¿Podría pedirte un favor?
Marinette miraba la mesa y podía jurar que presionaba sus manos con el mantel debajo.
-¿Cómo así?, ¿por qué dice que es su culpa?.- cuestionó papá e intervine.
-No... no es eso... en realidad...
-Adrien, déjala continuar.- me interrumpió seriamente y guardé silencio. Miraba a mamá buscando apoyo, pero solo me miró como solo una madre puede hacerlo.
¡Estaba muerto!
-Tuve unos problemas con unos compañeros.- habló por lo bajo Marinette.- me fui del salón y su hijo fue tras de mi... por eso ahora estamos aquí. No lo castigue por algo que fue culpa mía.
Marinette...
¿Eso le preocupa?, ¿qué me castiguen?
Ella alzó sus azules viendo fijamente a mi padre e hice lo mismo. Luego de varios segundos de silencio donde no dejaban de verse, Papá sonrió... extrañamente sonrió y no lograba entender porque.
-Bueno señorita, me alegro que Adrien le fuera de ayuda con su percance y no se preocupe... más grave que una charla con él no será.- miré a mamá y me guiñó un ojo.- mejor terminemos de comer. Emilie cocina de maravilla así que espero le guste.
Por un momento pensé que papá se molestaría porque falté a clases, pero tal parece que no fue así... quizás mamá tuvo que ver. De todas formas no estaba muy curioso en saber esa respuesta, mejor no indagar demás.
Luego de unos minutos, mamá y papá empezaron su maquiavélico plan para avergonzarme.
¡Comenzaron a contar historias de cuando era niño!
No me avergüenzo de las cosas que hacía, pero si hay sucesos que es mejor no recordar. Como que mi madre pensaba que sería niña cuando nací, así que toda mi ropa era rosa con brillitos y esas cosas.
-Hubiera sido tan linda mi Adriana.- expresó mamá lanzándome un beso.
Cubrí mi rostro con ambas manos al ver como Marinette reía por lo bajo viéndome a los ojos.
-Papá, ayúdame.- susurré a lo que él se encogió de hombros.
-La verdad yo realmente también pienso...
-Mamá, ¿recuerdas el juego de tazas que te regaló la abuela y que se perdió misteriosamente?.- miré seriamente a papá y prefirió no seguir con lo que sabía que diría.
Eso padre. Mejor guarda silencio si no quieres que comience a hablar yo, es por tu propio bien.
Mi madre me vió directamente con seriedad y luego extrañeza.
-Claro que lo recuerdo. Era una pieza única y de colección... ya no se fabrican esas tazas.- hizo un adorable puchero.- ¿por qué?
-Pero que deliciosa quedó tu comida, amor.- expresó papá interrumpiendo nuestra conversación.
Mamá le sonrió a la brevedad tomando su mano sobre la mesa y se quedaron viendo un largo rato, hasta que mi madre se volteó a ver a Marinette nuevamente.
-Cariño, casi ni has tocado tu plato. ¿No te gustó la comida?.- preguntó con un tono triste y preocupado a la vez.
-Si... está delicioso todo, solo no tengo mucho apetito.- respondió por lo bajo.
Mamá me miró un momento e hice una mueca al ver que Marinette realmente no había comido casi nada.
●●●
Luego de terminar de comer, papá tuvo que volver al trabajo y mi madre se entretuvo en la cocina. Marinette y yo volvimos a mi habitación, ella estaba callada nuevamente.
-¿Por qué le dijiste a mi padre que era tu culpa?.- pregunté por lo bajo, apoyado en el mueble donde estaba Bernardo. Marinette estaba sentada a los pies de mi cama viendo sus manos sobre su regazo.
-Porque te castigarían... .- susurró.
-¿Eso te preocupaba?.- parpadeé un par de veces y alzó su vista en mi a la distancia.
-Se lo que es que te castiguen injustamente.- por un extraño motivo, sus ojos se oscurecieron levemente.- si no fuera por mi, ahora mismo estarías en clases.
-Marinette... todos los días tenemos que tomar decisiones.- le sonreí de lado.- y si tuviera la oportunidad de devolver el tiempo a esta mañana, iría por ti otra vez.- respiré profundo y miró hacia otro lado.
