Sonrisa
-Nadie.- se soltó de mi agarre y cubrió su brazo enseguida.
-Marinette.
-Qué.- respondió secamente sin dejar de verme a los ojos.
-Sube al auto.
-No.
-Sube al auto ahora.
-Ya te dije que no.
-Bien.
Si no me hacía caso por las buenas, lo haría por las malas. Hice como que me subiría al auto, pero me giré tomándola sobre mi hombro, era bastante ligera.
-¡Oye!, ¡sueltame!.- comenzó a golpear mi espalda con sus manos, pero no me hacía ni cosquillas.
Rodeé el auto y abrí la puerta del copiloto sentandola en el asiento. Quiso salir, pero la sujeté rodeándola con el cinturón de seguridad.
-Dejame salir.- exigió seriamente.
-Ya te dije que vamos a hablar. Te guste o no te guste.- me miró con enojo pero ni me inmuté.- además, ¿a donde irás?.- cuestioné.- se supone que deberíamos estar en clases.
-Eso a ti no te importa.- se cruzó de brazos y alcé mi mano, ella cerró sus ojos con fuerza y la observé un momento antes de quitar su capucha hacia atrás.
-Ya sabes las reglas del auto... .- musité y abrió lentamente sus ojos.- sin capucha.- acaricié su cabeza un momento y tragó con dificultad. Por mi parte aclaré mi garganta y me alejé cerrando su puerta con seguro antes de subir por mi lado.
Marinette no dijo nada y simplemente se cruzó de brazos encogiéndose en el asiento mientras miraba por la ventana.
Conduje hacia un lugar donde podríamos conversar tranquilamente y ese lugar era el mirador donde estuvimos ayer.
Me detuve y solté un largo suspiro dejando mis manos sobre el volante un momento. Me giré a verla y solo miraba por la ventana en silencio.
-Oye...
-Te dije que te traería problemas si seguías hablándome.- susurró.
-Yo no creo haber tenido problemas.- respondí.- además, yo se a quien le hablo o no. Si a alguien no le gusta, me importa muy poco.
-Eso dices ahora... después...
-Si dirás que me arrepentiré, déjame decirte que eso no pasará.
Nos quedamos en silencio. Solo podía oír mi respiración pausada.
-Necesito que me digas...
-No se la respuesta.- me interrumpió.- en cuarto año dejaron de hablarme y yo simplemente... me volví invisible por completo.- hizo una pausa e intentaba asimilar lo que me estaba diciendo.- nunca supe sus motivos y tampoco me interesa saberlos.- se abrazó a si misma aún sin verme.
-Marinette... ¿me estás diciendo que todos estos años nadie te ha hablado?
-No los necesité antes... así que da igual.
-¿Acaso te estás escuchando?.- me erguí en mi asiento soltando mi cinturón.- ¿cómo no pudo importarte eso?
-¿Por qué te importa?.- se volteó a verme.- tú tampoco me hablabas.
Me sostuvo la mirada... y al verla solo podía sentir dolor en ella.
Marinette tenía razón. Yo tampoco le hablaba, pero no porque no quisiera... solo que jamás me percaté de su presencia. Quizás estaba tan metido en mi propia vida que no miré nunca a mi alrededor.
-Tienes razón... pero aún así me importa. Tu me importas.- se dió la vuelta bruscamente, quitando su cinturón y bajando del auto.
Hice lo mismo que ella. Marinette comenzó a caminar y la seguí detrás.
-Espera... .- aceleró el paso.- ¡Marinette!
-¡Déjame sola de una vez!.- respondió con fuerza y la sostuve del brazo otra vez.
Soltó un quejido y se encogió en si misma. Aflojé mi agarre asustado por su reacción y sus ojos se cristalizaron nuevamente.
-Lo siento... perdón.
-Por favor ya no me sigas... se como los demás y no me hables.
-¿Eso es lo que quieres realmente?.- no respondió.- yo no quiero alejarme de ti... me gusta estar contigo. Es cierto que eres un poco inusual, pero por ese mismo motivo me agradas.
