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Capítulo cuatro: IV. [Pte. 1]

parejas: harry styles/PMO (menciones: louis tomlinson/PMO, breve: harry styles/louis tomlinson)

técnicamente, sebastián es una persona real, gracias a wikipedia. asumo que muchas personas no tienen idea de quién es, (incluyéndome) así que lo puse como PMO. quiero decir que es un nombre real de un príncipe o de la familia real, además del mínimo de investigación, eso es realmente todo lo que usaré.

este capítulo es extra largo, por lo que lo separaré en dos partes.




IV: Harry.


Son vísperas de año nuevo en París. Y Harry está enamorado.

Ha estado con Sebastián desde hace un mes, pero le tomó sólo una semana decidir que eso no le importaba. Harry nunca ha experimentado algo como esto, algo tan brillante y tan apasionado, apareciendo casi de la nada. Sólo hizo falta un número garabateado en una servilleta con un lindo patrón en su trabajo y Harry estuvo completa y totalmente consumido. Si alguien más tuviera que llevar a Harry en una primera cita a la Torre Eiffel por doce euros de cócteles, se habría reído en su cara. Pero a Harry le gustó su sonrisa, le gustó la forma en la que su risa sonó cuando Harry hizo chistes malos, le gustó las arrugas alrededor de sus ojos, le gustó la forma en la que tomó su mano y lo besó en el aire frío. A Harry le gustó tanto que omitieron la película que iban a ver, sólo para ir, en cambio, al departamento de Harry y hacer el amor hasta el amanecer. Harry nunca creyó mucho eso de ser un romántico, y no está seguro si es porque vive en la ciudad del amor, o si es todo acerca de Sebastián, pero siente que ha estado viviendo en un cuento de hadas.

Sólo ha pasado un mes, pero cada momento que él ha pasado en la cama de Harry se siente como toda una vida. Harry quiere saber todo sobre él— qué lo hace doblegar, qué es lo que ama, lo que odia, cada pulgada de su cuerpo, cada peca, su cabello y su cicatriz. Harry se siente como un novato, abierto y vulnerable, todo para que Sebastián lo tome. Tal vez sea estúpido, un error que lo dejará solo y con el corazón roto una vez más, pero se siente diferente con Sebastián. Puede sentir la pasión de sus dedos, la pasión que irradia de sus huesos. Puede sentirlo en la forma en que lo besa y acaricia su vientre después del sexo. Harry no tiene miedo de amarlo, pero tal vez, debería estarlo.

A principios de la tarde, Harry se reúne con Sebastián y sus amigos en Notre Dame, en un popular bar en el Barrio Latino. Lo hicieron hasta una hora antes de la medianoche, cuando Sebastián gruñó en su boca y sobó sus caderas. Harry no necesitó más convencimiento antes de llamar un taxi. Jura que ha pasado más tiempo en la cama en este mes, que en cualquier otro lugar. Si no fuera porque Sebastián va a la universidad, duda que, incluso, encuentre ánimos para levantarse a sí mismo e ir a trabajar. Apenas tiene para pagar el alquiler, por no hablar de la comida. Afortunadamente, Sebastián siempre se las arregla para mantener la cocina de Harry bien surtida con todo tipo de productos frescos y pan.

Harry sabe que es un perrito enfermo de amor. Sabe que, probablemente, esté haciendo el ridículo, que todo esto ha pasado demasiado rápido y que podría terminar con la misma rapidez. Se siente seguro y cálido y amado con Sebastián, sin embargo, más de lo que se ha sentido en mucho tiempo.

Empiezan el año nuevo con Sebastián meciéndose contra él, un vibrante zumbido, lento y profundo, desde fuera inundando a través de la ventana rota. "Feliz año nuevo, mon chaton¹." Sebastián sonríe en su boca.

(¹Mon chaton: Mi gatito)

Harry se ríe, sin aliento, agarrando sus bíceps cuando se viene.

Sebastián rueda encima de él después, atrapándolo con las sábanas. Harry se acerca para correr su mano por su pelo oscuro. "Feliz año nuevo, mon chou²," dice.

(²Mon chou: cariño)

Sebastián muerde su hombro, ahogando una risa contra su piel. "¿Cariño? ¿De dónde sacaste eso?"

"Busqué términos cariñosos franceses en google."

Sebastián ríe más fuerte, inclinando la cabeza para tomar la boca de Harry en un beso. "Te amo," dice, con cariño.

Harry aprieta su cadera y besa su nariz. "Yo también te amo."

Harry se queda despierto mucho después que Sebastián se ha quedado dormido, escuchando el ritmo de su respiración. Finalmente, se da vuelta para presionar un beso en su mejilla y se levanta, con cuidado de no moverse rápido y despertarlo.

Se desliza en un par de pantalones y un suéter que no sabe si es suyo o de Sebastián. Recoge su teléfono antes de escabullirse a la puerta del departamento, cerrándola silenciosamente detrás de él. Se dirige por el pasillo poco iluminado, subiendo las escaleras a la azotea.

Toma asiento en una de las sillas endebles de metal que dan a la calle iluminada de París. En las noches, especialmente en las claras, es capaz de ver la silueta desnuda de la torre Eiffel desde aquí, pero el aire está demasiado denso con el frío, y la emoción de la noche. No le importa a Harry, sin embargo, está enamorado de todas las partes de París, incluso sin la torre. No piensa que se irá nunca, incluso si eso significa que tiene que estar aquí, en un lugar tan pequeño y deteriorado que no parece justo llamarlo departamento. Ni siquiera tiene su propio baño— tiene que compartirlo con dos personas más en su piso. Y lo ama de todos modos. Le gusta pensar que le da carácter.

Harry ha estado en un montón de lugares diferentes durante el año pasado y no puede negar que está enamorado de una gran cantidad de ellos, pero París lo golpeó con fuerza. Ha estado viajando por casi un año, y después de un momento particularmente salvaje en Berlín, decidió, finalmente, volver a Doncaster. Estuvo en casa por sólo un mes antes de empacar sus maletas y mudarse a París, para gran consternación de su madre. Fue la decisión correcta, después de todo; lo llevó a Sebastián.

Harry ni siquiera está seguro por qué lo hace. No hay razón alguna para dejar a Sebastián dormido en la cama, su pecho pesado con adoración y cariño, pero marca el número de Louis, sus dedos agarrado el brazo de la silla oxidada.

No ha visto a Louis desde el último año nuevo, pero han hablado. Harry dejó atrás la rabia amarga, aunque el dolor persiste en algún lugar, en los rincones más oscuros e ignorados de su pecho. Es una tontería que todavía lo sienta. Louis cruza en su mente a menudo, incluso después de todo este tiempo. No eran más que niños, pero Harry no está seguro de cómo dejarlo ir. No importa cuánto lo intente, no importa si se enamora perdidamente de alguien más. Louis siempre estará ahí, en órbita.

A mitad de su viaje, Harry había comenzado a enviar postales, finalmente, reduciéndose a una llamada telefónica donde Harry le había dicho a Louis que estaría de vuelta en verano y que podrían hablar. Una semana antes de que Harry tuviera que volver como se suponía, decidió no hacer y se quedó en Berlín, en su ligar. Estaba demasiado asustado de volver, demasiado asustado de hacerle frente a Louis. Estaba asustado de volver a lo mismo con demasiada facilidad. Louis todavía tenía un pedazo de Harry, que Harry no quería ver. En lugar de llamar, envió otra postal con nada, pero: ¡Berlín llama! ¿Navidad? escrito en tinta negra. Ni siquiera se molestó en firmarlo. Cuando regresó a Doncaster en otoño, se encontró llamando a Louis y sugiriendo visitarlo en Oxford. Louis parecía sorprendido, y luego, feliz, antes que, finalmente, haya bajado la voz casi disculpándose. "Debo decirte, sin embargo, que tengo novio." Dijo. "Pero puedes venir." Harry lo dejó pasar como si no fuera la gran cosa, que sólo era un pensamiento y que lo iría a ver. Luego, se trasladó a París y no regresó para la navidad.

