Cuando las flores no son suficiente.
—Santísima mierda, este departamento parece un puto velorio. —Yoongi se rio mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el perchero a un costado de la puerta. Luego fue el turno de sus zapatillas, tomó un par de pantuflas azules y se las puso mientras veía todas esas flores de distintos colores por todos lados. —Hyung, este lugar huele mal.
Seokjin rodó los ojos y negó con su cabeza mientras se sentaba en el sofá —no es así Gi.
—¿Sigues recibiendo flores de ese desconocido? —Yoongi arrugó su nariz, el olor le estaba empezando a molestar de verdad.
—El tonto todavía no tiene idea de quién está detrás de todo esto. —Namjoon entró a la sala y chocó sus manos con Yoongi quien se veía más blanco que de costumbre y se sentó en el sofá libre.
—No soy tonto, simplemente que no sé por donde empezar a buscar. Podría ser un maldito asesino de chicos guapo como yo —se encogió de hombros. —Prefiero que siga estando en la oscuridad, me da miedo pensar que sea un tipo todo feo y más bajo que yo.
Namjoon asintió lentamente —bueno hyung, eres más alto que el promedio, lo más probable es que el tipo sea más bajo que tú.
—Tú eres más alto que yo —Seokjin dijo.
Yoongi comenzó a toser y cuando se calmó miró al rubio que tenía una ceja alzada. —Podría ser una mujer también —Yoongi entrelazó sus dedos sobre su abdomen mientras veía el rostro desencajado de su mayor.
Seokjin arrugó su nariz y negó —esperemos que no —el rubio se puso de pie, miró a sus dos amigos y puso sus manos en su cintura —estoy seguro que es un hombre, la caligrafía dice que así es.
—¿La caligrafía? —Namjoon miró a Yoongi de soslayo, de pronto su estómago comenzó a retorcerse.
—Si, hablé con este tipo, el que trabaja en el quinto piso —Jin alzó sus ojos —agh no recuerdo su nombre pero bueno el punto es que su padre fue policía y conocía a alguien, que también conocía a alguien y le pase algunas de las tarjetas para que lo revisara. No me dio más información porque estaba ocupado, pero dijo que me enviaría más detalles esta semana. Es increíble todo lo que puedes conocer a una persona por como escribe.
—Wow —Yoongi sonrió —no eres tan tonto después de todo.
—Deja de decir eso —Jin apuntó al azabache con su dedo índice —soy tu hyung, respetame.
Yoongi alzó sus manos con una sonrisa divertida en los labios —está bien. —El rubio miró a su otro amigo y resopló —bueno y en esta casa no ofrecen nada, ¿desde cuándo es tan mala la atención? Con todo el dinero que hay dentro de estas paredes.
Namjoon se rio entre dientes —hoy es mi día libre, a mí ni me veas. Tuve un sesión larguísima ayer.
Seokjin rodó los ojos y miró a Yoongi —¿quieres un café?
—Si, eso estaría bien.
—Bien —Jin se movió por la sala —a ti te traeré un vaso de agua para que tomes tu pastilla.
Yoongi se rio entre dientes cuando Seokjin salió de la sala. Miró a Namjoon y se deslizó hasta la orilla del sofá. —¿Pastilla anticonceptiva? —se burló.
Namjoon negó mirando con cara de pocos amigos al azabache —desperté con dolor de cabeza.
—Ya veo —Yoongi miró hacia la cocina y luego volvió a mirar a su amigo —¿cuando te vas a poner los pantalones y le dirás?
—No puedo hacer eso.
—Puedes, además ustedes ya parecen novios, simplemente dile que te gusta, que te mueres por él y que gastas todo lo que tienes en flores —murmuró Yoongi viendo el rostro afligido del más alto —Nam en serio. Dile.
Namjoon negó —no, no lo haré y ahora cállate. Maldición Yoongi deberías aprender a mantener tu puta boca en silencio.
—Salvaje pero me gusta. Un consejo —dijo alzando su dedo índice — deja de ser tan dócil, sé más contundente con él, quizás a hyung también le pueda gustar.
—¿Que cosa? —Jin le pasó el tazón humeante a su amigo azabache y se acercó hasta Namjoon, le entregó el vaso de agua y una pastilla mientras se sentaba en el apoya brazos.
—Una película —Namjoon dijo de inmediato. Luego se pasó una mano por su cabello castaño oscuro en un puro acto de nerviosismo y es que cada día le costaba más mostrarse relajado y confiado ante Seokjin, cada día le costaba más guardar su secreto. Luego se tomó la pastilla y dejó el vaso sobre la mesita a un costado del sofá.
