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n e u n



Cuando nuestro único punto de esperanza se desvanece, ¿qué es lo que queda por hacer?




n e u n: spinne

trollino

Escribí un pequeño nueve dentro de la casilla, pero solté un bufido al darme cuenta de que ya había otro mismo número justo al lado.

Busqué a Mike por el rabillo de mi ojo. Él estaba en el asiento a mi costado derecho revisando algo en su celular.

Timba estaba afuera encargándose de rellenar el tanque de gasolina. Sería bastante malo que la camioneta nos dejara varados por falta de combustible.

No íbamos tan lejos, unos kilómetros más al sur hasta encontrar un lugar donde empeñemos las joyas y donde encontremos documentos falsos. Después por fin nos alejaríamos de éste asqueroso lugar.

La verdad también estoy bastante afectado con la muerte de Rius y la desaparición de Víctor y Mayo. Trato de no mostrarlo porque no quiero preocupar más a mis amigos, pero no sé cuánto tiempo podré soportar. Aunque quiera negarlo, yo también necesito desahogarme.

—¿Trolli? —la dulce voz de Mike logra sacarme de mi ensimismamiento.

Me incorporé de inmediato en el rasgado asiento, dejando de lado al sudoku que no he logrado terminar desde hace dos semanas. Al hacerlo, pude ver a Mike con sus ojitos distraídos, atrapado en sus pensamientos. Sé que él también está muy quebrado.

Y cuando lo veo así, me digo a mí mismo que, con tal de verlo sonreír a él, puedo soportar el peso de nuestro dolor.

—¿Si? ¿Qué pasa, Michael? —pronuncié la última palabra con burla, sabiendo que él odiaba ese sobrenombre, para tratar de animarlo, cosa que funcionó.

—Oye, no me llames así —respondió con su sonrisa de siempre, contagiándomela al instante. Pero apenas unos segundos después, volvió a su estado inicial.

—¿Está todo bien? —me preocupé.

—Irónico que preguntes eso cuando sabes que nada está bien —murmuró, esta vez más a la defensiva. No respondí, esperé a que continuara—. Todo esto es una jodida mierda. Espero que podamos salir rápido de aquí.

Yo también lo espero.

Sin más que decir, volví a tomar el sudoku.

raptor

Solté un resoplido mientras cerraba la puerta, dejando dentro a Sparta.

Ojalá que este tiempo a solas le permita despejarse.

Doy media vuelta, encontrando a Timba recargado en la puerta de la camioneta, observando hacia la derecha con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? —pregunté bajando las pequeñas escaleras de la entrada. El peliazul no respondió, se limitó a señalar aquello con su barbilla.

Ahí estaba Milion, sentado en el pasto, moviendo la cola.

—¡Oh, amiguito! —exclamé mientras me acercaba a él para cargarlo. Él se dejó tomar.

—¿Cómo nos habrá encontrado? —soltó Timba, sin moverse.

Me encogí de hombros. Lo escuché chasquear la lengua antes de que se inclinara para tomar el galón vacío de gasolina y abrir la puerta en la que estaba recargado.

—¿Ese es Milion? —fue lo primero que preguntó Mike apenas nos vio. Reí al saber que todavía recordaba su nombre. Asentí—, ¿cómo llegó hasta aquí?

—Seguro buscó nuestro olor por el vecindario —respondí sin darle mucha importancia. Sabía que los gatos eran animales muy inteligentes, así que no me sorprendía demasiado.

Lo que no sabía era que ese gato era mucho más inteligente de lo que creía.

—Si nos buscaste para que te alimentemos entonces lamentamos decepcionarte; apenas tenemos comida para nosotros —comentó hacia el gato. Milion ladeó su cabecita.

Timba terminó de guardar el galón en la cajuela. Esta vez le tocaba conducir a él, por lo tanto, rodeó la camioneta hasta llegar al asiento conductor.