Fue mejor de esa manera, Harry no era lo suficientemente fuerte entonces, cosa que demostró considerando la idea de ir a visitarlo, o la forma en la que su corazón de hundió ante la mención de Louis teniendo un novio. Todo era tan estúpido, y Harry no iba a ser el que corriera tras él. Sin embargo, aquí está, a dos horas de Año nuevo con la soñolienta voz de Louis en su oído.

"¿Hola?"

"Hey, Louis. Soy yo," dice, antes de darse cuenta de que Louis probablemente no sepa quién es yo nunca más. "Quiero decir, soy Harry. Lo siento si te he despertado."

"Oh, no. Sólo espera un segundo, ¿bien?" Harry oye un poco de agitación, un gemido ahogado y disconforme, Harry asume que es de 'El novio'. No le molesta tanto como antes. No debería hacerlo, se recuerda a sí mismo, no con su novio escaleras abajo.

Harry puede oír que la puerta se cierra y "Hey, lo siento," dice, su voz todavía baja, pero un poco más despierto. "¿Qué pasa?"

"Sólo— no sé." De repente, se siente muy estúpido. Desea nunca haber llamado. "Uh, ¿feliz año nuevo?"

Louis se ríe y suena real y rico. Incluso, a través de las millas entre ellos, Harry siente que podría extender la mano y agarrar la suya. "Gracias. Para ti también."

"Lo siento por no estar ahí para navidad."

"Sí, escuché que te mudaste a París," ríe, y duce: "Compañero, realmente no puedes quedarte quieto, ¿verdad?"

"No, creo que no," Harry sonríe, metiendo sus pies debajo de él. Desea no haber olvidado sus zapatos. "Me gusta aquí. Deberías realmente visitarme algún día."

"Sí, definitivamente," dice, pero ambos saber que no lo hará. Harry no puede estar demasiado decepcionado por esto. Es mejor así, de todas maneras.

El silencio cae entre ellos, y Harry no está seguro si esta es la parte en la que se supone que debe preguntarle a Louis sobre a escuela y EL Novio, o si se supone que debe contarle acerca que trabaja en un auténtico café parisino y tiene un apropiado amante francés. No quiere hacer nada de eso, sin embargo. no quiere escucharlo, no quiere recordarse que sus vidas están tan separadas ahora, separadas por millas y océanos, apenas conscientes de lo que está pasando con el otro. Quiere fingir que no hay nada entre ellos. No hay lágrimas ni angustia o gritos o evitarse. Quiere fingir que nada de esto hubiera pasado, y que esto sólo es Louis, el mejor amigo que ha tenido.

"Es bueno saber de ti," Louis dice, finalmente, rompiendo el silencio.

"Igualmente."

"Yo—" se detiene a sí mismo, cayendo en silencio como si reconsiderara sus palabras. Cuando habla, su voz es apenas un susurro. "Te extraño, ya sabes."

Harry traga, sus dedos clavándose en su rodilla. De repente, está muy consciente del frío del exterior. "Sí," dice. "Sí, yo también."

"Estaba pensando el otro día cuando tuvimos esa gran idea de ir a acampar junto al río, el que ni siquiera conocía, bebiendo toda la noche y viendo la salida del sol." Louis dice, su risa pequeña. "Así que le dijimos a nuestros padres que ambos estábamos durmiendo en la casa del otro, pero por supuesto que no funcionó, porque mi mamá vio que saqué el auto. Idiotas, eso éramos."

Harry se ríe, sonriendo ante el recuerdo. "Sí, lo recuerdo. Me metí en tanta mierda con mi madre. Estuve castigado como por un mes también."

"También yo. No ayudó que estuviéramos ebrios cuando nos encontraron, y cuando nos buscaron y nos llevaron." Ríe fuertemente. "Oh, Dios mío, ¿no vomitaste en el asiento trasero?"

"Cállate, sí," Harry tira de su labio inferior, tratando de empujar hacia abajo su sonrisa.

"Estoy bastante seguro de que en la mañana pasé todo el día vomitando, así que no puedo ser..." Se calla y Harry puede oír murmurar en la otra línea una voz masculina, por supuesto. Harry ni siquiera lo conoce, no tiene idea de cómo es, pero en este momento, lo odia. Lo odia por interrumpir esto. El Novio tiene a Louis todo el tiempo, ¿por qué Harry sólo no puede tener esto?

"Sí. Sí, bebé, ve a la cama. Estaré ahí en un segundo." Harry escucha decir a Louis. "Es sólo un amigo. No estoy siendo silencioso. No quería despertarte." Escucha que alguien se mueve, como si Louis estuviera cubriendo el parlante del teléfono, y por un momento Harry no oye nada. Está considerando colgar y volver a la cama cuando, de nuevo, Louis habla. "Lo siento, compañero," dice, pero parece demasiado forzado, mucho más casual que antes. Harry asume que todavía está ahí, envuelto en sus sábanas, escuchando. "Debería ir a la cama. Fue agradable saber de ti, sin embargo."

"Sí. Sí, tienes razón. Es tarde. Lo siento de nuevo por despertarte, y bueno, eh," se detiene, imaginando que prefiere no reconocerlo en voz alta.

"Sí, está bien. No hay problema." Hay una pausa incómoda, como si no estuviera listo para colgar tampoco, pero entonces está diciendo. "Feliz año nuevo."

"Feliz año nuevo." Harry dice, y Louis cuelga.

Se sienta afuera por unos minutos más, hasta que el frío es demasiado. Vuelve al interior, colocando su teléfono en la cómoda y se arrastra bajo las sábanas. Se acurruca cerca de Sebastián, en un intento de robarle algo de calor corporal. Sebastián murmura algo ininteligible en voz baja, todavía medio dormido.

Harry empuja su nariz contra su mejilla, respirando hasta que despierta.

"¿Estás bien?" Murmura.

Harry asiente. "Perfecto."

✖✖✖


Dos semanas más tarde, Sebastián finalmente está de acuerdo en llevar a Harry a su casa. Harry apenas es capaz de contener su emoción mientras camina por la calle empedrada de la cafetería. Trata de mantener la calma, pero sabe que Sebastián ve a través de él.

Desde que se conocieron, Harry no ha ido a su casa ni una sola vez. De hecho, Harry no sabe mucho de su vida antes de París, además de que creció en Luxemburgo. Harry trató de sacarle información, hizo palanca para obtener detalles de su familia y su infancia, pero Sebastián siempre negó con la cabeza y lo besó mientras decía, "Estoy aquí ahora."

Con cada bloque, los edificios que los rodean se hacen cada vez más bellos y grandiosos. Harry no sabe lo que está esperando. Trata de imaginar todos los posibles escenarios en cuanto a la vida que Sebastián ha mantenido oculta. Harry no piensa que podría avergonzarlo, que estaba avergonzado de no ir a su departamento y que, por eso, tenía que mantener a Harry lejos, porque no cree que sea posible tener un departamento mucho peor que el suyo. además, Sebastián siempre lleva ropa bonita, a medida y prístina, a diferencia de Harry, quien no posee una sola prenda que no tenga más de un año. Tiene la idea de que Sebastián es rico. Eso tendría más sentido, y ahora que están rodeados de hermosos edificios parisinos e imponentes árboles junto a postes de luz victorianos, Harry piensa que eso es más certero.

(Prístina: que se mantiene inalterado, puro, tal como era en su forma primera u original.)

