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《chapter fourteen•Illegal》

《chapter fourteen•Illegal》
《capítulo catorce•Ilegal》



Presente;
La maleta de Newt.



NEWT SE SENTÍA EXTRAÑO, todos sus pensamientos eran un revoltijo al que no podía encontrarle orden o el inicio y el final, cuando intentaba pensar en una sola cosa otra idea lo interrumpía y así sucesivamente. El muchacho miró a la francesa pasearse por su maleta admirando a las criaturas desde una distancia prudente pues no quería espantarlas, Scamander solo pudo suspirar dándose cuenta del desastre que Asia Rousseau estaba causando en él.

Su mente empezó a divagar en la información que tenía sobre la muchacha de ojos verdes mientras permanecía de pie frente al nido de los occamíes.

Cuando se la cruzó en el banco tuvo miedo al verla correr tras su escarbato pensando en que iba a incautarlo o algo así, pero entonces un sentimiento de tranquilidad y emoción se alojó en su pecho cuando Asia le aclaró que ella creyó que era su escarbato. Cuando la castaña se ofreció a ayudarlo a atrapar a los animales que salieron de su maletín se sintió comprendido, en ningún momento Asia lo juzgó por dejar que se escaparan unas cuantas criaturas y eso obviamente lo emocionaba.

Nunca nadie lo había ayudado de manera incondicional.

El jóven mago reconocía la belleza de la contraria. No lo iba a negar. Pero en un pequeño lugar de su mente pensaba que no era nada del otro mundo que lo reconociera. Hasta que la chica de diecisiete años le sonrió agradecida por dejarla ir con él —por dejarla escapar de su caótica vida mientras recuperaban a sus animales— fue que su corazón comenzó a latir desastrosamente.

Newt solo había sentido eso una vez antes y fue con una ex compañera de la escuela. Aunque todo salió mal esa vez.

El quejido agudo de Asia lo sacó de su ensoñación, cuando la miró se dió cuenta de que tocaba su brazo con cuidado como si no quisiese lastimarse más.

Y efectivamente, eso era. Newt recordó que cuando la erumpent corrió tras Jacob, embistió de costado a la bruja más jóven quien cayó sobre su brazo derecho dejando un largo raspón y ligeras contusiones en la extremidad. Sin haberlo premeditado, Scamander se acercó a la chica preocupado por su bienestar.

—¿Qué sucede? —la jovencita le mostró su brazo sangrante con una mueca dolorosa— ¿Te duele mucho?

Asia lo miró sarcástica pero prefirió no decir nada, no quería hacerlo sentir mal, se limitó únicamente a asentir un par de veces indicándole que sí le dolía.

—Déjeme curar su herida.

Scamander colocó una mano en su espalda para guiarla hasta una silla dentro de la caseta donde se encontraba la salida, Asia se dejó llevar hasta allá pero el contacto con su espalda la mantuvo tensa. Claro, Newt se dió cuenta así que retiró su mano apenas entraron. La castaña vió al mago dar unas cuantas vueltas en el sitio para buscar lo necesario y lo colocó en la mesa una vez que lo obtuvo.

Asia levantó su brazo lastimado enseñando la herida, eran pocas las veces que salía lastimada por causa de un animal pero tenía que tener en cuenta que la erumpent no estaba acostumbrada a ella y el animal solo estaba pendiente de ir tras el señor Kowalski —gracias al almizcle—. Newt tomó con suavidad su muñeca pasando inconscientemente su pulgar por la zona, un gesto reconfortante que obviamente Asia notó pues siempre estaba atenta a cada uno de sus movimientos. El muchacho Scamander comenzó a limpiar y desinfectar el raspón en el suave brazo de la contraria tratando de que sus nervios no lo traicionaran.

La chica Rousseau miró atentamente como el mayor movía sus manos con delicadeza para no lastimarla, aunque al sentir el pañuelo limpiar la sangre en su herida soltó uno que otro gemido de dolor.

—Perdón.

La chica no lo iba a negar, Newt se veía adorable concentrado y avergonzado por herirla. Ella no era ciega, sus facciones lo hacían lucir atractivo; como los músculos de su rostro se contraían al estar concentrado, los mechones de su cabello ambarino cayendo hacia un costado cuando inclinaba la cabeza... Sencillamente atractivo.

Y Asia Rousseau lo admitía.

Scamander se dió cuenta de su intensa mirada en él haciéndolo tensarse, no sabía con exactitud que pasaba por la mente de la más jóven pero su intuición le decía que tal vez estaba leyendo su mente.

—¿Podría no leerme la mente?