Me atreví a tomar su mano y la acaricié con mi pulgar suavemente. Estaba fría.
-Estás helada...
-Siempre.- dijo casi inaudible.
-Ya nos estábamos conociendo... aunque quisiera, me sería imposible dejar de hablarte.- le sonreí un momento y bajó su mirada.
-No hagas eso.
-¿Qué cosa?.- pregunté sin comprender buscando su mirada.
-Sonreír así... sonreír de ese modo luego de tratarte mal.- reí por lo bajo y alcé su mentón con mis dedos.
-Es que me es inevitable querer sonreirte... .- sus mejillas tomaron un color rojo por unos segundos y extrañamente aquello me agradó.
Respiré un momento y la guié devuelta al auto. Nos quedamos en silencio delante del capó viendo a la ciudad.
Me sentía más tranquilo y aún más al ver como el sol se reflejaba en sus ojos azules. Era algo casi hipnótico e inigualable.
Si hay algo que tengo claro es que quiero conocer más de ella.
Quiero que Marinette no esté sola y sobretodo que se sienta feliz como cuando dibuja o cuando me hablaba sobre el helado y los animales. Esas pequeñas cosas de las que me di cuenta al observarla.
¿Por qué motivo Kim y los demás hacen como que no exista?
Esa era una pregunta que lo antes posible le encontraría una respuesta. Eso me lo prometo a mi mismo en este momento.
Su mano no había soltado la mía en todo este rato y tampoco es como que me molestara. Si fuera por mi la mantendría así por siempre, pero no podía evitar preguntarle algo.
-¿Quién te golpeó el brazo?.- pregunté con seriedad y apretó mi mano al instante tensandose.
-Nadie.
-Ese "nadie" tiene nombre, ¿no es así?
-Creo que es mejor que nos vayamos...
-No.- la interrumpí.- no hablaré de eso si no quieres.- me acerqué más a su costado y afirmé más mi agarre con ella.
No la obligaré a contarme lo que le pasó, pero eso no quiere decir que no lograré enterarme de alguna forma.
-Si tuvieras un superpoder, ¿cuál te gustaría que fuese?.- parpadeó un par de veces.- no se vale ser invisible, por razones obvias.- frunció levemente el ceño en mi dirección y suspiró mientras soltaba una carcajada por su expresión.
-Volar...
-¿Por qué?
-Porque si quiero alejarme de las personas me iría volando.- esa respuesta es muy ella.
-¿Incluso de mi?
No se porqué razón le estoy preguntando esto, pero su silencio no hace más que torturarme.
-Y-yo... .- entrelacé nuestros dedos por inercia viendo hacia en frente otra vez.- depende de que tan idiota estés.- cerró sus ojos viendo hacia el lado contrario.
-Creo que más idiota no puedo ser.- me solté a reír y lo que oí me llenó de gozo.
Marinette estaba riéndose. Era la primera vez que oía su risa y en definitiva es hermosa.
-Hey... te estás riendo.- sonreí picando su mejilla con el índice de mi mano libre y aclaró su garganta.
Ese momento tan fugaz quería alargarlo lo máximo posible.
-Me gusta tu risa... creo que es lo más lindo que he oído en mi corta vida.
Me puse frente a ella y su mano apretó la mía con fuerza. Sus ojos se conectaron con los míos y subí mi mano libre para acariciar su mejilla.
-¿Podrías regalarme una sonrisa?.- susurré sin dejar de verla y como si mi deseo se cumpliera, ella sonrió brevemente.
Sentí algo en mi pecho hacerme cosquillas... era como si mi corazón se estuviese derritiendo lentamente por aquel gesto tan simple, pero que de alguna forma sentía que significaba mucho para mi.
Papá una vez me dijo que lo más hermoso de una mujer era su sonrisa. En parte creo que acabo de confirmar aquello, pero no creo que sea lo único hermoso en Marinette.
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