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Una bala duele menos

—Kagami, ve a tu habitación. —dictó la mujer, seriamente. No quitaba sus ojos de Marinette, pareciera que ni siquiera parpardeara.

—¿Por qué?

—Porque yo lo digo. Ve a tu habitación y no salgas hasta que te llame. —Kagami frunció el ceño y antes de irse me miró buscando alguna respuesta a lo que pasaba, pero sólo me mantuve en silencio.

Fueron segundos en los que la señora Tsuguri se acercó a Marinette tomando su brazo bruscamente.

—¿Se puede saber que demonios haces tú aquí? —exigió en un grito susurrante. Marinette hizo una mueca de dolor por su agarre y rápidamente estiré mi mano libre para hacer que la soltara.

—Déjala, ahora. —me miró por primera vez desde que llegó. —dije que la sueltes. —agravé más mi voz y mi agarre en su muñeca. Logré que la soltara y se hizo hacia atrás con enojo.

—Fuera de mi casa, ahora. —apuntó hacia la puerta y la ignoré. Tomé la mano de Marinette para observar su muñeca, no tardó en ponerse roja alrededor.

—¿Estás bien? —susurré y asintió soltandose de mí suavemente. —tenemos que hablar con usted, así que no nos iremos. —voltee a verla fijamente.

Se veía que era una mujer con carácter y no me sorprende mucho si tomamos en cuenta como es el padre de Marinette.

—¿Quién eres tú?, ¿qué es lo que quieren?

—Sólo hacerle unas preguntas. —guardó silencio, pero no dejó de vernos en ningún momento.

—Tienen cinco minutos o llamaré a la seguridad del edificio. —la miré incrédulo, ¿llamaría a seguridad para que saquen a su propia hija?

No sabía si me correspondía hablar el tema. Marinette estaba tensa, demasiado. Ni cuando fueron nuestros compañeros al hospital recuerdo haberla visto así.

—¿Sabes dónde está papá? —habló casi en un susurro. Lo frágil que se oyó su voz, me hizo preocuparme más de lo que ya estaba.

—¿Por qué habría de saberlo? —respondió con el mismo tono severo de un principio. —¿sigues con ese bueno para nada? Si se largó, te hizo un favor.

—Y-yo... —se abrazó a sí misma viendo el suelo, estaba por ponerse a llorar, podía notarlo.

—Lo busca la policía. Necesitamos encontrarlo y Marinette pensó que usted sabría algo al respecto. —interferí, me haría cargo de esto. No le dejaría todo a Marinette. —después de todo, estuvieron casados, ¿no?

—Hace años que no sé nada de él y te agradecería no repetir otra vez eso. No tengo nada que decirles, así que larguense de mi casa. —volvió a apuntar la salida.

—Tendrá mañana por la mañana a dos agentes aquí si no me responde lo que quiero. —abrió más su ojos al escucharme, pude notar un ligero grado de miedo en su mirada. —no creo que eso le agrade al señor Tsuguri y mucho menos a Kagami. —nos miramos fijamente, pero quien cedió fue ella, no yo.

—Bien. —bufó sentándose frente a nosotros de manera despectiva. —habla rápido. —sonreí por mi pequeña victoria.

—Marinette hace un tiempo atrás escapó de casa y hace unas semanas sufrimos un accidente en mi auto. —se cruzó de brazos alzando una ceja. Vaya... Si que es un témpano de hielo esta mujer. —el tema es que mi auto fue saboteado.

—No fue él. —respondió sin una pizca de duda. —si es lo que quieres saber.

—Imposible... Uno de sus socios fue a mi trabajo y me dijo que él estaba al tanto de todo sobre mi. Me dijo que tuviera cuidado.

—Niña estúpida. —soltó aborrecida. —estuve años con esa escoria. Créeme cuando te digo que no gastaría un peso en sabotear un cacharro y mucho menos para hacer que te mates. Sería una carga innecesaria si la policía comenzara a investigarlo.

—¿Qué quiere decir? —cuestioné.

—Que lo más probable es que tuviera problemas con un proveedor o que no pagó a tiempo. De seguro creyeron que lo perjudicarían si le hacían perder a su puta personal. —apreté mi mandíbula al oírla. —así que no fue él quien les provocó el accidente.

—Huyó. —agregó Marinette. —¿que te dice eso?

—¿estás segura? —rio por lo bajo. —sólo gente con la suficiente influencia y dinero, se atreve a truncar autos por deudas. Eso quiere decir que lo más lógico es que esté muerto o malherido en un hospital con un nombre falso.

Ninguno se atrevió a decir nada. Me quedé pensando en todo lo que dijo y por muy fastidioso que me apareciera, todo resultaba muy convincente.

