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Say Yes!

El cielo nocturno se desplegaba sobre la ciudad con un brillo suave y familiar, un manto de estrellas iluminando los tejados.

Para la mayoría, era una noche tranquila, pero para Luna, el peso de sus pensamientos la mantenía en constante movimiento.

Sobrevolaba la ciudad en su nave lunar, su mirada clavada en la luna brillante, intentando calmarse, pero su mente no dejaba de volver a lo mismo: Amaya.

Amaya.

Cada vez que Luna pensaba en ella, sentía un torbellino de emociones que la confundían.

Sabía que no eran sentimientos comunes; eran algo más profundo, algo que la hacía sentir nerviosa, algo que no podía ignorar.

¿Pero cómo podría decirle todo eso a Amaya? ¿Cómo podía alguien como ella, Luna, acostumbrada a ser la que siempre tenía el control, enfrentarse a algo tan complicado como... el amor?

Con un suspiro frustrado, desvió la mirada del cielo y se cruzó de brazos.

No era su estilo quedarse atrapada en sus emociones, pero cuanto más lo evitaba, más fuerte se volvían. Tenía que hacer algo. Debía decirle a la castaña lo que sentía. Pero, ¿cómo?

El leve sonido de un aterrizaje suave a sus espaldas la sacó de sus pensamientos. La puerta de la nave se deslizó hacia un lado, y alguien entró. Luna no necesitó voltear para saber quién era.

—Amaya... —comenzó, tratando de mantener la compostura. Sentía que su corazón latía con fuerza. —Hay algo que he estado queriendo decirte desde hace tiempo... pero nunca supe cómo.—

La castaña la observó con paciencia, sus ojos reflejando una calma que Luna solo había visto en aquellos ojos rubí.

—¿Qué es? —preguntó, con una dulzura que hizo que el corazón de Luna se acelerara aún más.

La villana tragó saliva, sintiendo que sus manos comenzaban a temblar. —Tú... me importas. Mucho. Y... no sé cómo explicarlo, pero... cuando estoy cerca de ti, todo es diferente. Y me haces sentir cosas que no había sentido antes—

Amaya ladeó la cabeza con curiosidad, su expresión era casi perfecta. —¿Qué tipo de cosas, Luna?—

Las palabras estaban a punto de atascarse en su garganta, pero la peliblanca respiró hondo, recordándose que era solo una práctica. Solo un ensayo.

—Lo que quiero decir es... —Hizo una pausa, intentando que su voz no temblara—. ¿Quieres salir conmigo?—

El silencio que siguió fue ensordecedor. Luna observaba a Amaya con una mezcla de esperanza y miedo. La atmósfera se sentía densa, como si cada segundo que pasaba pesara toneladas.

Finalmente, la de lentes sonrió.

—No.—

Luna se quedó boquiabierta, su rostro palideciendo de la sorpresa. —¡¿Qué?!

La heroína cruzó los brazos, con una expresión burlona que la chica lunar nunca había visto en ella.

—Dije que no —repitió con calma, su sonrisa cada vez más amplia.

Por un instante, no supo cómo reaccionar. Pero luego, la frustración comenzó a crecer en su interior.

—¡Debías decir que sí! —exclamó, sintiendo que la rabia empezaba a brotar.

Amaya, o mejor dicho, Ninja Nocturno, estalló en carcajadas, quitándose la peluca en el proceso. Su risa resonó en toda la nave, y Luna lo observaba, ahora más molesta que avergonzada.

—¡No pude evitarlo! —dijo entre risas—. ¡Tenías que ver tu cara!—

Luna apretó los dientes, su rostro enrojecido tanto por la vergüenza como por la ira. —¡Esto no es un juego, idiota!

Ninja Nocturno, aún riendo, levantó las manos en señal de disculpa. —Lo siento, lo siento. Pero fue demasiado divertido.

A pesar de sus intentos de mantenerse enojada, Luna no pudo evitar que una pequeña sonrisa comenzara a asomarse. Algo en la risa del villano era tan absurda y contagiosa que, contra todo pronóstico, ella también terminó riéndose.