—¿Si? —Jin inconscientemente dejó su mano sobre el hombro acostumbrado a aquella cercanía con el castaño. —¿Cuál es? Ahora quiero verla.
—Mhm si Namjoon, dinos que película es esa.
Seokjin lo miró interesado y expectante, pero Namjoon no dijo nada y se levantó del sofá rompiendo así el contacto.
—No me acuerdo. —dijo alejándose un poco de los dos hombres en la sala.
Yoongi bufó —es de un perro, un perro salvaje, de hecho la están dando en el cine.
—¿Que? —Nam miró a Yoongi como si le hubiesen crecido tres cabezas —¿es en serio?
—Si. —Yoongi asintió lentamente hacia el castaño dándole una especie de seña, pero que obviamente su amigo no comprendió del todo.
Seokjin ladeó su cabeza un poco confundido por como se estaban comportando sus amigos, a veces lo hacían de manera extraña, decían cosas ridículas o se miraban como si se estuvieran comunicando telepáticamente y no le gustaba, se sentía fuera de ecuación cuando eso pasaba.
—Bueno si quieren hablar a solas entonces iré a mi habitación, parece que quieren un poco de privacidad —dijo con el ánimo por el suelo ya que cada vez era más común que Yoongi y Namjoon se miraran sin decir nada delante de él. Lo había presenciado muchas veces los últimos meses. Murmullos cuando él estaba lejos haciendo cualquier cosa dentro del departamento y luego se quedaban en silencio cuando volvía a estar cerca de ellos.
Incluso lo habían hecho minutos antes para después inventar esa ridícula historia de la película del perro salvaje. Él no era un idiota aunque todo el mundo pensara lo contrario.
—Oye no —Namjoon se sentó frente a Seokjin y acarició su hombro lentamente con su rostro cargado de preocupación porque no le gustaba cuando Seokjin se enojaba con él. —No es eso.
—Está bien Joonie. No hay problema.
Yoongi miró el intercambio y lo cerca que estaba el uno del otro y decidió que era momento de irse. Por lo que dejó su tazón sobre la mesa de centro y luego de mover los ramos de rosas rosadas que estaban allí se acercó hasta la puerta y se puso sus zapatillas, luego su chaqueta y se fue sin siquiera despedirse.
—No quiero que pienses que tenemos secretos o algo así porque no es cierto.
—¿Tú y Yoongi tienen algo?
La pregunta tomó por sorpresa a Namjoon que abrió sus ojos grandes mientras negaba con reiterados movimientos de cabeza.
—¡Claro que no!
Seokjin se cruzó de brazos —ustedes se comportan de manera extraña. No soy tonto, algo ocultan, ¿qué es?
Namjoon se rascó la nuca y volvió a negar —no es nada, Yoongi es raro ya lo sabes.
—Osea no digo que esté mal, incluso ustedes se verían lindo juntos —Seokjin sonrió —si quieres te puedo ayudar a conquistarlo.
—¿Qué?
—No tiene nada de malo —Jin acarició el rostro del más alto —esas cosas suceden todo el tiempo. No te avergüences de aquello. Sé que eres un hombre importante, muy correcto y todo eso, pero cuando uno se enamora a veces las cosas pasan.
—No lo hago —balbuceó confundido. —No me avergüenzo.
—¡Mejor aún! Yoongi es un buen chico, además no está saliendo con nadie, tu tampoco. Podría resultar —sentenció finalmente muy convencido de ser el cupido de sus amigos.
—No estás entendiendo… No me gusta Yoongi.
Namjoon respiró profundo, miró a los ojos a Seokjin y aclaró su garganta. Iba a acercarse un poco más, pero Seokjin se levantó del sofá y le dio la espalda para luego caminar hasta la mesa de centro. Él también se levantó.
—Dale esta —dijo mientras tomaba una maceta pequeña que contenía caléndulas para plantar —son muy bellas, se cierran a la noche y al amanecer vuelve a abrirse.
El castaño suspiró, tomó la pequeña maceta, sus manos temblaban porque él sabía todo acerca de las flores que compraba hace meses para Seokjin, todas eran sus preferidas, eran variadas, muchos colores y diferentes tamaños. A Namjoon todas esas flores le recordaban a su amigo, eran vibrantes y hermosas.
Tal y como Seokjin se veía ante sus ojos.