Sebastián se detiene delante de una gran casa. Se ve exactamente a como esperaba que una lujosa casa de Paris luciera, con ladrillos blancos, suave y una valla de hierro negro con hermosos detalles. El jardín de en frente es espectacular, con rosas y margaritas y lilas, perfectamente recortada, pero con un sabor salvaje, como si estuvieras en el campo. Harry se ha enamorado del exterior y no puede empezar a imaginar lo que hay dentro.

Sebastián parece nervioso mientras gira la llave en la puerta, lentamente empujándola. La sostiene por Harry, vacilante, incitándole a que pase primero. Harry se mueve lentamente, como si entrara en un palacio secreto. Es como esperaba, y mucho más. Sus sentidos están llenos con mármol y colores dorados y tonos pasteles. No está seguro de qué otra cosa pensar, además de hermoso, lujoso. Le recuerda a los pocos castillos que ha visto en los últimos años.

"¿Esta es tu casa?" Harry le pregunta, asombrado y sólo están en el vestíbulo. Levanta la vista

hacia donde está la escalera de mármol en espiral que lleva al segundo piso, el techo alto y en él una gran, gigante araña de cristal. "Esta es tu casa, ¿y has esperado por un mes y medio traerme aquí? ¿Estás diciéndome que podríamos haber estado aquí, en vez de mi apartamento de mierda, todo este tiempo?" Mira a Sebastián con incredulidad.

Sebastián responde con una mirada avergonzada. "Lo siento," dice, apoyándose en la pared. "Sólo— ya sabes. Es demasiado. Quería que me conocieras primero, sin todo esto."

"¿Estabas asustado de que te usara sólo por tu dinero?" Harry sonríe, acercándose a él. Coloca sus brazos alrededor de su cintura y tira de él hacia adelante. "Nunca lo haría."

Sonríe, metiendo un rizo detrás de la oreja de Harry. "No, no exactamente. Es difícil de explicar. Es que toda mi vida ha sido esto, todo lo que he tenido. Es como si toda esta idea de tener el dinero de mi padre, fuera algo grande. Sólo quería estar lejos de eso por un tiempo, pero sé que no podría ocultártelo para siempre."

"Supongo que eso es justo," Harry coloca sus narices juntas, y lo besa. "Bueno, gracias por compartir esto conmigo. Estaba empezando a preocuparme de que fueras un asesino en serio que guarda cuerpos en el sótano."

"¿Qué te hace pensar que eso no es cierto?" Pregunta, bromeando.

Harry se ríe y aprieta su cadera antes de alejarse, con ganas de explorar el resto de la casa. Se detiene a observar el hermoso arreglo floral que parece ser más grande que toda su cocina. "Así que," empieza, caminando más adentro, "¿tus padres viven aquí también?"

"No, ellos están en Luxemburgo. Hemos tenido esta casa durante años. Vengo aquí desde niño. Es aquí donde sólo nos alojamos cuando volvemos a París."

"Wow," Harry dice. Hay flores frescas en todas partes, rosas suaves y blancas y lavandas. Podría bañarse en toda la riqueza. Si este es el lugar donde pasan las vacaciones, no puede empezar a imaginarse cómo será su verdadero hogar. "¿Qué es, exactamente, lo que hacen tus padres"

"Uh, es dinero de herencia, básicamente," dice, siguiendo a Harry mientras lentamente se mueve alrededor de la sala de estar, mirando todo.

Harry sonríe. "Así que, ¿no hacen mucho pero un montón de dinero ronda por aquí?"

Sebastián ríe. "Podrías decir eso."

En el momento en el que van hacia arriba, Harry ve solamente tres habitaciones antes de que lleguen a la de Sebastián. Él había tomado el dormitorio principal y Harry está seguro de que su armario es más grande que todo su apartamento. "No puedo creer que todo esto es lo que has estado escondiendo de mí," Harry dice, pasando sus manos contra las suaves camisas de algodón. No está enojado, ni siquiera puede culparlo. ¿Quién puede decir que Harry no habría hecho lo mismo si estuviera en su misma situación?

"Lo siento," Sebastián dice, genuinamente arrepentido.

Harry lo mira y le ofrece una sonrisa, antes de unirse a él en la puerta. "No lo sientas," dice, tirando de su cinturón para besarlo. Son casi de la misma altura, Sebastián incluso es unas pocas pulgadas más alto. Fue extraño para Harry al principio, ya que está acostumbrado a estar con chicos más bajos que él. Pensó que sería un poco incómodo estar en la cama con alguien igual de alto y desgarbado como él, pero en todo caso, el sexo es uno de los mejores que ha tenido —y bueno, Harry no puede mentir, a lo largo del año en el que ha estado viajando, ha habido un montón de sexo.

Harry se presiona a sí mismo aún más cerca, deslizando la lengua entre los labios de Sebastián. Arrastra la mano por su peco, deslizando sus dedos en la cinturilla de sus pantalones vaqueros. Sonriendo, dice, "¿Qué tal si le damos a esa gigantesca cama un buen uso?"


✖✖✖


Casi todas las mañanas, Harry se desliza fuera de la cama primero, dejando a Sebastián en la cama con un beso en la mejilla. A Harry le encanta cocinar casi tanto como ama las primeras horas de la mañana, cuando todo el mundo es fresco y adormilado, la luz del sol temprano entra por los rosales que están afuera de las ventanas de la cocina. se siente como un privilegio, es como si hubiesen sacado la cocina de las revistas de decoración de interiores. No importa los abundantes productos frescos y carne y pasteles que parecen aparecer todos los días sin explicación. Harry ha estado prácticamente viviendo aquí desde hace un mes, y si antes sentía como si estuviera en medio de un cuento de hadas, ahora se siente como si estuviera en un sueño.

La mayoría de las veces cocina tranquilamente, nada más que el sonido de la fritura de los huevos, las aves afuera y el propio murmullo de su voz. Hoy, sin embargo, opta por la radio, colocándola fuerte, agitando las caderas a una canción pop-francés que le parece familiar. Mientras Harry intenta evitar el pop americano, el pop francés ofrece una experiencia diferente para él —sobre todo en las mañanas, cuando el sol parece un poco más brillante, los pájaros cantan un poco más fuerte y todavía está nadando en medio de sus memorias de la noche anterior, al tener sexo con Sebastián. El pop francés no viene con cierta persona de ojos azules y piel morena en la que Harry ha intentado no pensar, difícilmente, la mayoría de los días.

Harry está en medio del coro de una canción, cantando en alto con una pronunciación terrible

cuando escucha una voz femenina detrás de él decir: "Qu'est-ce que nous avons ici?"

(¿Qué es lo que tenemos aquí?)

Harry deja caer la espátula convertida en un micrófono a su lado sin dudarlo un segundo; se da

vuelta para hacer frente a una morena mujer que se inclina contra la isla de la cocina. Ella está sonriendo, media oculta por un amplio arreglo de lirios que están en el mostrador. Ella parece como si pudiera tener su edad, tal vez, con su cabello perfectamente peinado y características perfectamente cuidadas, ella podría tener treinta y cinco.

"Uh..." Harry parpadea, dándose cuenta de que no está en nada más que unos diminutos bóxer. Lanza sus manos frente a sí mismo, como si eso fuera ayudarle a ocultar algo. La criada probablemente ha visto a Harry más en su ropa interior que en su propia ropa —incluso desnudo, más veces de las que le gustaría admitir— pero, en su mayoría, ella revolotea a su alrededor, sin pestañar. Esta mujer ciertamente no es una criada, sin embargo, ella lo mira como si estuviera juzgándolo que Harry casi puede saborearlo.

Seguramente, algunos minutos han pasado a estas alturas, y Harry no puede pensar en una sola cosa para decirle mientras que molesta su paladar con su lengua. "Bueno, ahora veo por qué Sebastián ha estado escondiéndose en París durante tanto tiempo. Consiguió otro boy-toy secreto. Sorprendente." Ella sacude la cabeza hacia un lado, sus largos rizos bailando sobre el mostrador. "Hablas inglés, ¿no?" Dice, las sílabas arrastrándose como si ella realmente estuviera hablando lento.