Al soltar esas palabras miró de reojo a la de diecisiete cortamente quien parpadeó confundida.

—Yo no... No estaba leyendo su mente —aclaró tras carraspear, quería evitar que su voz no saliera normal.

Y tenía razón; no le había leído la mente.

Entonces los roles cambiaron, la francesa miraba sus pies y Newt —casi cayendo en un trance— la miraba. La cercanía le ayudó a darse cuenta de todos esos detalles de los que Asia Rousseau era portadora; los lunares de su cara, las pequeñas ojeras que comenzaban a formarse bajo sus ojos siendo un signo de la falta de sueño —tomó nota de eso—, como Asia fruncía sus labios y los mordía distraídamente, el rubor en sus mejillas... Aunque solo tenía diecisiete años Newt Scamander se permitió decirse lo hipnotizante que era mirarla, con un solo vistazo podía perderse en el verde de sus ojos y jamás saldría de ahí.

Tal vez no quería salir de ahí, a pesar de que le avergonzaba mantener contacto visual con alguien.

Por un momento sintió la necesidad de reconocer en voz alta lo bella que era, más sin embargo solo salió:

—No creo que sea legal que alguien de su edad viaje a todas partes con un bolso lleno de criaturas mágicas. Fue una decisión irresponsable —una vez soltó esas palabras con el tono de regaño, Newt se golpeó internamente sintiéndose estúpido por decirlo. Había empezado a notar que la muchacha estaba pasando por algo pues su mirada y comportamiento la delataba, como cuando le rogó a Tina que la dejara dormir en su apartamento, reprocharla por llevar animales mágicos a un continente distinto sin un permiso para manejarlos no era la mejor opción.

Asia levantó la mirada para conectarla con la de Newt:— Lo sé, señor Scamander —la dureza de su voz combinada con el apellido de él se le clavó en el pecho—, soy consciente de eso, pero no creo que sea el más indicado para recordarmelo en vista de que sus animales también están sueltos en la ciudad —el contrario se removió incómodo—. No puedo dejar a mis criaturas bajo el cargo de nadie más porque solo yo sé lo que necesitan. Fueron criaturas que estuvieron bajo los cuidados de mi padre y con las anotaciones que me dejó no me es problema. He viajado con mi tío, el hermano de mi padre, para liberar a las que necesitan regresar a su hogar pero hay otras que simplemente no pueden regresar a su ambiente por el peligro que corren.

Newt tragó grueso, él sabía a lo que se refería puesto que desde que es magizoólogo hace lo mismo. Se sintió mal por haber hecho el comentario, ahora la chica volvía a tener la coraza puesta tirando a la basura el progreso que habían tenido hace unos minutos.

—Solo digo que algo pudo haberle pasado, a veces las criaturas son algo difíciles de controlar y para una niña de diecisiete años puede ser complicado —terminó de colocarle la gasa, Asia se levantó de golpe de la silla sintiéndose ofendida. ¡La juzgaba por ser menor que él!

—Para que lo sepa, soy muy consciente de lo que hago a pesar de ser "una niña de diecisiete años", señor Scamander —hizo comillas al citar su frase, la muchacha acomodó su chaqueta y miró hacia el interior de la maleta, dispuesta a entrar para no seguir en su mismo espacio.

Pero el muchacho Scamander notó algo que Asia no.

—¿Eso es una mordida? —le señaló el cuello a la francesa quien lo vió sin entender hasta que su cerebro hizo click. Ella tapó con velocidad la zona cuando Newt intentó tocarla.

—No sé de qué habla —comenzó a caminar rodeándolo para dar por terminada su conversación, si se quedaba más tiempo querría examinar más su cuello y se daría cuenta de todo—. Y mi nombre es Asia —se regresó un segundo para pedirle a su manera que empezara a llamarla por su nombre y sin formalidades.

Newt se limpió las manos y salió de la caseta viendo como la chica se alejaba, sintió una punzada de culpa en el pecho. Por el rabillo del ojo supo que Jacob se acercaba a él.

—¿Problemas? No se ve muy contenta —señaló el camino por dónde Asia se había ido, Newt solo suspiró.

—Yo no lo sé, solo le dije la verdad —tartamudeó un poco sintiéndose inseguro.

—¿Y cuál es esa verdad?

—Le dije que era peligroso su trato con las criaturas siendo que tiene diecisiete años solamente, ¡Pero es la verdad! Hay criaturas que están clasificadas como peligrosas por el Ministerio y no podría dejar que ella corra ese riesgo —le explicó el joven metiendo una mano en el bolsillo de su chaleco amarillo, como manía.