Quería tener el valor necesario para decirle que lo quería desde hace un tiempo, que desde que se habían conocido que se había sentido atraído por él, por su manera tan particular de ser. Un hombre confiable, de un humor extraño pero delicado que podía sacarle una carcajada hasta la persona más amargada y agria. Un chico que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás aún si se dejaba al último lugar, de esos amigos que te acompañarían a una caminata por algún sendero sin chistar solo por el hecho de acompañarte, solo por el hecho de estar ahí. Seokjin también era inteligente y certero, ordenado con sus cosas y muy persistente cuando quería algo. Era además valiente y desinteresado.
Seokjin era lo mejor que le había pasado a su vida y por eso tenía miedo de confesarse.
Namjoon miró la flor y luego el rostro amigable de su amigo —pensé que estas te gustaban.
—Me gustan, mucho la verdad —Jin resopló —quien sea que las esté enviando me conoce bien ¿no crees? Eso me da un poco de miedo.
—Quizá solo es alguien que tiene miedo de confesarse.
Seokjin se encogió de hombros —a Yoongi le van a gustar.
—A Yoongi no le gustan las flores.
—Oh… Bueno en ese caso hay como miles y millones de regalos que le puedes hacer y que le gusten. Estoy seguro que puedes con eso Joonie.
Era demasiado.
Namjoon tenía las palabras en la punta de su lengua y no era así como lo había planeado por semanas en la intimidad de su enorme habitación.
Una y mil veces había ideado la mejor manera de decirlo. Algo sutil sin querer romper con lo que habían construido todos esos años, pero era difícil ya que su amigo jamás había mostrado algún tipo de interés en él. Jamás lo había mirado más de dos veces cuando comparaba ropa nueva con el puro afán de ser visto por el rubio. Esos trajes a medida que su secretaria miraba más de dos veces cuando pasaba a su lado no parecían tener el mismo efecto en el rubio.
Jamás Seokjin había volteado a verlo cuando se paseaba a propósito en ropa interior fingiendo buscar algo en la sala mientras mostraba su cuerpo que con tanto esfuerzo había trabajado.
No. Eso nunca había pasado y es por eso que Namjoon se frenaba día a día de decirlo.
Me gustas mucho Seokjin. Dame una oportunidad para hacerte feliz.
—No me gusta Yoongi —repitió lo que había dicho y que al parecer Seokjin no había escuchado. —Él no es quien me gusta.
Las palabras atoradas en su garganta mientras veía la manzana de Adán de Seokjin subir y bajar. Se veía nervioso de un momento a otro rehuyendo de su mirada.
¿Él lo sabía?
¿Seokjin lo había descubierto incluso antes de habérselo dicho?
—Jin —dijo bajito.
—Yo... Creo que iré a ducharme.
Jin se alejó pero Namjoon fue más rápido y lo tomó de su sudadera. Sintió exactamente cuando el cuerpo del otro se tensó y él debería haber sabido que todo se convertiría en un desastre cuando el rubio negó con su cabeza.
—Hyung, escúcheme.
—No lo digas —los ojos de Seokjin se nublaron cuando vio la mirada anhelante de Namjoon. —Por favor —susurró.
—Me gustas, me gustas tanto —Nam sintió su mentón temblar cuando una lágrima cayó por la mejilla de Seokjin mientras hacía un puchero —y sé que no debía, sé que es un error…
—No sigas —Jin se zafó del agarre del castaño y limpió la lágrima que había caído por su mejilla.
Nam empuñó su mano libre y finalmente dejó que todo lo que sentía saliera a la luz. Ya se había confesado. Ya no había nada más que perder.
Dejó la pequeña maceta sobre la mesa de centro y se dio el valor suficiente para terminar lo que quería decir, si todo se iba a ir a la mierda al menos tenía que desahogarse. Y eso fue lo que hizo.
—¿Crees que me gusta sentir esto por ti? Quererte como algo más cuando me presentas a los chicos con los que sales, haber tenido que escuchar una y otra vez tus historias sobre lo bien que te va con los hombres —se pasó una mano por el cabello tratando de aclarar sus ideas mientras veía a Seokjin descolocado, incómodo y él no estaba preparado para eso. —Me duele quererte.
—¡Dices eso como si fuera mi culpa! Hace media ahora eras mi maldito mejor amigo —el mentón de Seokjin comenzó a temblar.
—No es tu culpa, ¡Pero que querías que hiciera! Esto comenzó a brotar dentro de mí y traté de detenerlo, traté muchas veces Seokjin, pero no pude, simplemente fue más fuerte.