—Bien, hasta luego, amiguito —me despedí del gato dándole una última acariciada y finalmente lo dejé en el suelo.

Pero Milion fue más astuto; cuando di la vuelta para subir al interior trasero del vehículo, él dio un gran salto y subió al mismo tiempo que yo.

—Parece que alguien quiere quedarse —habló Mike de nuevo, inclinándose en su asiento —el cual ahora compartía con Trolli— para tomar al gato.

Milion se erizó al momento en que Mike lo acarició.

—Déjalo aquí, no nos retrasemos más. Mientras más rápido regresemos, mejor —dictó Timba observando todo desde el espejo retrovisor.

Por mí estaba bien, no quería dejar a Sparta tanto tiempo solo.

Cerré la puerta y empezamos a conducir por las calles desoladas de la villa. Una vez más, no había ninguna persona alrededor.

Mientras íbamos en camino, Trollino, Mike y Timba hablaban sobre algún tema al que no puse importancia, prefería ver por la ventana. A pesar de que ya eran como las nueve de la mañana, todos los establecimientos por los que estábamos pasando estaban cerrados.

Pasamos frente a la cafetería de la señora extraña y unas metros después sentí un retorcijón en mi estomago, como si me hubiesen dado un puñetazo.

En ese instante sentí una vibración en mi bolsillo. Alguien me estaba llamando.

Saqué el celular bajo la atenta mirada de Milion: era Sparta.

Me apresuré a responder. No quería pensar que lo había pasado algo malo.

—¿Sí? —mascullé al contestar.

Pero del otro lado de la línea sólo se alcanzaba a escuchar una respiración pesada.

—¿Sparta, estás ahí?

Los chicos me prestaron atención al escuchar su nombre.

—¿Le pasa algo? —se preocupó Timba.

La respiración seguía allí.

Mi estomago volvió a arder.

—¿Raptor? —insistió Trollino. Mike y Milion también estaban pendientes a la conversación.

—N-No responde.

Eso fue suficiente para que Timba diera una vuelta ruda sobre el asfalto y acelerara de regreso.

—¡Vamos para allá, Sparta! —alcancé a avisar antes de que la llamada se cortara.

Debido a que no había nadie, Timba tuvo la libertad de acelerar cuanto quisiera. Llegamos en un santiamén. Fui el primero en bajar, sin importarme nada más que la seguridad de mi niño.

—¡Sparta! —lo llamé esperando escuchar su voz de vuelta.

Había una nota escrita en una libreta encima del sofá.

"Estoy dándome un baño arriba, perros.XOXO, Sparta."

Corrí escaleras arriba hasta llegar a la puerta del único baño de la planta alta.

—Sparta, ¿estás ahí? —pregunté alarmado dando fuertes golpes en la madera.

Nada.

—¿Está bien? —los chicos aparecieron por las escaleras.

—La puerta está atascad-...

Dejé de hablar cuando agaché la cabeza y vi que por el pequeño espacio entre el suelo y la puerta estaba saliendo agua.

—Mierda, mierda, mierda —Timba me apartó de la puerta y empezó a golpearla.

Yo no podía moverme.

Escuché un estruendo lejano, supe que Timba logró abrir la puerta.

Mike me rodeó para entrar a la habitación, pero retrocedió apenas puso un pie adentro. Trollino se acercó a la entrada y, al ver lo que sea que había adentro, abrazó a Mike en un vano intento de consolarlo.

Timba se quedó unos segundos más ahí. Después salió rápido en dirección a las escaleras.

Conteniendo el aire, entré a la habitación.

Sparta estaba... su cuerpo, estaba completamente pálido, flotando en la bañera, con sus ojos chocolate abiertos de par en par.

Me quedé sin aire.

—R-Raptor —pronunció Trollino con la voz quebrada, pero no lo terminé de escuchar porque salí corriendo con el corazón agitado.

Esto tiene que ser una pesadilla. Esto no es real.