Aunque trató de ocultarlo, la situación era simplemente ridícula, y verlo con la peluca a medio caer solo empeoraba lo cómico del momento.

—Eres... tan molesto —dijo entre risas, sacudiendo la cabeza.—

Ninja Nocturno, aún recuperándose de la risa, se enderezó y se quitó la peluca por completo. —Admito que fue una jugada cruel —dijo, sonriendo de manera traviesa—, pero te ayudé, ¿o no?—

Luna lo miró con los brazos cruzados, pero no pudo mantener el tono serio por mucho tiempo. La tensión que había sentido al principio ya no estaba allí, y en su lugar, una sensación de alivio la embargaba.

Tal vez él había hecho lo correcto al añadir un toque de humor a la situación. Ahora, la confesión no parecía tan aterradora.

—Supongo que... sí —admitió a regañadientes—. Aunque aún no entiendo por qué te molestaste en ayudarme en primer lugar.—

Ninja Nocturno se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia. —Bueno, puede que no seamos los mejores amigos, pero todos necesitamos a alguien que nos eche una mano de vez en cuando. Incluso yo. —Le lanzó una mirada significativa—. Además, no todos los días tengo la oportunidad de burlarme de ti de esta manera—

Luna rodó los ojos, pero una sonrisa juguetona apareció en su rostro. —Bueno, deberías considerarte afortunado. Porque la próxima vez que te vea, te voy a vencer en cualquier juego que se te ocurra.—

El contrario levantó las manos en señal de desafío, sin perder su sonrisa arrogante. —Estaré esperando, pero no creas que será fácil. Ahora que sé lo que planeas decirle a la pajarraco, puedo decir que tienes una oportunidad... pequeña, pero existe—

Luna lo miró con una mezcla de molestia y gratitud.

Sabía que él estaba bromeando, pero de alguna manera, haber pasado por esa experiencia, aunque ridícula, la había ayudado a calmar sus nervios.

Era cierto que todavía estaba asustada de confesarle a Amaya sus sentimientos, pero al menos ahora sentía que podía hacerlo sin desmoronarse por completo.

—Gracias, Ninja Nocturno —dijo finalmente, con una seriedad que lo tomó por sorpresa.

Él la miró por un momento, como si no supiera cómo reaccionar. Luego, en su estilo típico, simplemente se encogió de hombros. —No tienes que agradecerme. Sólo asegúrate de que, cuando la verdadera Amaya te pregunte algo importante, no cometas el mismo error que yo —dijo con una sonrisa burlona, volviendo a ponerse su máscara.

Luna soltó una carcajada y negó con la cabeza. —Me aseguraré de hacerlo bien. Y cuando lo haga, te ganaré en cualquier desafío que me pongas, Ninja Nocturno—

—Eso quiero verlo —respondió él, con una mirada llena de confianza.

Luna lo vio desaparecer en la noche, sintiendo una mezcla extraña de alivio y expectativa.

La próxima vez que viera a aquella chica, sería diferente. Ahora tenía el valor para enfrentar sus propios sentimientos, aunque no sabía cómo reaccionaría la verdadera Amaya. Pero, pase lo que pase, al menos había dado el primer paso, y eso era lo que más importaba.

Se quedó mirando las estrellas por un rato más, su corazón latiendo un poco más tranquilo. Sabía que el futuro era incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, no se sentía abrumada por el miedo. Con una sonrisa, se subió a su nave y despegó, lista para enfrentar lo que viniera.

Porque, al final del día, Luna siempre había sido una luchadora. Y esta vez, iba a luchar por lo que realmente quería.

* Momentos Antes *


—¿Qué haces aquí, Ninja Nocturno? —preguntó, sin ocultar su exasperación. No era raro que él apareciera sin previo aviso.

El mencionado, con una sonrisa ladina y confiada, se apoyó en el marco de la puerta, cruzando los brazos.