(Boy-toy: hombres que sólo se usan para una aventura.)

Harry no está seguro si debe estar más ofendido por la insinuación, o el hecho de que sólo se refirió a él como un boy-toy. En lugar de decir algo, sólo asiente con la cabeza.

"Sí, lo imaginaba. A Sebastián no le importan mucho los franceses. Déjame adivinar..." Ella coloca sus dedos en su barbilla. "¿Australiano?"

"No, británico."

"Hmm." Ella aprieta sus labios cerezas juntos. "Eso es nuevo."

Harry siente que sus mejillas se tiñen de rojo, preguntándose cuántos hubieron antes. Ellos nunca han hablado mucho sobre ello, Harry no pregunta y no lo dice. El pensamiento está ahí sólo por un momento antes de que esté parpadeando hacia ella y diciendo: "Lo siento, ¿puedo preguntar quién eres?"

Ella frunce el ceño. "Alexandra." Hay una pausa, como si estuviera esperando la reacción de Harry. Cuando no hay ninguna, su ceño se profundiza y continúa, arrastrando las sílabas una vez más. "Soy la hermana de Sebastián." Al darse cuenta de su rostro en blanco, ella dice, "y tú no sabías que él tenía una hermana. Hm, divertido. Me pregunto qué más ha estado ocultándote."

"Uh..." Harry mira impotente hacia la escalera, esperando a que Sebastián aparezca. No tiene suerte.

"¿Esto es como, una cosa de una noche, o...?" Ella pregunta. "Es importante que me digas, para poder prepararme mentalmente para otra explosión Guillaume."

(Guillaume: expresión francesa.)

"Er, no exactamente, él es mi novio," murmura, sintiéndose muy joven bajo su expresión en blanco. "Hemos estado juntos como por, tres meses ahora." No es ninguna sorpresa que Sebastián no le haya mencionado a alguna hermana. No está seguro de cómo se las han arreglado para estar juntos tanto tiempo sin mencionar demasiado su pasado y a su familia. Harry sabe acerca de todos los amigos de Sebastián, los actuales —sus trabajos, sus mascotas, sus colores favoritos. Sabe de sus clases en la escuela, los nombres de sus profesores. Harry siempre ha sentido curiosidad por su vida en Luxemburgo, pero Sebastián parece querer mantenerlo en secreto. Desde que Harry no está, exactamente, feliz de compartir su propia historia de vida, no parece justo preguntarle si no han tocado el tema.

Ella bufa, sus cejas casi golpeando sus raíces de chocolate. "¿Tres meses? ¿Te ha escondido durante tres meses?" Sin previo aviso, ella empieza hablar en francés, sacudiendo la cabeza y bufando después de cada frase murmurada, Harry momentáneamente está desconcertado. Todavía no está cerca de hablar un francés fluido, pero se las arregla para entender madre, padre y asesinato.

Afortunadamente, ofreciendo a su primer hijo a Dios, Sebastián finalmente aparece en la cocina, su cara soñolienta y nada más que su propio bóxer, cubriendo sólo un poco más que los de Harry. Harry casi llora de alivio.

Sebastián casi para junto a ella antes de saltar hacia atrás, sorprendido, como si estuviese mirando directamente a un fantasma. "Alex," se ahoga y Harry lo observa mientras su rostro pasa de un color pálido a un rojo. "¿Qué estás haciendo aquí? ¿No podrías haber avisado, primero?"

Ella no se molesta en responder en inglés, y dentro de poco segundos, están envueltos en una feroz batalla, hablando tan rápido que Harry ni siquiera puede descifrar lo que dicen.

Se pregunta si podría escapar de los huevos, ahora, carbonizados y el comienzo de una guerra sin que nadie lo note. No le dan la oportunidad de probar su escape, porque Alexandra lo está mirando con desconfianza, de repente. Sebastián frotando su sien en lo que parece ser pura agonía. "¿Juras que no has hecho ninguna investigación? No estás jugando a ser un inocente muchacho y pensando que esta es una de esas historias del pobre conociendo al príncipe, ¿cierto? Porque te lo voy a decir ahora, mon cher, que no pasará."

(Mon cher: mi querido/querido mío)

"Eh," Harry parpadea, completamente perdido. "¿Qué?"

Alexandra lo ignora, mirando a Sebastián y sonriendo para sí misma. "Supongo que haría un gran papel como Blancanieves."

"Alexandra," dice entre dientes. "¿Por qué?"

Ella hace un gesto hacia Harry, con los ojos puestos todavía en su hermano. "Sé me invitado," ella dice.

Harry está parado entre ellos, indeciso, deseando que uno de ellos deje el tema y sigan adelante.

Sebastián suspira y se acerca a Harry con cuidado, como si fuera a huir si hace movimientos demasiado bruscos. Se inclina hacia adelante, colocando una gran mano alrededor de la muñeca de Harry, tenso, "Así que, puede que haya dejado algunas cosas fuera..."

"Está bien..." dice, lentamente, cambiando su mirada de nuevo a Alexandra, quien está golpeando con sus uñas rosadas, la encimera de mármol.

"Puede que, más o menos," comienza, y luego hace una pausa, antes de decir todo en un respiro, "seaunpríncipe."

"¿Qué?" Harry dice, escupiendo. Se aleja de Sebastián sin razón, casi derribando el sartén y la espátula mientras se apoya en el mostrador. Después de que nadie diga nada, se ahoga en una risa incrédula. "Oh, bien. Claro. Un príncipe. ¿Supongo que eso te convierte en una princesa?" Suelta un divertido, aunque un poco aterrorizado, suspiro mirando a Alexandra.

Ella se encoge de hombros y asiente con la cabeza, antes de mirar su uña como si, de pronto, estuviera aburrida de todo este calvario.

"Lo sé. Sé que es ridículo. Sólo— No sabía cómo decirte algo como esto, quiero decir, definitivamente me miras de manera diferente— no como todo el mundo. ¿Cómo le dices, casualmente, a alguien que eres el Príncipe de Luxemburgo? —no el príncipe, pero uno de los tres. Quiero decir, no es que hubiese pensando que me usarías o algo así, pero yo sólo— No lo sé. No quería que me miraras diferente justo como el resto de las personas. Lo juro, te iba a decir. Pronto."

Lo más elocuente que a Harry se le ocurre decir es: "No sabía que había una familia real en Luxemburgo."

"Mi padre no es un rey o algo así," dice, como si eso fuera a cambiar algo. "Es sólo un duque, pero todavía nos hacen conseguir esos estúpidos títulos."

"Habla por ti mismo," dice Alexandra. "Me gusta mucho ser una princesa."

Sebastián la ignora, t toma la mano de Harry. Harry le permite entrelazar sus dedos, demsiado sorprendido para hacer mucho, pero deja caer su mano, incómodamente, entre ellos. "No es como la reina de Inglaterra o ese tipo de cosas."

"Vivimos en un castillo," Alexandra suelta.

"Alex." Gime, exasperado, apretando la mandíbula.

"Está bien, está bien." Ella levanta sus manos en señal de derrota. "Voy a estar en mi habitación si me necesitas." Dice ella, con dulzura y se pasea fuera de la habitación, sus tacones haciendo clic sobre el mármol.

"Lo siento por no decirte," Sebastián dice de nuevo, después de que Harry no diga ninguna palabra. "No sabía cómo— Nunca he," se detiene, toma una respiración profunda y comienza de nuevo. "Nunca tuve una relación tan duradera. Mis amigos que conozco desde hace un año, ni siquiera saben. Bueno, la mayoría. Algunos lo descubrieron, pero les hice jurar que lo mantuvieran en secreto."