—Es posible —dudó Jacob—. Pero tal vez esa no era la forma, amigo. A las mujeres no les gusta que las infravaloren por su edad, y por lo que veo, Asia también es así —le intentó explicar, no necesitaba leer mentes como Queenie o la chica francesa para saber que jamás debía decir eso y menos sin saber las razones. El americano vió la expresión en el rostro de Newt y sintió una punzada de compasión por él, decidió ayudarlo—. ¿Qué te parece si hablo con ella? No puedo quedarme de brazos cruzados viendo como se pelean entre ustedes.

—Gracias, Jacob.

—Además —añadió colocando una mano sobre el hombro del muchacho, él lo volteó a ver—. Ustedes se ven bien juntos, ella es muy hermosa y se ve que tiene buenos sentimientos. Yo no perdería el tiempo, si fuera tú.

Jacob Kowalski modo cupido: activado —sí, claramente planeaba algo más que solo disculparlos—.

Newt se ruborizó ante la insinuación:—. Claro que no, nos acabamos de conocer, eso sería muy raro —Kowalski se encogió de hombros.

El muggle se acercó a la muchacha que jugaba con los anillos de sus manos para controlar su ansiedad y nerviosismo, para no asustarla se aclaró la garganta y ella se giró levemente sonriéndole.

—Quería agradecerle lo que hizo por mí allá afuera —comenzó el no-maj recordando la vergonzosa situación—. Jamás en mi vida pensé que me perseguiría un rinoceronte gigante.

Asia soltó una pequeña risa armónica— Es una erumpent, pero supongo que tiene razón; nadie jamás lo espera —bajó la mirada a sus zapatos mientras se cruzaba de brazos.

—Lo que hizo con el árbol... —soltó un sonido de fascinación que hizo a Asia ruborizarse, nunca había esperado que a alguien más que a su familia le gustara su poder— Fue increíble. Muchas gracias, de verdad.

—No diga eso, señor Kowalski, muchos hubieran hecho lo mismo —se encogió en su sitio restándole importancia a sus acciones.

—Por supuesto que no —la bruja volteó a verlo atenta. Tenía razón, no todos lo habrían salvado de ser aplastado—. Nadie habría levantado un árbol en el aire sin tocarlo para salvarme —su tono lleno de gracia la hizo sonreír. Así que a eso se refería— ¿Siempre ha tenido ese poder?

—Pues, sí, supongo. Realmente no lo sé, siempre he podido levantar cosas con la mente pero solo han sido cosas pequeñas como bloques y esas cosas —la chica levantó la palma de su mano derecha observando como fluía un poco de su poder sacando un wow de parte de Jacob—. Nunca lo había intentado con un árbol.

—Sus poderes son increíbles...

—Asia.

—¿Qué? —inclinó la cabeza sin entender.

—Llámeme Asia, por favor —le pidió, él al entender la petición asintió—. Usted es agradable, ¿Lo sabía? Tiene encanto natural.

Kowalski se sintió orgulloso cuando Asia lo reconoció como alguien agradable, no todos los días podía charlar con alguien y que le confesara que era alguien a quien las personas podían soportar. En cambio ella... Parecía que solo sus tíos —el hermano de su padre y su esposa, y la hermana de su madre— junto con sus primos lograban tolerarla en un cincuenta por ciento. El resto de sus parientes no lograban comprender su "rareza", como lo habían llamado.

—Por cierto, hay algo que quiero preguntarte, Asia —la chica asintió alentandolo a seguir con su cuestionamiento—. ¿Todo está bien entre Newt y tú? Parecías molesta hace un momento.

Los labios de la francesa de ojos verdes formaron una "o" entendiendo su punto:—. Yo... Si, todo bien.

—Puedes confiar en mí, no le diré a nadie —intentó animarla cuando notó que su mirada cayó en sus pies.

—Bueno... Es que insinuó que no debería llevar conmigo a mis criaturas solo por apenas tener diecisiete. ¡Entiendo su punto! En serio lo hago, pero tiene que considerar que esto lo hago desde hace un año y nada ha salido mal. Quiero decir, nada malo hasta ahora.

—Solo se preocupa por tí. A Newt no le gustaría que salieras lastimada por un pequeño accidente —intentó interceder por el jóven, que por cierto, los miraba mientras repartía la comida a las criaturas que faltaban por saciar—. Dale una oportunidad, en lo poco que he visto me he dado cuenta de que no sabe cómo decir las palabras correctas, cuando hablaron quiso decir que le interesaba tu bienestar.