Sparta no está muerto. Sparta no está muerto. Sparta no está muerto.

Me quedé de pie al final de las escaleras, petrificado.

Si no lo hubiera dejado quedarse esto no hubiera pasado.

Si le hubiera insistido, Sparta seguiría vivo.

Pero el hubiera está muerto. Al igual que Sparta.

Di un vistazo a la habitación, donde el sofá me veía con compasión. Arriba estaba la libreta que Sparta había utilizado ayer.

Caminé hacia ella a paso lento, como si estuviera pisando clavos de hierro.

Empecé a hojearla, buscando cualquier cosa para distraerme, pero encontré todo lo contrario al llegar a la mitad del cuadernillo.

 [dibujos hechos por @Tina_Cat, @crisolesita, @lucmlb, @neragamer99forever y @CreekandErrorInk respectivamente, muchas gracias <3]

Acaricié las líneas del dibujo a medio hacer, sintiendo como las lágrimas se deslizaban por mi rostro hasta empapar la hoja.

Sparta está muerto y fue por mi culpa.


mike

Pasé una mano por mi rostro para limpiarlo un poco de las lagrimas.

Seguía sin creer que Sparta estaba muerto.

No quiero ni imaginar el dolor que está experimentando Raptor en este momento. No era un secreto que ambos se querían.

Me abracé más al cuerpo de Trollino. Ambos estábamos sentados en el suelo de mi habitación temporal. Ambos estábamos destrozados, tratando de reconfortarnos entre nosotros.

—¿Crees que esto valió la pena? —pregunté en algún momento, recordando una conversación que habíamos tenido cuando llegamos.

Sentí su respiración chocar contra mi cuello, mis vellos de esa zona se erizaron.

—No lo sé. Lo único que sé es que quiero irme de aquí, ya no importa si nos atrapa la policía.

Solté una ligera risa. A mi tampoco me importaba. De hecho, creo que estaríamos más seguros detrás de una celda.

—Necesito aire fresco —murmuré mientras hacía ademan de levantarme.

Antes de que pudiera salir, su mano se aferró a mi muñeca. Alcé una ceja en su dirección.

—No pienso dejarte solo, ya no confío en este lugar de mierda.

Sonreí un poco.



Nos sentamos en el pasto.

Estábamos más alejados de la casa, unas dos o tres calles más al este.

Me recargue en su hombro, queriendo olvidar todo lo malo. Sentí el viento soplar con fuerza, pero en ese momento no me importaba el frío.

Every breath you take, every move you make. Every bond you break, every step you take. I'll be watching you.

Alcé la mirada al cielo. Éste estaba feliz, luciendo al sol resplandeciente. Era el peor momento para que saliera.

Vi movimiento por el rabillo de mi ojo. Algo se deslizaba entre el césped.

—¡Cuidado, hay algo ahí! —alerté poniéndome de pie. Trollino no cuestionó, también se levantó.

—¿Qué es?

—No lo sé, pero se mueve muy rápido.

De un momento a otro, una araña negra saltó hacia el rostro de Trolli, quien soltó un jadeo de dolor.

—¿Estás bien? —me preocupé al sentir que él se empezaba a resbalar en su sitio.

—M-Me picó...

Fue ahí cuando alcancé a ver la mancha roja en la araña. Era una viuda negra.

—Demonios —mascullé mientras tomaba a Trolli. Tenía que llevarlo de regreso a la casa.

Una vez leí que la picadura de esa araña no es letal pero, además de que es muy dolorosa, te paraliza el cuerpo.

También leí que sólo picaban en defensa propia. No sé porqué nos atacó.

—Resiste Trolli, te llevaré con los chicos.

Él asintió con pocas fuerzas.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

—Mike...

Me detuve en seco.

—¿Timba, eres tú?

Nadie respondió. Quizás me estoy volviendo loco.