Harry no está enojado— esa no es la manera en la que se siente. Siente confusión, sobre todo, como si todo esto fuera una broma de mal gusto. Su cerebro ha estado corriendo en todas las direcciones posibles, a cada explicación, además de que su novio es un príncipe. Incluso se está preguntando si Sebastián estudia Drama y está siendo filmado en este momento. ¿Un enfermo proyecto final, tal vez?

"¿Un príncipe?" Es todo lo que Harry puede decir.

Sebastián se muerde el labio inferior, y asiente con la cabeza, sus ojos muy abiertos como un cachorro asustado. Está apretando la muñeca de Harry con un poco de fuerza. "Lo siento mucho. Por favor, no te enojes."

"¿Un castillo?"

Sebastián se ve afligido ahora. "Me gustaría poder decir que ella sólo está exagerando, pero no lo está. Es un castillo. Parece un lugar en donde una maldita princesa Disney viviría."

Harry no puede dejar de reír, amortiguando la risa con su mano libre.

Sebastián sonríe, aliviado y aprieta la cadera de Harry, recordándole que todavía está muy expuesto en su bóxer. "Lo siento," murmura de nuevo.

"Está bien. Sólo— Estoy sorprendido, eso es todo."

"Lo sé." Corre la mano por los rizos despeinados de Harry y dice: "Siento que mi hermana sea una especie de salope."

(Salope: puta)

Harry se ríe. "Ella es encantadora," dice con la voz más dulce que puede tener. "Exactamente, como me imaginaba que una princesa sería."

Sebastián hace un ruido de desaprobación, antes de tirar a Harry hacia él, empujando sus bocas. "Y, ¿qué pasa acerca de un príncipe real?"

"Ni siquiera un poco," Harry dice, de verdad.

"Bien." Sebastián sonríe en su boca, "eso era lo que quería escuchar." Besa a Harry antes de decir: "Gracias por ser tan comprensivo."

"Mientras esta sea la última cosa. Puedo lidiar contigo siendo rico, y creo que, tal vez, con toda esta cosa del príncipe. Pero, te juro, si estás secretamente casado o tienes como mascota a un elefante—"

"Ninguna esposa. Sin elefante," dice. "Sólo un perezoso."

Harry rueda los ojos, sonriendo contra su boca. Su cerebro todavía está flotando en algún lugar, tratando de entender el hecho de que su novio de tres meses es un príncipe. Piensa, brevemente, que tal vez esto es un cuento de hadas mal escrito, después de todo, antes de reprenderse a sí mismo: no tiene cinco años. Empuja su nariz contra Sebastián y dice: "Te voy a googlear."


✖✖✖


Después de la gran revelación, la vida continúa, sobre todo, de la manera en la que era. Harry sigue horneando croissants y limpiando mesas, mientras no hay nada mejor en Francia. Y Sebastián continúa en la universidad siendo un príncipe escondido.

Ellos no hablan acerca de eso, en realidad, a excepción de esa tarde en la que Harry pasó en Google, mientras Sebastián estaba escondido en el otro lado del marco de la puerta, demasiado avergonzado para ver las fotos de su familia y él esparcidas por todo internet.

"Era una especie de niño feo. Mira mi corte de cabello. Juraría que una sirvienta lo hizo." Se queja. "Difícilmente, material de un príncipe," dice, imitando una voz de persona rica, y Harry piensa que podría haber estado bromeando.

"Creo que te ves lindo," aunque, estaba agradecido que Sebastián estuviera al otro lado, para que no pudiese ver a Harry ahogando sus risitas mientras miraba hacia atrás. "No puedo creer que mi novio es un príncipe en la vida real. Es un sueño hecho realidad." Dice, bromeando.

Sebastián deja escapar otro gemida, tal vez, incluso un pisotón antes de que Harry lo escuche caminar por el pasillo.

El novio de Harry puede ser un príncipe, pero ahora sabe exactamente cómo conseguir que se retuerza y se ruborice y gima de esta manera realmente entrañable. Nunca pensó que el día realmente llegaría.

Harry lo deja ser por exactamente un mes, hasta que se extienden en el sofá viendo Bring it On, las piernas de Harry cruzando su regazo. Toca con la punta de su pie su estómago, y dice: "Así que, como, ¿cuándo puedo ver tu castillo?"

"Harry."

"¿Por qué odias tanto la realeza? Ni siquiera puedo tocar el tema sin que estés jadeando como si fuera doloroso. O molesto."

"Es sólo—" Sacude la cabeza. "Me mudé aquí para escapar de eso, por un tiempo."

Harry hace una mueca. "No puede ser tan malo."

Sebastián frunce el ceño, la luz de la televisión iluminando las arrugas entre sus cejas. "No lo es... todo el tiempo. Pero, mira, mis padres no están precisamente entusiasmados con la cosa de ser gay. Esa es una de las razones por las que me mudé, en realidad." Mira a Harry, que está sentado ahora, sus cejas levantadas por la curiosidad. Agarra el tobillo de Harry, sus dedos cepillando sus pantalones de chándal. "Supongo que mi sirvienta era, como, una maldita espía o algo, y les dijo a mis padres que estaba teniendo a un chico en mi apartamento todo el tiempo. Fue tan tenso todo el tiempo. Tenía que salir de ahí."

"Lo siento," es todo lo que a Harry se le ocurre decir.

"Gracias, pero no tienes que decirlo. Así es como es. Un príncipe no puede ser gay. Ni importa si nunca llegue a ser un Duque, porque soy el tercer en la línea. Se trata del linaje— de procrear para conservar el apellido. Todo sobre lo que dirán. Pero, ¿qué se puede hacer, ya sabes? Estoy seguro como el infierno que no me casaré con ninguna de las mujeres que fueron mis pretendientes." No está mirando a Harry ya, pero su mano todavía está en su tobillo, haciendo círculos distraídamente. "Apenas hablamos, pero no hay duda de que ellos piensa que estoy en un alboroto gay, saliendo de discoteca en discoteca y caminando por la calle con mi ropa interior de arco iris. Sólo están esperando que me niegue, lo sé."

Harry no puede decir que estaba esperando algo de eso. Sebastián apenas ha hablado no más de cinco palabras acerca de su familia y todas esas fueron por Alexandra. Harry quita sus pies de su regazo, pasando rápidamente a sentarse hasta que sus hombros se están tocando, y presiona una mano contra su pecho. "Lo siento mucho, mon chou..."

Sebastián deja escapar una pequeña risa, como siempre lo hace cuando Harry decide usar esa expresión cariñosa. "De nuevo, no debes sentirlo, pero gracias. Todo esto es parte de las ventajas de ser un príncipe. Yo lo acepté." Dice, aunque Harry no está seguro de que lo haya hecho.

"Pero, ellos no lo aceptan."

Se encoge de hombros, "Sí, bueno."

Harry empuja su nariz contra su mejilla como un gatito. "Te acepto."

Sebastián se ríe, real y completo en esta ocasión. "Gracias, mon coco."

"Ew, eso es tierno," Harry sonríe en su cuello, mordisqueando su piel. Aprieta la nariz contra su nuez de adán, inhala su colonia Clive Christian y murmura: "Te amo."

Los dedos de Sebastián encuentran su camino hasta el cuello de Harry, bailando a lo largo del hueso. Sebastián tiene una sonrisa amplia y picotea su nariz, luego ambas cejas. "Yo también te amo," dice y besa su sonrisa.


✖✖✖


Sebastián es un caos absoluto todo el viaje a Luxemburgo. Una hora de viaje, Harry tiene que obligarlo, literalmente, a salir del asiento del conductor y sentarlos en el asiento del pasajero antes de que ambos terminen muriendo. Él lo ama, pero no lo suficiente para morir con él a los veinte años.

