer ningún pensamiento ni usar sus poderes de ninguna manera y le parecía extraño, eso jamás le había pasado. Por un momento consideró contarle toda la verdad al hombre frente a ella, sobre que las criaturas pertenecían a su padre y que después de su muerte ella se hizo cargo. Pero... ¿Y sí el la estaba manipulando mentalmente para que le soltara todo? Tenía sentido ya que sus defensas mentales estaban abajo.

O solo era la paranoia hablando.

—¿Y bien? —entonces decidió ser sincera, le contó la procedencia de los animales y su razón de estar en Estados Unidos—. Ya veo. ¿Sabe que es un delito que alguien tan jóven y sin experiencia mantenga un cuidado sobre criaturas mágicas? Pudo haber resultado herida de gravedad estando usted sola con ellos.

—Yo asumí mi responsabilidad, señor Graves —contestó cortante.

En ese momento bajó la mirada a las esposas y logró detallar unas pequeñas inscripciones en el metal, parecían runas pero... No sabía cuáles eran.

«¡Demonios! Tuve que haber tomado esa clase de Runas Antiguas» se regañó a sí misma.

Al ver Graves que la mirada de Asia se había perdido en sus esposas le hizo una seña a las mujeres vestidas de blanco que estaban de pie a los costados de la puerta que fueran por Tina y Newt, dejando así al par solos.

Asia se sintió indefensa cuando solo quedaron ellos dos, inconscientemente apretó sus piernas y cruzó sus pies escondiendolos bajo la silla:— Por lo que puedo ver se graduó como la mejor de su año; no hubo reportes de sus profesores en cuanto a su comportamiento, lo que me hace preguntarme ¿Por qué decidió involucrarse con un mago que apenas conoce?

«¿Que apenas conozco...? Pero si eso no se lo dije»

—Yo... No le dije que acabo de conocer a Newt —dijo Asia con cautela, la postura del hombre empezó a tornarse rígida sabiéndose descubierto.

—Escuche, no quiero tener que hacer esto pero si no me deja ayudarla el castigo que se le impondrá es la muerte...

¿Qué? —preguntó en francés la jóven no pudiendo creerlo.

—... Ha transportado animales mágicos desde hace mucho, además colaboró con un mago desconocido que casualmente también lleva animales prohibidos en este país y los dejaron libres —Asia negaba con la cabeza, sus ojos lo miraron con súplica, no quería que todo terminara así—. Pero si me da una pista de que Newt Scamander representa un peligro para los demás y que usted fue coaccionada, entonces abogaré por usted.

No... Yo no- Esto no puede estar pasando —se decía a sí misma cambiando de francés a inglés.

—Sus poderes no deberían ser desperdiciados por la sentencia de muerte —soltó Graves, Rousseau lo miró como si se hubiese dado cuenta de algo.

—¿Desperdiciarse? ¿Para qué los usaría, señor Graves?

El mayor se dió cuenta de que había cometido un error grave al soltar aquello. Pero fue salvado de responder porque la puerta se abrió y por ella entraron Scamander, Goldstein y las mujeres que los escoltaban.

Todo le pareció sospechoso a Asia, algo pasaba con Percival Graves y maldecía internamente por no poder leerle la mente para descubrir qué era.

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