-Eres un idiota.- soltó entre dientes.- no entiendo porque sigues diciendo todo eso. Si una persona no es buena para ti, debes alejarla.
Otra vez esa mirada fría... otra vez esas palabras hirientes hacia si misma.
-Tu eres la idiota.- debatí y frunció el ceño hacia mi.- no me pongas esa cara.- la miré seriamente.- no puedes tomar decisiones por mi y no puedes decir lo que es mejor o no para mi.- me acerqué a ella con enojo.
Estaba realmente molesto.
Marinette no era como las demás personas que conocía en lo absoluto y eso volvía más difícil todo, aunque al mismo tiempo eso mismo me agradaba más.
-Si hay algo que no me gusta que hagan, es decidir por mi.- se puso de pie y quedamos frente a frente.
-No quiero que me hables más.- habló con tono severo.
-¿Estás segura de eso?.- le sostuve la mirada y tragó con dificultad.
-S-si...
-Si hay algo más que detesto, eso sería que me mientan.- agregué y miró hacia abajo.- me dijiste que querías un amigo... alguien en quien pudieras confiar y ahora me sales con que no quieres que te hable.
-Simplemente aléjate de mi.- me rodeó y tomó su mochila dispuesta a irse, pero tomé su brazo.
-¿Por qué?.- cuestioné y apretó sus labios un momento. Recordé que su brazo estaba lastimado y aflojé mi agarre.
-Porque si y punto. No tengo que darte explicaciones... simplemente ignorame.
-Eres una terca e insensata.
-Me da igual si eso crees de mi.- su brazo se deslizó un poco de mi, pero evité que se soltara.- ya deja que me vaya.
-Marinette... .- llamé por lo bajo.
No quería que se fuera de ese modo.
No entendía porque tomó esa actitud si hace unos minutos estaba bien y tampoco entendía porque primero fue tan comprensiva conmigo, para después decirme que me aleje de ella.
-Dime lo que realmente te pasa... puedes confiar en mi.
-No se de que me estás hablando.
Solté un bufido y me puse frente a ella tomando su mentón para hacer que me viera a la cara.
-Estabas bien hace un momento... pero ahora quieres irte a quien sabe donde.
-Déjame... por favor déjame sola.- negué con la cabeza y la abracé.
-Tú no quieres estar sola.- estaba completamente tensa.- reiste con mi madre cuando llegamos, hablaste con mi padre sobre lo que ocurrió en la escuela, jugamos videojuegos aquí en mi habitación... tu no quieres estar sola. De ser así, simplemente no hubieras aceptado venir acá desde un principio.- su cuerpo se relajó y su mochila cayó al suelo.
-Eres un idiota... .- musitó y reí.- te vas a arrepentir de esto y vas a dejar de hablarme como los demás.
-Ya estás atrapada aquí y no por mi.- me moví un poco con ella de un lado a otro sin soltarla.- mamá de seguro no te dejará escapar. Le caíste bien.
No respondió. Todo se quedó en silencio, ella no correspondía mi abrazo, pero no me molestaba si no me alejaba.
Me atreví a dejar un beso en su cabeza casi imperceptible.
-¿Cómo te hago entender que yo estoy para ti?.- pensé en voz alta.
-Unas palabras bonitas las puede decir hasta el ser más despiadado que exista.
-Pero solo soy Adrien.- suspiré.- quizás debas conformarte con eso...
-Si pudieras cambiar el pasado... ¿qué cambiarías?.- preguntó con la voz casi inaudible sobre mi pecho.
-Nada... si cambiara algo del pasado posiblemente todo lo que conozco en este presente no sería lo mismo y eso no creo que me agradaría.- no dijo nada por varios minutos, como si analizara mi respuesta a detalle.
-¿Y si pudieras evitar un error de alguien?
-Todos cometemos errores... el punto de eso es aprender de ellos.
-¿Y si no se aprende de ellos?, o peor aún... ¿si se aprende de manera errónea?
-No creo tener respuesta para eso... porque no todos pensamos igual, Marinette.
-Si te pido un favor... ¿crees poder cumplirlo?.- la separé de mi para verla a los ojos.
-Eso depende de lo que me pidas...
-Quiero morir.
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