Incluso a medida que conduce a través de la frontera con Luxemburgo, a Harry todavía le resulta difícil creer que Sebastián accedió a esto.

Harry lo puede ver antes de que, incluso, se detenga en la puerta. De hecho, puede ver que se cierne sobre las copas de los árboles a una milla de distancia. Hasta el momento en el que están pasando a través de las grandes puertas de hierro, Harry sigue esperando que termine la broma. No se termina, sólo hay un pálido Sebastián acurrucado en el asiento del pasajero como un cachorro grande. Esto es real. Su novio es, en realidad, un príncipe cuyos padres viven en un maldito castillo.

Sebastián no estaba mintiendo, tampoco. Harry casi espera que una princesa Disney venga bailando, seguido de colibríes y cervatillos con una canción. Harry ni siquiera apaga el en auto, en lugar de eso, sólo se queda mirando a la torre gigante por encima de ellos sin pestañear.

"Tres... dos... uno..." Sebastián dice y Harry ni siquiera tiene tiempo para pregunta, cuando tres personas vestidas con uniformes a juego vienen corriendo desde la puerta frontal. Harry baja la ventanilla entintada cuando se acercan. "Su—" el hombre dice, luego se detiene una vez que ve que es Harry en el asiento del piloto. Sus ojos instantáneamente escanean por Sebastián, quien es apenas reconocible, con sus manos extendidas delante de su cara. "Su alteza real." Y se inclinan. Se inclinan.

Harry coloca su mano en su boca, amortiguando su risa.

Sebastián gime, hundiéndose aún más en su asiento. "Les dije que no me llamaran así," Harry ríe a través de su mano.

El hombre empieza a hablar en francés y Harry escucha un montón de 'señor' antes de que entienda la idea de que ellos quieren que salga para poder aparcar el Ranger Rover y tomar sus bolsas. Quizá, el francés de Harry está mejorando, después de todo.

Sebastián, prácticamente, corre a través de los largos y sinuosos pasillos hacia su habitación y Harry se esfuerza por mantenerse al día mientras mira a su alrededor con asombro. Harry ha estado en un par de castillos antes, pero también podría haber pagado con un brazo y una pierna para pasear por las habitaciones reconstruidas mientras que los turistas están a su alrededor. Se trata de un castillo real, con una familia real. La familia de su novio. Harry no está seguir de cuánto más puede decir eso hasta que finalmente, se lo crea.

Sebastián se derrumba sobre la cama inmediatamente. Es extra grande, por supuesto, con un delicioso edredón mullido que le hace parecer como si estuviera flotando. Harry sigue sin dejar de mirar a su alrededor con asombro, tocado todo lo que sus dedos pueden tocar. Su casa en París es hermosa, pero no le llega ni a los talones en comparación con este castillo. "Esto es una locura," dice, finalmente. Mira a Sebastián que está mirándolo desde la cama.

"Está bien."

Harry lo mira, incrédulo, rodando los ojos. "Cállate. Tú sabes lo que es."

"No crecí aquí," dice, como si eso explicara su falta de interés. "Crecimos en otro castillo. Me gusta más ese. Este es demasiado— frío."

"Bueno, me encanta."

Sebastián se encoge de hombros de nuevo, entonces, rueda sobre su estómago, enterrando su rostro en el edredón.

Harry va hacia la cama y se arrastra en ella, colocándose sobre las caderas de Sebastián. Se inclina, pronunciando las palabras en la piel justo debajo de la línea de su cabello. "Gracias por traerme aquí."

Sebastián hace un ruido que suena muy parecido a 'harrumph' en el colchón.

Harry se ríe, enterrando la cara en su pelo. No se mueven hasta que el mayordomo los llama para ir a cenar, con el rostro frío y carente de expresión. Harry se aferra a la mano de Sebastián, haciendo su camino hacia el comedor, con la esperanza de que sus padres sean cálidos con él. Por la mirada de dolor en el rostro de Sebastián, piensa que esperar eso, sería demasiado.


✖✖✖


Resulta, que lo es.

Hrry había pensado que en los tres días que estuviera ahí podría ser capaz de encantar a los padres de Sebastián lo suficiente para hacerlo cambiar de opinión. Por lo menos, lo suficiente como para permitir que vivan en uno de sus numerosos castillos, felices para siempre

No funcionó de esa manera, sin embargo. en todo caso, se han vuelto más frío. Harry esperaba un poco de resistencia, pero no pudo haber previsto que fueran tan desagradables como lo fueron. Hacen que, incluso Alexandra, parezca un bendito ángel. Harry intenta, por todos los medios que puede, pero ellos no lo dejan y hace algún comentario sarcástico que Harry no puede no tomar como, derechamente, un insulto. La mayor parte del tiempo, sin embargo, hablan en alemán, y algo le dice a Harry que no es la lengua que habitualmente hablan en la mesa.

En su segunda noche, su familia hace una pequeña 'reunión'. O así lo llamaron, por lo menos, pero para Harry, es un maldito baile. Harry está sorprendido de que, incluso, le hayan permitido asistir, aunque sabe que eso significa estar pegado a la pared sin mezclarse, mientras que Sebastián revolotea en el salón de baile, mezclándose y bebiendo champán como un profesional. Harry ve algunos evidentes intentos de sus padres, para hacerlo caer con un desfile de bonitas chicas en vestidos de satén. Harry observa cómo Sebastián sacude su mano, sonriendo amablemente y se involucra en una pequeña charla, el tiempo suficiente para que sus padres crean que irá hacia algún lugar lo que están haciendo, sólo para que Sebastián se excuse unos minutos más tarde.

De vez en cuando, se reúne con Harry contra la pared, donde permanece fiel, comiendo hors d'œuvre y bebiendo demasiada champaña. Entonces, uno de ellos dirá alguna broma acerca de algo o alguien en la habitación, lanzándolos a la histeria, hasta que la madre de Sebastián dispara dagas hacia ellos a través de la habitación ella se acerca, silbando algo a Sebastián en alemán, sus ojos arrastrándose a través de Harry, en lo que sólo podría considerarse como disgusto.

Si bien, todo esto es hermoso y extravagante —candelabros, vestidos de fiesta y luces parpadeantes en el jardín— finalmente entiende por qué Sebastián estaba tan desesperado por salir, y aún más desesperado por no hablar de ello.

En su última noche, Harry regresa a la cocina con agua cuando está acorralado por su mayordomo. "El gran duque solicita su presencia en el estudio."

Harry traga saliva, sintiendo caer su estómago por el miedo. "¿Puedo preguntar por qué?"

El mayordomo lo ignora, dando un paso hacia atrás para moverse por el pasillo. De repente, parece mucho más inquietante que extravagante. "Por favor, sígame."

Harry agarra su vaso, preguntándose por qué Sebastián tiene que estar dormido dos pisos más arriba. ¿Qué pasa si este era el plan desde el principio? ¿Llegar a él cuando estuviese solo y enviarlo fuera, a Asia?

Caminan hasta el estudio, en el que el Duque está sentado detrás de un gran escritorio de roblo, la duquesa a su derecha. Se ven muy serios, y Harry traga, una vez más, sintiéndose muy mal vestido en sus pantalones de chándal de Abercrombie & Fitch.

El duque le dice al mayordomo con un gesto que se retire, cerrando la puerta detrás de él, sin dejar ningún testigo cuando el asesinato y el entierro de Harry pase, en el compartimiento secreto detrás de la estantería. Lo único que se le ocurre decir es: "Uh, ¿hola?"

"Sr. Styles, estoy dispuesto a ofrecerle diez mil libras."

"¿Qué?" Harry casi grita, dejando caer el vaso al suelo. "¿Por qué haría—?"

"Para detener—" Frunce el ceño, y hace un movimiento con la mano, "para detener lo que sea que estás haciendo con mi hijo."