Asia soltó una risa irónica:— Nunca le he importado a nadie de esa manera. Todos pretenden que como ya pasaron siete años de la muerte de mis padres no me afecta y que estoy bien, que nada sucede, pero cada día que pasa los extraño más —su voz quiso quebrarse pero pudo disimularlo al final, o eso creyó. El muggle la miró comenzando a entender su trasfondo. Asia se dió cuenta de que empezó a hablar de más—. Disculpe, se supone que no debí decir eso, y-yo...

—No te preocupes, Asia, está bien querer desahogarse con alguien —la calmó y extendió su mano hacia el frente—. Puedes llamarme Jacob.

La francesa agitó su mano aceptando llamarlo por su nombre:— ¿No le dirá a nadie, verdad?

—Para nada, soy una tumba. Mis labios están sellados —hizo el gesto de mover sus dedos desde una comisura a otra como si cerrará una cremallera y botara la llave para luego darle una sonrisa abierta—. Somos amigos, siempre que necesites algo aquí estaré para tí.

Asia sonrió encantada sintiendo sus ojos aguarse y luego murmuró un gracias...

Asia Rousseau tenía amigas, unas chicas con quienes podía pasar el rato y divertirse, despojarse de todo el estrés de su cuerpo pero cuando se trataba de problemas personales todas ellas casualmente no estaban. Sus amigas sabían lo del accidente de sus padres y le habían dado el pésame, pero en ese tiempo cuando planearon salidas en vacaciones siempre la dejaron de lado con la excusa de que debía guardar respeto.

Pero todo lo que quería era salir con ellas para distraerse porque el aura oscura que se había apoderado de su casa y de su vida se había pegado allí para jamás irse. Desde la muerte de sus padres todos hicieron sus vidas exactamente igual que siempre, nadie le preguntó si estaba bien o si necesitaba ayuda; nadie se preocupó por sus sentimientos.

Porque ella claramente no sintió morir a su gemelo.

Sus tíos se metían en sus respectivos trabajos y la dejaban sola por horas hasta que regresaban casi de noche, sus primos solo se preocupaban por sus estudios: Colin por Ilvermorny y la pequeña Rose de once años —hija del hermano de su padre— por sus clases en Hogwarts.

Recordaba las múltiples veces que les intentó hablar sobre sus padres y su hermano.

«—Tío, ¿Podemos hablar sobre lo que pasó con mis padres y Cain?

—No, Asia, ahora no. Estoy en algo muy importante».

O cuando su tío William comenzó sus abusos hacia ella; una chica se había presentado en su departamento alegando estar embarazada de él, que también había sido abusada, y su tía sin darle derecho a una explicación la corrió de su casa insultandola por culparlo de algo que él no había hecho.

«—¡No seas mentirosa, niña! ¡Ve a darle ese niño a otro, pero no a nosotros! Tus problemas no son los nuestros»

Con su comportamiento y la manera tan ciega en que lo defendió le dejó claro que lo mismo pasaría con ella. Y sabía que no se detendría a pensar en sus lazos de sangre porque una vez le advirtió que si hacía algo que afectara la integridad de su familia se iría de regreso a Francia con sus otros tíos.

Los quería pero cuando se trataban de problemas emocionales y físicos parecía que ninguno estaría dispuesto a comprenderla.

—Te lo agradezco, Jacob —agradeció sinceramente.

Unos golpes provenientes del exterior de la maleta los interrumpió, Asia arrugó el entrecejo sin saber exactamente que pasaba. Los tres se dirigieron a la salida, siendo Newt el primero en subir las escaleras, seguido de Kowalski y por último de Asia. La chica extendió su brazo fuera de la maleta para que alguien la ayudara a salir y el primero y único en tomarla fue Scamander, él la sostuvo con firmeza ayudándola a subir.

Cuando salió sus ojos se vieron unos segundos de manera incómoda sin olvidar lo que pasó dentro de la maleta.

La muchacha realmente no esperó estar en una sala de paredes bien talladas y pulidas de color negro con detalles dorados, piso de igual color y dos grandes gradas a sus costados llenos de magos y brujas de todo el mundo siendo encabezados por la presidenta Picquery al fondo y centro de la habitación.

Lo primero que escuchó al salir de la maleta fue su apellido y el de Newt saliendo de la boca de dos hombres distintos.

—Scamander.

—Rousseau.

Eran los ministros de magia del Ministerio Británico y el Ministerio Francés, respectivamente.

