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Quiero verte

Marinette no apareció en los siguientes dos días a clases. Llegó el fin de semana largo donde iríamos de paseo con la señorita Bustier, pero tampoco hizo acto de presencia como se lo pedí tiempo atrás.

Estaba preocupado, me contuve de llamarla, porque sentía que era yo la razón por la cual faltó a clases.

No debí presionarla, no debí precipitarme... ella no confiaba en mi y yo tampoco lo haría, puesto que no nos conocemos hace mucho. Podía deducir que su vida no era muy sencilla, pero... ¿cómo podía saber más de ella si no me lo contaba?

El paseo fue un poco aburrido para mi... quería pasar esos días con Marinette y hacer que estuviera más cercana a todos, pero no había rastro de ella.

Cuando llegué a casa por la noche, me tiré en la cama luego de darme una ducha y me dormí. Estaba cansado y los mensajes que le había enviado a Marinette no tenían respuesta alguna.

Cuando creía que había logrado acercarme a ella, resultaba ser todo lo contrario y sin darme cuenta... verla se volvió una necesidad para mi.

-Cariño.- la voz de mamá y sentir como acariciaba mi cabello me despertó. Me giré hacia ella sin abrir mis ojos.

-No quiero ir a la escuela.- me quejé y soltó una risa.

-Hoy es feriado.- claro que lo sabía, pero me gustaba molestarla de vez en cuando.- ¿cómo te fue en el paseo?

-Normal... ya sabes.- abrí mis ojos y me desperecé un poco viéndola hacia arriba.

-¿Ocurrió algo?

Mamá me miró como solo ella sabía hacerlo. Esa mirada de... "se que pasa algo y quiero saber que es para ayudarte o regañarte"

Suspiré e hice una mueca, sabía que nunca podía ocultarle nada a esta mujer. No se si tiene superpoderes psíquicos o simplemente es muy perceptiva conmigo.

-Solo estoy preocupado por Marinette.- solté por lo bajo viendo el techo un momento.

Sabía que mamá se contuvo la preocupación y solo habló calmada. Como si quisiera quitarme ese peso aunque ella también lo tuviera ahora.

-No fue a clases los últimos dos días y no contesta mis mensajes... no fue tampoco al paseo y no se que hacer para verla y confirmar que está bien.

-Adrien... ¿alguna vez te has preguntado por qué ella es así de reservada?.- volví a verla y su rostro se mostraba triste.

-Claro que sí, pero no he querido indagar demás... por ahora solo quería ser su amigo y ayudarla a relacionarse con todos.

Se mantuvo en silencio y eso solo me decía que mamá sabía algo que no quería decirme. Bueno... ella siempre sabe algo más que yo.

-¿Por qué lo dices?.- me senté en la cama quedando frente a ella.- ¿qué es lo que sabes?.- sonrió y peinó mi cabello hacia un lado.

-Todos saben cosas, cariño. Muchas veces las personas no indagan más profundo en las verdades que resultan ser a medias y es precisamente lo que no haré contigo.- no lograba entender que quería decir con eso.- prefiero que te hagas un criterio tu mismo sobre los demás y decidas quien debe estar a tu lado.

Se puso de pie y tomó a Plagg en sus brazos antes de que metiera la pata en la pecera de Bernardo.

-Una cosa más.- se paró en la puerta.- si sigues dejando los calcetines en el suelo haré que los recojas con la boca.- me miró de manera aterradora y me cubrí con la frazada hasta el borde de los ojos.

-Mi excusa es que llegué tarde.- expresé y soltó una risa yéndose por el pasillo.

-Si quieres ir a ver a Marinette, tengo su dirección abajo.- oí eso último y me paralicé un segundo.

Me puse de pie y corrí al primer piso con rapidez alcanzandola.

-¡¿Cómo que tienes su dirección?!, ¡¿por qué no me dijiste antes?!

-Adrien.- la voz de papá me sobresaltó.- ¿qué son esas pintas?.- frunció el ceño en mi dirección y reí nervioso viendo que solo traía mi bóxer.

Papá estaba sentado en el comedor tomando desayuno.

-Buenos días.- saludé y rodó los ojos mientras mamá reía con notable diversión.- mamá, ¿cómo tienes su dirección?.- pregunte cruzándome de brazos.

Ella se sentó al lado de mi padre y este levantó la taza de café bebiendo un sorbo.

-Por tu seguridad.- respondió él.- tenemos la dirección de la casa de todos tus compañeros de clase.- agregó con obviedad.- por si algo te pasaba.

Por ser primera vez, ahora adoraba que mis padres se preocuparan por mi. Podría ir a ver a Marinette a su casa.

Esperen... ella no quería que fuera a su casa o al menos no quería que yo la fuese a dejar nunca. ¿Estaría bien ir sin más y presentarme ahí?

Tenía la excusa de llevarle los deberes que no recibió al faltar a clases. Bien, Adrien... esa es una buena excusa.

Vamos progresando.

-¿Qué le pasa?, si sigue ahí parado se va a enfermar.- preguntó papá y sacudí mi cabeza volviendo a la realidad.

-¿Me darán su dirección o no?.- me crucé de brazos viéndolos a ambos.

-Cariño, son las nueve de la mañana. Si quieres ir a su casa por lo menos espera a que sea después de almuerzo.

Me golpeé mentalmente y suspiré. ¡es cierto!
No puedo solo llegar en la mañana y decir que necesito ver a su hija porque le llevé los deberes.

-Bien, me iré a bañar.- me di media vuelta comenzando a caminar.

-Hijo.- volteé a ver a papá un segundo.- como que se te están derritiendo los abdominales.- me señaló con seriedad y miré hacia abajo con la cara roja.

-¡No es cierto!.- inflé mis mejillas y se soltó a reír con mi madre.

-Gab, no molestes a tu hijo.- los miré mal y volví a mi camino.

-¡Te lavas los dientes!.- gritó papá nuevamente y bufé.

Los dos eran bastante buenos molestandome y debería ser un delito burlarse de su hijo. Algún día los demandaré por... por abuso de chistes malos con su bendición... Eso.

Llegué a mi habitación y le di un poco de comida a Bernardo. Busqué la ropa que me pondría hoy y me metí a bañar.

Dejé que el agua hiciera su trabajo y cerré mis ojos.

Algo dentro de mi me hacía querer salir de casa para verla... no se que era, pero me sentía ansioso y muy estúpidamente solo sonreía de imaginarla con su capucha puesta, mientras dibujaba, alejando mi rostro de su cuaderno y frunciendo el ceño cada vez que me acercaba demás.

-Ya quiero verte, Marinette.

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