-Gracias.- musité aún sin poder dejar de ver aquel dibujo en mis manos.- es la primera vez que alguien me dibuja...

No dijo nada y solo volvió a dibujar en su cuaderno. Yo por mi parte, me acerqué a ella sentándome a su lado compartiendo así de respaldo el tronco del árbol.

Que me diera esto... me hizo extrañamente feliz. ¿Eso quiere decir que no le caigo mal?

Era una perfecta tarde para dormir al aire libre.

-¿Cuantos años tienes?.- pregunté y bajé mi vista a ella.

-Dieciséis...

-¿De verdad?, yo tengo diecisiete recién cumplidos.- expresé estirandome a la vez que pasaba los brazos bajo mi cabeza para acomodarme.

-En realidad... en unos meses cumpliré diecisiete.- agregó en tono bastante serio.

-Entonces tendremos que celebrarlo.

-¿Tendremos?.- cuestionó y suspiré.

-Claro. Me gustan los cumpleaños... aunque de igual forma...

-A mi no me gustan. Solo es un día más... nada importante. Solo es el día que nací.- me interrumpió y guardé silencio un momento antes de poder hablar.

¿A quién no le gustan los cumpleaños?

Es cierto que muchas veces puede ser algo tedioso por la familia, pero...

-Por eso es importante. No naces todos los días.- respondí.- y el cumpleaños es la oportunidad de compartir con las personas que están felices de que estés con ellos.

-Yo... nunca he celebrado mi cumpleaños.- oí débilmente su voz y abrí más mis ojos.

Eso es muy triste.

-¿Por qué?, ¿tu padres no celebran tu nacimiento?

-¿Por qué me estás hablando?

-¿Cómo?.- respiró profundamente y guardó sus cosas en su mochila.

-Hemos sido compañeros desde quinto año y jamás me habías hablado antes... ¿por qué ahora me estás hablando?

¿Qué?, ¿compañeros desde quinto año?
Pero si yo jamás la había visto antes... ¿cómo es posible?

-¿Acaso quieres burlarte de mi?, ¿es alguna apuesta de Kim?

-¿Qué?.- susurré.- no... claro que no. Yo...

-¿Entonces?, ¿por qué de repente Adrien Agreste me está hablando?

-Porque... porque...

Ni yo sabía porque razón empecé a hablarle.

-¿Realmente debo tener una razón para hablarte?.- me agaché para intentar verla pero se volteó al lado contrario.- me caes bien...

-No me conoces en lo absoluto, ¿cómo puedo caerte bien?

-Pu-pues... .- suspiré.- simplemente es así. No tengo una razón en concreto, pero me das curiosidad.- me encogí de hombros y posé mi mano en su cabeza pero la quitó rápidamente.

-No invadas mi espacio personal.- habló seriamente y la miré un poco asustado.

-Bien, lo siento... no invadiré tu espacio.- alcé mis manos.- ¿entonces somos amigos?.- pregunté sonriente y se quedó callada.

-No.

-Tomaré eso como un si.- cerré mis ojos y disfruté del sol que se filtraba entre las hojas del árbol sobre nosotros.- Por cierto Marinette, mi nombre es Adrien.

-Eso ya lo sabía.

-Pero no está demás presentarme.- susurré.

○○○

Se preguntarán que pasó luego de eso.

¡Me quedé dormido y ella se fue quien sabe donde!

Ahora estaba en mi cama luego de haber recibido un sermón de mamá por no avisar que llegaría tarde a casa. Obviamente no le diría que me quedé dormido en el parque luego de seguir a una chica que al parecer es mi compañera desde quinto año.

¡Que quede claro que no la estaba siguiendo!

Plagg entró a la habitación y se subió sobre mi pecho comenzando a ronronear mientras afilaba sus garras en mi.

-Plagg, eso duele.- me quejé pero me ignoró siguiendo con su acción. Bueno, ya estaba acostumbrado a que hiciera eso.- ¿Crees que ella llegó bien a su casa?.- pregunté a mi gato y este se detuvo viéndome un momento a la vez que soltaba un maullido.

Marinette... ¿por qué pensaste que intentaba burlarme de ti?

Suspiré viendo el techo de mi habitación y no me di cuenta en que momento mamá había entrado.

-¿Qué piensas tanto hijo?.- preguntó sorprendiendome un momento.- sabes que tienes que avisar si llegaras tarde. Tu padre y yo estábamos preocupados.

-Lo sé mamá. Lo siento, solo se me fue decirte.- respondí y se sentó a mi lado quitando a Plagg de mi pecho.

-Sucede algo más... ¿cierto?.- hice una mueca. No podía mentirle a ella.

-Es que... .- me senté en la cama y mamá acariciaba a mi gato suavemente.- hay una chica...

-¡Una chica!.- exclamó y cubrí mis oídos con ambas manos.

-¡Mamá!.- reclamé.

Podía ser tan dramática aveces, pero la quería tanto. No se que haría sin mi madre.

-Lo siento. Es que luego de esa niñita Lila, pensé que... .- se encogió de hombros.- pero cuéntame. ¿Cómo es?, ¿cómo se llama?, ¿la conozco?

-Mamá, cálmate un poco. No es lo que estás pensando, ella solo es una compañera... .- mi madre hizo un puchero y Plagg se bajó de la cama.

-¿Entonces por qué tienes esa cara?

-Es que... es un poco callada y hoy vi que unos chicos la estaban molestando.

- Debo suponer que le ayudaste, ¿no es así?.- me miró seriamente y enseguida asentí.- si dices que es callada... quizás debas darle un poco de tiempo para que se acostumbre a ti. No todas las personas son iguales y tu eres alguien muy alegre y conversador.- tomó mi mentón con su mano. Me sonrió.

-Pero... me da miedo caerle mal e incomodarla.

-Amor, solo se tu mismo con ella. Si no le agradas estoy segura que te lo hará saber de alguna forma.- hice una mueca.

-Siento que debo estar ahí con ella... siento una extraña necesidad de ayudarla. Como si algo me hiciera... no lo sé.- suspiré cansado.

-Entonces no te alejes.- respondió.- haz lo que tu corazón cree que debes hacer.- se puso de pie y besó mi frente.

Mamá se dirigió al mueble donde estaba Bernardo y tomó a Plagg en sus brazos antes de que metiera su pata en la pecera.

-La cena estará lista en unos minutos.- salió de mi habitación cerrando detrás de ella.

No quisiera obligar a Marinette a ser mi amiga, pero...

-Hacer lo que mi corazón dice...