El rubio negó nuevamente, no podía creer lo que estaba escuchando y en algún momento pensó que estaba soñando, que todo lo que su amigo estaba diciendo era una broma de mal gusto, porque Seokjin jamás había sospechado de él, jamás se le había pasado por la cabeza que Namjoon tuviera esos sentimientos.
No quería que así fuera.
Pero había visto sus ojos minutos atrás y lo comprendió, no necesitó palabras para darse cuenta de la mirada del castaño, sus ojos culpables y amorosos, una disculpa implícita antes de confesarse.
Seokjin no estaba preparado.
—Yo… Necesito salir de aquí.
Namjoon lo siguió hasta la puerta gritando su nombre, tratando de que se quedara con él, que hablaran, que trataran de arreglar el tremendo problema que había originado.
Él debería haberse quedado en silencio por siempre, incluso hacerlo cuando Seokjin encontrara al hombre de sus sueños y tuviera una linda vida feliz, porque él estaría ahí, Namjoon quería estar en todos los eventos de la vida de Seokjin viéndolo de lejos, pero ahora todo se había ido a la mierda y él solo pudo observar la espalda del otro hasta que se perdió por el corredor del edificio en donde vivían hace un par de años.
Cuando cerró la puerta detrás de sí miles de sentimientos lo embargaron pero el más recurrente fue la vergüenza ante el rechazo. Y él debía haberlo sabido, un chico como Seokjin jamás se fijaría en alguien tan normal como él. Un hombre aburrido, un hombre rutinario que hacía todos los días lo mismo sin fallar, un hombre que no podía ofrecerle aventuras o cualquier otra cosa que Seokjin quisiera.
Su cabeza golpeó la puerta cuando sus piernas fallaron. Abrazó sus piernas débiles y miró el lugar que tantas veces había llamado hogar. Miró las flores, esas mismas que él mismo había comprado con el solo hecho de ver una sonrisa en el rostro de Seokjin. Ya que cada vez que llegaba el repartidor, Namjoon se aseguraba de estar en ese lugar para poder ver sus ojitos brillantes y esa mirada tímida que tanto quería.
Las lágrimas comenzaron a caer una a una y él no las detuvo. No quería hacerlo de todos modos.
Se quedó allí tanto rato que cuando se dio cuenta eran más de las ocho de la noche y él tenía ganas de orinar, por lo que se levantó despacio haciendo sonar sus huesos en el proceso.
Pasó por la sala sin mirar nada y se metió al baño de su habitación. Se miró al espejo y su rostro patético con lágrimas secas. Lágrimas que había derramado por un amor no correspondido, lágrimas porque sabía que había perdido a su amigo esa tarde de febrero y eso era suficiente para sentirse como un maldito imbécil.
Deberías haber guardado silencio. Le decía su mente una y otra vez, pero ya estaba hecho.
Ya no había nada más que hacer.
Salió del baño y se quitó su camiseta, también su pantalón y aunque su estómago rugió pidiendo alimento él se acostó bajo sus sábanas. Buscó a tientas su celular para luego encender la lámpara. Puso su alarma para el otro día y bloqueó el teléfono. La vida debía continuar aún si sentía que su pecho se había partido por la mitad.
Aún si sentía que le dolía cada músculo de su cuerpo.
Cerró los ojos y mordió su labio recordando los ojos aterrados de Seokjin antes de su confesión.
Debería haber parado justo en ese momento. Justo ahí cuando lo vio retroceder y alejarse como si no quisiera escuchar lo que él le estaba comunicando con su mirada.
Namjoon se giró sobre la cama y encendió la pantalla de su celular nuevamente. Buscó el nombre de Seokjin obviando todos los mensajes que tenía de su asesor solo para ver su foto de perfil, para torturarse un poco más con la idea de que ese hombre jamás lo miraría nuevamente, quizá nunca más sabría de él y ese pensamiento hizo que sintiera ganas de vomitar.
Pensó en escribir una disculpa, aducir que sus palabras habían sido un mal repentino, una idiotez a causa del estrés de su trabajo y que en realidad sus sentimientos no eran tan fuertes.
Sus dedos escribieron un lo siento hyung.
Borró el mensaje que no alcanzó a enviar y luego buscó entre sus contactos a la última persona que pensó que le escribiría. Los celos llegando rápidamente a él al ver la foto de perfil.
Tecleó muy rápido y envió el mensaje aguantando la respiración.
