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Valiente

—Cariño, si te sientes mal por como le hablaste, deberías pedirle disculpas.

Mamá peinó mi cabello hacia atrás, regalandome una sonrisa leve, pero muy cálida.

Eran aproximadamente las once un cuarto de la noche y estaba a punto de acostarme.

—Es que... — suspiré. — no sé. Esperaba que entrara conmigo, quería que entrara conmigo. Marinette y Nino ya son amigos, ahora sólo se sumaría Alya... Creí que ya estaba lista. —bajé mi cabeza.

—Adrien, no todos somos iguales. Marinette tiene una vida difícil... Tú mejor que nadie lo sabe. — se puso de pie y la vi alejarse hacia la puerta de mi habitación. —la cuestión es... Qué tan dispuesto estás a ser parte de ella.

Sin decir otra palabra, mamá salió con calma y yo quedé ahí sentado, perdido en mi cabeza.

¿Estaba dispuesto a ser parte de su vida?

Claro que si. Quiero estar con ella sin importar nada, y es que todo de Marinette me hacía sentir tan... No lo sé.

Podría estar horas viéndola sin cansarme e incluso ahora mismo no podía dejar de pensar en cada momento que pasamos juntos y todo lo que hemos estado construyendo. Pero... Me sentía tan inseguro...

Somos amigos... Muy buenos amigos de hecho y tenemos bastantes cosas en común, pero... ¿Sólo seremos amigos?

Es tan frustrante no saber que siente o piensa la otra persona. Papá dijo que debo ser paciente, pero por más que intento pensar como Marinette o comprenderla... No me resulta del todo.

No es difícil hablar con personas, ¿o si?

—Claro que es difícil, al menos para ella.—golpeé mi rostro con la almohada y suspiré cansado.

¿Qué debía hacer?, ¿qué haría Marinette en una situación así?

La respuesta a mis preguntas llegó más rápido que el aire a mis pulmones.

Google. —tomé mi celular y puse en el buscador "pánico social", lo cual me corrigió a "ansiedad social" — veamos... Y dice así: "La ansiedad social o ansiedad interpersonal es la ansiedad (incomodidad emocional, miedo, angustia, temor, tensión, aprensión o preocupación) que siente una persona en diversas situaciones sociales, donde interactúa con los demás, y en donde puede ser potencialmente evaluado, examinado o juzgado por otras personas" —leí en voz alta acomodándome sobre las frazadas. — entonces esto si existe... —bajé más en la página. — "posibles síntomas: Rubor, latidos del corazón rápidos, temblores, sudoración, malestar estomacal o náuseas, dificultad para respirar, mareos o aturdimiento, sentir que la mente se pone en blanco." Esto suena mal... Y creo que he visto a Marinette con más de una de estas reacciones.

Seguí leyendo en varias páginas de Internet sobre el tema, incluso en algunas donde decían que no era más que una fobia absurda, pero claro que no lo es... No poder comunicarte con más personas no es algo "absurdo" y más aún si te hace sentir tan mal. Es necesario que un médico especializado lo diagnostique, pero en definitiva podía ayudar un poco desde fuera.

¿Cómo convivir con una persona que sufre ansiedad social?  Bueno, esto si me interesa... 1. - Ponte en su lugar. Piensa que esa persona no sufre ansiedad porque quiere. Esto lo acabamos de descubrir, así que... Creo que lo estoy haciendo ahora mismo, sigamos... 2.- Comunícate. Esto está hecho, no hay quien me calle. 3-Compartir momentos tranquilos. Con esto vamos bien, el mirador es bastante tranquilo. 4.-También manten espacio personal. —abrí mis ojos al leer el número cuatro. —supongo que ahora entiendo muchas cosas. 5.-Dale autonomía. San Google, creeme que Marinette nunca calla lo que piensa. 6.-Ten paciencia y valora todo progreso por pequeño que sea. 7.-Haz que se sienta apoyado.

Internet acaba de decirme que fui un idiota, dándome dos bofetadas imaginarias al leer los últimos números de aquella página.

—¡Bernardo!, ¡soy el tonto más grande de París! —le grité a mi pez a la distancia.

Me recosté nuevamente en la cama viendo el techo de mi habitación, para luego cerrar los ojos unos segundos. Intenté imaginar el rostro de Marinette, oyendo mi propio corazón retumbar en mi cabeza.

Mi celular vibró en mi mano y me digné a abrir un ojo para ver quién me hablaba.

Princesa:
¿Puedes venir?

Creo que nunca había quitado toda la flojera de mi cuerpo tan rápido.

—¿Qué pasó?, ¿estás bien?

Princesa:
Te explico luego, pero por favor ven y no me llames por teléfono.

En menos de tres tiempos me levanté. Busqué una chaqueta en el closet y me puse los zapatos rápidamente.

Bajé a la primera planta lo más silencioso posible, ya que mis padres estaban en su habitación y lo ideal ahora era no alterarlos con nada. Revisé las llaves en mis bolsillos, mi billetera y mi celular, todo en orden.

Cuando ya estaba en la calle recordé que mi auto estaba el taller.

—Maldición. — miré hacia mi casa una última vez y froté mis manos por el frío que hacía afuera, comenzando a trotar hacia la casa de Marinette.

No demoré mucho en llegar. Su casa tenía las luces encendidas del primer piso y se oían varias risas desde afuera. Calenté un poco mis manos con mi aliento antes de tomar mi móvil y enviarle un mensaje de aviso a Marinette.