Seguí caminando, llevando a rastras el cuerpo inerte de Trolli. Sólo sabía que seguía vivo por su respiración pausada.

—Mike.

Volví a buscar a alguien a mi alrededor. De nuevo no había nadie, pero estaba seguro de haber escuchado a alguien decir mi nombre.

—Mike, ven.

Inconscientemente solté al azabache y empecé a seguir la voz femenina.

—Acércate.

¿Por qué le hago caso? Quiero irme, quiero alejarme, pero es como si mi cuerpo fuera controlado por una fuerza superior a la mía.

—Mike —esta vez fue Trolli quien habló, buscándome con la mirada. Cuando me encontró intentó fruncir el ceño—. Mike, ¿a dónde vas?

—Ayúdame —murmuré tan bajo que creí que no me escucharía, pero al parecer si lo hizo, porque vi cómo luchaba por tener el control de su cuerpo una vez más.

Un olor a quemado inundó mi nariz.

Regresé la vista al frente. Mi cuerpo no se detenía, ni siquiera cuando pude ver que el camino hacia donde me dirigía estaba incendiado.

—¡Mike! —escuché a Trollino detrás de mí, él seguía sin poder moverse.

—No puedo detenerme —respondí nervioso. Si seguía caminando no tardaría en incendiarme.

—¡No, Mike, regresa!

Pero mi cuerpo no respondía. Continuaba mi camino como si no hubiera fuego a tan sólo unos metros de mí.

Detente Mike, detente.

—Ven, Mike.

Otra vez la voz femenina. Como respuesta, mi cuerpo empezó a caminar más rápido.

Mierda, no.

En pocos segundos sentí el ardor del fuego en mi cuerpo. Pero no me detuve.

—¡Mike, no!

Mi cuerpo seguía ardiendo, sentía el insoportable alrededor en cada poro de mi piel. Quería gritar, quería detenerme... quería vivir.

Pero mi cuerpo no respondía a mis ordenes.

Y poco a poco entendí que mi alma tampoco lo haría.

No, Trolli, definitivamente esto no valió la pena.






***

Escena Mikellino eliminada:
—Oye, no me llames así—respondió con su sonrisa de siempre, contagiándomela al instante.

—¿O si no qué? —le molesté.

Se acercó a mí en un rápido movimiento, colocándose en cuclillas entre el hueco de mis piernas, quedando a unos centímetros de mi rostro. Le abracé por las caderas, apegándolo más a mí.

—Si no... tendré que darte un beso.

Sonreí ante su respuesta sin apartar mi mirada de sus ojos negros.

—¿Un beso? Uy, que castigo tan terrible...

—¿Entonces no te molesta cumplirlo? —siguió el juego.

Negué, pero sin previo aviso se inclinó un poco hasta mis labios para dejar un castro beso sobre ellos.

Sonreí embobado mientras me inclinaba para darle otro beso, pero él se echó para atrás antes de que pudiera tocarlo.

—¿Por qué sólo uno? —pregunté antes de escuchar su risilla.

—Porque sólo lo dijiste una vez —recordó, cubriendo su boca para evitar que me acercara.

—Michael, Michael, Michael, Michael, Michael, Michael...

Él soltó otra ligera risa antes de juntar nuestros labios, ésta vez en un beso más largo y desalocado.


yo quiero ver al mundo arder c:

ya, perdón pero sabían que en algún momento iba a llegar esto :(

estoy un poco triste porque mañana entro a la escuela y me prometí a mí misma terminar esta historia antes de que terminaran las vacaciones, pero bueh.

iba a poner sólo un dibujo, pero no pude decidirme por uno así que puse todos los que me mandaron :D/ de nuevo, muchas gracias a todas las que se tomaron el tiempo de dibujarlos <3.

por si hay alguna confusión, se supone que Sparta fue quien dibujó todo eso uwu.

aiñs, deséenme suerte para mañana :')

yo los quiero aunque ustedes me odien, jsjs <3

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