Si el padre de Marinette estaba muerto, por muy frío que suene, ella se libraría de una gran carga. Aunque, si estaba ocultándose de los matones que lo persiguen, sólo aumentaba mi rabia con él por dejar que lastimaran a su hija.

—Si eso es todo... —se puso de pie.

—Mamá. —habló Mari y casi sentí que me golpeaban con un bate en el estómago.

—No me digas así. —atajó enseguida. —tú no eres mi hija y nunca lo serás. No aparezcas otra vez en mi vida, suficiente me esforcé para alejarme de ese infeliz como para que ahora vengas tú a estropearlo todo.

—¿Cómo puedes hablarle así? —escupí mis palabras. —¿cómo siquiera abres la boca para decirle eso?

—¿Quién te crees tú para darme clases de moral? —respondió altanera. —no eres más que un niñato detrás de las faldas de esta. —la apuntó despectiva. —créeme que de eso sí que se.

—Cállate. No sabes nada de Marinette. —si tan sólo pudiera pararme de esta silla para ponerla en su lugar como corresponde. —eres una egoísta e hipócrita de mierda. —su rostro se puso rojo por la ira. —la dejaste sola cuando más te necesitaba.

—Tú no sabes lo que yo vivía con ese engendro.

—No, pero sé que hasta las perras no abandonan a sus crías. ¿Cómo puedes mirarte al espejo todos los días?, ¿no te sientes mal de criar a una hija ajena en vez de la tuya propia?

—Rehice mi vida, ¿acaso eso es un delito? Ella era y siempre fue una carga.

—¡Tú...! —estallé, pero no pude seguir hablando. Marinette puso una mano en mi hombro y tomé aire profundamente antes de alzar mi cabeza para verla.

—Ya tenemos lo que necesitabamos. —murmuró ocultando su rostro bajo su flequillo. —no quitaremos más su tiempo, señora Tsuguri. Gracias. —se puso detrás de mí para comenzar a empujar la silla, pero la detuve.

—Sal tu primero. —pedí y sin protestar, salió. Miré nuevamente a la mujer. —te arrepentirás.

—Lárgate.

—Agradezco haberte conocido, porque así me doy cuenta que nunca le harás falta realmente. —comenzó a respirar con más fuerza. Admito que me gustaba sacar de quicio a las personas de vez en cuando. —una última cosa... Nunca te atrevas a contactarla sin antes haberle pedido perdón.

—Eso no pasará.

—La vida da muchas vueltas.

Moví la silla como pude y salí del departamento, Marinette me esperaba a un lado de la puerta apoyada en la pared.

§§§

—Princesa... Ya no llores más. —susurré acariciando su espalda para calmarla. —ella no merece tus lágrimas.

—Duele... Mucho...

—Lo sé, lo sé... —se aferró con más fuerza a mi pecho y miré a mamá que estaba a los pies de mi cama con una expresión indescriptible en su rostro.

—Cariño, ven aquí. —llamó por lo bajo. Marinette se separó lentamente de mi por primera vez desde que llegamos a la casa y limpió sus mejillas con ambas manos. —ven. —mamá abrió sus brazos y en un desespero, mi novia la abrazó con fuerza. —escúchame, yo puedo ser tu mamá si lo necesitas. Eres parte de nuestra familia y sin importar lo que ocurra en el futuro, podrás contar con nosotros en todo.

Su llanto se volvió silencioso esta vez y sólo su hipo la delataba, mientras mamá acariciaba su cabeza con ternura, tal y como lo hacía conmigo cuando tenía pesadillas de niño.

—Dijo que... Que era una carga. —mamá frunció el ceño, pero rápidamente sonrió.

—Carga serán las patadas que le daré si me la encuentro algún día. Nadie les dice eso a mis hijos y se sale bien librado, así que tu tranquila mi vida.

Mamá siempre sabía qué decir en los momentos precisos. Me alegraba de que pudiera hacer sentir a Marinette segura, más aún si le daba el consuelo de madre que necesitaba ahora mismo.

—¿Qué te parece si hoy hacemos un delicioso pastel para la cena? —sonrió, haciendo que se separaran para limpiar sus mejillas con ternura. —no hay nada mejor que un dulce para alegrar el corazón.

—¿Puedo ayudar? —preguntó por lo bajo.

—Claro que sí. Lo haremos las dos, ¿si? —asintió un poco más calmada.

Unos minutos más tarde, mi madre salió de mi habitación y Marinette fue al baño a lavarse la cara.

Cuando veníamos a la casa, le envié un mensaje a papá contándole lo que sabíamos sobre el padre de Marinette. Él hizo todos los movimientos con la policía y estaba seguro que no tardarían en encontrarlo, sólo quedaba esperar.

Lo único que quería es que todo acabara ya y que Marinette pudiera sentirse feliz de una vez por todas.

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