Harry sólo puede mirarlo, su pulso golpeando justo detrás de sus orejas, anonadado por la sorpresa.

"¿Bien?"

"Está loco," Harry dice, sin pensar. "No puede pagarme para dejar de salir con Sebastián."

El duque se aclara la garganta, y se inclina hacia atrás en su asiento de cuero, contemplando a Harry. "Veinte, entonces," antes de que Harry pueda decir que es un tarado, continúa: "Veinte mil, Sr. Styles. ¿Se da cuenta de la cantidad de dinero que es? Podría ir a la escuela con eso. ir a cualquier parte del mundo. Es una tonta historia de amor, ¿realmente vale la pena?"

"No es una tonta historia de amor. Somos adultos—"

"Difícilmente."

La espina dorsal de Harry casi había estado inexistente este fin de semana. Se había obligado a sentarse sonriente y con modales cuando era necesario, pero nunca hay mucho más que eso a pesar de su notable desprecio. Todas las noches se acuesta deseando que se detuvieran, no sólo para sí mismo, sino también para Sebastián. "Mire, amo a su hijo y no hay ninguna cantidad de dinero que pueda hacerme desaparecer."

"Bueno, ese es su error. El dinero que le estamos ofreciendo le duraría bastante, pero esto— esto que tiene con Sebastián, no lo hará. Es un Guillaume. Los príncipes no se casan jóvenes, con nadie del lado inglés. Se casan con las señoras y las hijas de los políticos. Con el tiempo, Sebastián se cansará de esta fase y volverá a donde está la nobleza, y no serás más que un recuerdo lejano de sus días salvajes. Es lo mejor para todos si ayudas a acelerar este proceso, y pagas tu matrícula universitaria a tiempo. Serías un tonto para rechazarlo."

La cara de Harry está en llamas, su corazón en su garganta, ahora bombeando de manera incontrolable. "Entonces, soy un tono," finalmente, logra decir. Se da la vuelta sobre sus talones, abriendo la puerta con las manos temblorosas. El duque lo mira con una expresión oscura, la expresión más oscura que nunca ha visto. "Estaremos fuera en la mañana."

"Realmente, piensa acerca de esto, Harry."

Cuando la puerta se cierra detrás de él, Harry se da cuenta de que es la primera vez que el duque lo ha llamado por su nombre en tres días.

Harry espera hasta que está en el primer tramo de escaleras y alrededor de un rincón oscuros antes de pegarse a la pared, con el pecho agitado. Espera ahí, cinco, tal vez diez minutos, antes de que junte todos sus pedazos lo suficiente para volver a la habitación, sus piernas todavía inestables y amenazando con ceder.

Se mete a la cama, acurrucándose contra el cálido cuerpo de Sebastián. Se mueve más cerca de Harry, murmurando algo ininteligible.

"Hey," Harry duce, el susurro ocultando el temblor de su voz.

"¿Estás bien?"

"Sí, amor," Harry besa su oreja. "Excelente."

Sebastián tararea en voz baja, acurrucándose más cerca de Harry, lanzando un largo brazo sobre su pecho. "Bien," dice, su respiración convirtiéndose en poco profunda en unos minutos.

Harry no duerme mucho esa noche.


✖✖✖


Harry espera dos días, después de llegar a casa, antes de decirle a Sebastián lo que pasó con sus padres. Si no fuera por la corta, oscura expresión y su mandíbula apretada, Harry nunca hubiese sabido que estaba enfadado, y mucho menos sorprendido, su expresión es totalmente irreconocible y blanca. "Lo imaginé," dice, moviendo la cabeza y eso es todo.

"Dije que no," dice, a pesar de que se supone que eso era obvio. "Yo nunca..."

"¿Cuánto?"

Harry traga. "20."

Sebastián ni siquiera se inmuta. "Podrían haberlo hecho mejor que eso."

"No importa, porque yo no lo habría tomado."

"¿Por qué no?" Sebastián pregunta, su tono plano y sin pretensiones.

Harry frunce el ceño, sorprendido y ligeramente acercándose a él: "¿Porque te amo?"

Sebastián rueda sobre su espalda y no dice nada durante mucho tiempo. Harry mira a Sebastián estudiar el techo, algo malo se instala dentro de su propio techo. No lo toca. Por último, Sebastián dice: "Me amenazaron con quitarme la herencia y retirarme mi linaje."

"Seb..."

"Déjalos," dice, pero la falta de emoción en su voz deja mucho confort. "Quizá, sea mejor así, de todos modos. No me van a lanzar a la calle. Lo menos que harán es que me compren una casa en algún lugar y paguen el resto de mis estudios, y en silencio, retirarme de sus vidas, diciéndoles a todos que yo fui quien se fue. Pero eso está bien, podría tener la vida que siempre he querido, sin reglas y regulaciones y expectativas."

Si fuera por Harry, estaría de acuerdo en que eso es lo mejor, pero Sebastián suena tan malditamente agotado y emocionalmente muerto, que Harry no puede sentirse bien con eso. por lo que corre su mano en su estómago en un acto de reconfortarlo, y presiona un beso en su mandíbula. "Te amo, ya sabes."

Sebastián entrelaza sus dedos y gira la cabeza para darle a Harry una sonrisa cansada. "Lo sé y te amo demasiado. No lo haría—"

Harry asiente antes de que pueda terminar. "Lo sé," dice y lo besa.


✖✖✖


Las cosas están bien por un rato, pero luego pasa una semana, luego dos y Harry encuentra que es más difícil convencerse a sí mismo que la manera en la que Sebastián está tratando de salir de sus vidas, lento pero seguro, se debe gracias a los llantos de sus padres.

Después de un tiempo, es casi imposible hacerlo habla, y es como si fuera un fantasma, durmiendo junto a él, besándolo, comiendo con él en la mesa. Está lejos incluso cuando están cerca, incluso cuando están haciendo el amor. Mientras el agujero en el estómago de Harry crece cada vez más, se encuentra a sí mismo aferrado, tirando de Sebastián, que sólo lo hace retroceder más.

Cuando viene, Harry no está sorprendido. Se encuentra agradecido por todos esos años que pasó con Louis, donde fue capaz de ver y estudiar el intrincado proceso de construcción de muros. Por supuesto, Harry no tiene la misma experiencia, porque sus paredes son demasiado cortas y delgadas y son fáciles de derribar, pero habrá algunos escombros, por lo menos.

"Harry," es la manera en la que comienza, respirando lentamente. Harry está frente a él en el sofá, con las manos envueltas en las suyas. "Creo que deberías tomar el dinero."

Harry parpadea, sintiendo cada ladrillo derribarse. "¿Por qué?" Dice, tan estable como puede estar ahora.

"Harry..." sus ojos declaran: no me hagas decirlo.

Harry saca una mano de la suya. "Dilo."

"Harry, ellos son mi familia..."

"¿Y qué? ¿Sólo vas a vivir en una mentira el resto de tu vida? ¿Casarte con una rica chica francesa y tener un montón de bebés en su castillo mientras follas al jardinero en secreto?" Harry se levanta y cruza al otro lado de la habitación, diciéndose a sí mismo que, mientras más lejos esté de Sebastián, menos emocionas van a gotear a través de las grietas. ¿Por qué no puede ser como Louis? ¿Por qué siempre tiene que ser el patético y endeble? ¿El único que realmente se interesa mientras le roban el corazón o lo patean en el costado?

"Harry, por favor, esto no es fácil," dice. "¿Qué esperas que haga? Si pudiera estar contigo y—"

"¿Mantener tu herencia?"

Sebastián suspira, dejando caer su cabeza y frotándose, con los dedos, su frente. "Harry..."