—Estoy afuera.

Princesa:
Por mi ventana.

Rodeé la casa con cautela, no entendía que pasaba y mucho menos imaginaba porqué Marinette me pidió venir a su casa a esta hora, sobretodo cuando ella misma me había prohibido volver aquí.

Observé por la ventana de la cocina, asomando solo mis ojos por el borde y todo estaba hecho un lío. Habían botellas de cerveza por doquier y lo poco que lograba divisar del living, eran tres sujetos que nunca había visto antes.

Seguí avanzando hasta quedar bajo la ventana de Marinette, la cual estaba cerrada. Miré el suelo buscando una pequeña piedra y al momento de encontrarla se la arrojé. En cosa de segundos la ventana se abrió y ella asomó su cabeza con su capucha puesta.

—Podías enviar un mensaje. —alzó una ceja y me encogí de hombros sonriendole nervioso.

—¿Estás bien? —susurré y se apoyó con ambos brazos en el borde de la ventana viéndome hacia abajo.

—Necesito pedirte un favor. —respondió de la misma forma y la miré con preocupación.

—¿Qué sucede? —se adentró y luego de unos minutos me extendió su mochila con una mano, estiré mi brazo pero aún así no la alcanzaba, así que la soltó.

Entre que había agarrado su mochila, no me fijé que ella estaba colgando por la ventana y me apresuré en alcanzarla antes de que cayera al suelo, pero la consecuencia fue que cayó sobre mi. Cerré mis ojos con fuerza recibiendo el impacto en mi espalda del suelo, lo bueno es que no estaba pavimentado o hubiera dolido mucho más.

—Lo siento. —la oí frente a mí en un susurro y abrí mis ojos encontrándome con su rostro muy cerca del mío. —¿estás bien?

—Mi espalda podría estar mejor. —reí un poco, pero su expresión preocupada no cambió en lo más mínimo.

—Lo siento, Adrien. —negué con la cabeza y la abracé más a mi.

—Sólo no te muevas por un minuto, por favor. — su nariz estaba rozando la mía y realmente prefería concentrarme en su cercanía en vez del dolor en mi espalda. —mientras estamos así... ¿Me puedes decir que sucede?

—Mi padre no está y sus amigos... O más bien sus proveedores vinieron a la casa. Tuve que encerrarme en mi habitación, pero hace rato que intentan abrirla.

—Espera, espera... ¿Te hicieron algo?, ¿estás bien? —tomé su rostro con mis manos inspeccionando cada rincón de este.

—Estoy bien...

—Debiste llamarme antes y...

—No quería molestarte, pero luego recordé lo que dijiste... Eso de que te llamara si algo ocurría y no quería ir en contra de eso, entonces... Perdón. —cerró sus ojos al momento en que su voz se quebró e hice el esfuerzo de sentarme con ella y abrazarla.

—Shh... Está bien, calma. Ya estoy aquí, no te preocupes.

—Lo siento... —negué con la cabeza sin soltarla. —no quería molestarte.

—Marinette, cállate. —guardó silencio y besé su cabeza suavemente. —hiciste bien en hablarme.

Nos separamos y ella se puso de pie primero, ayudándome a mí luego. Salimos en silencio por el costado de la casa, los tipos estaban demasiado metidos en su asunto como para percatarse de nosotros.

A más o menos dos cuadras de distancia, Marinette me detuvo del brazo haciéndome verla a los ojos.

—¿Y tu auto?

—Está en el taller hasta mañana. —respondí y me quitó su mochila al instante.

—¿Viniste caminando? —asentí. — pero no puedes caminar así.

—Estoy bien, no te preocupes. —tomé su mano acariciandola con mi pulgar, estaba fría como de costumbre. Ella suspiró expulsando vapor de su boca. —he tenido caídas peores. —le guiñé un ojo y formó un pequeño puchero.

—Disculpame.

—Ya te disculpaste como mil veces, Marinette. Estoy bien, en serio. —me agaché un poco tomando su mejilla con mi mano libre. —¿bien? —asintió formando ahora una fina línea en sus labios. — entonces, vamos a casa.

Tiré de ella y comenzamos a caminar en dirección a mi casa. Ella se mantenía en silencio y no cuestionaba nada.

—Habías dicho que necesitabas pedirme un favor, ¿cuál sería ese? —apretó mi mano y la miré en breve sin dejar de caminar junto a ella.

—Iba a pedirte dormir en tu auto. —respondió por lo bajo y fruncí el ceño.

—Estás completamente loca si crees que dejaría que durmieras en mi auto sola. —bajó más el rostro y miré a mi costado molesto.

—Así te evitaría problemas con tus padres.

—Ya basta Marinette. —solté con enojo. —en serio... Ya no sigas diciendo cosas así. Necesito que pienses en ti un poco. No eres una molestia, al menos no para mi.

—Me lo haz dicho...

—Entonces... —ya habíamos pasado el parque y estábamos cerca del instituto. —ya no lo repitas. —tomé un poco de aire intentando calmar mi enojo y nos detuve.

Marinette veía el suelo y yo me puse frente a ella sin soltar su mano.

—Escucha... Realmente agradezco mucho que me hablaras para venir por ti. Es algo que me hace sentir útil contigo como amigo... Marinette, eres muy valiente —su cabeza se alzó al oír esas palabras e incliné un poco la mía para sonreírle. —y nadie puede decir lo contrario. Jamás.

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