—He escuchado que tienes un problemita —dijo, con tono divertido—. Y pensé que necesitarías algo de... ayuda.—

Luna lo miró con una mezcla de incredulidad y curiosidad. —¿Desde cuándo tú me ayudas?—

Él se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo. —No suelo hacerlo, es cierto. Pero esto es diferente. Te has visto distraída últimamente... y no es porque estés planeando alguna travesura, ¿verdad?—

La chica frunció el ceño, sintiéndose un poco expuesta. —¿De qué hablas?—

Ninja Nocturno se acercó con paso lento y deliberado, sonriendo con aire de complicidad. —Es fácil darse cuenta, Luna. No has estado pensando en planes malvados últimamente. Te he estado observando—

Se detuvo a solo unos pasos de ella—. Diría que tiene algo que ver con... Owlette.—

El silencio que siguió a esas palabras fue incómodo y pesado. Luna sintió cómo sus mejillas se calentaban, aunque lo disimuló con una risa seca.

—No sabes de lo que hablas —murmuró, desviando la mirada.

Ninja Nocturno no pareció convencido. De hecho, su sonrisa solo se hizo más grande. —Oh, pero sí lo sé. Y creo que tú también lo sabes. Estás enamorada de la cerebro de pájaro, ¿no es así?—

—¡Cállate! —Luna sintió un escalofrío al oír esas palabras, como si hubieran dado voz a algo que llevaba demasiado tiempo guardado —No es eso. Yo... —Se detuvo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. Pero la verdad era que sí, lo era. Y ya no podía negarlo.—

El ninja la observó en silencio durante unos momentos, antes de que una idea cruzara por su mente. Sus ojos brillaron con una chispa de astucia.

—Si tanto te preocupa... ¿por qué no practicas conmigo?—

Luna lo miró con sorpresa. —¿Qué?

—Practica. Te haré un favor. —Se cruzó de brazos, su sonrisa astuta más visible que nunca—. Yo puedo ser Amaya por un rato. Practicas lo que quieres decirle, y cuando llegue el momento de la verdad, estarás más preparada.—

—¿Tú? ¿Haciendo de ella? —Luna soltó una risa incrédula—. No me hagas reír, Ninja Nocturno. Eso es ridículo.—

—No tan ridículo como lo crees —replicó él, con aire desafiante—. ¿Quién mejor que yo para ayudarte? Después de todo, soy un maestro del disfraz. Y créeme, sé cómo actuar como Amaya. Solo piénsalo. Una práctica antes del gran momento. ¿Qué puedes perder?—

Luna lo observó, todavía un poco escéptica. La idea era absurda... pero al mismo tiempo, tenía sentido.

La idea de confesarle sus sentimientos a Amaya de manera improvisada era aterradora, pero si podía practicar antes...

—Está bien —dijo finalmente—. Pero más te vale tomártelo en serio.—

Ninja Nocturno sonrió de manera triunfante. —Déjamelo a mí.—

Con eso, se escabulló fuera de la nave, dejándola en un extraño silencio. Luna suspiró y se llevó una mano a la frente. ¿De verdad iba a hacer esto? ¿De verdad iba a confiar en un villano para practicar una confesión amorosa?

Pasaron solo unos minutos antes de que él regresara, pero cuando lo hizo, Luna apenas pudo contener su sorpresa. Frente a ella, no estaba Ninja Nocturno, sino una figura que, por un instante, le hizo dudar de todo.

Era Amaya. O al menos, alguien que se parecía muchísimo a ella. Ninja Nocturno había hecho un trabajo impresionante con el disfraz. Llevaba una peluca castaña que caía con gracia sobre sus hombros, una chaqueta roja idéntica a la de lentes y unos jeans oscuros que completaban el look.

Todo en él, desde su postura hasta su expresión, parecía haber cambiado. Era inquietante, pero convincente.

—¿Cómo me veo? —preguntó "Amaya", con una voz que sonaba exactamente como la de la verdadera.

Luna parpadeó, todavía atónita. —Esto es... raro. Muy raro.—

—Perfecto —dijo la falsa héroe, con una sonrisa—. Entonces, ¿qué es lo que tienes para decirme?—

Luna se quedó en blanco por un momento. El nerviosismo que había sentido antes volvió a golpearla con fuerza. A pesar de que sabía que era Ninja Nocturno bajo ese disfraz, todo parecía demasiado real.

Fanart del que me inspiré:

¡Créditos al artista!

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