Obviamente el ministro la conocía, después de todo su tío paterno trabajó en el ministerio francés como auror por un tiempo hasta que se cambió al ministerio británico. Su tío solía llevarla de paseo a las instalaciones y varias veces se cruzaron con él.

—¿Theseus Scamander? —preguntó un hombre de piel morena al escuchar el apellido de Newt—. ¿El héroe de guerra?

—No, él es su hermano menor. ¿Qué está haciendo en Nueva York? —le preguntó directamente, con una mirada suspicaz.

—Uh... Comprando un puffskein apalooza, señor.

—¿Qué está haciendo en realidad? —Parecía no creerle y Asia se preguntó que fama tenía que el ministro no era capaz de creerle.

Aunque la situación en la que estaban era un poco comprometedora.

—Rousseau —volvió a llamar su atención el ministro francés, un hombre alto de piel clara y porte elegante—. ¿Puedo saber qué hace aquí?

—Yo... —tosió para calmar su voz—. Vine de visita, a ver a mis tíos.

Algunos murmullos se instalaron en la sala entre los magos y brujas representantes de cada continente, la sola mención del apellido de su familia provocaba esa reacción pues todo el mundo sabía lo complicada y extraña que era la familia de su padre. Cada uno de sus miembros heredaban poderes que los distinguían —aunque podían repetirse por generaciones— y se hacían más famosos por sus altas capacidades que por sus trabajos.

Aunque desde el momento en que Grindelwald empezó su llamado para reunir seguidores, no fue una sorpresa que los miembros más rezagados de su árbol familiar atendieran a su proclama.

La muchacha se encogió incómoda, las opiniones divididas la golpeaban y más porque lograba escuchar que algunos nombraban a su padre y algunas acciones cuestionables que realizó.

Pero Asia no conocía ninguna.

—¿Usted es hija de Stéphane Rousseau? —inquirió la presidenta mirándola con recelo. Rousseau solo asintió.

Los engranajes del cerebro de Seraphina Picquery empezaban a dar vueltas y poco a poco ataba cabos acerca del parentesco de la muchacha frente a ella y que tan peligrosa era.

—El mayor telepata del mundo —murmuró una bruja de los más cercanos a la presidenta, estaba claramente asombrada.

Los recuerdos de su padre llenaron su memoria, cada vez que jugaba con ella y su hermano, cuando la ayudaba con sus poderes, cuando le enseñaba sobre criaturas mágicas... No podía soportarlo, no quería seguir escuchando nada más. La manera que tenía de sobrellevarlo era olvidar su dolor, pero nadie la estaba ayudando ahora.

Pero la mujer a cargo del ministerio americano decidió cambiar el tema al notar al muggle a un costado de Newt —a quien, por cierto, le causaba curiosidad los murmullos de los demás acerca del padre de Asia—.

—Señorita Goldstein, ¿Quién es él?

Entonces Asia se dió cuenta de que quien llevó la maleta con ellos dentro fué nada más y nada menos que Porpentina Goldstein.

Por unos segundos la mirada de su vecina se fijó en ella pudiendo ver el dolor que albergaba la mirada verde de la francesa, no pensó nunca que Tina la traicionaría con tal de obtener nuevamente su puesto como aurora en la MACUSA.

—El es el señor Jacob Kowalski, un no-mago al que mordió una de las criaturas del señor Scamander —ante su declaración se oyeron sonidos de sorpresa y horror en la sala.

Asia Rousseau empezaba a molestarse, sabía que todos ahí lo sacarían de contexto.

—¿Sabe cuál de sus criaturas provocó esto? —preguntó una bruja de piel tostada, la vista de todos se dirigió hacia la bruma plateada brillante que se cernía sobre las cabezas de todos, en ella se mostraba la figura de un hombre flotando boca arriba.

El aire de los pulmones de Asia se fue como si le hubieran dado un rotundo golpe. Sabía que era Henry Shaw, el hombre que se suponía era el Senador de los muggles. Su piel había adquirido un tono grisáceo y a lo largo de esta se mostraban marcas negruzcas, ella las había visto antes pero no sabía en dónde.

A su lado, Newt Scamander les habló a todos en un estado de estupefacción que poco a poco le erizó los vellos a la castaña, su expresión no significaba nada bueno.

—Lo hizo un obscurus —y lo recordó, hace años había leído un libro donde se registraron casos de obscurials y sus características, su padre una vez le advirtió que tuviera cuidado con ellos si se encontraba a un niño portador de un obscurus.

Esto iba cada vez de mal en peor.







°.°

Me sorprende lo rápido que estoy actualizando Scarlett.

Aprovechenme mientras puedan.

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