Harry lo ignora, su corazón golpeando en sus oídos. Recoge el pequeño gato de porcelana de la repisa, haciéndolo rodar entre sus manos. No llores, no llores, no llore, se dice, manteniéndose de espaldas a Sebastián. Espera que él no lo pueda ver temblando a través de su camiseta.

El tiempo no pasa entre ellos, el silencio es espeso sobre el ruido del reloj. Una vez que Harry se las ha arreglado para tragarse el nudo de su garganta, es el primero en hablar. "Dios, todo este tiempo en el que actuaste que como si esa vida era lo último que querías. Tan superficial y vano y falso, pero tan pronto cuando te amenazaron con la herencia, es, de repente, lo más importante."

"¿Podrías escucharme sin juzgarme, por favor?" Dice. "No tienes idea de lo que es, vivir toda tu vida como un príncipe, sin ninguna preocupación. No soy como tú. Incluso, vivir un par de horas en mi propia casa fue un gran problema. No soy tú. No puedo sólo empacar una mochila y toda mi mierda y volar a través del continente, sin tener idea de dónde será mi propia comida o mi cama. Es mi familia, es mi vida, es todo lo que sé. Sí, puede ser superficial y vano y mis padres podrían ser incluso peor, pero son mis padres. No puedo dejar que me repudien. ¿Qué importa si tengo que pasar el resto de mi vida fingiendo? Demonios, he estado fingiendo todo este tiempo. Fingiendo que no soy un príncipe, pretendiendo que no soy tan egoísta y vanidoso como el resto de ellos."

Harry no está seguro de que el golpe final era que toda su pared se derrumbara, pero al final del discurso de Sebastián, está llorando. Lágrimas calientes están cayendo por sus mejillas, como cuando tenía 18 años de edad y había sacado toda la mierda de sí mismo gracias a su novio.

"Harry," la voz de Sebastián se ablanda y Harry se encoge a medida que se acerca a él. "Sabes que te amo," dice, y Harry jura que oye una grieta en su voz a través de sus propios sollozos. "Esto no fue— Esto no es fácil, ¿de acuerdo?" Sebastián se acerca a él de nuevo, pero Harry lo empuja, optando por enterrar su cara entre sus mangas. "No duraría para siempre, ya lo sabes. Somos dos personas completamente diferentes, de mundos completamente diferentes."

"Lo habría hecho funcionar," Harry dice, tercamente, bufando a través de las lágrimas y el algodón de su suéter.

Sebastián suspira y esta vez, cuando llega a la cintura de Harry, él no tiene la energía para alejarlo. "Bebé, por favor, sólo trata de entender de dónde vengo." Acerca a Harry hacia su pecho, acariciando su cabello. Todo en Harry grita para que se resista, pero en su lugar, se hunde más en él. Escucha a Sebastián acercarse, y siente el golpetear de su pecho contra su mejilla. "Sabes que no soy el único," susurra en su cabello.

Harry se aleja, sintiendo más lágrimas escapar, empapando la cachemira de Sebastián. ¿Creía que Sebastián era el único? Ni siquiera lo sabe. Claro, tuvo un montón de fantasías de ellos viviendo en su castillo gigante encima de la montaña, adoptando una tonelada de bebés —pero, ¿el único? Harry no está seguro de lo que eso significa, o si cree en eso nunca más. Solía pensar que Louis era el único. El destino y la fortuna y toda esa mierda. Durante todo el tiempo que estaba hundido en este cuento de hadas elaborado con Sebastián, Louis estaba ahí, siempre está ahí, implacable.

(Fate and Destiny)

Como si hubiese leído sus pensamientos, Harry escucha un pequeño suspiro en su oreja. "Louis," Sebastián dice.

Harry se hace hacia atrás, sus manos sobre su pecho, como si hubiese sido electrocutado. Se queda mirando a Sebastián, sangre corriendo a su cabeza. "¿Qué?" Pregunta, de repente, estupefacto, sus lágrimas se detienen otra vez. Harry nunca le ha dicho sobre Louis, nunca le susurró una palabra de lo que pasó. Mientras que Harry sabe que él no lo ha mencionado —¿cómo no podría serlo cuando él es el personaje principal de todas sus mejores historias?— Pero nunca mencionó sentimientos. Louis nunca fue más que su mejor amigo en casa.

"Oh, vamos, Harry. Desde la primera noche en la que te conocí, siempre fue Louis. Todas estas grandes aventuras de Louis y Harry. Todas esas cosas divertidas que Louis ha hecho. ¿Recuerdas esa noche, después de que nos conocimos por primera vez, salimos y bebiste demasiado? ¿En el pub? Estabas borracho, y no dejabas de hablar de él, acerca de cómo estabas aquí porque rompió tu corazón, pero todavía pensabas que era lindo. Nunca lo olvidé."

"Yo no—" Harry quiere discutir, quiere decir que no es así. Harry pensó que había hecho un buen trabajo en mantener a Louis y todo lo que vino junto a él, encerrado en una pequeña caja roja en el fondo de su mente, rodeado de muros y paredes con cercas eléctricas. Por supuesto que escapó, sin embargo, siempre se escapa. Da dos pasos hacia atrás, sintiéndose mareado y humillación. "Si esto es acerca de él," frunce el ceño, luchando por las palabras, "no es— no estoy— ni siquiera hemos hablado apropiadamente en años."

Sebastián sonríe, triste. "No lo es, Harry. Todo lo que digo es que hay mejores personas por las cuales luchar."

"No puedo creerlo. ¿En primer lugar, estás terminando conmigo, y luego, me refriegas a Louis en mi cara como si no tuviera una maldita idea?"

"Harry, lo siento mucho."

Otra lágrima se desliza por la mejilla de Harry, luego, por la otra. "No tienes que estarlo— habríamos podido. Lo habríamos hecho funcionar. Tus padres realmente no te van a dejar de hablar para siempre. Eres su hijo... estarán alrededor," dice, pero sabe que era inútil desde que comenzó.

"Harry," Sebastián suspira, dando un paso hacia él. Harry está realmente harto de escuchar su nombre. Sebastián toma su cara con ambas manos, inclinándose hacia adelante para presionar sus frentes juntas.

Harry quiere moverse, pero para que no puede hacer que sus extremidades le respondan, por lo que se mantiene ahí, compartiendo respiraciones. Se quedan en silencio durante un rato, hasta que las lágrimas silenciosas de Harry se han ido para siempre. Se pregunta si es mala suerte, o si él realmente es tan digno de no ser amado.

Cuando se separan, los ojos de Sebastián están hinchados, sus mejillas húmedas, y Harry piensa, al menos, no es el único.

"Voy a guardar mis cosas," Harry dice, su voz apenas saliendo en un susurro.

Sebastián traga y no dice nada, observándolo mientras sale de la habitación.


✖✖✖


Harry encuentra la tarjeta de visita del Duque arrugada en su bolsillo de su pantalón, en su izquierda cuando el mayordomo lo había deslizado en él cuando salieron de Luxemburgo. En ese momento, Harry no tuvo reparos de querer usarla nunca, y casi la tiró por la ventana con disgusto. Ahora, ni siquiera dos semanas más tarde, se encuentra marcando el número.

Espera a que sea transferido, y la música francesa que llena la línea no hace nada para calmar los nervios de Harry. Diez minutos más tarde, cuando el Duque finalmente contesta, Harry se salta los trámites. "Quiero 25 mil."

Hay una larga pausa, y Harry se pregunta si puede escuchar el constante golpe-golpe de su pulso. Ya han pasado dos días, y Harry no está seguro de si, incluso, Sebastián ha estado en casa, si les dijo lo que realmente pasó.

Hay una larga pausa antes de que el duque se aclare la garganta y diga: "Te transferiré a mi asistente. Facilítale tus datos bancarios."

Harry no tiene la oportunidad para responder antes de que haya un clic en la línea, transfiriéndolo a música francesa de nuevo.



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