—¿Seokjin hyung está contigo?
Esperó unos segundos hasta que el mensaje fue leído, para su sorpresa fue respondido enseguida.
—Si, él está aquí.
—¿Está bien?
No hubo respuesta inmediata y Namjoon se llevó su antebrazo hasta su cara para taparse los ojos. Quería hablar con él, disculparse, inclinarse ante él y alegar demencia. Sentía tanta vergüenza que cada vez que recordaba su confesión sus mejillas se calentaban y la tristeza lo invadía profundamente.
Volvió a mirar la foto de perfil de Seokjin y ese chico Jimin. Ese mismo que había sido novio de su amigo en sus años de universidad y que luego de la ruptura se habían convertido en grandes amigos que follaban de vez en cuando para liberar tensiones. Todo eso dicho por el mismo Seokjin entre risas y bromas mientras tomaban unas cervezas en el balcón del departamento.
Namjoon no podía odiarlo aunque quisiera. El chico ese no tenía la culpa de nada.
El teléfono vibró y Nam lo desbloqueó de inmediato.
—No está en su mejor momento, solo un poco conmocionado, pero no quiere que lo llames.
Namjoon estaba seguro que una puñalada dolería mucho menos que saber que Seokjin no quería hablar con él.
—Gracias por responder. —Escribió con dedos temblorosos.
Cuando terminó de escribir apagó la pantalla y se quedó mirando el techo unos minutos hasta que sus párpados pesaron y se quedó dormido.
Las horas pasaron rápidamente y cuando su despertador sonó Namjoon sintió sus ojos pesados e hinchados. Más hinchados que lo habitual.
Los abrió lentamente mientras tomaba su teléfono para apagar la alarma. De inmediato buscó en sus notificaciones para saber si Seokjin le había escrito y luego de revisar los mensajes de sus amigos, las citas de la semana y las invitaciones a jugar golf de los miembros de su partido político se dio cuenta que no había nada allí y que no lo habría.
Tiró las sábanas y frazadas hacia atrás y el frío de la mañana le dio la bienvenida, era la mañana más amarga y gris que había sentido en mucho tiempo y el silencio del departamento le hizo doler su estómago.
Estaba tan acostumbrado al ruido de Seokjin en la mañana, a la forma en la que murmuraba las cosas que debía hacer ese día para no olvidar lo importante, la forma en que le hablaba a sus miles de flores regadas por todo el lugar o cuando cantaba bajito alguna canción que estuviera de moda o la canción que fuera que en labios de Seokjin eran algo así como la mejor melodía que Namjoon pudiera escuchar. Lo calmaba y tranquilizaba.
Pero ahora solo escuchaba el ensordecedor silencio del lugar.
Se metió a la ducha y en menos de veinte minutos estuvo listo. Arregló su corbata y tomó su chaqueta de traje que estaba sobre la cama desordenada. Caminó hasta su escritorio y tomó el reloj que usaba hace un par de años, un reloj que usaba a juego con Seokjin y que esa fría mañana se sentía como si se estuviera poniendo una roca enorme sobre su muñeca.
Con un suspiro abrió la puerta y asomó su cabeza, no sabía si su amigo había vuelto al departamento pero todo indicaba que el rubio no estaba en ese lugar.
Namjoon observó las flores que llenaban la sala y todo el lugar y nuevamente, como la noche anterior, sintió que su corazón de rompía y dolía como nunca antes lo había hecho.
Decidió no quedarse a tomar desayuno, lo haría en la oficina, después de todo tenía una secretaria muy eficiente que le ofrecía comida cada dos horas cuidando así su dieta.
Namjoon miró por última vez el lugar y se giró para llegar hasta la puerta para luego tomar su bolso de cuero. Le gustaba ese departamento, lo había elegido años atrás cuando su padre había muerto y la herencia de la familia había caído sobre él. Luego de eso había conocido a un Seokjin recién egresado de pediatría que buscaba un hogar, Namjoon en ese momento decidió que necesitaba un compañero de casa y ahí fue donde partió la historia amistosa de ambos...
Y que él arruinó enamorándose en el camino.
Alejando los recuerdos Nam cerró la puerta y mientras esperaba el ascensor pensó en lo que pasaría si Seokjin decidiera dejar el departamento, dejar la vida que ambos habían compartido por tantos años. Esa era una opción realmente válida en ese minuto pero por más que se imaginaba una vida sin Seokjin no lograba encontrar un sentido a aquello. La vida sin Seokjin sonaba triste y solitaria en su cabeza.
Las puertas se abrieron y antes de que él pudiera poner un pie dentro del ascensor Seokjin salió de este chocando con Namjoon.
Ambos se quedaron mirando cerca, tan cerca que sus pechos estaban rozándose. Namjoon lamió sus labios resecos y se separó al ver los ojos hinchados y sorprendidos de su amigo.
Ninguno dijo nada mientras las puertas volvían a cerrarse y el corredor se volvía silencioso e incómodo.
Namjoon aclaró su garganta decidiendo que debía decir algo, él había arruinado la amistad por lo que debía tratar de arreglar las cosas.
—¿Estás bien?
Seokjin sorbió por la nariz y luego negó muy despacio, sus ojos inquietos recorriendo cualquier punto en la pared menos el rostro de Namjoon.
—Me voy a mudar, vine por mis cosas.
El mundo completo pareció desaparecer para el castaño que arrugó su ceño mientras las palabras se desvanecían de los labios de Seokjin. Nunca imaginó cual doloroso sería escucharlo decir aquello.
—Jin —dijo en un susurro triste —no lo hagas... Podemos hacer que funcione, olvida lo que dije ayer ¿si? Olvida todo eso y sigamos como antes, de hecho será mucho mejor, prometo que no te molestaré... Yo —Nam exhaló una bocanada de aire ya que había dicho todo de manera rápida, era un ruego. Lo sabía, el joven senador Kim Namjoon le estaba rogando a su amor no correspondido por una oportunidad.
Se sentía patético.
—No quiero hacerte daño —Jin dijo recorriendo con sus ojos el familiar rostro de Namjoon.
—No lo harás —el castaño cerró sus ojos por unos momentos y luego se irguió en su estatura. Miró la hora en su reloj pulsera y maldijo porque debía irse —mi chófer está esperándome, pero vendré esta noche y podremos hablar bien ¿si? No te vayas sin que podamos hablar bien esto. Por favor hyung.
Seokjin tragó saliva y no dijo nada. Tenía todo un discurso en su mente pero nada salía de sus labios, estaba completamente paralizado.
Namjoon vio la vacilación en el rostro ajeno. No quería una despedida, no quería no volver a verlo porque su día a día incluía a Seokjin, todo tenía que ver con el hombre hermoso del que se había enamorado, pero tampoco podía obligarlo a que lo viera con otros ojos.
No podía obligarlo a que lo quisiera.
—Volveré a las nueve, si estás aquí para ese entonces hablaremos y trazaremos un nuevo camino, como los amigos que siempre hemos sido... Pero si decides irte yo... —Nam no quería esa posibilidad pero aún así debía prepararse para aquello —si decides irte yo lo aceptaré.
Seokjin asintió se llevó una mano hasta su pecho y no dijo nada mientras las puertas del ascensor volvían a abrirse y Namjoon entraba en este.
Antes de que su amigo se fuera, él bloqueó las puertas con sus manos. Su corazón dolió ante los ojos aguados del otro.
Se dio el valor para decir lo que debía haber dicho la tarde anterior cuando Namjoon lo sacudió con su confesión. Jamás pensó que una cosa así ocurriría… Namjoon, Kim Namjoon, el hombre correcto y de fuerte sentido social había puesto sus ojos en él. Se sentía extraño luego de la confesión, como si hubiese vivido una mentira todo el tiempo cuando Namjoon le sonreía y le aconsejaba cuando tenía penas amorosas, Seokjin no quería ni imaginar lo doloroso que era eso. Escuchar a la persona que quieres hablar de otros sin poder hacer algo más que escuchar.
Seokjin se sentía egoísta, como una mierda por todas esas conversaciones en que había necesitado de las palabras tranquilizadoras del otro. Culpable cuando una vez Namjoon entró al departamento cuando él estaba con otro chico casi teniendo sexo sobre el sofá.
Una lágrima cayó por su mejilla y no la limpió. —Gracias por las flores —su voz se quebró de inmediato —gracias por todo.
Namjoon solo asintió y cuando Seokjin se quitó de las puertas y el ascensor comenzó a descender es que él echó su cabeza hacia atrás sobre la fría superficie y pensó en que esas últimas palabras sonaban como una despedida.
No. No pensaría así.
Lo dejaría todo al destino y a Seokjin.
La suerte estaba echada pero todo hacia indicar que a veces ni las flores eran suficientes para conquistar a alguien.
• • •
💞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro